lunes, 2 de diciembre de 2013

Irán y Estados Unidos: tigres de papel y falsas victorias

 

Yassamine Mather

 

Trato de acuerdo ... ¿por cuánto tiempo?

El acuerdo firmado entre Irán y los países del P5 +1 en las primeras horas del 24 de noviembre fue bienvenido por la mayoría de los iraníes, por razones obvias:

• Ahora es mucho menos probable que tenga lugar un ataque militar contra las instalaciones nucleares de Irán;

• Existe la esperanza de que el levantamiento parcial de las sanciones, incluso en el formato limitado propuesto por el P5 +1, mejorará la difícil situación económica iraní;

• El hecho de que el primer ministro israelí, los republicanos y demócratas belicistas en los EE.UU., Arabia Saudita, así como las facciones más derechistas de la República Islámica de Irán no estén contentas también es bienvenido.

Sin embargo, antes de que nadie empiece a celebrar la victoria del movimiento contra la guerra, vamos a repasar los detalles. Se trata de un acuerdo parcial, limitado y mucho dependerá de que progresos reales puedan hacerse en los próximos seis meses.

El mensaje de felicitación del líder supremo de Irán, ayatolá Ali Jamenei, a su equipo negociador ha sido mucho más frío que los recibidos por el equipo del ex presidente Mahmoud Ahmadinejad, al regresar de las "no negociaciones" solo con más amenazas de sanciones como resultado. En aquellos días, el líder supremo solía felicitar efusivamente a su equipo por la firmeza de sus posiciones.

Por supuesto, los tiempos han cambiado y la economía de Irán está en ruinas, la población está cansada de hacer colas, y la espiral de los precios y el desempleo masivo están haciendo mella. Así, en contraste con el pasado, las cartas intercambiadas entre Jamenei y el presidente Hassan Rowhani han sido positivas, pero contenidas: "hay que agradecer al equipo negociador nuclear este logro"(1). Anteriormente había dejado claro que el derecho de Irán a enriquecer uranio no es negociable, por lo que podemos asumir que no está muy contento con la falta de claridad del acuerdo en este asunto. Esto explicaría su comentario adicional, cuando insiste en que "la resistencia a las exigencias excesivas debe ser uno de los criterios para las negociaciones nucleares".

Tras semanas de negociaciones para alcanzar este acuerdo en particular, y lo que parecen ser meses de conversaciones secretas entre EE UU e Irán (que comenzaron en enero de 2013, a través del sultán de Omán y durante la presidencia de Ahmadinejad), ambas partes claman victoria.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, en una conferencia de prensa en el aeropuerto de Teherán a su regreso de Ginebra ha declarado que no se cerrará ninguna instalación nuclear, que el programa nuclear pacífico de Irán sigue en marcha y que el mundo ha reconocido el derecho de Irán a enriquecer uranio, siempre que respete el Tratado de No Proliferación y permita inspecciones. No es exactamente lo que John Kerry explicó en EE.UU. e, indirectamente, a la opinión pública israelí: el P5 +1 no han reconocido el derecho de Irán a enriquecer uranio, que podría llegar al final de las negociaciones en curso, pero dependerá de muchos factores. Los titulares de la mayoría de las agencias de noticias internacionales parecían reflejar la opinión de Kerry, en el sentido de que Irán se ha comprometido a frenar su actividad nuclear.

El texto del Acuerdo aclara las cosas:

• Irán dejará de enriquecer uranio por encima del 5% de pureza.

• Irán "neutralizará" sus depósitos de uranio enriquecido al 20%, ya sea "empobreciéndolo" a menos del 5% o oxidándolo y transformándolo de manera que no pueda ser enriquecido aún más.

• Se abstendrá de instalar más centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio.

• Garantizará que la mitad o tres cuartas partes de las centrifugadoras instaladas en las instalaciones de enriquecimiento de Natanz y Fordo son inservibles y no hará mejora alguna posterior de las instalaciones de enriquecimiento.

• Irán se ha comprometido a no aumentar sus reservas de uranio de bajo enriquecimiento (3,5%) y parará la construcción de su reactor de agua pesada en Arak, poniendo fin a los intentos de producir plutonio allí.

