viernes, 30 de mayo de 2014

Una Europa a la deriva, ¡un terremoto en Francia!

 

 

Francois Sabado

Democracia Socialista

La victoria del Front National (FN) constituye una sacudida histórica para Europa y un terremoto para Francia. El resultado de las elecciones europeas confirma la grave crisis política que atraviesa Europa. Estamos frente a una onda de choque cuya amplitud aún es difícil de valorar. Si bien hay que evitar realizar una lectura “francesa” de los resultados electorales europeos (según la situación política de cada país, las relaciones de fuerzas varian de un país a otro), estas son las grandes tendencias se desgajan sobre el telón de fondo de la crisis y de la degradación de las relación de fuerzas para el movimiento obrero: abstención masiva, crecimiento de la extrema derecha, retroceso de la derecha tradicional, debilitamiento considerable de la social-democracia y estabilidad de la izquierda radical con el ascenso de Syriza en Grecia y Podemos en el Estado español.

1. Una abstención masiva

Se trata de una tendencia fuerte en todas las consultas electorales, en particular en las elecciones europeas, y aún cuando no progrese, el partido de la abstención es el primer partido en Europa (cerca del 57% de abstención). Estas elecciones confirman el rechazo masivo de la Unión Europea por parte de las clases populares. Desde su inicio, la construcción europea ha estado reservada a las clases dominantes, a los gobiernos y a las élites tecnocráticas; los pueblos nunca han sido tomados en cuenta. Actualmente la conjunción de este modelo de construcción y las políticas de austeridad que estrangulan a los pueblos conduce a un rechazo masivo, poniendo al descubierto la enorme crisis de representación política que afecta a casi todos los países de Europa y abriendo un fase de crisis política aguda, no sólo en las instituciones europeas sino también en las relaciones intra-europeas.

La abstención ha sido particularmente fuerte en los barrios populares. Es normal, ¿cómo sumarse a es “bella idea de Europa” cuando para millones de personas la Unión Europea que promueven los gobiernos significa más austeridad, más paro y más pobreza?

En muchos casos es esta abstención la que ha favorecido los resultados de los partidos populistas o neofascistas.

2. Crecimiento de la extrema derecha, de los partidos populistas y de los neofascistas

La expresión más significativa de este crecimiento es el primer puesto alcanzado por el Front National en Francia. Supone una sacudida sin precedentes. En la historia europea se ha hablado a menudo de la “excepción francesa” para evocar las luchas y las revoluciones populares. En esta ocasión existe una excepción, pero esta vez va contra los movimientos populares.

El FN toma arraigo en la sociedad francesa. Según los sondeos, ha cosechado el voto del 43% de los obreros, del 38% de los empleados y del 37% de los parados. Las listas del PS, por su parte, el 8% de los obreros, el 16% de los empleados y el 14% de los parados. ¡Un joven sobre tres ha votado al FN! Es verdad que el auge de la extrema derecha o de los “partidos eurófobos” afecta a todo el continente, pero es Francia donde provoca la crisis política más aguda. En primer lugar, porque Francia es, junto con Alemania, una de las dos potencias claves de la Unión Europea. En segundo lugar, porque el ascenso del FN viene acompañado en Francia de la caída del resto de las formaciones políticas. La derecha tradicional se hunde bajo los escándalos de corrupción y una crisis de dirección abierta. ¿quién puede decir donde terminara la UMP -derecha tradicional- en los meses que vienen? En cuanto a la izquierda, globalmente está en sus peores resultados: apenas alcanza el 34% de los sufragios. De golpe, se pasa de una situación bipolar, derecha/izquierda, a una situación tripolar o tripartita: derecha/ PS/ FN.

Ahora bien, la progresión de las formaciones de extrema derecha o populistas no se limita a Francia: el Partido del Pueblo en Dinamarca logra el 27% de los sufragios, el UKIP de Gran Bretaña se sitúa a la cabeza con el 37%, el FPO austriaco supera el 20%, y eso sin contar los partidos “anti-Europa” -en Alemania, Polonia o Suecia- que salen reforzados. Por último, hay que indicar que las organizaciones abiertamente fascistas como Amanecer Dorado en Grecia con el 10% de los votos o el partido Jobbik húngaro que supera a la socialdemocracia con cerca del 15%, también van a pesar en la situación política de sus países.

Aún cuando se puedan dar otras situaciones, como el retroceso del partido islamófobo de Wilders en Holanda que tiene que ver con la recuperación económica del país, se tratade una tendencia de fondo

En el Estado español y en Portugal, las formaciones neo-fascistas apenas existen, lo que se puede explicar por el profundo rechazo popular a las dictaduras policiales tras decenios de franquismo y salazarismo. Señalemos, en todo caso, la presencia de una derecha extrema en el Partido Popular de Rajoy que, con la presión de la jerarquía católica, explica los proyectos de ley para poner en cuestión el derecho al aborto.

