martes, 25 de junio de 2013

La Europa desquiciada en el actual contexto de la economía mundial

 

DE REMBRAND AL DESQUICIAMIENTO DE EUROPA,(La Guardia de Noche)

 

Yanis Varoufakis · · · · ·

24/06/13

 

La Eurozona fue diseñada para una economía mundial en la que los EEUU desempeñaban un papel crucial en el reciclaje de los excedentes globales por la vía de generar la demanda requerida por los exportadores netos del mundo entero. Cuando se desató la tormenta financiera de 2008 y los EEUU perdieron su capacidad para reciclar los excedentes netos del resto del mundo (incluida Europa), una unión monetaria carente de mecanismos estabilizadores esenciales resultó profundamente desestabilizada. ¿Pueden los dirigentes europeos proceder a un rediseño que ayude a Europa a sobrevivir en el nuevo “mundo feliz” en que nos ha precipitado la crisis financiera? ¿Y quieren?

La dependencia de la Eurozona respecto de unos EEUU insostenibles luego de 2008

Luego de que colapsara el sistema de Bretton Woods como consecuencia del tránsito de los EEUU de potencia globalmente superavitaria a potencia globalmente deficitaria, ocurrió algo de todo punto notable: por vez primera en la historia, la nación hegemónica incrementó su dominación por la vía de aumentar masivamente… sus déficits.

En efecto: a partir de los 70, los EEUU empezaron a absorber una parte creciente de los productos industriales excedentes del resto del mundo. Las importaciones netas norteamericanas eran, obvio es decirlo, las exportaciones netas de países excedentarios como Alemania, Japón y China; la fuente principal de la demanda agregada de esos países. A su vez, cerca de un 70% de los beneficios ingresados por los empresarios de las naciones excedentarias se canalizaban diariamente hacia Wall Street en busca de mayores rendimientos. Wall Street se servía entonces de ese aflujo de capital foráneo con tres propósitos: a) para suministrar crédito a los consumidores norteamericanos; b) como inversión directa en las corporaciones empresariales norteamericanas; y c) para comprar bonos del Tesoro estadounidense (es decir, para financiar el déficit público norteamericano).

Este sistema de reciclaje naufragó en 2008, porque Wall Street aprovechó ventajistamente la centralidad de su posición para construir colosales pirámides dedinero privado a partir de los beneficios netos que afluían a los EEUU procedentes del resto del mundo. Mientras duró, el proceso de creación de dinero privado por parte de los bancos de Wall Street –también conocido como financiarización—insufló mucha energía en el esquema de reciclaje, pues generó manantiales de renovada vitalidad financiera alimentando un permanentemente acelerado nivel de demanda en los EEUU, en Europa (cuyos bancos no tardaron en subirse al carro de la creación privada de dinero) y Asia. Ello es, empero, que eso mismo trajo consigo su caída.

Cuando, en otoño de 2008, las pirámides de dinero privado de Wall Street entraron en proceso de autocombustión, quedando reducidas a cenizas, se esfumó la capacidad de Wall Street para seguir “cerrando” el círculo del reciclaje global. El sector bancario norteamericano no pudo ya seguir aprovechando los dos déficits gemelos –el comercial y el presupuestario— para financiar una demanda en los EEUU suficiente para mantener en funcionamiento de las exportaciones netas del resto del mundo (un proceso de financiación que, hasta otoño de 2008, utilizaba los beneficios netos del resto del mundo generados por esas exportaciones netas). A partir de ese momento negro, resulta más y más difícil que la economía mundial recobre su pulso: al menos, sin un Mecanismo Global de Reciclaje del Excedente (MGRE) alternativo.

Volviendo a la creación de la Eurozona, dos observaciones son de rigor. La primera: la Eurozona fue instituida de forma tal, que eliminó los amortiguadores naturales deshoks de los Estados miembros que se integraron, lo que significaba que, cuando llegara un shock, el impacto sería masivo. No sólo ya no era posible amortiguar losshoks mediante la devaluación, sino que, encima, no se diseñó para le Eurozona ningún mecanismo de reciclaje que pudiera entrar en acción en caso de que alguna crisis financiera generara (como terminó ocurriendo) una contracción del crédito. Mientras los EEUU reciclaban activa y eficientemente los excedentes globales –manteniendo así la liquidez del sector bancario europeo, ya directamente (a través de flujos de instrumentos financieros en los bancos europeos), ya indirectamente (suministrando demanda a las exportaciones netas de los países europeos excedentarios, como Alemania)—, la falta de un mecanismo intraeuropeo de reciclaje del excedente pasó desapercibida. Sólo cuando se esfumó en 2008 la capacidad de Norteamérica para jugar su papel en el reciclaje del excedente, se dejaron sentir con toda su brutalidad los efectos del mal diseño de la Eurozona, sobre todo en su periferia.

En segundo lugar: tras desatarse la madre de todos los shocks en 2008, los dirigentes europeos se negaron a admitir que el diseño de su unión monetaria precisaba de urgente reconfiguración. Los dirigentes europeos se embrollaron entonces en “planes de rescate” ridículamente fragmentarios –el de Grecia es paradigma de idiocia— y se enzarzaron en infértiles debates sobre si tenía que haber más o menos austeridad, pasos más o menos rápidos hacia el control central de los déficits públicos, etc. De modo que la verdadera causa de la deriva de la Eurozona hacia la fragmentación, es decir, la falta de un efectivo mecanismo propio de reciclaje del excedente, fue completamente ignorada.

En una palabra: las elites europeas fueron incapaces de reconocer, antes y después de 2008, que su preciosa Eurozona parasitaba de la capacidad de los EEUU para reciclar los excedentes globales, incluidos, huelga decirlo, los excedentes europeos. A falta de un efectivo mecanismo propio de reciclaje del excedente, Europa quedó desquiciada luego del otoño de 2008, sigue hasta hoy negando lo obvio, y por consecuencia, se aferra a políticas que, o son irrelevantes dada la naturaleza de la eurocrisis, o resultan imposibles de poner por obra en el nuevo mundo pos-2008.

¿No podría Europa volver a depender de unos EEUU resurgentes?

El déficit comercial norteamericano, tras dos años de hundimiento, casi ha recuperado sus niveles anteriores a 2008. Sin embargo, los déficits norteamericanos, aun cuando recuperados tras el “revés” de 2008, no tienen ya la capacidad que otrora tuvieron para desempeñar el papel de reciclaje del excedente. No desde luego de una forma que alcanzara a restaurar las condiciones que pudieran permitir a la Eurozona regresar a su normalidad pre-2008.

Para entender por qué Norteamérica ha perdido su capacidad de reciclar las exportaciones netas de otros países al ritmo anterior a 2008, basta notar que en 2011 los EEUU generaban una demanda para las exportaciones netas del resto del mundo por un monto un 23,7% inferior a lo que habría ocurrido si no se hubiera producido el crash de 2008. En segundo lugar, y paralelamente, Norteamérica ha dejado de atraer –a través de Wall Street— el nivel de flujos de capital necesario para mantener el ritmo de inversiones pre-2008 en su sector privado. Para ser precisos: en 2011, los EEUU habían perdido el 56,48% de los activos propiedad de tenedores extranjeros (en comparación con el nivel a que apuntaban las tendencias antes del crash de 2008). La razón principal –y crucial— de ese abrupto declive fue que los flujos netos de capital exterior, que terminaban como préstamos a las corporaciones empresariales estadounidenses, cayeron drásticamente de 500 mil millones de dólares en 2006 a 50 mil millones de dólares en 2011.

En 2013 esas tendencias han cristalizado, ofreciendo una imagen devastadoramente simple. Por un lado, la Crisis no ha alterado la posición deficitaria de los EEUU. El déficit presupuestario federal es más o menos el doble, mientras que el déficit comercial norteamericano, tras una caída inicial, se ha estabilizado al nivel anterior. Sin embargo, los déficits estadounidenses ya no son capaces de amparar el mecanismo que mantenía planetariamente equilibrados los flujos globales de bienes y beneficios. Mientras que hasta 2008 Norteamérica fue capaz de absorber montañas de importaciones netas y bienes y un volumen similar de flujos de capital (de modo que ambos se equilibraban), eso ya no ocurre luego de 2008. Los mercados norteamericanos se están tragando un 24% menos de importaciones netas (generando, pues, sólo el 66% de la demanda a que el resto del mundo estaba acostumbrada antes del crash de 2008) y están atrayendo al sector privado norteamericano un 57% menos de capital de lo que sería el caso si Wall Street no hubiera colapsado en 2008.

En suma: los únicos restos que quedan del tipo de economía global en que floreció la Eurozona antes de 2008 son los todavía acelerados flujos de capital foráneo que van a parar a la deuda pública norteamericana: palmaria prueba del desorden mundial en esta época tumultuosa en la que el dinero busca desesperadamente puerto seguro en el regazo de la moneda de reserva. Pero mientras el resto del mundo reduzca sus inyecciones de capital en el sector empresarial norteamericano y mientras Norteamérica reduzca sus importaciones de las exportaciones netas del resto del mundo, de una cosa podemos estar totalmente seguros: la Eurozona no puede depender de los EEUU para que le suministre, como antes de 2008, el nivel de demanda agregada necesaria para mantener el espejismo mercantilista de la Europa Germánica, es decir, de una Europa que se comportara como una Gran Alemania, reaccionando a las caídas de demanda global por la vía de estimular sus exportaciones netas e, internamente, contraer sus salarios.

