jueves, 26 de enero de 2012

HUNGRÍA NAZI

Viktor Orban

Estonia rehabilita a sus nazis, Lituania convierte en tabú el holocausto judío y en Budapest se sueña con la gran Hungría

El parlamento de Estonia aprobará en marzo, por amplia mayoría, conceder el título de "luchadores de la libertad" a los miembros de la "Legión SS" estonia que combatió al lado de Hitler contra los soviéticos en la segunda guerra mundial.

Los veteranos estonianos de la SS, unos 12.000 hombres en 1944, glorifican desde hace años su participación en la guerra en actos oficiales concurridos por veteranos de las SS y jóvenes neonazis de otros países, pero la de marzo será la primera ley en materia de "luchadores por la libertad".

Algo parecido ocurre en Ucrania Occidental, donde se glorifica desde hace años a los combatientes de la división "Galizia" de las SS.

En Budapest, cada 11 de febrero se reúnen ultraderechistas de Alemania, Eslovaquia, Bulgaria y Serbia para conmemorar el llamado "Día del honor". La jornada recuerda el fin de la batalla por Budapest en la que un ejército de 100.000 soldados, alemanes y húngaros, rodeados por los soviéticos mantuvieron la posición durante 52 días, en 1945.

"Occidente se defendió de las hordas rojas de las estepas de Asia con un inmenso tributo de sangre y heroísmo", señala la convocatoria de grupos neonazis alemanes para acudir este año al acto de Budapest.

El cerco de Budapest tuvo entre sus consecuencias la aniquilación de gran parte de los últimos judíos que aun quedaban en la ciudad, a manos de los fascistas húngaros.

"En muchos países del antiguo bloque oriental se está abriendo paso una unilateral versión de la historia a la medida de la ultraderecha", constata el periodista rumano-alemán William Totok.

El fenómeno supera lo meramente histórico para manifestarse en una creciente hegemonía política derechista que parece estar calcando el mapa de los años treinta, cuando la región estuvo dominada por regímenes ultraderechistas.

Regreso a un mapa conocido

Los países bálticos, Rumanía, Bulgaria, Hungría, la Ucrania occidental y la católica y conservadora Polonia, vuelven a destacar en papeles en los que ya se les vio en vísperas de la segunda guerra mundial.

En la segunda guerra mundial seis países europeos fueron aliados militares de Hitler: Finlandia, Hungría, Rumanía, Italia, Eslovaquía y Croacia. Sólo Finlandia, que no se identificó con la ideología racista que animaba la guerra, mantuvo un sistema democrático dentro de aquel bloque y contó hasta el final con soldados y oficiales judíos en su ejército.

Otro grupo de países oficialmente "neutrales" u ocupados como, España, Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Noruega, enviaron voluntarios a luchar con Hitler.

En los países bálticos, en el Cáucaso del norte, en Polonia, Ucrania y Bielorrusia, así como en la misma Rusia, los agravios históricos del dominio imperial ruso, de la represión y deportación estalinistas, de la colectivización agraria y la cuestión nacional, o los ecos de la propia guerra civil rusa, se tradujeron en luchas activas contra la URSS de Stalin, que Hitler instrumentalizó en su favor de diversas maneras.

Nuevo "macartismo" europeo

La llamada "Declaración de Praga" de junio de 2008, iniciada por Vaclav Havel y otros disidentes anticomunistas del antiguo bloque del Este, y parcialmente bendecida por la Unión Europea, dio alas a no pocas tendencias internas en esos países al equiparar nazismo y comunismo. Con el paquete del anticomunismo regresa el antisemitismo y el maltrato al gitano.

En Lituania, por ejemplo, desapareció de la visión, la aniquilación del 95% de los 220.000 judíos locales, entre 1941 y 1944. Los alemanes daban las órdenes, pero la mayoría de los ejecutores del exterminio fueron voluntarios lituanos. La memoria de ese colaboracionismo criminal no existe.

Los lituanos, que sufrieron mucho a manos de los soviéticos, se han escudado en los 30.000 de ellos que fueron deportados a Siberia en 1941, y en las decenas de miles que volvieron a serlo o fueron ejecutados al concluir la guerra, para construir una conciencia nacional limpia y sin tacha, pese a que tiene 195.000 cadáveres judíos en el armario.

En el Museo Nacional de Vilnius la narración salta desde el periodo 1939-1941 hasta 1944, sin detenerse en los años claves del holocausto y el colaboracionismo. Desde junio de 2010 el código penal lituano criminaliza la puesta en cuestión del "doble genocidio".

En 2008 se estableció la prohibición de símbolos nazis y comunistas, pero un tribunal de Klaipeda sentenció en 2010 que la esvástica pertenece al "patrimonio cultural lituano".

Por la misma equiparación, en Rumanía una organización no puede denominarse "comunista" sin exponerse a ser considerada, "amenaza para la seguridad nacional".

El gobierno rumano prepara una ley que prohíbe actos públicos que "propaguen ideas totalitarias, es decir fascistas, comunistas, racistas o chovinistas".