Este progreso general es fruto del ascenso de los nacionalismos en una situación de crisis económica y de debilitamiento histórico del movimiento obrero. La identidad social retrocede frente a la identidad nacional, los conflictos de clases dejan lugar a la “etnizacion” de las relaciones sociales, el racismo gana a sectores de masas de las clases populares. “Es más fácil emprenderla con un inmigrante que con un banquero”… No es la primera vez en la historia de Europa que estamos confrontados al ascenso de la extrema derecha. En los años treinta, tanto por los imperativos de una crisis, que exigía la superexplotación del trabajo para garantizar las ganancias de los grandes grupos capitalistas, como por la necesidad de contener el ascenso revolucionario vinculado a la fuerza propulsiva de la revolución rusa, condujeron a las clases dominantes a optar por el fascismo.

Otra referencia que marca las tensiones sobre el continente es la crisis ucraniana. Y las posibles dislocaciones nacionales en Europa central pueden incluso traer a la memoria las confrontaciones nacionalistas de antes de la guerra del 14-18. Por supuesto, las situaciones no son comparables y cuando se hace referencia a los años 1930, hay que hacerlo desde el punto de vista de los “años 30 al ralentí”. Ahora bien, es preciso añadir que la configuración del mundo, de las clases y de la relación de fuerzas no son las mismas. A diferencia de ese períodos histórico marcado por las opciones nacionalistas de las burguesías europeas, actualmente las clases dominantes optan claramente por la integración en la globalización capitalista y no existen amenazas revolucionarias que les obliguen a optar por soluciones fascistas para la destrucción violenta del movimiento obrero y de las libertades democráticas.

Las especificidades de la situación actual condicionan una determinada configuración de la que dependen las fuerzas de extrema derecha. Existe toda una variedad de ellas. Algunas, como la Alianza Nacional de Italia, se han integrado completamente en el juego parlamentario y han roto con sus amarras fascistas. Otras son abiertamente profascistas e incluso neo-nazis, como Amanecer Dorado en Grecia y el partido Jobbik en Hungria. En Europa del Norte, estas formaciones adquieren un perfil populista y alimentan la histeria anti-inmigración e islamofoba. En Francia, el FN combina la “dirección” y la “matriz neo-fascista” con objetivos de integración en el juego político tradicional que a la larga pueden crear tensiones y diferenciaciones en su seno. Es cierto que desde el punto de vista de los temas que plantea como del de sus dirigentes el FN ha evolucionado: ya no se trata de la organización fascista de los años 80; ahora bien, esta evolución no ha llegado al punto de romper con los orígenes de la matriz neofascista, lo que hace que, de un lado, el FN se “desdiabolice” y, de otro, ampare corrientes abiertamente fascistas en su seno o en su periferia. Por último, el ascenso del -FN provoca un fenómeno doble: una presión sobre la derecha tradicional y espacios para grupos fascistas extraparlamentarios que agreden a los militantes de todas las fuerzas de izquierda.

También hay que sumar a esta categoría de “populistas” a las formaciones llamadas “eurófobas” como el UKIP de Gran Bretaña, el AfD alemán o el partido “Derecho y justicia” polaco. En toda esta galaxia nacionalista y populista existen sectores, segmentos fascistas que en determinadas circunstancias de agudización de los conflictos sociales y políticos pueden pasar a atacar a la población inmigrada y a las organizaciones democráticas. La situación de Grecia, con el desarrollo de Amanecer Dorado muestra bien el papel de estas bandas contra la izquierda y la población inmigrante.

Pasando a otro registro, el Movimiento de las 5 estrellas de Beppe Grillo que no procede de la extrema derecha, aunque que se reclama abiertamente del populismo, ha obtenido casi el 24% de votos, lo que pone de manifiesto la continuidad de la crisis política e institucional en Italia. Se sitúa delante del partido de derechas Forza Italia, pero deja la primera plaza al Partido Demócrata italiano. El eclecticismo de sus posiciones -rechazo de las políticas de austeridad de la Unión Europea, pero también posicionándose contra la inmigración- así como su funcionamiento interno muestran que, si bien contribuye a la crisis italiana, no puede constituir uno de los elementos de una alternativa política.