Divididos por una moneda común

Hay que poner verdadero empeño para presentar falsariamente la eurocrisis dando a entender que la insolvencia de países como Irlanda, España e Italia tiene básicamente que ver con la prodigalidad fiscal (recuérdese que España tenía una deuda inferior a Alemania en 2008, y que Italia tenía déficits presupuestarios claramente inferiores). La verdadera causa del desastre de la Eurozona radica en la sobredependencia macroeconómica que desde su fundación ha tenido respecto de la capacidad económica de los EEUU para generar demanda suficiente para las exportaciones netas de la Eurozona. Una vez que Wall Street implotó y se esfumó por doquiera la liquidez, dos efectos pusieron a Europa de rodillas:

Uno fue la secuencia de abrazos mortales entre bancos en bancarrota y Estados insolventes (empezando por Grecia, luego a Portugal, hasta llegar el turno de Italia y España). Otro fue: a) la determinación de Europa de atarse a lo que yo llamo elprincipio de las deudas perfectamente separadas; y b) la reluctancia de los políticos nacionales a desafiar a sus banqueros nacionales instituyendo un esquema de resolución bancaria a nivel de la Eurozona, un esquema respecto del cual los políticos nacionales no pudieran decir ni pío.

La cuestión reveladora es entonces la que sigue: ¿por qué esa resistencia, particularmente alemana, a cualquier iniciativa para terminar con la eurocrisis? La respuesta común es que Alemania no quiere pagar las deudas de la periferia y se resistirá a toda iniciativa de tipo federalizante (por ejemplo, a una unión bancaria propiamente dicha), hasta que se convenza de que sus socios actúan financieramente de modo responsable. Aunque esto capta bien la mentalidad de muchos europeos septentrionales, está fuera de lugar. Lo cierto es que no faltan propuestas para poner fin a la crisis bancaria, reducir drásticamente la deuda pública a largo plazo de la Eurozona e introducir el mecanismo de reciclaje de excedentes que falta, reduciendo simultáneamente de forma substancial las cargas sobre el contribuyente alemán.

Entonces, ¿por qué la Europa Septentrional, es decir, las naciones excedentarias de la Eurozona, están tan resueltas a mantener una arquitectura diseñada para una época en la que los EEUU jugaban un papel que ya no pueden seguir jugando? Yo me temo mucho que hay dos poderosas razones inextricablemente unidas y de todo punto irracionales. La primera me fue revelada por uno de los consejeros económicos más allegados a la Cancillería alemana. Su sencilla explicación era que instituir un mecanismo de reciclaje de excedente propiamente europeo (como el denuestra Modesta Proposición) significaría que Alemania nunca sería capaz de abandonar la Eurozona en el futuro. Significaría, en efecto, desprenderse de la carta Me-Largo-De-Aquí que ahora mismo sólo poseen de verdad las naciones excedentarias (puesto que las naciones deficitarias saben que una salida del área de la moneda común significaría una masiva fuga de capitales y el consiguiente colapso de su sector bancario). “No es, claro está, que la Canciller alemana quiera usar esa carta para salir de la Eurozona”, prosiguió mi interlocutor. “No, le gusta tenerla porque el Presidente de Francia no la tiene, como no la tienen tampoco los primeros ministros de Italia y de España, lo que le confiere a ella un grado exorbitante de poder negociador en el Consejo Europeo, en el Eurogrupo, etc.”

En una palabra: la tragedia europea es que quienes tienen el poder para resolver la crisis substituyendo el roto mecanismo norteamericano de reciclaje del excedente (al menos internamente, dentro de Europa), perderían buena parte de su poder político en Europa si se sirvieran efectivamente de ese poder.

La segunda razón viene a reforzar la primera. En los tres últimos años, la opinión pública alemana ha llegado a convencerse de que Alemania ha escapado a lo peor de la Crisis gracias a las virtudes de ahorro y laboriosidad del pueblo alemán, en vivo contraste con la prodigalidad de los meridionales, presentados como cigarras que no hicieron provisiones por si los vientos de las finanzas se tornaban fríos y desagradables. Esa mentalidad va de la mano de una gazmoñería moral que instila en los corazones y en las mentes de las buenas hormiguitas una tendencia a exigir el castigo de las cigarras, aun si castigarlas redunda a largo plazo en la autopunición. Ven los bajos intereses de los bonos alemanes como un premio al probo ahorro, antes que como prueba de una fuga de capitales del resto de la Eurozona causada por la desintegración de la misma en la periferia.

Esa misma mentalidad se ve robustecida por una radical incomprensión del mecanismo que mantuvo la salud de la Eurozona y el excedente de Alemania antes de 2008: la vitalidad de la demanda norteamericana de bienes alemanes, holandeses, chinos y japoneses. Ella permitió a países como Alemania y Holanda seguir siendo exportadores netos de capital y de bienes de consumo dentro y fuera de la Eurozona (al tiempo que importaban de la periferia de la Eurozona demanda para sus bienes procedente los EEUU).

Conclusión

Recapitulemos: antes de 2008, los EEUU operaban como un gigantesco aspirador que atraía a su territorio un volumen desapoderado de exportaciones netas y de beneficios procedentes del resto del mundo. Ese mecanismo de reciclaje del excedente resultaba esencial para el mantenimiento en pie de la defectuosa construcción de la Eurozona. Desaparecido de la escena ese mecanismo, el área europea de la moneda común debía imperiosamente, o ser rediseñada, o entrar en un largo y penoso período de desintegración. La incapacidad de los países excedentarios europeos para aceptar que, en el mundo pos-2008, resulta necesaria una u otra forma de reciclaje del excedente –algunos de sus propios excedente deben entrar en ese reciclaje—, es la razón de que Europa parezca ahora un caso de alquimia inversa: mientras que el alquimista buscaba la transmutación del plomo en oro, los alquimistas inversos europeos empezaron con oro (un proyecto de integración orgullo de sus elites) y pronto terminarán con el equivalente institucional del plomo. A menos, claro está, que un adarme de racionalidad se cuele en la mente colectiva de los desventurados dirigentes europeos antes de que las placas tectónicas entren en deriva irreversible contra una moneda común que ahora divide a las orgullosas naciones europeas.

Yanis Varoufakis es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Actualmente enseña en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su último libro, El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, acaba de ser publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrella

Austeridad y control político del conocimiento

 

CONTROL POLÍTICO DEL CONOCIMIENTO

Juan Torres López

Sistema Digital

Ya he explicado en otros artículos y en el libro Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero que escribí con Vicenç Navarro que los recortes de gasto que llevan consigo las políticas de austeridad son un auténtico engaño. Se justifican diciendo que solo con ellos se puede recortar la deuda para que a continuación vuelva a generarse crecimiento y empleo, pero lo que demuestran los estudios empíricos es lo contrario. Al recortar el gasto en etapas de recesión (ya de por sí de gasto insuficiente) lo que sucede es que disminuye la actividad, el empleo y los ingresos y que, por tanto, finalmente aumenta aún más la deuda.

Además, cuando estas políticas de recortes se presentan como de austeridad tienen también otro efecto no menos importante a la hora de garantizar el sometimiento de la población. Cuando lo que se reclama es la austeridad -algo con lo que nadie puede estar en desacuerdo- se está sugiriendo que es imprescindible una terapia frente a un despilfarro anterior. O, como suele decirse, para pagar el pecado de haber vivido "por encima de nuestras posibilidades". Su imposición genera en la gente un sentimiento de culpa que atemoriza, confunde y paraliza.

Pero, con independencia de ello, los recortes de gasto público social también llevan consigo otras consecuencias muy peligrosas de los que se habla aún menos. Por ejemplo, un mayor control político del conocimiento.

Con la excusa de que hay que recortar gastos se ha reducido la financiación a la universidad pública y se están aprovechando los recortes para concederle un papel mucho más determinante aún en toda la actividad universitaria a la evaluación de la actividad investigadora del personal universitario, que en España se realiza desde hace años mediante los llamados sexenios (unos complementos salariales que nacieron para retribuir la productividad investigadora y que se han convertido en medida de su "calidad") y los procedimientos de acreditación que llevan a cabo las agencias de evaluación nacional o autonómicas.

Yo soy totalmente partidario de que se evalúe la actividad docente e investigadora de los universitarios. Y de hecho, cuando fui vicerrector de ordenación académica y profesorado de la universidad de Málaga entre 1987 y 1990, puse en marcha uno de los primeros procedimientos de evaluación que se realizaron en España, tanto en los dos primeros ciclos como en el doctorado.

Pero lo que ahora se está produciendo es un verdadero control político del conocimiento cuando se empiezan a establecer las nuevas obligaciones docentes (horas de clase) o cuando se hace depender la participación en comisiones de selección, la dirección de tesis doctorales o la promoción a las diferentes categorías contractuales o del funcionariado, entre otras cosas, en función de los sexenios o de la acreditación conseguidos en procesos de evaluación que, sobre todo en algunas áreas del conocimiento, son claramente arbitrarios y muy sesgados ideológicamente.