En Chequia el Partido Comunista está amenazado de ilegalización por la misma idea. La situación en Polonia quedó ilustrada el pasado diciembre cuando el periodista polaco Kamil Majchrzak, redactor de Le Monde Diplomatique, una publicación de izquierdas, pidió, durante una conferencia pronunciada en Berlín, que no le hicieran fotos por estar amenazado por la extrema derecha en su país.

En Hungría, los miembros del ex partido comunista, muchos de ellos ahora en el partido socialista, podrán ser perseguidos judicialmente por "delitos comunistas" cometidos antes de 1989, de acuerdo a las nuevas normas introducidas por el gobierno de Viktor Orban.

Revanchismo nacional

El nuevo derecho electoral contemplado por Budapest para los húngaros residentes en el extranjero, es decir en primer lugar para las abultadas minorías húngaras existentes en Eslovaquia, Serbia y Rumania, es una invitación al revisionismo de las fronteras, a cuestionar el Tratado del Trianon, que, después de la Primera Guerra Mundial, restó a Hungría casi la tercera parte de su territorio.

Tal revisionismo es impensable, o muy difícil, en el cuadro de la Unión Europea, y por esa razón hay que vigilar las tendencias anti Unión Europea que comienzan a aflorar al calor de la crisis.

En Hungría, la degradación socio-económica ha liberado el sueño de la "Gran Hungría", explica el periodista y experto en cultura magiar, Bruno Ventavoli.

"Los valores de la democracia, del pluralismo, del diálogo o de la diversidad parecen superfluos, cuando en la vida cotidiana no hay dinero para hacer la compra o pagar facturas. Así nace la tentación de replegarse sobre si mismos, soñando con una Gran Hungría, aderezada con una sospecha de victimización por las heridas de la historia; desde las guerras contra los turcos a la invasión soviética, pasando por el tratado del Trianon", dice Ventavoli.

Bruselas y Budapest

En Bruselas no pasó gran cosa mientras el primer ministro húngaro, Viktor Orban, se limitaba a restringir la democracia con medidas y proyectos que atentan contra la libertad de prensa o la división de poderes, o a purgar la administración y los medios de comunicación de voces críticas y afirmar una constitución que recuerda a la época del Almirante Horthy.

El Partido Popular Europeo, al que pertenecen los partidos del gobierno de Sarkozy y Merkel, no se inmutó por ello.

El problema empezó de verdad cuando Orban apuntó medidas como: modificar el sistema fiscal, nacionalizar los fondos privados de pensiones, dar al parlamento derecho de veto sobre la legislación europea y, sobre todo, someter a su banco central al control directo del gobierno.

Fue entonces cuando Bruselas clamó que "los valores europeos" están en peligro en Hungría y comenzó a urdir, en compañía del FMI, el propósito de desplazar a Orban del gobierno.

La banca austriaca está muy expuesta en la economía húngara, que está al borde de la quiebra. Aunque Hungría no esté en el euro, esa conexión austriaca es vista con prevención.

Fraguando el tercer golpe

Pero realizar un tercer golpe de estado tecnocrático en Europa, después del griego y el italiano, es complicado, señala el diario "Népszabadság". "No es fácil destituir a un primer ministro desde el exterior cuando ha resultado electo y cuenta con dos tercios de los escaños del Parlamento, y aun lo es más si la oposición está fragilizada", observa.

Orban llegó al poder en 2010 como reacción al desencanto con una coalición de gobierno anterior encabezada por los socialistas.

Aquel desencanto también consagró al partido fascista Jobbik como tercera fuerza del país. En 2008 los socialistas y sus socios iniciaron duras medidas de ajuste y de desmonte del sector público bajo el dictado del FMI que Orban ha continuado.

El primer ministro tiene una sólida mayoría apoyando su proyecto retrógrado-populista, frente al escenario europeo, que responde a lo que la canciller alemana, Angela Merkel, define como una "democracia acorde con el mercado".

Los cien mil húngaros que salieron el 2 de enero a la calle en Budapest contra Orban, están aprisionados entre dos escenarios antidemocráticos, el nacional derechista de su gobierno y el europeo tecnocrático de Berlín y Bruselas, en muchas cosas redundantes, que disuelven ambos la democracia y la soberanía nacional.

"Además de querer conservar un régimen representativo y constitucional, las potencias occidentales y la Comisión Europea quieren que Hungría adopte una política económica que no sirve a los intereses del pueblo magiar", dice el filósofo Gáspár Miklós Tamás.

"Decepcionado en muchas ocasiones, el pueblo húngaro podría no ver en la "causa democrática" de Bruselas más que un mero adorno puesto como colofón a unas medidas de austeridad cada vez más pesadas, impuestas por las potencias occcidentales preocupadas por la estabilidad financiera", dice. Esa contradicción convierte en "muy frágil" la situación de la oposición húngara, concluye.

La extrema derecha puede liderar

"El gobierno debe repensar varias leyes, sobre todo las que conciernen a la independencia del Banco Central", señala el Financial Times Deutschland, una declaración en la que lo más significativo es ese "sobre todo".