Conclusión política: mientras las clases dominantes necesitan partidos o coaliciones estables de partidos en el poder orientados a la integración en la economía mundial -es decir, partidos de la derecha tradicional parlamentaria o de la socialdemocrácia- se encuentran frente a una desestabilización política profunda marcada por el ascenso de los partidos nacionalistas, populistas o neo-fascistas. ¿Qué consecuencias tendrá, por ejemplo, el ascenso del UKIP Gran Bretaña si el referéndum sobre “la pertenencia a Europa” termina con la salida del Reino Unido de la UE? ¿Qué sería la UE sin el Reino Unido? ¿No estaríamos asistiendo al principio de su desintegración?

Los intereses “bien entendidos” de la burguesía no empujan hacia el fascismo, pero las múltiples crisis a las que está confrontada le lleva a orientarse cada vez más hacia soluciones autoritarias. Las clases dominantes tienen otras soluciones diferentes al fascismo para meter en vara a los asalariados y asalariadas, a la juventud y a las clases populares. Las instituciones europeas son antidemocrática y las de la democracia parlamentaria a nivel nacional están vacías de contenido; las diversas intervenciones de la Troika en el Sur de Europa han mostrado como se pisotean los parlamentos nacionales. Estas soluciones autoritarias pueden darse con coaliciones de la derecha con la extrema derecha.

Esta larga fase de descomposición económica, social y política de las sociedades europeas, la crisis histórica de representación y de dirección política, el preocupante debilitamiento del movimiento obrero, la propia crisis de Europa, pueden conducir ahora a situaciones imprevisibles, a cambios bruscos, que propulsen la extrema derecha a las puertas del poder.

3. La derecha tradicional

La derecha tradicional retrocede, incluso aunque haya confirmado su mayoría en el Parlamento europeo obteniendo 213 contra 190 diputados del Partido socialista europeo. Aliándose con el centro y los liberales, controlará el próximo parlamento.

La Democracia cristiana alemana continúa conservando el liderazgo político de las derechas europeas e inspira las políticas de los gobiernos de unión nacional con la izquierda social en varios países.

En algunos países existen coaliciones entre la derecha, el centro y la izquierda liberal: Alemania, Holanda, Austria, Irlanda, Grecia, Italia, Bélgica y Finlandia. La derecha tradicional continúa siendo el eje de dominación de las clases dominantes bastantes países.

Pero más allá de esos resultados, la derecha parlamentaria tradicional sale debilitada. De entrada sobre la cuestión de Europa, con la división entre quienes desean una integración óptima en la UE y las llamadas fuerzas “euroescépicas”, en determinados países bajo la presión de la extrema derecha.

Los partidos demócrata cristianos, las derechas populares y diversos partidos de centro se sitúan a menudo a la cabeza, pero es necesario señalar que la crisis mina las bases sociales políticas y electorales de esos partidos que ya no son más que máquinas electorales. Confrontados a la presión de la extrema derecha y del nacionalismo, la derecha se radicaliza y se fragmenta: se radicaliza bajo la influencia de la extrema derecha, sobre todo en lo que se refiere a la inmigración, provocando divisiones internas, y se fragmenta entre sectores de la “derecha fuerte” y los que desean aliarse con el centro. Un centro a su vez atraído por la social-democracia. Terminar señalando que en Francia, ¡una vez más!, la dirección del UMP se encuentra en plena tormenta debido a escándalos de corrupción que pueden debilitarla de forma duradera, lo que beneficia una vez más al Frente Nacional.

4. La social-democracia ha retrocedido

No será mayoritaria en el Parlamento europeo. En Francia, donde el conjunto de la izquierda se encuentra a su nivel más bajo (alrededor del 34%), ha recibido un fuerte varapalo. En la historia de Francia es raro encontrar un presidente que haya tenido una base electoral tan mermada: menos del 15%. Sufre derrota tras derrota en todas las citas electorales y sólo se mantiene gracias al presidencialismo de las instituciones de la V República.

En un sentido más profundo, las elecciones muestran los cambios estructurales de la social-democracia en Europa. La crisis actual a acelerado su adhesión a las políticas neo-liberales y la campaña electoral de Martin Schultz, definida como “anti-austeridad”, no ha podido camuflar esta realidad. En una contexto dominado por el capital financiero, la socialdemocracia, siempre cuidadosa de respetar los equilibrios capitalistas, ha abandonado las fórmulas keynesianas clásicas. La convergencia de las políticas de los gobiernos de derecha e izquierda liberal es manifiesta a los ojos de millones de trabajadores.

En Francia, las instituciones bonapartistas de la V República impiden la constitución de un gobierno de unión nacional entre la derecha y la izquierda; si bien ésta se materializa a través del sucedáneo del acuerdo entre el gobierno y la patronal francesa sobre el “pacto de responsabilidad”.

De ese modo, cara a la crisis, lo esencial de las fuerzas de derecha y la social-democracia convergen a la hora de gestionar la crisis en el marco de la Unión Europea, respetando los intereses de los mercados financieros y de las multinacionales.