En España como en otros países, estos procesos se basan originalmente en criterios puramente cuantitativos que simplifican al extremo la valoración de la producción científica, reduciendo o eliminando por completo cualquier atisbo de debate o controversia sobre su calidad efectiva, mediante la aplicación de índices que solo pueden tener en cuenta (en el mejor de los casos) el número de publicaciones más o menos ponderado por rangos no menos discutibles referentes a las revistas donde aparecen, y el número de citas.

Los efectos de este tipo de evaluaciones son claros. Los investigadores, en lugar de tener como objetivo de su actividad científica el descubrir nuevos conocimientos, han de orientarla necesariamente a obtener el mayor número de publicaciones consideradas como valiosas por dichos indicadores. Así ha de ser, pues de ello va a depender sus financiación, su promoción profesional, su capacidad de decisión y su incardinación en la academia o incluso las horas de clase que van a tener que impartir.

Ese incentivo perverso tiene multitud de efectos negativos. Así, se promueve la firma colectiva como práctica oportunista para lograr más y más rápidas aportaciones susceptibles de ser valoradas positivamente aunque en la mayoría de las veces eso no responda ni a la realidad de la actividad realizada por cada investigador, ni a necesidades de división del trabajo científico que se realiza.

Además, la exigencia de multiplicar al máximo la publicaciones lleva a que resulte más rentable a los investigadores el dedicarse a versionar sin descanso un trabajo, descubrimiento o planteamiento o modelo original a base de introducir muy pequeñas variaciones posteriores que se dirigen a diferentes revistas, sin que ninguna de ellas suponga alguna novedad importante o un incremento efectivo del conocimiento.

Un estudio realizado en Francia al respecto ha mostrado claramente que aunque el numero de publicaciones en el área de economía se ha triplicado desde la mitad de los años 90 del siglo pasado no puede decirse que haya mejorado sustancialmente su calidad ( Bosquet, C., Combes, P-Ph., y Linnemer, L., "La publication d'articles de recherche en économie en France en 2008. Disparités actuelles et évolutions depuis 1998". Rapport pour la Direction générale de la recherche et de l'innovation, DGRI , 2010 ).

Cualquier investigador que se comporte con un mínimo de racionalidad en este régimen de evaluación debe consagrar mucho más tiempo y esfuerzo a multiplicar las publicaciones preparando diversas versiones y a estar presente allí donde se puede conseguir influencia o redes que faciliten la publicación, que a investigar. Y así resulta que estos métodos de evaluación, aparentemente encaminados a medir la productividad y la calidad académica, incentivan comportamientos que limitan ésta última y que se basan en un sentido claramente distorsionado de la primera. No reflejan la productividad como una mayor capacidad de aportar conocimiento efectivo sino como la de colocar menores dosis de él en mayor número de publicaciones. Se promueve la productividad "publicacional", si vale el barbarismo, que no tiene mucho que ver en estas condiciones con la productividad científica.

La evaluación cuantitativa de los resultados del conocimiento tiene otro efecto no menos negativo. Para poder llevarla a cabo es por lo que se ha ido limitando a tomar en consideración los artículos publicados en revistas, que pueden ser jerarquizados y catalogados en función de dónde se publiquen, en detrimento del conocimiento publicado en libros o cualquier otro tipo de monografías, que hoy día no tienen prácticamente valor alguno, o muy escaso, a la hora de acreditarse o de ser evaluado para recibir sexenios.

Las consecuencias de esto último son variadas. Una es que los investigadores que quieran ser evaluados positivamente solo deben abordar temas que se puedan exponer en el espacio reducido y en la forma convencional que se suele establecer en las revistas. Tienen que renunciar así a exponer pasos intermedios, derivaciones de sus análisis, matices y, sobre todo, las dudas y preguntas y las cuestiones transversales y sintéticas que cada vez son más necesarias para poder conocer la realidad, pero que es casi imposible trasladar a los espacios muy especializados y por definición más cerrados, en todos los sentidos del término, de las revistas.

La generalización de la publicación en revistas ha estandarizado la expresión del conocimiento y el conocimiento mismo al establecer no solo el encuadre formal de los textos sino los contenidos, los enfoques, e incluso los postulados e hipótesis de partida "convenientes" en cada una de ellas, de modo que salirse de ese saber establecido conduce de modo prácticamente inevitable al ostracismo y a la imposibilidad de ser evaluado positivamente, pues es seguro que no se podrá publicar en las revistas que sirven de referencia como de mayor calidad e impacto.

Es por eso que el poder de evaluación efectivo recae en última instancia en los equipos que mantienen y evalúan las publicaciones en las revistas que encabezan los ranking de las más destacadas: las que están formados por miembros de los departamentos y grupos de investigación más destacados, que son aquellos cuyos miembros publican en las revistas más destacadas. Así se crea un círculo vicioso de conformismo y de redes de autentico clientelismo en donde es muy difícil que penetre la luz de enfoques novedosos, alternativos o contrarios a lo que habitualmente se publica en esas revistas por los autores solo de aquello que sus evaluadores consideran que es publicable, y que lógicamente nunca podrá ser diferente de lo que sostienen o defienden. ¿Cómo tratar de publicar en una revista si el autor o autores no se ajustan a los criterios de publicación o enfoques normalizados que mantiene?

En definitiva, el predominio de este tipo de evaluación ahoga la disidencia, la duda, la innovación, la ruptura con el saber establecido..., es decir, justo los factores que sabemos perfectamente que han sido siempre los que han promovido realmente el conocimiento y los que han hecho que de verdad avance la ciencia.

Lógicamente, no puede ser muy ajeno a todo ello el hecho de que la gestión de los trabajos que se incluyen en el Journal Citation Reports (JCR en la jerga de los investigadores) que sirve como base de referencia sacrosanta de la evaluación cuantitativa esté controlado por una sola y poderosa multinacional, Thompson Reuters, o que estos métodos de evaluación se hayan comenzado a aplicar con especial disciplina en ciencias sociales, y muy especialmente en economía, justo en los años en que se vienen imponiendo las políticas neoliberales. No es casualidad que éstas se justifiquen con el paradigma neoclásico que predomina en las publicaciones de las revistas mejor consideradas y lo cierto es que pueden aplicarse más cómodamente en la medida en que eludan más ampliamente la crítica social. Lo que puede conseguirse cuando el pensamiento económico y social en general se hiperespecializa y pierde el contacto con la realidad al desarrollar un tipo de conocimiento encerrado en sí mismo, abstracto y completamente ajeno a la complejidad e interconectividad que tienen los fenómenos económicos y sociales.

Ahora bien, si en casi todo el mundo viene ocurriendo todo esto, en España la situación es mucho más grave porque los procesos de evaluación son opacos y ni siquiera los criterios cuantitativos se aplican objetivamente sino a nuestra carpetovetónica manera clientelar y corrupta.

Aquí predomina una arbitrariedad constante que da lugar a decisiones contradictorias, a resoluciones caprichosas y sin fundamento alguno, que muchas veces no pueden disimular que se toman ad hoc o incluso ex post de haber decidido el resultado. En el caso particular de la economía, que mejor conozco, se han hecho fuertes grupos de poder de clara significación ideológica o al menos, por decirlo más sutilmente, de evidente connivencia paradigmática, que aplicando este tipo de criterios van consolidando una forma de investigar conservadora y uniformada que poco a poco va dejando fuera del juego académico a quienes optan por generar cualquier otro tipo de conocimiento o por difundirlo a través de otras publicaciones, cuyo impacto, por cierto, suele mucho mayor, la mayoría de las veces, que el de las revistas convencionales.

Al igual que pasa fuera de España, la producción bibliográfica mejor valorada en economía presenta, eso sí, una gran variedad de temáticas, pero una extraordinaria homogeneidad que se traduce en un gran irrealismo y abstracción, en una gran coincidencia en las perspectiva de análisis y en la asunción de conclusiones que terminan justificando un mismo tipo de políticas.

Es por eso que puede afirmarse que la imposición de este tipo sesgado de evaluación, en todos los campos del saber científico pero sobre todo en los que tienen más que ver con juicios de valor y con las diferentes preferencias sociales, como la economía, es un claro intento de control (político) del conocimiento que se acelera en estos momentos gracias a la oportunidad que proporcionan los recortes asociados a las políticas de austeridad.

Los resultados de son tan paradójicos y significativos como el que mencionaba recientemente el profesor de Sociología de la Universidad de Oviedo, Holm-Detlev Köhler : la investigadora Saskia Sassen que acaba de recibir el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, "una de las científicas más importantes de nuestra época, no ha conseguido ningún sexenio, ninguna acreditación, frente a los criterios de nuestras agencias de evaluación, que anteponen siempre el mismo criterio: tres publicaciones JCR (Journal Citation Reports) en los últimos cinco años. Sassen no tiene ni una, sino que ha publicado libros e informes, fruto de proyectos de investigación de verdad y referencias fundamentales para académicos comprometidos, ha publicado numerosos artículos en medios de gran difusión, etc., pero se ha resistido a la práctica de inflar su currículum con artículos estandarizados sin interés ni lectores, más allá de círculos de amigos de citación mutua".

www.juantorreslopez.com

@juantorreslopez

Gatonegro  ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Italia: ¿por qué cambiar la Constitución republicana?

 

¿Es esta la plaza del pueblo?