• Irán permitirá a los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica el acceso diario a las plantas de agua pesada de Arak y Natanz, así como a todas las instalaciones nucleares, minas y molinos. Además, proporcionará información detallada sobre el reactor de Arak.

En resumen, un cambio total de la política nuclear iraní de los últimos 10 años.

Sin embargo, incluso estas drásticas medidas no han sido suficientes para el gobierno israelí. El Primer Ministro Binyamin Netanyahu ha calificado el acuerdo "error histórico, no un acuerdo histórico", y ha añadido: "Israel no está obligado por este acuerdo. El gobierno iraní quiere la destrucción de Israel ", y, por lo tanto, "Israel tiene derecho a defenderse". El ministro de Asuntos Estratégicos, Yuval Steinitz, ha afirmado que Israel se niega a participar en celebraciones "internacionales" que se basan en "la duplicidad de Irán" y el "auto-engaño".

En Irán el periódico derechista Kayhan (cercano al ayatolá Jamenei) no ha celebrado tampoco los acuerdos, aunque por diferentes razones. Su titular afirma que el acuerdo se había roto una hora después de su firma. En referencia a la conferencia de prensa de John Kerry poco después de que las conversaciones terminasen, el periódico lo cita negando que el P5 +1 haya aceptado el derecho de Irán a enriquecer uranio. Se recuerda a los lectores que la "línea roja" del líder supremo (el derecho de Irán a enriquecer uranio) ya ha sido cruzada. Un punto también señalado por Ahmadinejad.

Sanciones

Antes de revisar lo que Irán obtendrá a cambio de este dramático cambio de orientación, vale la pena recordar algunos puntos de las sanciones vigentes. Las recientes revelaciones acerca de la severidad de las sanciones, algunas hechas durante las últimas dos semanas, confirman lo que hemos dicho una y otra vez: por ejemplo, que la afirmación de que las sanciones contra la República Islámica eran "limitadas y precisas" era completamente falsa.

Primero fue la admisión del ministro de asuntos exteriores Zarif, desde Ginebra durante las negociaciones, de que las sanciones tuvieron poco efecto en el desarrollo del programa nuclear de Irán y que el país había logrado producir 35 mil centrifugadoras durante este período. También sabemos, gracias a una investigación de Reuters, que muchas instituciones iraníes asociados con altos clérigos, entre ellos el líder supremo, no se vieron afectadas por las sanciones. El imperio 95 mil millones dólares de la Jefatura para la Ejecución de la Orden del Imán, una fundación controlada por Jamenei, estaba exenta de sanciones (2).

Además, el domingo 24 de noviembre, el presidente Barack Obama prácticamente confirmó en la radio que el auténtico objetivo de las sanciones había el pueblo iraní. Según el presidente de EE.UU., "mi administración colaboró con el Congreso, las Naciones Unidas y los gobiernos de todo el mundo para imponer sanciones sin precedentes al gobierno iraní. Estas sanciones han tenido un impacto sustancial en la economía iraní y, con la elección de un nuevo presidente de Irán a principios de este año, surgió una oportunidad"(3). En otras palabras, la presión era a los iraníes para que votasen un enfoque diferente a la cuestión nuclear. Toda una confesión. En otras palabras, a pesar de todos los desmentidos, las sanciones tenían por objeto el cambio de régimen, aunque en los parámetros del actual sistema.

Esta declaración tiene implicaciones no sólo para el pueblo iraní, sino para todo el Tercer Mundo. No apoyo el programa nuclear de Irán (militar o de otro tipo). Sin embargo, no hay ninguna duda de que cuando los iraníes son encuestados por Gallup y otras agencias, el 85% dicen que lo apoyan. Aunque, por supuesto, este apoyo se deba principalmente a una oposición a la intervención extranjera. El pueblo iraní no puede debatir los pros y los contras de la tecnología nuclear en las circunstancias actuales, cuando hay tanta presión imperialista externa y la dictadura teocrática utiliza la amenaza de guerra y sanciones para prolongar su propia vida. Por tanto, es inevitable que grandes sectores de la población apoyen el programa nuclear.