Cuestionar la "independencia" bancaria, que no es más que servicio al sector privado y que en el caso del Banco Central Europeo condena a la eurozona a la miseria especulativa con los bonos de la deuda pública, es un peligroso precedente europeo de rebeldía y desafio a la nueva seudodemocracia europea "acorde con el mercado".

La paradoja es que ese precedente de rebeldía lo está sentando un gobierno populista con tendencia de extrema derecha, no un gobierno de izquierda. El mensaje no puede ser más claro: En Europa la crisis está creando agujeros negros.

El caso húngaro advierte, de la forma más clara, que la extrema derecha, con su desprecio al débil, su racismo, su xenofobia y su propensión al militarismo, está dispuesta a rellenar ese agujero con programas y propuestas perfectamente capaces de conquistar la calle y el liderazgo.

Rafael Poch, amigo y colaborador de SinPermiso, es el corresponsal en Berlín del diario barcelonés La Vanguardia.

La Vanguardia, 16 de enero de 2012

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Tariq Ali habla de su libro con Oliver Stone. Entrevista

 

 

 

 

Tariq Alí                                  Oliver Stone

22/01/12

 

Ensayista, intelectual público, activista, historiador, novelista: las distintas facetas de Tariq Alí no son suficientes para describir a uno de los más relevantes pensadores políticos vivos. Nacido en Pakistán y radicado en Gran Bretaña, Alí fue interlocutor de Malcolm X y Stokely Carmichael, participó en debates sobre la guerra de Vietnam con Henry Kissinger y se erigió como uno de los principales y más lúcidos críticos de la política exterior de EE.UU. e Israel. Desde que escribió el guión de Al Sur de la frontera, la película de Oliver Stone con entrevistas a presidentes de Latinoamérica, mantiene con el cineasta una relación de amistad e intercambio de ideas que acaba de plasmarse en el libro-diálogo La historia oculta (Capital Intelectual). En esta entrevista, Alí repasa los temas conversados con Stone y habla sobre el excepcional momento político de América latina, el conflicto entre Israel y Palestina y las posibles nuevas aventuras bélicas de los Estados Unidos. La entrevista la realizó Mercedes López San Miguel.


La última aventura de Oliver Stone no es una película, sino un libro: La historia oculta, un extenso diálogo sobre política con el historiador paquistaní Tariq Alí, reconocido intelectual de izquierda. Pero su tema sigue siendo el mismo que lo viene obsesionando hace décadas: lo sospechado, lo no dicho, lo silenciado. En este caso, el hilo conductor de ese encuentro en Los Angeles en 2009 es el papel oculto de la política exterior de Estados Unidos desde la Primera Guerra Mundial. A Stone, siempre atento a eso que parece oculto y evidente a la vez, le interesa la mirada de Alí sobre su país en relación a los hechos que marcaron la historia mundial durante el siglo pasado y sus implicancias en el siglo XXI. El cineasta interroga. El intelectual responde con la certeza de que habrá coincidencias de pensamiento.

Tariq Alí nació en 1943 en Lahore, Pakistán, y su propia vida estuvo marcada por el golpe de Estado del `58, cuando él tenía 15 años. “Organizábamos círculos de estudio y células en las casas de estudio. Organicé la primera manifestación de la época”, recuerda. Huyó de la dictadura y fue a estudiar a Oxford en 1963. Se convirtió en un exiliado, porque dos dictadores paquistaníes no lo autorizaron a regresar. Fue uno de los líderes trotskistas del Grupo Marxista Internacional. Comparte con Stone la pasión por el cine: fue guionista del reciente documental del director norteamericano Al sur de la frontera: en palabras de Alí, se trató de “una road movie política con una narración sencilla y directa”, un legendario director de Hollywood entrevistando a siete presidentes de América del Sur, dándoles voz a esos políticos difamados por la ultraconservadora cadena de noticias Fox. Alí también es editor de la revista New Left Review.

En La historia oculta... Tariq Alí va desmenuzando distintas tesis que fue hilvanando a lo largo de su vida académica –estudió Ciencia Política y Filosofía– y que plasmó en decenas de libros como Piratas del Caribe, El Choque de los fundamentalismos y Conversaciones con Edward Said, su gran amigo por más de treinta años. En una de esas tesis revela las implicancias de las dos guerras mundiales para Estados Unidos. A saber: hasta la Primera Guerra Mundial, los intereses expansionistas de Washington radicaban en su propio territorio y en Sudamérica. Ese conflicto lo empujó fuera del continente hacia Europa. “Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial, entendió que debía involucrarse en guerras para preservar su dominio imperial. Esto condujo rápidamente a las intervenciones en Corea, en Vietnam, y así sucesivamente”.