Más allá de esta secuencia electoral, son los fundamentos de la social-democracia los que están en cuestión. Si los PS guardan aún vínculos históricos y políticos con los social-demócratas de antaño, su transformación social liberal está a punto de llegar a término. Los PS mutan: se convierten en el equivalente del partido demócrata americano, instrumento de la alternancia burguesa. En ese proceso, lo que aún queda del “origen social-demócrata” está en vías de extinción.

En efecto, el principal pilar de la social-democracia europea, el SPD alemán mantiene sus posiciones pero mantiene una posición subordinada al CDU en la Gran Coalición. Esta situación no sólo es debido a formar parte de esta coalición, sino de la situación económica de Alemania y su liderazgo europeo. Allí donde los partidos socialistas se han hecho cargo de las políticas de austeridad, se hunden progresivamente, como es el caso del PASOK en Grecia.

En Francia, el PS, bajo la batuta de Hollande y Valls, conoce una verdadera derrota y acumula una dinámica de derrotas que puede provocar un crash en los meses que vienen o durante las próximas elecciones presidenciales en 2017.

En Italia, para sorpresa general, el Partido Demócrata de Renzi ha obtenido más del 40% de votos y frena el ascenso del Movimiento de las 5 estrellas de Beppe Grillo. Estos resultados ¿hay que ponerlos en la cuenta de la capacidad de iniciativa del Primer Ministro italiano y de determinadas medidas como la reducción de impuestos? Es muy pronto para decirlo, pero estas elecciones confirman que el Partido Demócrata que ya no tiene nada de comunista ni de socialista, en el sentido social-demócrata, sino que es un partido burgués… como el resto.

En el Estado español, el PSOE retrocede de forma neta: pasa de más de 6 millones de votos en 2009 a 3,5 millones en estas elecciones. En Portugal, tras años ejerciendo el poder y sufrir un retroceso neto, el encontrarse en la oposición ha dado al PS una salud electoral, aunque de proporciones limitadas.

La crisis de la socialdemocracia produce divisiones internas pero pocas fracturas o rupturas. En los últimos años, sólo corrientes en torno a Oskar Lafontaine en Alemania y Mélenchon en Francia han dado paso para crear sus propios partidos. En general, la presión es tal que siempre hay voces que, aquí y allí, se contra tal o cual medida de los gobiernos socialistas que asumen, sin complejos, las políticas de austeridad. Incluso puede haber cambios en los equipos de dirección, pero la cosa no va más allá. Todas las tendencias asumen, poco más o menos, la adaptación social liberal. A diferencia de otros períodos históricos, actualmente, la crisis de la socialdemocracia no ha cristalizado en corrientes de izquierda en el seno del PS. Por último, si bien se ha dado el hundimiento del PASOK, el resto de partidos socialdemócratas retroceden pero no se hunden. Incluso pueden recuperarse en la oposición ante el descrédito de la derecha. Será necesario hacer seguimiento de lo que ocurra en los meses que vienen en el PS de Francia, porque la continuidad en sus políticas de austeridad le pueden hacer caer.

5. Los ecologistas

Confirman la realidad de la ecología política en Europa. Obtienen una cincuentena de escaños y sus resultados rondan el 10% en una serie de países como Francia, Austria y Alemania. La dimensión sistémica de la crisis actual, la crisis ecológica y el riesgo nuclear nutren políticamente a las corrientes ecologistas. Se apoyan tanto en una red impresionante de asociaciones como en una integración cada vez mayor en el juego institucional que les lleva a la participación o al apoyo de coaliciones dominadas por la social-democracia. En determinados sectores de la juventud, de capas superiores del asalariado o de la pequeña burguesía, los partidos ecologistas continúan estando entre “los partidos más europeos”, lo que les puede dar una base social y electoral. Sin embargo es necesario anotar el carácter volátil de ese electorado: en Francia, los ecologistas han perdido más de 6 puntos en relación a 2009, tras la retirada de la escena electoral europea de Daniel Cohn-Bendit.

6. La Izquierda radical

Mantiene sus posiciones, consolidándose y progresando en Grecia, en el Estado español y en Bélgica.

Syriza ha obtenido más del 26% de votos. Confirma que es una alternativa al poder de la coalición de Nueva Democracia y el Pasok. Apoyándose en las movilizaciones y en las redes de solidaridad social en todo el país, aparece como la primera fuerza política. Más allá de determinadas declaraciones de sus dirigentes que buscan vías de acuerdo con la UE, se mantiene como la fuerza anti-austeridad radical del país. Ha exigido elecciones anticipadas. Syriza se encuentra ahora entre la espada y la pared: bien defiende una política anti-austeridad consecuente anulando la deuda y rechazando de todos los memorandums o bien cede a las presiones de la burguesía griega y de la Unión Europa. En esta batalla, la izquierda de Syriza que propone un gobierno de izquierda con el KKE y Antarsya juega un papel decisivo.