Si se les hubiera informado de los peligros que implica la construcción de centrales nucleares en un país propenso a los terremotos, de haber sabido los serios riesgos ambientales que plantean los residuos nucleares, que sigue siendo un problema en los países capitalistas más avanzados, de haber tenido conocimiento del alto riesgo de décadas de contaminación en caso de accidente nuclear, expresarían más dudas. Pocos iraníes son conscientes de los informes de los efectos a largo plazo de accidentes como el de Windscale de 1957, y no saben que ese accidente en particular resultó en niveles sin precedentes de leucemia en los alrededores, a kilómetros de distancia de la planta, que siguen afectando en la actualidad. No han visto el informe de Greenpeace sobre los efectos del accidente devastador en Japón en marzo de 2011. Según Greenpeace, "Las vidas de cientos de miles de personas siguen afectadas por el desastre nuclear de Fukushima, en especial las de 160.000 que huyeron de sus hogares a causa de la contaminación radiactiva, y siguen viviendo en el limbo sin una indemnización justa y rápida"(4).

Ninguna victoria

Desde el domingo hemos escuchado sin cesar a los nacionalistas iraníes, algunos dicen ser de la izquierda, que han comparado este acuerdo con la nacionalización del petróleo iraní en la década de 1950. Abbas Edalat, de la Campaña contra la intervención militar y las sanciones, abordó este punto durante un programa de análisis de la cadena de televisión Islam al que habíamos sido invitados. Otros, como el novelista Ali Alizadeh, han elogiado el éxito diplomático del presidente Rowhani. Así que permítanme aclarar algunos puntos.

1. Reducir el enriquecimiento del 20% al 5% y oxidar todos los arsenales existentes es un cambio de política. No es una gran victoria nacional y ninguna interpretación puede cambiar ese hecho. Así que el pueblo iraní ha pagado un precio muy alto, 10 años de sanciones, para volver a los niveles de enriquecimiento del 3,5% al 5%. ¿Y para qué?

2. La industria nuclear ha demostrado ser muy costosa para el pueblo iraní. Las sanciones resultantes destruyeron miles de puestos de trabajo, arruinaron la economía e infligieron una alta inflación a la gente de Irán, a muchos de ellos no se les paga un salario por el trabajo que hacen, un mes si y otro no. Miles de personas han perdido a familiares a causa de la escasez de medicamentos y equipo quirúrgico.

3. El petróleo era y sigue siendo una las principales exportaciones de Irán y su nacionalización no debe ser comparada con el "derecho" al desarrollo nuclear.

La república islámica desarrolla un programa nuclear que comenzó durante la época del Sha, por dos razones: para mantener su posición como potencia regional (con una política exterior que no es muy diferente de la del régimen anterior), y porque es un gobierno que constantemente confía en una crisis para poder sobrevivir. Esta semana vio satisfechos la mayor parte de sus deseos, porque el precio que la economía nacional estaba pagando era demasiado alto y los gobernantes islámicos se dieron cuenta de que no pueden seguir gobernando como antes.

Los comentarios de Hassan Rowhani, el 26 de noviembre, dejan pocas dudas sobre ello. En una emisión a nivel nacional (en la forma de una entrevista con tres periodistas serviles), el presidente iraní fue sincero acerca de las razones por las que no hay más remedio que aceptar las condiciones establecidas en el actual acuerdo. Admitió que, contrariamente a los desmentidos oficiales anteriores, la tasa de inflación ha sido del 30% - 40% en los últimos años. En un solo año, la tasa de inflación del 40% ha coincidido con una caída del 9% en la producción. Un escenario económico desastroso. En relación con el efecto de las sanciones en la economía, ridiculizó las afirmaciones del presidente anterior de que se trataba de "sanciones de papel", y agregó que la deuda exterior de Irán había aumentado a niveles récord, la dependencia de Irán del capital extranjero ha aumentado durante este período y las arcas del Estado estaban vacías cuando sus ministros asumieron su cargo en agosto (5).