Stone combatió en Vietnam, lo cual impidió que lo encasillaran como un pacifista mojigato, cree Tariq Alí, y entiende que esa guerra ayudó al cineasta a“moldear la lectura radical que tiene sobre su propio país”. El director de Pelotón le pregunta a Alí si cree que Estados Unidos se encuentra hoy en un atolladero en Afganistán, al estilo Vietnam. El escritor contesta con una idea que pocos se atreverían a decir: “Creo que la única manera en que se podría convertir en un Vietnam es si enviaran un cuarto de millón más de tropas. Los ingleses no pudieron vencer a los afganos, los rusos no pudieron vencerlos y Estados Unidos tampoco va a poder, salvo que elimine a la mitad de la población y ocupe el país con medio millón de soldados, lo cual creo que es algo que no va a suceder”.

El libro se permite una pregunta recurrente para un lector de América latina. ¿Dónde podría nacer el próximo Chávez? –Cuántas veces se dijo que Evo Morales en Bolivia, Ollanta Humala en Perú y Rafael Correa en Ecuador eran los nuevos Chávez–. Y la respuesta de Alí se sale de libreto. “Es difícil de predecir, pero creo que el sur de Asia y el Lejano Oriente podrían tener guardadas algunas sorpresas.” Sí, tan lejos como en la China. “Levantamientos de campesinos, ocupaciones de industrias por la clase trabajadora, una intelectualidad que se vuelve turbulenta. Todas estas cosas podrían ocurrir.”

Al sur de la frontera


Tras el fin de la Guerra Fría, Tariq Alí señala que el primer desafío al sistema vino de Sudamérica, de países que habían sufrido con el neoliberalismo. Los Chicago Boys no probaron su receta en Inglaterra, reflexiona, lo hicieron en Chile y Argentina. “Se empieza a ver el surgimiento de movimientos sociales en un grupo de países como Bolivia, Venezuela, Ecuador.” Emergen líderes políticos que ganan elecciones democráticamente, como el presidente venezolano Hugo Chávez.“Chávez no cayó del cielo. Surgió desde dentro del ejército, como parte de un grupo disidente que se negaba a masacrar a su propio pueblo.” El intelectual describe en diálogo con Radar el momento actual de la región como una nueva faceta de Latinoamérica. “El llamado ‘patio trasero’ del imperio está fuera de control con una ola de políticos bolivarianos, que le dicen a Estados Unidos‘no vamos a permitir que nos aíslen más’.”

En el libro usted elogia al gobierno venezolano, pero éste todavía no logra resolver la dependencia que tiene su economía con el petróleo...

–Es cierto, pero ha usado el dinero del petróleo para transformar el país, para educar a los pobres a un nivel mayor, esto significa un enorme avance. No es suficiente, por supuesto, para cambiar todo, pero es un comienzo.

¿No cree que una mayor presencia del Estado necesita de mejores estándares de calidad y eficiencia para cumplir con los objetivos? También pienso en el caso venezolano.

–Eso es siempre mejor, pero no olvidemos que durante un siglo antes de la llegada de Chávez al poder los pobres fueron ignorados completamente y a todo nivel. La elite justificó muchas veces esa negligencia con improperios racistas.

Usted menciona que la reacción de los países sudamericanos a la crisis económica actual es un ejemplo para el mundo. ¿Qué puede decir en particular de Argentina?


–Creo que sólo en Sudamérica ha habido una oposición exitosa a la hegemonía del neoliberalismo. Los movimientos sociales que surgieron en Argentina, en Venezuela y en Bolivia fueron muy importantes. Néstor Kirchner fue un líder extremadamente inteligente y capaz de lidiar con la crisis de modo justo y efectivo. Lo que lo habilitó a hacerlo fueron los piqueteros y las asambleas en Buenos Aires; yo pude participar de una asamblea durante un breve viaje. Comparado a esto, la reacción que han tenido los líderes europeos en la crisis de 2008 me parece patética. Europa está gobernada por lo que he descripto como“el centro extremo” en el que todos los partidos principales tienen las mismas posturas extremas: guerras contra el mundo musulmán y guerras contra los pobres en sus propios países. Sudamérica es diferente, e incluso en México y en Chile se está desarrollando una gran oposición.

¿En qué cambió la relación entre Estados Unidos y América del Sur?

–Por primera vez desde la Doctrina Monroe, Sudamérica (o la mayoría de los países exceptuando Colombia, México y Honduras) es independiente y soberana. Chávez simboliza esto: puso a Venezuela en el mapa mundial.

El imperio norteamericano está en declive y según su opinión los próximos acontecimientos estarán íntimamente relacionados a la economía. ¿Es esta la última chance del capitalismo?

–El capitalismo seguirá existiendo mientras no haya una alternativa. Esa es la lección de la historia. Los obituarios sobre el imperio norteamericano son prematuros. A pesar de sus debilidades, se mantiene con una integridad inexpugnable por ahora.

La guerra preventiva


A Alí siempre le pareció un concepto extraño “la guerra contra el terrorismo” que pergeñó Bush hijo tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono. “La historia del mundo está plagada de ejemplos de terrorismo. Entonces, ¿por qué tal acto de terror va a ser diferente? La espectacularidad y escala del hecho no convierte a las personas que lo hicieron en diferentes de otros terroristas”. El pensador paquistaní entiende que la guerra que los halcones de la Casa Blanca le declararon primero a Afganistán y después a Irak es como una mochila destinada a que la política exterior de Estados Unidos hiciera lo que quisiera, cuando quisiera, atrapando a gente en todo el mundo. En Guantánamo se tortura. Una cárcel que sigue abierta. Alí argumenta con una hipérbole: “El hecho de que la tortura se haya vuelto nuevamente algo aceptable forma parte de la guerra al terrorismo”.