Rossana Rossanda · · · · ·

23/06/13

¿Por qué orientarse a toda prisa hacia la reforma constitucional? ¿Por qué no hay más leyes que se adecúen a la Constitución, sino que es ésta la que debe plegarse a los dictados neoliberales? Y la obsesión de la “gobernabilidad” guía la nueva ley electoral. Detrás de los “acuerdos amplios”, el rediseño constitucional pisotea la democracia

No creo que ninguna de las democracias europeas tenga prisa por cambiar la Constitución propia como Italia. Abre uno el periódico y se encuentra día sí, día no el anuncio de modificaciones urgentes. El sábado pasado, el Presidente de la República nos ha informado de que cuidará de los tiempos de los cambios, que desea muy rápidos: aunque en un sistema como el nuestro, a decir verdad, su cometido no sería cuidarse de los plazos de los cambios sino de la fidelidad y permanencia de la ley fundamental sobre la cual se ha incardinado nuestra República.

Y por tanto de discutir, antes que ninguna otra cosa, si son necesarios los cambios, o bien, por el contrario, representan un vulnus [daño] a la imagen fundamental que nos hemos dado después del fascismo. ¿Qué es lo que habría cambiado en nuestra sociedad hasta el punto de tener que cambiar los principios establecidos en 1948? La verdad es que, como se ve fácilmente, ha cambiado sobre todo el punto de vista dominante sobre la estructura social, como si el triunfo del neoliberalismo sobre una implantación que era, como por doquier en Europa, más bien keynesiana, comportase no la adecuación de las leyes normales a los principios constitucionales – como debería ser – sino lo contrario. Es un problema, más bien – digámoslo – una “enfermedad” que debería hacer reflexionar.

De hecho, la primera parte de la Constitución de 1948, faltando por lo general una reglamentación legislativa, sigue siendo puramente optativa: que sea una republica fundada en el trabajo no es más que un buen deseo, como el derecho de cada uno a tener un empleo o una casa. La primera república ha vivido en su mismo interior el choque entre quien quería hacer efectivos estos principios y quien se oponía a ellos: han permanecido en gran parte irrealizados. La segunda o tercera república (depende de los puntos de vista) da en moverse bien a derecha, bien a izquierda, para modificar la segunda parte de la Constitución, es decir, el orden institucional italiano. Ya lo ha hecho sobre el Título V un gobierno de centroizquierda y ahora el de “acuerdos amplios” parece todo tentado nada menos que por el presidencialismo, preferiblemente “a la francesa”, porque parezca menos rígido, en la medida en que obliga al presidente, elegido por sufragio universal, a tener, sin embargo, el acuerdo del parlamento, aunque sea elegido por una mayoría diversa.

En verdad la francesa, ideada por De Gaulle, es una monarquía con ropaje republicano, bastante laica, pero en la cual honores y cargas son evidentísimos. Probablemente, De Gaulle la ha querido para hacer la paz en Argelia sin tener que pasar por las Cámaras, como ha abolido Mitterrand la pena de muerte. Pero se ha conseguido, y permanece, una clamorosa disminución del papel del Parlamento. Si Italia debe seguir esta vía, me parece elemental que deba discutirse de ello, al menos todo lo que discutieron los padres constituyentes; no sería decente que los “acuerdos amplios” entre dos o tres partidos grandes lo decidieran todo.

Por cuenta mía, como simple ciudadana que viene de lejos, pienso que ha de abrirse la discusión de inmediato y estoy lejos de creer que el presidencialismo sea una buena solución a problemas y obstáculos todos ellos políticos, y en absoluto institucionales. Resulta hasta estupefaciente que hoy muchos movimientos y todos los partidos, no sólo los Cinco Estrellas, pidan al máximo volver a acercar la política a los ciudadanos y el máximo de poder en las manos de uno solo, como sería con el presidente. Y la paradoja de la confusión que reina hoy. Y se debe al hecho de que los partidos, considerados por la Constitución canales necesarios de la representatividad, se han convertido por el contrario en el cuello de botella a través del cual queda constreñida la representación con los relativos defectos, cuando no la ilegalidad. En contra de sí mismos, los partidos no han aceptado hasta ahora dotarse de estatutos y de reglas que garanticen realmente la transparencia pero podrían dotarse de ellas.

Esto vale también para la financiación, que podría ser no sólo reducida sino sobre todo tal que garantizara que el sistema de partidos se renovase, en lugar de que, como ahora, reprodujera solamente a los fuertes. ¿Cómo puede presentarse hoy un partido nuevo? Son las elecciones las que confirman o desmienten la legitimidad y el papel, toda la cuestión del “voto útil” queda aquí empantanadas: si de partida en cada elección los diversos partidos están en distinta posición de fuerza  y de medios, es evidente que queda falseada toda competencia: ninguna competición deportiva aceptaría un sistema análogo. Por lo cual tenemos pocos grandes partidos dificilísimos de corroer y pequeñas formaciones que no llegan a afirmarse, o bien – variante que preocupa a unos y otros – derivas populistas, del todo ajenas a cualquier regla, generalmente en manos de un par de jefazos, más o menos carismáticos, alborotadores e incontrolados.

La dificultad de dotarse de una ley electoral que no sea la actual obra maestra de Calderoli [el controvertido y tramposo “Porcellum” ] viene de esta situación preliminar. Resulta sorprendente como se la acepta, como si fuese una necesidad y no una violación de ese principio constitucional por el cual todo ciudadano es igual en el voto y debería por tanto ser igual en el derecho a hacerse representar. Desde hace unos cuantos años, sea a derecha, sea a izquierda, este principio ha quedado abatido por la prioridad concedida al principio de “gobernabilidad”: en pobres palabras, eso significa rebasar la representación integral para asegurar artificialmente, a través de diques o premios, a una minoría expresada por el voto una mayoría de escaños en las instituciones legislativas. Que no se llegue a ello, porque desde casi ningún lado se quiere, ni siquiera a reducir el premio de mayoría actual, que desplaza del todo la representación, parece completamente sorprendente. ¿De qué democracia estamos hablando? ¿Es Italia realmente una democracia parlamentare o una oligarquía formada por las cúpulas de algunos grandes partidos, que dominan las instituciones? Alguien como yo piensa que los partidos son necesarios para reagrupar y ordenar las diversas ideas de sociedad y las medidas legislativas que se desprenden de ello: pero no son del todo la democracia en sí. Este es el problema principal de hoy e implica que se plantee de nuevo qué entendemos por democracia en 2013. El documento de Fabrizio Barca, que nadie discute en el  Parlamento, afronta de modo interesante el paso – que parece obligado – entre democracia representativa y formación del Estado. Paso que quedaría eliminado si se reconociese la diferencia radical entre el papel de los partidos y el papel, más bien naturaleza, del Estado.

Hasta aquí el cambiar o mantener la Constitución parece un tema que se remite a los órdenes institucionales, que son también esenciales, pero no se trata sólo de éstos. Toda la estructura de los derechos sociales depende de ello, ya que es evidente que lo que llamamos un tanto aproximativamente el welfare se expresa de modo diferente de acuerdo con las diferentes ideologías, a saber, la consciencia de sí y la propuesta de orden institucional y de sociedad que avanzan las diversas partes políticas y “sociales”. La ideología capitalista tiende a reducir el welfare, es decir, los derechos vitales de los ciudadanos, no sólo respecto al Estado sino a los poderes económicos: la izquierda más o menos socializante tiende, más bien  – a decir verdad, tendía –, a ampliarlo; la ideología “liberal”, a restringirlo.

Se deriva de ello una idea diversa, por no decir antagonista, de las principales reglas económicas: la derecha quiere reducir al mínimo la fiscalidad, entendida como presencia de un estado regulador con el objetivo de reducir las desigualdades. La izquierda tiende a ampliarla en sentido progresivo (con la excepción de la hipótesis comunista, que estaría también ella en línea con el principio antiestatalista, pero en concreto nunca ha llegado a serlo, es decir, a expresar un sistema de reglas que no sean “el Estado”). El mismo razonamiento vale para la política “económica”: la derecha quiere dejarla enteramente a la mano invisible del mercado, la izquierda la querría (la quería) capaz de enderezar las desigualdades en nombre del primado de la equidad (en qué medida es vago este concepto es otro discurso).

Inútil decir que las demás políticas “sociales” se siguen de ello. Predicar que entre ellas deban prevalecer “los acuerdos amplios” significa presumir la existencia de un interés común que en realidad no existe y, en la mejor de las hipótesis, dejar las cosas como están, a saber, en Italia, a un vasto predominio de los intereses constituidos del capital, hoy dominado por las finanzas; intereses que – está ya claro – no significan ni siquiera garantía de un crecimiento productivo, quizás cruel pero seguro. He aquí como a los ojos de una simple ciudadana se presenta el tema de las reformas institucionales y en ellas el del presidencialismo. Vale la pena, más bien es urgente, discutirlo del modo más claro y más a fondo. Puede suceder de hecho que las mismas premisas de las que parte la ciudadana abajo firmante deban ser objeto de discusión; pero entonces es necesario hacerlo del modo más explícito.

Rossana Rossanda es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

lunes, 24 de junio de 2013

"Echar cuentas"

 

DILMA, UNA CONTINUIDAD CON DUDAS

Cristovam Buarque:

Hace ocho años la población de Brasil se dedica a la construcción de estadios para la realización de la Copa. No se puede esperar diferente en un país que ya fue llamado una "patria del fútbol". La población del Distrito Federal, por ejemplo, todavía no tiene equipos que atraigan a los aficionados, pero está deslumbrada con un estadio monumental para 71 mil espectadores a un costo superior a los R$ 1,6 mil millones. Sin embargo, pocos, han hecho las cuentas de lo que significa este costo.