Los resultados electorales muestran que en los países del Sur de Europa en los que se han desarrollado luchas masivas contra la austeridad se da una traducción política con resultados significativos a la izquierda de los social-liberales.

En el Estado español, Podemos ha obtenido 7,9% de votos y cinco escaños. No se puede entender este resultado sin tomar en cuenta las jornadas de movilización nacional, las Mareas (blanca, verde…) y la emergencia de un movimiento como los Indignados. Es preciso añadir a ello la crisis política e institucional del modelo político de la transición post-franquista de 1978.

En el Estado español, el bipartidismo también sufre los avances de IU y Podemos. Entre estas dos formaciones políticas suman el 18% de los votos; un resultado que pone sobre la mesa la cuestión de las relaciones unitarias. La fuerza de Podemos tiene sus referencias a los procesos de lucha y autoorganización de estos últimos meses en el Estado español. Este movimiento puede jugar un papel fundamental en la reconstrucción de una perspectiva social y política unitaria que pese en el conjunto de la izquierda. Para las y los revolucionarios que forman parte del mismo constituye todo un desafío.

Añadamos a ellos los buenos resultados del PTB-Gauche d’ouverture en Bélgica que con el 5,48% de votos avanza significativamente en la Bélgica francófona. En estos países el rechazo a las políticas de austeridad ha cristalizado en fuerzas anticapitalistas o antiliberales.

En Francia, el Front de Gauche obtiene los mismos resultados que en 2009, pero muy por debajo de lo esperado. El mismo Mélenchon había previsto que su formación se situaría por delante del PS en estas elecciones. Die Linke obtiene el 7,5%. Hay que anotar que los partidos comunistas mantienen sus posiciones e incluso progresan, como en Portugal -el PCP ha obtenido el 12% de los sufragios mientras que el Bloco d’Esquerda se sitúa un poco por encima del 4%- pero retroceden en Grecia en beneficio de Syriza y no obtienen los resultados esperados en el Estado español donde Podemos se sitúa al mismo nivel que Izquierda Unida.

Mencionemos también el retroceso de la izquierda revolucionaria, sobre todo en Francia, donde el NPA -privado de la propaganda electoral por motivos económicos presentándose sólo en 5 circunscripciones sobre 8- no alcanza el 1% y Lutte Ouvrière obtiene el 1,4%. El NPA participa del retroceso general de todas las listas de izquierda y ve retroceder sus propias posiciones en relación a las últimas citas electorales tras haber jugado un papel importante en la manifestación unitaria contra la austeridad el 12 de abril y a pesar de una buena campaña. No logra obtener unos resultados que se correspondan a su papel en la lucha de clases.

7. ¿A dónde va Europa?

Es la cuestión que está al orden del día. Hemos entrado en una fase de crecimiento débil o de recesión de largo alcance. Si los gobiernos y la BCE se han dotado de instrumentos para evitar una nueva crisis bancaria, nadie puede poner la mano en el fuego descartando la crisis de alguno de los grandes bancos. ¿Hasta que punto el reembolso de la deuda puede seguir sangrando las economías de una serie de países del Sur y de países intermediarios como Italia o Francia?

En el plano político, la crisis de dirección es total. Europa continua siendo el continente más rico, pero pierde peso en el mundo. Las políticas de austeridad al igual las diferentes trayectorias de las economías europeas agravadas por la crisis, tienden a hacer estallar el marco europeo. Una vez más, tras los resultados de UKIP en Gran Bretaña, nadie puede prever las consecuencia de una salida de este país de la Unión Europa. Es cierto que el poder de los intereses económicos de las clases dominantes, el margen de maniobra que detentan los gobiernos así como las direcciones de los grandes bancos y las multinacionales, o la solidez de las instituciones de los Estados europeos, contienen la crisis, pero el tipo de construcción actual de la UE (sin verdadera democracia, sin políticas social, fiscal, presupuestaria, sin cohesión gubernamental salvo para las políticas de austeridad sin fin), vacía los proyectos europeos de todo contenido.

En gran parte, es el debilitamiento del movimiento obrero el que concede estos márgenes de maniobra a las clases dominantes europeas. Aquí también existe una contradicción entre la opción de la globalización capitalista de sectores claves de la burguesía europea y el ascenso del nacionalismo reaccionario que se encarna en los partidos neofascistas y populistas, pero que desgraciadamente irriga también a otras formaciones políticas de derechas e izquierdas. Las fórmulas y propuestas de un Sarkozy para salir de Schengen expresan esa salida nacionalista. Las propuestas de patriotismo económico o las salidas de unos y otros contra la “Europa alemana” traducen también la presión nacionalista.