Ahora que Estados Unidos deja Irak, ¿cuál prevé que será la realidad de los iraquíes?

–No se retira permanentemente. Sus bases militares se mantienen ocupadas por tropas de mercenarios y Estados Unidos está a la vuelta de la esquina. Pero Irak es un estado desesperado. Un millón de personas murieron, la infraestructura social fue destruida, las mujeres discriminadas a gran escala, los clérigos ganaron poder. Ese es el resultado. ¿Cuánto tiempo le llevará a Irak recuperar su soberanía? Esa es una pregunta abierta. Su zona del norte es efectivamente un protectorado de EE.UU. e Israel.

¿Qué pasará con la ocupación de Afganistán?

–Washington está negociando seriamente con los insurgentes (talibanes) porque sabe que no puede ganar la guerra. Afganistán fue devastada, su vecino Pakistán fue desestabilizado. Por lo tanto, Estados Unidos y sus estados vasallos tienen que irse pronto.

¿El gobierno de Obama está en posición de poder atacar a Irán o es mera retórica belicista contra Ahmadinejad?

–En mi opinión, el Pentágono se opone a una guerra contra Irán y los políticos hablan mucho sobre el tema para agradar al lobby israelí norteamericano, porque tienen la mira puesta en las elecciones del 6 de noviembre. Un ataque a Irán sería un desastre para todo el mundo.

Mirada a largo plazo


Alí entiende que Israel y Pakistán son Estados confesionales: el primero es una escisión de Palestina, el segundo una separación de India. En ambos casos, afirma el escritor, las elites en el poder hacen lo que creen que es mejor, tengan o no el apoyo de la población. Tariq Alí imagina que al final del siglo Pakistán podría ser parte de una unión regional más grande (una Unión Sudasiática con India, Bangladesh, Sri Lanka). Del mismo modo, conjetura que en algún momento futuro la población israelí reconocerá que ya no puede seguir con la misma política y que la población palestina se dará cuenta de que nunca va a tener un Estado independiente de gran trascendencia; entonces, quizá, se podrá avanzar hacia una solución de un único Estado.

¿Cómo se concretaría esta solución de un solo Estado en el conflicto israelí-palestino?

–La organización palestina debe admitir públicamente que con Israel fracasó la solución de dos Estados. Debería disolverse la Autoridad Palestina porque es una organización artificial y empezar un movimiento que impulse la solución de un único Estado.

Durante el 2011 cayeron varios gobiernos del mundo árabe. Hosni Mubarak está siendo juzgado en Egipto, Muammar Khadafi fue asesinado en Libia. ¿Es optimista sobre el futuro de estos países?

–Sí y no. Lo más importante para destacar es que las masas de gente se dieron cuenta que para que haya un cambio deben pelear por él y tendrán éxito. En Libia había una oposición genuina, pero Occidente orquestó una guerra civil y se involucró en el conflicto. Seis meses de bombardeos de la OTAN en Libia causaron al menos 30 mil muertes y la situación de guerra civil persiste. ¿Quién se beneficia? El pueblo libio seguro que no.

Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO. Su último libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid,2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].

lunes, 23 de enero de 2012

Los peligros de 2012

 

 

 

Joseph Stiglitz

22/01/12

 

El año 2011 será recordado como la época en que muchos estadounidenses que siempre habían sido optimistas comenzaron a renunciar a la esperanza. El presidente John F. Kennedy dijo una vez que la marea alta eleva todos los botes. Pero ahora, con la marea baja, los estadounidenses no solo comienzan a ver que quienes tienen mástiles más altos han sido elevados mucho más, sino que muchos de los botes más pequeños han sido destrozados por el agua.

En ese breve momento en que la marea creciente estaba, efectivamente, subiendo, millones de personas creyeron que tenían buenas probabilidades de cumplir su "sueño americano". Ahora también esos sueños están retirándose. En 2011, los ahorros de quienes habían perdido sus empleos en 2008 o 2009 ya se habían gastado. El seguro de desempleo se había terminado. Los titulares que anunciaban nuevas contrataciones -aún insuficientes para incorporar a quienes habitualmente se suman a la fuerza laboral- significaban poco para cincuentones con pocas ilusiones de volver a tener un empleo.

De hecho, las personas de mediana edad que pensaron que estarían desempleadas por unos pocos meses se han dado cuenta a esta altura de que, en realidad, fueron jubiladas a la fuerza. Los jóvenes graduados universitarios con decenas de miles de dólares de deuda en créditos educativos no podían encontrar ningún empleo. La gente se mudó a las casas de sus amigos y los parientes se han convertido en sin techo. Las casas compradas durante la burbuja inmobiliaria aún están en el mercado, o han sido vendidas con pérdidas. Más de siete millones de familias estadounidenses han perdido sus hogares.

