lunes, 10 de febrero de 2014

El futuro de Pakistán está vinculado a los talibanes

 

RAWLPINDI, PAKISTAN

 

 

La agonía de Afganistán y las consecuencias de la retirada de EE UU y sus aliados. Dossier

Tariq Alí

Hace doce años, unas pocas semanas después de la ocupación de Afganistán,sugerí (en estas páginas) que la euforia despertada por una conquista fácil estaba fuera de lugar. Sería una guerra larga y uno de sus efectos secundarios sería desestabilizar seriamente Pakistán. Por desgracia, los acontecimientos no han contradicho el análisis. El desbordamiento en Pakistán ha estado provocando el caos durante años. La opinión de que esto no tiene nada que ver con Afganistán es demasiado superficial para merecer una consideración seria.

No es ningún secreto que, desde el 9/11, los sucesivos gobiernos -Musharraf, Zardari y ahora los hermanos Sharif - han consentido los ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos y han estado al tanto de las operaciones encubiertas de la CIA en Pakistán. Las encuestas de opinión, sin embargo, revelan que una gran mayoría de ciudadanos paquistaníes se oponen a las políticas estadounidenses. La capitulación de los partidos laicos liberales ante Washington dejó el campo libre a los grupos armados fundamentalistas religiosos, que comenzaron a desafiar el monopolio de la violencia legítima del Estado, presentándose como defensores del Islam y de los oprimidos pastunes en Pakistán. Sus afirmaciones son falsas.

Sólo el año pasado el TTP (Movimiento Talibán de Pakistán), el mayor de los grupos fundamentalistas armados, ha llevado a cabo cientos de ataques en diferentes partes del país, masacrando a cientos de inocentes y la mitad de esa cifra de personal de seguridad y militar. ¿Quiénes eran los muertos? Los cristianos en Peshawar, chiítas en otras partes del país, la flota de guerra en Karachi, agentes de inteligencia y policías y soldados en todas partes.

Los intentos de los militares en los últimos años para desalojarlos de ciertas áreas que controlaban (Swat es el mejor ejemplo) fracasaron por dos razones: la aplanadora maquina militar es torpe e imprudente, a menudo logra exactamente lo contrario de lo que se ha propuesto antes de tener que retirarse, y, en segundo lugar, una vez que los soldados regresan a los cuarteles, la infraestructura civil es demasiado débil para resistir las intrusiones armadas de los militantes islamistas. El patrón se repite y nada cambia.

Hace unas semanas, el TTP atacó el cuartel general militar en Rawalpindi, matando a soldados y civiles. Cuando el primer ministro, Nawaz Sharif, llegó a visitar a los heridos en un hospital local, multitudes de ciudadanos enojados corearon los más selectos insultos en punjabi contra el TTP y exigieron una respuesta contundente. Sharif, visiblemente afectado, autorizó a uno de sus ministros más cercanos a declarar virtualmente la guerra: se ordenó a la fuerza aérea paquistaní atacar las bases del TTP. Los líderes del TTP se sorprendieron, y pidieron de inmediato conversaciones con el gobierno.

Pidieron a Imran Khan, líder del PTI - el gobierno provincial en la provincia de Pakhtunkhwa, fronteriza con Afganistán - que formase parte de su delegación. Avergonzado por la solicitud, se negó. Pero otros han aceptado, incluyendo Sami-ul-Haq, el espeluznante clérigo a quién se considera como el "padre de los talibanes". Nawaz Sharif ha decidido dar marcha atrás a partir de la acción militar, y se espera que las conversaciones comiencen muy pronto. Pueden producir un alto el fuego temporal, pero no mucho más.

A pesar de horrorosa la serie de atentados recientes, el corazón del problema sigue siendo Afganistán. No es porque el TTP y sus redes sean tan poderosos que sus líderes no puedan ser encontrados, capturados, acusados y castigados. El hecho es que, con la retirada inminente de los EE.UU. de Afganistán, el servicio de inteligencia de Pakistán, el ISI, y sus jefes en Pakistán no puede permitirse el lujo de ofender al TTP demasiado. Islamabad ha desarrollado la teoría de la "profundidad estratégica": mantener Afganistán fuera de las manos de los aliados de la India como una estrategia defensiva contra la India. Esto siempre fue un poco absurdo, teniendo en cuenta que tanto la India como Pakistán son potencias nucleares y cualquier conflicto serio sería un desastre para ambos países.

Además, los pastúnes de Afganistán siempre han resentido la división británica de sus tierras y no pocos en Pakistán se sienten más cerca de sus hermanos afganos que del régimen en Islamabad. El velo de los talibanes ha enmascarado esta hostilidad y le ha dado colores religiosos, pero, en el fondo, la cuestión nacional sigue siendo fuerte. Si una sección del ISI apoya a las redes armadas, es difícil para otras alas del ISI acabar con ellas.

Una solución duradera, que puede muy bien que no sea la preferida por muchos paquistaníes, vendrá después de que los EE.UU. y sus aliados hayan abandonado el país. El presidente títere, Hamid Karzai, es consciente de todo esto, y ha declarado: "Los talibanes son nuestros hermanos", y denunciado la presencia británica en Helmand. Probablemente tratará de promover el nacionalismo pastún para debilitar a Islamabad. Hay mucho en juego para todas las partes.

Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO. Uno de sus últimos libros publicados esThe Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid, 2008: Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].

http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/feb/04/pakistan-future-tied-to-taliban

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