Frente al ascenso del nacionalismo reaccionario, es necesario, una vez más en la historia, unir todas a las corrientes, asociaciones, partidos militantes que se oponen al peligro populista o neofascista. La cuestión de la unidad de acción, de la unión en las luchas así como en la construcción de una oposición políticas unitaria anti-austeridad, es central. También habrá que estar atentos para diferenciar la movilización unitaria de masas de una parte y el llegar a acuerdos políticos o programáticos que autolimiten la lucha anticapitalista, por otro.

En esta situación es necesario “ponerse a trabajar sin descanso”, oponer la urgencia social y democrática a las políticas de austeridad patronal y gubernamental, redoblar la lucha contra la derecha y la extrema derecha, no ceder en la independencia respecto al social-liberalismo -ninguna alianza gubernamental o parlamentaria con el PS- y mantener el rumbo de una política internacionalista, rompiendo con la Unión Europea actual, pero defendiendo una Europa cooperativa y solidaria de los pueblos y de los trabajadores y trabajadoras.

Fuente: http://www.democraciasocialista.org/?p=3180

Ucrania, un nudo gordiano

 

LUGANSK

Rodolfo Bueno

Rebelión

El problema de Ucrania se ha ido complicando día a día hasta convertirse en un nudo gordiano debido a la intransigencia de la UE y los EE.UU. que,perdiendo el sentido de la realidad, lo quisieron todo para sí. Con esta finalidad se inmiscuyeron descaradamente en los asuntos internos de Ucrania, financiaron el levantamiento de Maidán, instigaron a la ultraderecha a tomarse el poder y, por apoyar ciegamente a la dictadura rusófoba de Kiev, aceptaron la eliminación de los derechos ancestrales del pueblo del sureste ucraniano, de ascendencia rusa.
Los que hasta hace poco exigían a Yanukovich no reprimir las violentas manifestaciones de Maidán son los mismos que ahora instigan a la ultraderecha rusófoba aexterminar a la población del sureste de Ucrania, que no tuvo otra salida que rebelarse y tomar las armas. Luego, con la cantaleta de que la "democracia" debe defenderse de los terroristas, o sea de los patriotas levantados en armas, se asoma la portavoz del gobierno de los EE.UU., Psaki, para justificar el asesinato de niños, mujeres, ancianos y civiles desarmados, la quema de seres vivos en la Casa de los Sindicatos de Odesa y la barbaridad de disparar contra ambulancias que conducen a los heridos en combate.
Al gobierno entrante de Poroshenko, electo en una una contienda precipitada, por decir lo menos, puesto que en ella se impidió la participación de todos los candidatos de la oposición, con lo que no hubo una elección propiamente dicha, le tocará decidirse o entre los nazis del Sector de Derecha, que han sido el sostén armado del desgobierno actual, o tratar de arreglar el problema con Rusia, de la que Ucrania depende casi por completo. Y no se trata sólo el asunto del gas, muy importante por cierto, pues ya deben más de 3500 millones de dólares y a partir del 3 de junio Rusia le va a cortar este suministro, por lo que de nuevo van a comenzar a robar el gas que Gazprom le vende a Europa, sino que la totalidad de la producción de las 245 empresas de la industria militar de Ucrania es adquirida por Rusia, si Ucrania ingresara a la OTAN, como pretenden algunos políticos extremistas, estas fábricas se cerrarían, porque nadie en Occidente va a comprar estos productos, y las protestas sociales serían cada vez mayores debido a que la crisis económica, hoy grave, se tornaría calamitosa. Tampoco Rusia va a soportar eternamente que se asesine a mansalva a la población rusohablante del sureste de Ucrania.
Para arreglar por la buenas el problema de Ucrania, se hace indispensable la colaboración estrecha entre la UE, los EE.UU., Ucrania y Rusia, algo que hasta ahora no se ve por ninguna parte, más que nada porque los menos interesados en ello son los miembros del actual gobierno fascista de Kiev, que busca pescar en río revuelto. Por no darse este escenario, ya que la extrema derecha busca obtener el control del poder total del Estado de Ucrania, la rebelión popular se va a prolongar hasta terminar en la fundación de un nuevo país, llamado Novorrossia, "no solo en las regiones del sureste del país, sino en todo el Estado de Ucrania, cuyos recursos sean propiedad del pueblo y le sirvan a su población." Esta cita es parte de una proclama rebelde. Vale la pena recalcar que el pueblo de Crimea desde siempre pidió el retorno a Rusia, algo que en un comienzo no exigía el pueblo del sureste de Ucrania, que sólo quería que lo dejaran hablar en ruso y un poquito de autonomía. Como se ve, las cosas se van complicado poco a poco y se van a complicar mucho más.
El quid del asunto estriba en que la una mitad de Ucrania se orienta hacía Rusia y la otra, donde el nazismo controla el poder, hacía Occidente. Como el Presidente electo, Poroshenko, no puede romper el cordón umbilical que lo ata al sistema mafioso criminal al que siempre ha pertenecido, no podrá tampoco cortarel nudo gordiano compuesto por intereses oligárquicos, por políticas criminales de extrema derecha, por diferencias religiosas y culturales, por intereses de la OTAN y por el levantamiento popular armado.De ahí que su anuncio de que va a continuar la política actual de Kiev -no discutir sino imponer el criterio de Estado absolutista-, va a profundizar la guerra civil hasta llegar a un punto de no retorno, cuyo único resultado predecible es la desintegración de Ucrania. Se repite así la tragedia yugoslava, en la que todos pierden menos el imperio.
El desgobierno de Kiev se persuadió de que podía derrotar a los rebeldes. No pudo. En sus primeras declaraciones, Poroshenko habla de derrotar lo que llama terroristas e insta a que se lo haga en pocas horas. No podrá.
Parece que en Ucrania todos han cruzado el Rubicón.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Elecciones europeas, continuismos y temblores de tierra