El oscuro punto vulnerable de la burbuja financiera de las décadas anteriores también ha quedado completamente expuesto en Europa. Los titubeos por Grecia y la devoción de los Gobiernos nacionales por la austeridad comenzaron a implicar una pesada carga el año pasado. Italia se contagió. El desempleo español, que se había mantenido cerca del 20% desde el comienzo de la recesión, trepó aún más. Lo impensable -el fin del euro- comenzó a verse como una posibilidad real.

Este año parece encaminado a ser aún peor. Es posible, por supuesto, que Estados Unidos solucione sus problemas políticos y adopte finalmente las medidas de estímulo que necesita para reducir el desempleo al 6% o al 7% (el nivel previo a la crisis del 4% o el 5% es demasiado pedir). Pero esto es tan poco probable como que Europa se dé cuenta de que la austeridad por sí misma no resolverá sus problemas. Por el contrario, la austeridad solo exacerbará la desaceleración económica. Sin crecimiento, la crisis de la deuda -y la crisis del euro- solo empeorará. Y la larga crisis que comenzó con el colapso de la burbuja inmobiliaria en 2007 y la recesión que la siguió continuarán.

Además, es posible que los países con los mercados emergentes más importantes, que capearon exitosamente las tormentas de 2008 y 2009, no sobrelleven tan bien los problemas que se perciben en el horizonte. El crecimiento brasileño ya se ha detenido, y eso genera ansiedad entre sus vecinos latinoamericanos.

Mientras tanto, los problemas de largo plazo -incluidos el cambio climático y otras amenazas ambientales, y la creciente desigualdad en la mayoría de los países del mundo- continúan allí. Algunos, incluso, han empeorado. Por ejemplo, el alto desempleo ha deprimido los salarios y aumentado la pobreza.

La buena noticia es que solucionar estos problemas de largo plazo ayudaría a resolver los de corto plazo. Una mayor inversión para adaptar la economía al calentamiento global ayudaría a estimular la actividad económica, el crecimiento y la creación de empleo. Impuestos más progresivos, que redistribuyan desde los ingresos altos hacia los medios y bajos, simultáneamente, reducirían la desigualdad y aumentarían el empleo al impulsar la demanda total. Los impuestos más elevados a los ricos podrían generar ingresos para financiar la necesaria inversión pública, y proporcionar cierta protección social para quienes menos tienen, incluidos los desempleados.

Incluso, sin ampliar el déficit fiscal, esos aumentos de "presupuesto equilibrado" en los impuestos y el gasto reducirían el desempleo y aumentarían el producto. Lo que preocupa, sin embargo, es que la política y la ideología en ambos lados del Atlántico, pero especialmente en Estados Unidos, no permitirá que nada de esto ocurra. La fijación en el déficit inducirá recortes en el gasto social, empeorando la desigualdad. De igual manera, la persistente atracción hacia la economía de oferta, a pesar de toda la evidencia en su contra (especialmente en periodos de alto desempleo), evitará que se aumenten los impuestos a quienes más tienen.

Incluso, antes de la crisis hubo un reordenamiento del poder económico -de hecho, una corrección de una anomalía con 200 años de historia, en la que la participación asiática del PIB global cayó desde cerca del 50% hasta, en cierto punto, menos del 10%-. El compromiso pragmático con el crecimiento que se percibe actualmente en Asia y en otros mercados emergentes destaca frente a las equivocadas políticas occidentales, que, impulsadas por una combinación de ideología e intereses creados, parecen casi reflejar un compromiso para evitar el crecimiento.

Como resultado, la reestructuración económica global probablemente se acelere. Y casi inevitablemente dará lugar a tensiones políticas. Con todos los problemas que enfrenta la economía global, seremos afortunados si estas presiones no comienzan a manifestarse dentro de los próximos 12 meses.

Joseph E. Stiglitz es catedrático en la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía y autor de Caída libre: el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial.

El País, 22 de enero de 2012

jueves, 19 de enero de 2012

Cuarta carta a las izquierdas

 

 

 

 

Boaventura de Sousa Santos

Carta Maior

Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas

Las divisiones históricas entre las izquierdas se justificaron por una construcción ideológica imponente, pero en realidad su sostenibilidad práctica (la credibilidad de las propuestas políticas que les permitieron captar seguidores) se basó en tres factores: el colonialismo, que permitió desplazar la acumulación primitiva de capital (por desposesión violenta, en general ilegal y siempre impune, con incontables sacrificios humanos) fuera de los países capitalistas centrales, donde se libraban las luchas sociales consideradas decisivas; la emergencia de capitalismos nacionales con características tan diferentes (capitalismo de Estado, corporativo, liberal, socialdemócrata) que daban verosimilitud a la idea de que habría varias alternativas para superar el capitalismo; y, por último, las transformaciones que las luchas sociales fueron produciendo en la democracia liberal, permitiendo alguna redistribución social y separando, hasta cierto punto, el mercado de las mercancías (los valores que tienen precio y se compran y venden) del mercado de las convicciones (las opciones y valores políticos que, por no tener precio, ni se compran ni se venden). Si para algunas izquierdas esta separación era un hecho nuevo, para otras era un engaño peligroso.