La obra costó 800 Reales para cada uno de los brasilienses. Considerando sólo los adultos, el costo aumentaría a unos 3.000 Reales para cada persona. Si se considera el dinero que dejó de ir a los 208 mil residentes más necesitados, con ingresos de hasta un salario mínimo mensual, el costo fue de aproximadamente 8.000 Reales más o menos un año de trabajo de cada uno de ellos. Si cada brasiliense supiese que este valor salió de su bolsillo y conociese sus usos alternativos, la euforia con el estadio no sería tan grande.

Con los recursos gastados en el estadio sería posible financiar la formación de 6.800 ingenieros de excelencia, desde el primer grado de primaria en súper escuelas de calidad internacional, al costo de 9.000 Reales por alumno al año, pagando 9.500 Reales por mes para cada maestro, hasta el final del curso en ingeniería de excelencia, en cursos universitarios de excelencia iguales a los del Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA). Este número es mayor que la suma de todos los ingenieros que se han formado ya en el ITA en sus 64 años de funcionamiento. Además de eso, la formación sería pública, igual para los hijos de los más pobres y de los más ricos que tengan vocación y persistencia.

Si consideramos que cada uno de estos profesionales contribuiría al desarrollo del país y generaría un ingreso igual o superior al salario, tomando a los efectos de la simulación de la cantidad de R$ 20.000 por mes, la cantidad generada a lo largo de más de 35 años de trabajo, daría lugar a ingresos de aproximadamente R$ 63,6 mil millones. Algo equivalente a 40 estadios similares al nuevo Mané Garrincha del Distrito Federal. Más importante aún es que esos profesionales servirían como base para el desarrollo científico y tecnológico que Brasil tanto necesita.

Si tenemos en cuenta el costo de todos los 12 estadios de la Copa del mundo, actualmente presupuestados en R$ 7,2 mil millones, y que seguramente será mayor, formaríamos unos 30.400 científicos y tecnólogos de la más alta calidad. Por más beneficios que traiga la Copa del Mundo, no hay duda que invertir en Ciencia y Tecnología sería un mejor uso del dinero para la construcción del futuro del país. Algunos dicen que aproximadamente unos 4 mil trabajadores recibirán sus salarios por tener empleos generados directamente por la obra en el D.F., sin embargo ellos podrían ganar lo mismo construyendo hospitales y escuelas. Podemos decir también que los Estadios van a permitir actividades deportivas y culturales, pero esto ya sería posible con pequeñas mejoras en los actuales.

Brasil tiene muchos problemas, pero uno de los más graves es no hacer cuentas.

Cristovam Buarque, ex ministro de Educación, senador y profesor de la UnB.

Fuente: SinPermiso, 18-06-2013

"El fin del letargo"

 

LULA DA SILVA, UN REFERENTE


Ricardo Antunes:

Nuestro país estuvo al frente de las luchas políticas y sociales en la década de 1980, consiguiendo retardar la implantación del neoliberalismo en Brasil haciendo que la llamada "década perdida" fuera, para los movimientos sociales y políticos populares, su exacto revés.

En esos años, floreció un fuerte sindicalismo de oposición. Las huelgas caminaron en sentido inverso a las tendencias regresivas presentes en el mundo occidental. Nacieron numerosos movimientos sociales. Se amplió la oposición a la dictadura militar. Se diseñó una Asamblea Nacional Constituyente y vivimos, en 1989, un proceso electoral que dividió Brasil en dos proyectos distintos.

La década siguiente fue avasalladora: neoliberalismo, reestructuración productiva, financierización, desregulación, privatización y desmonte. Cuando ocurrió la victoria política de 2002, con la elección de Lula, el escenario era profundamente distinto de los años 1980. Como la historia está llena de sorpresas, marchas y contramarchas, la elección de 2012 terminó por convertirse en la victoria de la derrota.

Oscilando entre gran continuidad con el gobierno de FHC y poco cambio, pero ninguno con sustancia, el primer mandato de Lula terminó de modo desolador, lo que lo obligó a hacer cambios de ruta, siempre con mucha moderación y ninguna confrontación. Bolsa Familia y altísimas ganancias bancarias; aumento del salario mínimo y enriquecimiento creciente en la cumbre; nada de reforma agraria y mucho incentivo para el agro-negocio.

Nuestro hombre duplicado renació de las cenizas en el segundo mandato. Terminó el gobierno en alza: al mismo tiempo en que construyo su sucesor, desorganizó la casi totalidad del movimiento opositor. Era difícil oponerse al ex líder metalúrgico, cuya densidad fuera sólidamente construida en los años 1970-1980.

Quien se acuerda de su situación en 2005, atascado en el "mensalâo" /1/, y del que se recuerda al fin de su mandato, en 2010, sabía que estaba frente a una variante de las más destacadas de político. Si Dilma, su criatura política – una especia de gestora de hierro – supo vencer en las elecciones, podemos aquí, en este mismo espacio, recordar que algo mayor le faltaba: la densidad social, que a Lula le sobraba.

Con paciencia, espíritu crítico y mucha persistencia, los movimientos populares habrían de superar ese difícil ciclo. Terminarían por percibir que, más allá del crecimiento económico, del mito faccioso de la "nueva clase media", hay una realidad profundamente crítica en todas las esferas cotidianas de los asalariados. En la salud pública vilipendiada, en la enseñanza pública depauperada, en la vida absurda de las ciudades, abarrotadas de automóviles por los incentivos anti-ecológicos del gobierno del PT. En la violencia que no para de crecer y en los transportes públicos, relativamente más caros (y precarios) del mundo. En la Copa "blanqueada", sin negros y pobres, en los estadios que enriquecen constructoras y que, en el caso del Engenhâo /2/ se está desmoronando; en los asalariados que se endeudan en el consumo y ven sus salarios evaporarse; en el foso colosal existente entre las representaciones políticas tradicionales y el clamor de las calles. En la brutalidad d ele Policía Militar de Alckmin y Haddad. Eso ayuda a comprender por qué el movimiento por el pase libre encuentra tanta acogida en la población. Estamos sólo comenzando.

1: así llamado el escándalo que estalló en 2004 en el gobierno de Lula, por el que fueron procesados colaboradores del gobierno de Lula y parlamentarios de la oposición.

2: como se conoce popularmente el Estadio Olímpico Joao Havelange, en Río de Janeiro.

Ricardo Antunes, profesor titular de Sociología en la Universidad Estadual de Campinas (UNICAMP) y autor de Riqueza y Miseria del Trabajo en el Brasil.

Fuente: Folha de São Paulo. 20/06/2013

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domingo, 23 de junio de 2013