COPHENAGUE-DINAMARCA

 

Jesús Sánchez Rodríguez

Rebelión

Los resultados de las elecciones en Europa

Las elecciones europeas tienen dos características diferenciadoras en relación a otro tipo de elecciones como las parlamentarias, las regionales o las municipales, y estas características son comunes a la mayoría de los países del continente.

La primera de ellas es la alta abstención. En las siete elecciones al Parlamento Europeo celebradas entre 1979 y 2009 la participación ha bajado, cita tras cita, desde el primer 61,99% al 43,08% de hace 5 años. Correlativamente a cada descenso de participación en cada nueva elección se correspondía con un Europa comunitaria más amplia, de los 9 miembros de 1979 se ha pasado a los 27 actuales. A mayor espacio, menor porcentaje de participación. Esto orienta hacia una primera hipótesis interpretativa, los ciudadanos europeos se sienten cada vez más extraños a unas instituciones cada vez más lejanas, siendo percibido, además, el Parlamento Europeo como un órgano sin impacto en las decisiones que les afectan. En las elecciones de este año por primera vez la participación se ha mantenido al mismo nivel que la de 2009 lo que podría interpretarse en el sentido de que la abstención europea ha tocado fondo. Sin embargo utilizar el dato de la participación media entre los 27 Estados de la UE oculta las grandes diferencias entre algunos extremos como la alta participación de alrededor del 90% en países donde es obligatorio votar, como en Bélgica y Luxemburgo, y la muy baja participación en otros, sobre todo en los países de reciente incorporación en el este europeo, donde la participación se situó por debajo del 30%, o casos extremos como la República Checa (19%) o Eslovaquia (13%).

La segunda de las características de las elecciones europeas es que suelen ser utilizadas por los ciudadanos para expresar un voto de protesta de manera más acusada que en otro tipo de elecciones donde los efectos sobre la vida cotidiana tienen consecuencias más inmediatas y directas. El parlamento europeo sigue viéndose como una institución lejana y con poca o nula capacidad de intervención en los asuntos que afectan a los ciudadanos europeos, percepción agudizada con la actual crisis económica en la que esta institución ha tenido un protagonismo absolutamente secundario frente al peso de países como Alemania u otras instituciones como la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

Dicho esto, los resultados generales pueden englobarse dentro de las siguientes tendencias: Permanece el dominio de los conservadores y socialdemócratas aunque con correctivos para los cuatro principales grupos de europarlamentarios, los conservadores pierden 64 escaños (212), los socialistas 10 (186), los liberales 13 (70), y los verdes 2 (55). Por el contrario crecen los grupos que representan un voto de protesta contra la actual UE, tanto por la izquierda como por la extrema derecha, la izquierda gana 8 parlamentarios (43), los ultraderechistas del grupo europeo de la Libertad y la Democracia ganan 5 (36) sin contar con dos grandes vencedores en Francia y Gran Bretaña que no pertenece a este grupo, así, el Frente Nacional ha pasado de 6 a 24 escaños y el UKIP que pasa de 13 a 23.