Sin embargo, en los últimos años estos factores han cambiado tan profundamente que nada será como antes para las izquierdas tal y como las conocemos. En lo que respecta al colonialismo, los cambios radicales son de dos tipos. Por un lado, la acumulación de capital por desposesión violenta ha vuelto a las antiguas metrópolis (robo de salarios y pensiones; transferencias ilegales de fondos colectivos para rescatar a bancos privados; total impunidad del gansterismo financiero). Es por ello que la lucha anticolonial también tendrá que librarse en ellas, una lucha que, como sabemos, nunca se pautó por las cortesías parlamentarias. Por otro, aunque el neocolonialismo (el mantenimiento de las relaciones coloniales entre las antiguas colonias y metrópolis o sus sustitutos, como el caso de Estados Unidos) ha permitido hasta hoy la continuidad de la acumulación por desposesión en el antiguo mundo colonial, parte de él está asumiendo un nuevo protagonismo (India, Brasil, Sudáfrica y el caso especial de China, humillada por el imperialismo occidental durante el siglo XIX), hasta el punto de que no sabemos si habrá nuevas metrópolis y, por tanto, nuevas colonias. Las izquierdas del Norte global (y, salvo algunas excepciones, también las de América Latina) empezaron siendo colonialistas y más tarde aceptaron acríticamente que la independencia de la colonias eliminaba el colonialismo, desvalorizando así la emergencia del neocolonialismo y el colonialismo interno. ¿Serán capaces de imaginarse como izquierdas frente a nuevos colonialismos y de prepararse para luchas anticoloniales de nuevo tipo?

En cuanto a los capitalismos nacionales, su final parece estar marcado por la trituradora del neoliberalismo. Es cierto que en América Latina y China parece que están emergiendo nuevas versiones de dominación capitalista, pero curiosamente se aprovechan de las oportunidades que el neoliberalismo les confiere. No obstante, el 2011 ha demostrado que la izquierda y el neoliberalismo son incompatibles. Sólo hay que ver cómo las cotizaciones bursátiles suben en la misma medida en que aumenta la desigualdad social y se destruye la protección social. ¿Cuánto tardarán a las izquierdas en extraer conclusiones?

Finalmente, la democracia liberal agoniza bajo el peso de los poderes fácticos (las mafias, la masonería, el Opus Dei, las transnacionales, el FMI, el Banco Mundial…), la impunidad de la corrupción, el abuso de poder y el tráfico de influencias. El resultado es una fusión creciente entre el mercado político de las ideas y el mercado económico de los intereses. Todo está en venta y nada se vende porque no hay quien lo compre. En los últimos cincuenta años, las izquierdas (todas) han contribuido fundamentalmente a que la democracia liberal disponga de una cierta credibilidad entre las clases populares y a que los conflictos sociales se puedan resolver en paz. Como a la derecha sólo le interesa la democracia en la medida en que sirve a sus intereses, las izquierdas son hoy la garantía de su rescate. ¿Estarán a la altura del reto? ¿Tendrán el coraje de refundar la democracia más allá del liberalismo? ¿Defenderán una democracia sólida contra la antidemocracia, que combine la democracia representativa con la democracia participativa y la directa? ¿Abogarán por una democracia anticapitalista frente a un capitalismo cada vez más antidemocrático?

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Artículo original del 11 de enero de 2012.

Fuente: http://www.cartamaior.com.br/templates/colunaMostrar.cfm?coluna_id=5402

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).

jueves, 12 de enero de 2012

La perspicacia de Guindos

 

Cerezo en flor en la Valle del Jerte © Turespaña

VINO DE RIOJA                                 GUINDOS

 

1.- Si el año 2.007 usted hubiera invertido 1.000 euros en acciones
del Royal Bank of Scotland, siguiendo los consejos del hoy ministro
de Economía Luis de Guindos, hoy tendrías 29 euros.
2.- Si ese mismo año y siguiendo los consejos del mismo Sr. de Guindos
hubieras invertido 1.000 euros en Fortis, un gigante del sector
bancario, hoy tendrías 39 euros.
3.- Si en el año 2.008 usted le hubieras comprado directamente de Luis
de Guindos acciones de Lehmans Brother´s por un importe de 1.000
euros, hoy tendrías 0 euros.
4.- Si el año 2.009 usted hubieras seguido los sabios consejos de Luis
de Guindos e invertido 1.000 euros en Cuotas de Participación de la
Caja de Ahoros del Mediterráneo, hoy tendrías 0 euros.
5.- Si el año 2.007 usted hubieras comprado vino, de La Rioja, Ribera
del Duero o un humilde Jumilla, - me refiero a comprar vino y no
acciones de los viñateros - por un valor de 1.000 euros, y te hubieras
bebido ese vino tranquilamente hasta la última gota, hoy, la venta de
los envases vacíos te significaría una ganancia de 69 euros.
Moraleja: Tal como están las cosas y dada la solvencia del nuevo
ministro de economía del Gobierno de España, más vale no confiar en
los bancos y es preferible beber con moderación, para que el vino siga
siendo un gran deleite y su sabor no se convierta en el sabor de la
ira.
¡ Feliz Año 2.012 !

jueves, 5 de enero de 2012

Decrecimiento, te guste o no

 

Serge Latouche

Diagonal

Según este economista, el decrecimiento ya está teniendo lugar. Pero no es lo mismo buscar el decrecimiento que sufrirlo.