Así que Rowhani no es Mosaddegh y Javad Zarif tampoco es el héroe del momento. Están haciendo un intento desesperado por alejarse del abismo económico, causado en parte por su predecesor, el presidente del mismo partido que Rowhani y Zarif, el Partido de la República Islámica, aunque de una facción diferente. La prioridad de Rowhani es mejor las relaciones con Occidente con el fin de apoyar la explotación de los capitalistas iraníes de la clase obrera. Por eso, en Nueva York su prioridad era reunirse con representantes del Fondo Monetario Internacional (aún a costa de perder el almuerzo con Obama). Por eso no dice nada acerca de la dura represión que persiste. Ello sólo puede tener una interpretación: que esta de acuerdo y que es cómplice. Sin duda, la represión tiene como objetivo hacer una demostración de fuerza interna: nadie debe hacerse ilusiones de que la relajación internacional tendrá su contraparte en términos de las políticas internas.

Los que afirman que se trata de una victoria nacional tienen el deber de explicar los méritos de la aventura nuclear del régimen a los iraníes. Como John Kerry y Obama siguen diciendo a sus amigos israelíes, el 95% de las sanciones se mantendrá. Por supuesto, habrá un poco de alivio a corto plazo de la situación, y la moneda iraní se ha recuperado un poco en los últimos dos días. Sin embargo, mientras las sanciones bancarias sigan en vigor, la economía se mantendrá en un estado terrible. Las sanciones petroleras y la falta de seguro de los buques tanque que cargan petróleo en los puertos iraníes han creado un gran agujero en las finanzas del país. Añádase a esto los escándalos de corrupción de miles de millones de dólares sin precedentes, que demuestran cómo los ayatolás y los funcionarios gubernamentales de alto nivel (de todas las facciones del régimen) están acumulando riqueza astronómica, por no mencionar las caras intervenciones aventureras en Siria, Líbano y África. No es de extrañar que el pueblo iraní pensase que ya no podía tolerar esta situación.

Los apologistas

Habiendo dicho todo esto, aunque cualquier reducción de las sanciones permitirá un respiro, la situación se deteriorará una vez más si el acuerdo actual fracasa. Su futuro dependerá en gran medida de una serie de factores. Principalmente los republicanos, pero también los representantes demócratas en el Congreso de los EE.UU. encontrarán la manera de poner en peligro el acuerdo, mientras que Israel hará todo lo posible para provocar una reacción de Irán, con el fin de aumentar la tensión en la región y demostrar el "error" que ha sido.

Por supuesto, el acuerdo también tiene lecciones respecto a la idiotez de los apologistas del sionismo. Israel sigue siendo la principal fuente de conflicto e inestabilidad en la región. Su existencia sin duda juega un papel importante en la supervivencia de los estados árabes reaccionarios, así como en la supervivencia de la República Islámica de Irán. Por mucho que el enemigo de nuestro enemigo (el fundamentalismo islámico) no es nuestro amigo, el amigo de nuestro enemigo (Israel) tampoco puede ser considerado un aliado de la clase obrera. En los últimos años, los apologistas del sionismo han defendido en un tono sólo un poco más suave que Tel Aviv que los líderes de Irán son los nuevos nazis.

Otros han ido más lejos, comparando las negociaciones con el apaciguamiento de Hitler en 1938. El acuerdo del 24 de noviembre demuestra cuan equivocados estaban. Un Estado rentista del Tercer Mundo, la República Islámica de Irán, ha sido puesta de rodillas por los EE.UU., con el apoyo del P5 +1: es evidente que no era el "Hitler de nuestro tiempo", sino más bien un tigre de papel. No tengo ninguna duda en defender que tales fuerzas - los apologistas social-imperialistas pro-Israel – no deben desempeñar ningún papel en el futuro de la izquierda radical en el Medio Oriente o en ningún otro lugar.

Debemos asumir nuevas tareas, sin dejar de hacer campaña para poner fin a las amenazas de guerra y el resto de las sanciones. El objetivo consciente de Occidente, a través de la estrategia de sanciones, fue a empobrecer y conducir a la desesperación a los iranies para facilitar el cambio de régimen desde arriba.

Hemos sido testigos, por tanto, de un éxito parcial, pero importante para el imperialismo. Esta nueva situación fluida plantea nuevas tareas para el movimiento contra la guerra y de solidaridad con el pueblo iraní. Es una situación que está llena a la vez de peligros y de posibilidades para la clase obrera y sus aliados. Debemos priorizar el apoyo a los presos políticos, a los activistas sindicales en Irán. Tenemos que construir una solidaridad genuina con la clase obrera iraní.

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