OBAMA OPTA POR LA GUERRA

LOS AMIGOS DE OBAMA EN SIRIA, MÁS GUERRA





Nazanín Armanian

23jun 2013

“No estamos hablando de combatientes, de soldados, en el conflicto bélico en Siria, sino de captar yihadistas con la finalidad de cometer atentados”, afirmó el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, al explicar el cometido de un grupo de hombres detenidos en España, acusados de enviar a Siria a voluntarios para luchar contra Bashar Al Asad, quienes al regresar –añadió- podían actuar de “lobos solitarios”.
Hay que ver el lío terminológico en el que se meten los políticos para defender una posición injustificable ante una audiencia que consideran indocta. Si, por un lado, no se pueden captar “soldados” -nombre dado a los reclutas de las fuerzas armadas de un país soberano- en un territorio extranjero y hostil; por otro, no explica que si este hecho es un delito, por qué EEUU está alistando a mercenarios -¡disculpe, soldados!- para enviarlos a Siria (ver The Pentagon’s “Salvador Option”: The Deployment of Death Squads in Iraq and Syria). Antes lo había hecho en Afganistán (donde Ronald Reagan llamaba “combatientes por la libertad” a las huestes de Bin Laden), en Irak y en Libia. En este país, los delincuentes y rebeldes extremistas, a pesar de haber sido financiados y armados por la OTAN, una vez tomado el poder mataron al propio embajador de EEUU e izaron la bandera negra de Al Qaeda en la sede diplomática, demostrando que estos mercenarios, estén donde estén, además de ejercer el terrorismo delegado, carecen de ética para con la familia y pueden morder la mano que les dio de comer.
Del terrorismo proxy (delegado) de la OTAN al otro directo, y no sólo en su formato de lanzar bombas sobre los civiles de países atacados: el 11 de Octubre de 2005 la Policía de Basora detuvo a dos militares británicos disfrazados de árabes que conducían un camión lleno de explosivos listos para ser detonados (ver: ¿Quién pone las bombas en Irak?). Ninguna explicación por parte de Tony Blair sobre unas prácticas que son un secreto de voces.
Obama y sus rostros
El presidente Barak Obama, que no pasará a la historia por su coraje ni por su integridad moral, volvió a ceder a las presiones de los halcones republicanos: acusó al Gobierno de Al Asad del uso de armas químicas contra los rebeldes,  y prometió suministrarles armas. Dos pasos importantes que anuncian la abierta injerencia de EEUU en la guerra siria: tomará el mando y el control de la insurgencia, con el objetivo de fortalecer su cohesión y convertirla en una oposición organizada, capaz de sustituir a Asad. Ha apartado a Qatar del juego (donde se producirá la abdicación del jeque Al Thani en favor de su hijo), y va a coordinar las acciones de Jordania, Arabia Saudí, Israel y otros implicados, contra Irán y Hizbolá, en la región.
Obama falta a la verdad, pues si por un lado la CIA ya entrena a rebeldes desde 2012, según Los Angeles Times (ver US has secretly provided arms training to Syria rebels since 2012), por otro, la justificación de la intervención –el uso de las armas químicas por Damasco- está sin demostrar, mientras sí que se confirma el empleo del agente nervioso sarín por los rebeldes alqaedistas del Frente al Nusra. Informó de ello el Gobierno turco, el 30 de mayo, tras detener a 12 miembros del grupo e incautarse de dos kilos de este gas. El caníbal que destripó a un caído y se comió sus órganos fue un soldado de este frente, compañero de lucha de Occidente en la destrucción del Estado sirio.
Otra conclusión: que EEUU no está preocupado por que las armas químicas caigan en manos de los yihadistas sirios, ni cuando tomen el poder. Así lo confirmó el general Meir Dagan, ex jefe del Mosad de Tel Aviv, revelando que Arabia Saudí se comprometió a garantizar que el régimen sucesor de Asad será amigo de Israel y de EEUU. ¡Como si los actuales gobiernos de Irak y de Afganistán lo fueran! ¡Ni Dios podrá proteger a Washington en su caída libre en el pantano sirio!
Vladimir Putin, preocupado por los planes de la Administración Obama para Oriente Próximo, al referirse a la instalación de los misiles Patriot en Turquía (al parecer para coaccionar a Damasco), en enero de 2012 comentó “la regla de la pistola de Chéjov”: “Si en el primer acto de una obra de teatro aparece un arma colgada en la pared, significa que se disparará en el último telón”. Aun así, Moscú no entregará los misiles S-300 a Irán ni a Siria, como parte del acuerdo con Israel en 2008, a cambio de que Tel Aviv no armara a Georgia. El miedo de Moscú a los islamistas en la zona de su influencia es mayor que el de perder la base de Tartus en Siria. Eso sí, rompería el acuerdo si EEUU instalara los escudos antimisil en Europa Este.
Hay rumores que apuntan a un acuerdo entre Putin y Obama por el que Asad aceptaría unas elecciones y se marcharía del país, antes de que el Pentágono enviara a miles de rebeldes que está entrenando en Jordania y Turquía.
Cambios en el escenario
Hay una serie de factores que indican las posibles razones de que EEUU haya decidido una intervención directa: la incapacidad del Ejército Libre de Siria en hacerse con el poder en Siria, marcada por la pérdida de la estratégica ciudad Al Qusair;  la crisis social de Turquía, que no sólo debilitó a Tayyeb Erdogan, sino que mostró que gran parte de los ciudadanos no apoyan su guerra contra Siria a pesar de que los kurdos sirios, que habían mantenido una postura  neutral hasta las negociaciones de paz entre Ankara y el PKK, ahora dirigen sus armas contra Damasco; que al mismo tiempo que Hasan Rohani, el nuevo presidente de Irán, presentaba su diplomacia de poder blando e “interacción constructiva” con la comunidad internacional, los Guardianes Islámicos enviaban a 4.000 militares a Siria con el objetivo de abrir un nuevo frente en la meseta del Golán y aligerar la presión sobre Damasco; y que Rusia e Irán hayan fortalecido su posición y aumenten sus demandas a cambio de dejar caer a Asad, como por ejemplo, por parte de Teherán, el levantamiento de las sanciones económicas a la República Islámica. Se unen a todo ello los últimos escándalos del espionaje que han debilitado a Obama, quien ahora ve en el conflicto sirio la oportunidad de mostrar su lado de hombre fuerte capaz de dirigir el imperio (ya de papel) que heredó de Bush.
Israel, al igual que los neocon, está encantado de que la tragedia siria haya archivado la cuestión palestina, aunque cometió el error, en mayo pasado, de bombardear Siria, mostrándose ante la opinión pública de la zona como el verdadero peligro para la soberanía de los países y dando la posibilidad a Asad de recurrir al patriotismo y atraer el apoyo de buena parte de su pueblo, ya asustado por la amenaza integrista.
Catástrofe  del verano
Las altas temperaturas en la región ya siegan la vida de los más vulnerables de los refugiados sirios, enfermos, hambrientos sin agua ni alimentos.  ¿A quién le importa? Entretanto, John Kerry expone las bondades del modelo del bombardeo aéreo de los Balcanes y subraya que Siria goza de un fuerte respaldo de Rusia e Irán.
Washington no ha aprendido las lecciones de la guerra contra Irak: la de “no mentirás sobre las armas de destrucción masiva”, la de “no derrocarás a un mandatario sin tener una alternativa favorable a tus intereses”, y sobre todo la de “no tocarás la estructuras étnico-religiosas de esta compleja región”… si quieres mantener tu posición ya de por sí precaria.
Se inicia otra catástrofe a nivel regional, en una guerra sin fecha final y sin victoria para los gobiernos implicados, que deberían confesar a sus ciudadanos que arriesgan la seguridad nacional de sus países e infligen tanto dolor y sufrimiento a millones de personas sólo por mantener la influencia de las élites gobernantes en tierras ajenas, a espaldas de los verdaderos intereses de sus

Público.es

sábado, 22 de junio de 2013

TRANSPORTE Y MOVILIZCIÓN SOCIAL BRASIL 2013


 TRANSPOITE,  UN DERECHO CIUDADANO
  




22-06-2013
Primeras reflexiones
Emir Sader
Carta Maior
El movimiento, que se inició como resistencia al aumento de las tarifas del transporte, fue inédito y sorprendente. Quién crea que puede captar de inmediato todas sus dimensiones y proyecciones futuras, muy probablemente tendrá una visión reduccionista del fenómeno, forzando la realidad para defender planteamientos previamente elaborados, para confirmar sus argumentos, sin dar cuenta del carácter multifacético y sorprendente de las movilizaciones.
No vamos a intentar esto en este artículo, solo queremos sacar algunas conclusiones que nos parecen claras.
1. La anulación del aumento (de los pasajes) constituye una victoria del movimiento y muestra la fuerza de las movilizaciones, más aún cuando se apoyan en una reivindicación justa y posible, tan es así que se pudo concretar.
2. Esa victoria, en primer lugar, refuerza concretamente el criterio de que las movilizaciones populares merecen la pena, sensibilizan a la gente, permiten hablar a toda la sociedad y sirven como fuerte factor de presión sobre los gobiernos.
3. Además de eso, el movimiento puso en discusión una cuestión esencial en la lucha contra el neoliberalismo: la polarización entre intereses públicos y privados, y el tema de quién debe financiar los costes de un servicio público esencial que, como tal, no debería estar sometido a los intereses de las empresas privadas, movidas por el lucro.
4. La conquista de la anulación del aumento se traduce en un beneficio para las capas más pobres de la población, que son las que usualmente utilizan el transporte público, demostrando que un movimiento debe buscar abarcar no sólo las reivindicaciones de cada sector de la sociedad en particular, sino atender las demandas más amplias, especialmente las que tiene a ver con los sectores más necesitados de la sociedad y que tiene más dificultades para movilizarse.
5. Tal vez el aspecto más esencial de las movilizaciones haya sido el de posibilitar que amplios sectores de la juventud entren en la vida política, sectores no contemplados por las políticas gubernamentales y que, hasta aquí, no habían encontrado sus formas específicas de manifestarse políticamente. Esta puede ser la consecuencia más permanente de las movilizaciones.
6. Quedó claro también que los gobiernos de diferentes partidos, unos más (los de derecha) y otros menos (los de izquierda), tienen dificultades de relacionarse con las movilizaciones populares. Toman decisiones importantes sin consultar y cuando se enfrentan con resistencias populares, tienden a reafirmar tecnocráticamente sus decisiones –“no hay recursos”, “las cuentas no cuadran”, etc.– sin darse cuenta de que se trata de una cuestión política, de una justa reivindicación de la ciudadanía, que está apoyada en un inmenso consenso social, que deben encontrar soluciones políticas, para lo cual los gobernantes fueron elegidos. Sólo tras muchas movilizaciones y de desgaste de la autoridad de los gobernantes, se toman las decisiones correctas. Una cosa es afirmar que se “dialoga” con los movimientos, otra es enfrentarse efectivamente con sus movilizaciones, más aún más cuando estos resisten las decisiones tomadas por los gobernantes.
7. Ciertamente un problema que el movimiento enfrenta son las tentativas de manipulación externas. Una de ellas, representada por los sectores más extremistas, que buscan insertar reivindicaciones maximalistas, de “levantamiento popular” contra el Estado, para justificar sus acciones violentas, caracterizadas como vandalismo. Son sectores muy pequeños, externos al movimiento, con infiltración policial o no. Consiguen el destaque inmediato que la cobertura mediática promueve, pero fueron rechazados por la casi totalidad de los movimientos.
8. La otra tentativa es de la derecha, claramente expresada en la actitud de los medios tradicionales. Inicialmente éstos se opusieron al movimiento, como acostumbran a hacer con toda manifestación popular. Después, cuando se dieron cuenta que podría representar un desgaste para el gobierno, la promovió e intentó insertar, artificialmente, sus orientaciones dirigidas contra el gobierno federal. Estas tentativas fueron igualmente rechazadas por los líderes del movimiento, a pesar de que un componente reaccionario se hizo presente, con el rencor típico del extremismo derechista, magnificado por los medios tradicionales.
9. Es de destacar la sorpresa de los gobiernos y su incapacidad para entender el potencial explosivo de las condiciones de vida urbanas y, en particular, la ausencia de políticas para la juventud por parte del gobierno federal. Las entidades estudiantiles tradicionales también fueron sorprendidas y estuvieron ausentes de los movimientos.
10. Dos actitudes se distinguen en el transcurso de las movilizaciones: la denuncia de que estaban siendo manipuladas por la derecha –cuestión claramente expresada en la acción de los medios tradicionales– y las tentaciones de oponerse al movimiento. Y la segunda es la de exaltar acríticamente al movimiento, como si éste encarnara proyectos claros y de futuro. Ambas son equivocadas. El movimiento surgió de reivindicaciones justas, promovido por sectores de la juventud, con sus actuales estados de conciencia, con todas las contradicciones que tiene un movimiento de este tipo. La actitud correcta es la de aprender del movimiento y actuar junto a él, para ayudar a que tenga una conciencia más clara de sus objetivos, de sus limitaciones, de las tentativas de ser usado por la derecha y de los problemas que suscitó y la manera de llevar a cabo la discusión de su significado y mejores formas de enfrentar sus desafíos.
El mayor significado del movimiento va a quedar más claro con el tiempo. La derecha sólo se interesará en sus estrechas preocupaciones electorales, en sus esfuerzos desesperados para llegar a al segunda vuelta en las elecciones presidenciales. Sectores extremistas buscarán interpretaciones exageradas en el sentido de que estarían dadas las condiciones para impulsar alternativas violentas, lo cual se vaciará rápidamente.
Lo más importante son las lecciones que el propio movimiento y la izquierda –partidos, movimientos populares, gobiernos– puedan sacar de la experiencia. Ninguna interpretación previa da cuenta de la complejidad y de lo inédito del movimiento. Probablemente la mayor consecuencia sea la introducción de la temática del significado político de la juventud y de sus condiciones concretas de vida y de expectativas en el Brasil del siglo XXI