Los partidarios del decrecimiento escuchan a menudo cosas como "¡el decrecimiento ya está teniendo lugar!". Es un poco apresurado. Nuestro crecimiento puede ser débil, pero todavía no hemos entrado en crecimiento negativo. Con un PIB demil billones de euros, un 1% de crecimiento sigue siendo diez billones, lo que equivale al 10% del PIB de un país con sólo cien billones de euros (niveles en los que se mueven los países del Sur). Esto sigue siendo demasiado para la regeneración de la biosfera. Pero, lo que es más importante, un proyecto de sociedad de decrecimiento es radicalmente diferente al crecimiento negativo. Lo primero sería comparable a un austero tratamiento al que nos sometemos voluntariamente para mejorar nuestro bienestar ante la amenaza de la obesidad por un consumo excesivo. Lo segundo sería una dieta forzosa que nos puede matar de hambre. Se ha dicho una y otra vez: no hay nada peor que una sociedad de crecimiento sin crecimiento.

Sabemos que si el crecimiento simplemente se ralentiza, nuestras sociedades se sumen en la confusión por causa del paro, el aumento de la brecha entre los ricos y los pobres, el descenso del poder adquisitivo de los más pobres de la sociedad y por el abandono de los programas sociales, sanitarios, educativos, culturales y medioambientales que aseguran un mínimo nivel de vida. Si tenemos que cambiar de dirección, este será el retroceso social y cultural al que nos tendremos que enfrentar. En una conferencia de 1974 titulada Su ecologismo y el nuestro, André Gorz afirmó: "Esta caída en el crecimiento y la producción que hubiera podido ser buena en otro sistema (menos coches, menos ruido, más aire, jornadas laboralesmás cortas, etc.) tendrá efectos completamente negativos: la producción contaminante se convertirá en un producto de lujo fuera del alcance de las masas, aunque seguirá estando al alcance de quienes se lo puedan permitir; las desigualdades crecerán, los pobres serán relativamente más pobres y los ricos, más ricos".

El decrecimiento tan sólo puede tenerse en consideración en una "sociedad de decrecimiento", es decir, como parte de un sistema basado en otra lógica. La alternativa es, por tanto, decrecimiento o barbarie. Una sociedad que elija vivir con sobriedad como sugieren aquellos que están en contra de las sociedades de crecimiento, implicaría trabajar menos para vivir mejor, consumir menos pero mejor, producir menos residuos y reciclar más. En pocas palabras recuperar el sentido de proporcionalidad y una huella ecológica sostenible. Buscar la propia felicidad en la interacción social y no en la acumulación frenética. Todo esto requiere una seria descolonización de nuestras mentes, pero las circunstancias nos pueden ayudar a conseguirlo. Los adictos al sistema ciertamente dirán que ya no volverán a ir de vacaciones a las Seychelles. Tendrán que conformarse. La edad de oro del consumismo en kilómetros ha quedado atrás. El deseo de viajar y la necesidad de aventura están, sinduda, inscritas en la esencia del hombre y son fuentes de enriquecimiento que no deberían desaparecer, pero la industria del turismo ha convertido la legítima curiosidad y la investigación educativa en una industria de consumo destructiva. Lo mismo le ha sucedido a la cultura y el tejido social de los países "de destino". El vicio de viajar cada vez más lejos, más rápido, más a menudo (y siempre con los precios más bajos) se debe reconsiderar a la baja. Ante la falta de petróleo y el desequilibrio climático, los viajes serán cada vez más cerca, menos frecuentes, más lentos y más costosos en dinero. A decir verdad, este vicio es tan serio únicamente por el vacío y el desencanto que nos hace vivir cada vez más virtualmente y viajar, en realidad, a expensas del planeta.

Woody Allen dijo que hemos llegado a una bifurcación decisiva. Un camino nos lleva a la extinción de la especie y el otro a la desesperación. Añade: "Espero que seamos capaces de tomar la decisión correcta". El primer desvío es el que hemos tomado. El segundo es el del crecimiento negativo que genera hambre, guerras, pandemias y que probablemente está controlado por un poder ecofascista o ecototalitario, cuyas premisas estamos ya experimentando. El decrecimiento representa una tercera vía: elegir la sobriedad. Para eso tenemos que crear otramanera de relacionarnos con el mundo, con la naturaleza, con las cosas y los seres que pueda ser universalizada en una escala humana. Las sociedades que autolimitan su capacidad para producir también son sociedades alegres.

Serge Latouche, profesor emérito de economía de la Universidad de Orsay

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Decrecimiento-te-guste-o-no.html

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