jueves, 20 de junio de 2013

¡Goodbye Hollande!

 

                                     Emmanuel Todd

 

 

    Emmanuel Todd: Entrevista

 

Un año después de las elecciones presidenciales, el intelectual, coautor del Le Mystère français, traza para el semanario Marianne un balance de las esperanzas traicionadas entrevistado por Aude Lancelin y Laurent Neumann.

Marianne: Cuando nos vimos hace seis meses, evocó usted la hipótesis de que al final de su quinquenio, François Hollande pudiera transformarse en una suerte de gigante a lo Roosevelt…Hoy, un año casi exactamente, ¿considera usted que a partir de ahora ha fracasado?

Emmanuel Todd: No hago falta yo para saberlo. Hollande ha tenido su oportunidad, tal vez tenga una segunda. Me gusta mucho la noción americana de "segunda oportunidad". Respecto a la primera, ya está hecho. Puedo decirles lo que me ha hecho admitir la evidencia. En principio, la incapacidad de gravar la imposición fiscal al 75%. Un presidente de la República Francesa dispone del arma del referéndum, pero se ha plegado.  

Segunda cosa: la reforma del mercado de trabajo, que sitúa a Hollande a la derecha de Sarkozy. Tercera cosa: la reforma bancaria se ha vaciado de contenido. Están en curso algunas modificaciones cosméticas, pero en el grueso y en la práctica el Estado va a seguir siendo garante de la especulación de los cuatro grandes bancos sistémicos franceses. Aparece el asunto Cahuzac [1]. Para empezar, esta historia me ha parecido ideológicamente genial. Resulta que el garante de la austeridad es, pues, un corrupto: ¡una argucia de la historia para dejar al desnudo el sistema! Si reflexionamos, en efecto, sus alter ego europeos mantienen igualmente turbios lazos con el sistema bancario. El italiano Mario Monti, que han tratado de vendernos como un padre virtuoso, estaba en relación, por ejemplo, con Goldman Sachs. Cahuzac no era un átomo solitario de corrupción sino una pieza de un sistema.  

¿Y cuál es, según usted, la naturaleza de este sistema?

E. T. : Cahuzac nos revela lo que es la deuda pública. El préstamo a los estados supone una protección del dinero de los ricos. Karl Marx lo había visto. ¡La deuda de los estados es una invención de las finanzas privadas! La austeridad, el "restablecer las cuentas públicas", es mantener al Estado en situación de pagar los intereses y de incapacidad de hacer la única cosa que deberá hacer algún día, inevitablemente: la suspensión de pagos de la deuda. Negarse a pagar. En esto estoy en las antípodas de la ideología dominante, en lo impensable de una época en la que el dinero es la religión y la divinidad, el euro. Sin embargo, la parada de las economías desarrolladas se debe desde luego a la acumulación de dinero inútil en lo alto de la estructura social. Para relanzar la máquina y refundar la democracia, hará falta volver a poner los contadores a cero. Sólo parcialmente, no soy un revolucionario. Que un tipo como Cahuzac se deje agarrar aporta, por tanto, su granito de arena a la resolución del problema. A continuación, he seguido reflexionando. Soy lo contrario de un fino psicólogo, pero yo mismo habría anticipado que un médico que prefiere los implantes capilares a curar a la gente tenía que ser un adorador del dinero. Lo ha elegido Hollande. Es un error moral. Esa elección sugiere en el presidente una insuficiencia del instinto de moralidad. Cuando supe que el tesorero de su campaña, Jean-Jacques Augier, tenía una cuenta en las Islas Caimán, en el mismo momento en que Hollande hacía su discurso de Bourget contra los ricos, eso me encantó…

A este respecto, la respuesta enloquecida del gobierno pidiendo la publicación del patrimonio de los representantes electos, ¿le ha parecido pertinente en relación a la crisis abierta por el fraude y las mentiras del exministro del Presupuesto?

E. T.: Lo peor es esta tentativa de arrojar humo sobre la transparencia. Ahí Hollande se convierte en una amenaza. Cahuzac, a quien había nombrado él mismo, se deja coger, y ¿qué hace él? ¡Designa al conjunto de la clase política como sospechosa! Es un acto antidemocrático primordial. Desde luego, hemos escapado al ambiente fétido del sarkozysmo, antimusulmán, antiextranjeros, antiroms. Hace un año, la prioridad consistía en desembarazarse de Sarkozy. ¡Por eso es por lo que nunca pediría perdón por haber apoyado a Hollande! Pero lo que tienen de mágico los socialistas es que, al dejar de designar chivos expiatorios, estrategia de diversión específica del sarkozysmo, Hollande y el PS se han quedado en cueros. Nos dejan ver las relaciones de fuerza reales entre el Estado y la banca, sobre todo. Pienso en ese sketch del Café de la Gare [célebre café-teatro parisino dedicado a la sátira]: una escena en completa obscuridad, un proyector que se enciende, un tipo que aparece iluminado en el centro, totalmente desnudo. Es lo que acaba de sucederle a Hollande.

Al inicio de su quinquenio, el chivo expiatorio eran los ricos, y las finanzas, el enemigo al que se apuntaba con el dedo. La prensa de derechas juega todavía hoy, con esta obsesión de la matraca fiscal. El voto sobre el impuesto a las transacciones financieras, por ejemplo, ¿es a sus ojos un completo bluff?

E.T.: Los ricos no son el chivo expiatorio, ¡son el problema! (Risas). El fracaso de la reforma de los bancos ha sido bien analizado por economistas como Gaël Giraud. Ese giro me lleva a la conclusión de que existe en el PS una verdadera "tendencia bancaria", que se opone no solamente a la izquierda del partido sino a una mayoría de parlamentarios implantados en las regiones. La reforma fue neutralizada por la flamante diputada del PS Karine Berger, que, cito de la Wikipedia, había trabajado antes para Euler Hermes, filial del grupo alemán Allianz, ayudada por su socia, Valérie Rabault, que proviene de la Société Génerale y del BNP Paribas. Juntas han firmado un libro de título visionario: Les Trente Glorieuses sont devant nous [2]. Se podría citar también a gente como Emmanuel Macron, joven secretario general adjunto del Elíseo, que proviene de la Banca Rothschild. El pasado de estas personas y, sin duda, su futuro, a partir de 2017, cuando ya no quede más que un puñado de diputados del PS en la Asamblea, están en el sistema bancario. La operación "manos limpias" es, por lo tanto, un escándalo.

¿Debemos saber cuánto posee de Mobylette la ministra de Juventud y Deportes? Lo que resultaría decisivo sería disponer del organigrama de las interacciones entre los bancos y la Inspección de Finanzas o el Tribunal de Cuentas. En términos de ciencia política, el poder reside en esos vínculos entre las altas finanzas del Estado y las altas finanzas privadas. Partiendo de esta cuestión, se puede desarrollar la historia del "neoliberalismo" a la francesa desde los años 80. El poder financiero, ejercido en su origen por altos financieros gaullistas, honestos y patriotas, ha pasado al sector privado. La única cosa que se ha conservado es el carácter hiperconcentrado del sistema.  

Un poco al estilo del modelo de lo que ha pasado en los años 90 en Rusia, tras la caída del Muro…

E.T.: Desde luego. El Estado lo era todo en Rusia y, después del final de la URSS, siguieron al mando las mismas personas de lo que se privatizó. La encarnación totémica del sistema francés es Michel Pébereau [3], convertido en padrino de este pequeño mundo. Cito una vez más la Wikipedia, dice su entrada: "Michel Pébereau deja la administración para reingresar en el Crédit Commerciel de France en 1982. Lleva a buen término la privatización de dos bancos, con los que se formará el PDG: el Crédit Commercial de France, de 1986 a 1993, y luego la Banque Nationale de Paris (1993), convertida en BNP Paribas en 2000, que preside de 1993 a 2003". En cuanto a los jóvenes que salen mejor clasificados de la ENA [École Nationale d´Administration] – no los mejores sino los más aptos, moral y socialmente, para hacer la pelota-, los volvemos a encontrar en la Inspección de Finanzas, en el Tribunal de Cuentas, luego en los gabinetes ministeriales, y desde luego en el Ministerio de Finanzas. Los ministros importantes no tienen libertad para elegir a sus directores de gabinete y viven bajo su vigilancia. El porvenir de estos jóvenes está en lo privado. Entierran las reformas de los bancos. Pasarán a esos bancos y a las grandes empresas privadas, cooptados por sus padrinos. Lo que nos hace falta es transparencia en esta mecánica. La verdad hoy revelada -¡el hollandismo, gracias a sus torpezas, sigue siendo revolucionario!- es que los bancos controlan el sistema.

Lo que usted describe es exactamente el reproche que ya se le hacía a Nicolas Sarkozy. En el momento de la gran crisis de 2008, se apuntó así el hecho de que inventó la salida de la crisis con los banqueros. Esos reproches son también los mismos que se le dirigen hoy a Obama…

E. T.: La crisis pone al desnudo a la oligarquía. Si se lleva el análisis hasta el final, no es el ejecutivo el que ataca al Parlamento exigiéndole transparencia, es el sistema bancario. Tiene razón Patrick Weil: dejemos de perseguir la acumulación de cargos [4], acumulación que, al asegurar a los diputados una base regional, les ayuda a resistir al poder ejecutivo y bancario.

Teniendo en cuenta la degradación espectacular del crédito concedido a François Hollande en menos de un año, ¿Cuáles son los recursos de los que dispone de ahora en adelante?

E.T.: Si seguimos en la zona euro, toda pretensión de actuar es una broma. Hollande es un presidente local en la zona marco. La realidad es que hemos vuelto a la situación en la que el Banco de Francia era cosa de 200 familias. Salvo que ahora ya no son ni siquiera 200 familias francesas las que hacen la ley, ¡es Alemania!

¿Subscribe usted pues esa idea del pulso necesario con la canciller Angela Merkel para salir del bache económico, recuperar el crecimiento y soldar de nuevo la izquierda?

E.T.: Atacar a Merkel es la última ilusión socialista, con eso se vuelve a atacar a un apoderado. Es la patronal alemana la que no quiere una explosión de la zona euro. Son esos patrones, organizados a la alemana, los que le permiten a Mario Draghi [presidente del Banco Central Europeo] realizar políticas de salvamento de los bancos. Les hacen falta todavía cuatro años para freír a la industria francesa. La duración de la presidencia de Hollande, justamente. La situación podríamos esquematizarla así (Todd saca una hoja de papel y dibuja un diagrama). Arriba del todo: la patronal alemana. Justo debajo, desfasada, Merkel: ¡encargada de la gestión de los protectorados europeos! Directamente a las órdenes de la patronal alemana: el Banco Central Europeo. A las órdenes del BCE: los bancos franceses. Controlados por los bancos: los inspectores de finanzas de Bercy [el ministerio de Finanzas, por el barrio parisino en el que se ubica] con Pierre Moscovici [5] como agregado de prensa. Y debajo del todo: François Hollande. No le encuentro a Hollande ninguna función identificable, así que anoto: "Nada" (Risas).

Pero no ha respondido usted del todo…Teniendo en cuenta lo que dice usted, ¿es una intuición tan mala por parte del PS ir a enfrentarse así con Alemania?

Nuestros socialistas quieren creer que el retorno al poder de los socialdemócratas alemanes supondría una gran diferencia. Karine Berger ya me había amagado con ello antes de las presidenciales, durante un debate en una agrupación socialista. ¡Pero sí las reformas más duras en Alemania las ha hecho Schröder! La socialdemocracia alemana, histórica y geográficamente, se inscribe en la continuidad del protestantismo, y por tanto, del nacionalismo. Con ellos, sería peor. Por tanto, evidentemente, Alemania es el problema. Las políticas francesas, tan duras con su población y sus pequeñas y medianas empresas, están en fase "osos amorosos" en lo que toca a la amistad franco-alemana. Pero Alemania, que ya ha arramplado dos veces con el continente, es una de las cimas de la irracionalidad humana. Sus rendimientos económicos "excepcionales" son la prueba de que es siempre excepcional. Alemania es una cultura inmensa, pero terrible por desequilibrada, que pierde de vista la complejidad de la existencia humana. Su obstinación en imponer la austeridad, que hace de Europa el agujero negro del a economía mundial, nos impone una pregunta: ¿no sería Europa, desde inicios del siglo XX, ese continente que se suicida a intervalos regulares bajo dirección alemana? ¡Sí, hay que aplicarle a Alemania un "principio de precaución"! Decirlo no significa ser un cerdo xenófobo, es tan sólo buen sentido histórico. Tanto más cuando este país se inscribe, a espaldas de nuestros jefes, en una lógica de potencia. El único obstáculo para Alemania a una hegemonía duradera en Europa es Francia, mientras no se venga definitivamente abajo en lo económico. Pero comprendo que sea difícil para nosotros admitir la evidencia: nunca pensamos que volveríamos a ver así estas relaciones de fuerza.

El presidente le invitó a desayunar al Elíseo hace algunos meses. ¿Qué le aconsejó usted? 

E.T.: Una de las raras cosas de las que me acuerdo es de que había tomado él consciencia de la existencia de una Europa protestante y bromeaba sobre el hecho de que los finlandeses eran todavía más rígidos que los alemanes. Le sugerí que haría falta reunir una comisión de reflexión sobre la viabilidad del euro que mezclara economistas ortodoxos con economistas críticos como Jacques Sapir, Jean-Luc Gréau, Gaël Giraud, Paul Jorion o Frédéric Lordon. La sola existencia de esta comisión habría intimidado a los alemanes y hecho bajar el euro. Pero ahí está la prueba de la insuficiencia última de las clases superiores francesas: nadie osa, aparte del Frente Nacional, plantear la cuestión de la viabilidad del euro, esta moneda que hay que salvar sin cesar, con una tasa de paro desbocada e ingresos que se desploman. Ni siquiera Mélenchon llega hasta ahí.

La izquierda del PS, los Marie-Noëlle Lienemann y Emmanuel Maurel, son incapaces de ello y nos proponen políticas de relanzamiento imposibles en una economía librecambista, que terminan por no hacer otra cosa que reforzar todavía más la industria alemana. ¿Y qué decir del conformismo eurófilo de esta institución central que es Le Monde o de revistas como No hay alternativas económicas [alusión irónica a la publicación mensual Alternatives économiques]? Para llegar a un punto de inflexión en esto haría falta que Hollande fuera más que De Gaulle. Pero, ya lo ha dicho él, sólo es normal. Corriente incluso. La única esperanza que me queda la pondría más bien en una revuelta del Parlamento. ¿Mi fantasma? Una Cámara de Diputados que, disuelta por el presidente, perdón, por el sistema bancario, se negara a dispersarse, apoyada por una sociedad exasperada. Pero ¿se puede tomar en serio a alguien que se haya tomado en serio a Hollande?

NOTAS T:

[1] Jérôme Cahuzac (1952), cirujano plástico de profesión, fue ministro delegado del presupuesto hasta marzo de 2013 cuando dimitió pa causa de las acusaciones de fraude fiscal.

[2] Les Trente Glorieuses sont devant nous [Los treinta gloriosos ante nosotros] hace referencia a los 30 años de crecimiento, prosperidad y estabilidad en Europa Occidental tras la II Guerra Mundial.

[3] Michel Pébereau (1942), alto funcionario, presidente y directivo de diversas empresas, fue además el consejero más influyente de Sarkozy en materia financiera.

[4] Recuérdese que es sumamente común en Francia aunar los puestos de diputado o ministro con la alcaldía de una ciudad o presidencia de una región.

[5] Pierre Moscovici (1957), actual ministro de Economía y Finanzas del gobierno francés. Dirigió la campaña presidencial de Hollande en 2012. 

Emmanuel Todd (1951), célebre historiador, demógrafo, sociólogo y politólogo francés, trabaja en el Instituto Nacional de Estudios Demográficos de París. Entre sus obras más conocidas publicadas en español se encuentran Después del imperio. Ensayo sobre la descomposición del sistema norteamericano (Foca, Madrid, 2003), Encuentro de civilizaciones, (Foca, Madrid, 2009), y Después de la democracia, (Akal, Madrid, 2010).

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