Efectivamente continua la preocupante tendencia, expresada en las elecciones europeas de 2009 y en otras de tipo nacional en estos últimos cinco años, de implantación y crecimiento de partidos xenófobos y ultraderechistas por toda Europa hasta alcanzar cerca de un 25%, y englobando tanto a países especialmente golpeados por la crisis y las medidas de austeridad, como Grecia donde Amanecer Dorado se sitúa en tercera posición con un 9,4% de votos y Laos con el 2,8%, como a países que han sorteado la crisis con menos problemas como en Dinamarca y Austria donde han obtenido un 25% de los votos. Pero sin duda ha sido la victoria obtenida por el Frente Nacional en Francia el dato que más repercusión ha tenido al situarse como el primer partido más votado, convirtiéndose, de esta manera, en la referencia de toda la extrema derecha en Europa. Este ascenso de las posiciones xenófobas y ultraderechistas tendrá consecuencias seguramente en tres aspectos, primero, servirá de aliciente al crecimiento de estos partidos en toda Europa, segundo, arrastrará hacia posiciones más derechistas a los partidos conservadores para intentar recuperar electorado o evitar mayores pérdidas y, tercero, repercutirá en las decisiones del parlamento europeo. Mucho es de temer que las posiciones xenófobas y ultranacionalistas continúen creciendo en Europa tras este resultado.

En el campo de la izquierda los resultados han sido mediocres con la excepción de Grecia, con la victoria de Syriza, y España con el ascenso de IU y la irrupción de Podemos, pero sobre España dedicaré un análisis más detallado más abajo.

Efectivamente, con la excepción de Syriza, los resultados de la izquierda europea no han supuesto avances significativos. En Grecia por primera vez, y después de varias elecciones, Syriza se ha convertido en la fuerza política más votada, multiplicando por seis los resultados de hace cinco años, esto significa que se ha consolidado como referente de la izquierda tanto en Grecia (donde la izquierda sigue fragmentada y el KKE (comunistas) ha obtenido un 6%) como en Europa. Su gran reto es consolidar este resultado en futuras elecciones nacionales, evitando que una parte de su apoyo sea una expresión de protesta solo en las europeas. Como ya se había comentado en artículos anteriores esta situación de la izquierda en Grecia es fruto de tres circunstancias especiales, primero la dureza de las medidas de austeridad con las que se ha castigado a las clases populares griegas y las continuas movilizaciones de protesta con las que han respondido éstas, segundo, la capacidad de la mayoría de la izquierda griega para levantar una organización unitaria para responder a la crisis y, tercero, al hundimiento de la socialdemocracia griega, inicialmente por la traición a su electorado cuando gobernó en solitario y luego por su alianza con los conservadores.

En el resto de Europa la izquierda ha mantenido unos resultados mediocres para una época de crisis como la actual. En Alemania La Izquierda obtiene 7 eurodiputados, perdiendo uno. En Portugal la coalición de comunistas y verdes alcanzó el 12,4% y el Bloque de Izquierda ha bajado al 4,5%, perdiendo en conjunto un eurodiputado. Y en Francia, el Frente de Izquierdas alcanzó un modesto 6,34% y tres eurodiputados, después de los desastrosos resultados obtenidos en las últimas elecciones municipales.

Los resultados de las elecciones en España

Las elecciones europeas de 2014 han producido un pequeño terremoto político en cuatro países por diferentes circunstancias. En Gran Bretaña por la victoria del partido xenófobo y antieuropeo del UKIP, en Francia por la victoria del Frente Nacional, en Grecia por la victoria del izquierdista Syriza y en España por varios factores que ahora pasaremos a analizar.

El primero de estos factores ha sido el hundimiento del bipartidismo conformado por los conservadores y los socialistas que había dominado el sistema electoral español desde la transición. En concreto, ambos partidos han cosechado ahora un 49,07% de los votos cuando en las anteriores elecciones europeas obtuvieron el 82,05%. Los votos perdidos por el PP y el PSOE han redundado en beneficio de partidos menores ya existentes o de nueva creación. Esta situación ha fragmentado el sistema electoral español, y su consolidación en las próximas elecciones del 2015 obligaría a gobiernos de coalición, entre los que no puede descartarse uno entre los dos principales partidos como evocó el ex-presidente de gobierno Felipe González.

El segundo factor lo representa el fuerte aumento de la izquierda en España, tanto de la ya existente, IU, que pasa de un 3,77% y dos eurodiputados en 2009 a un 9,99% y 6 diputados en las actuales elecciones, como del recién creado partido Podemos que ha irrumpido con un inesperado 7,94% y 5 escaños. España era el país de Europa donde más avanzado estaba el proceso para intentar repetir el modelo de Syriza, el de una izquierda fuerte capaz de ponerse a la altura electoral del PSOE. En España la socialdemocracia, al contrario que en Grecia, que ha sufrido una debacle por los motivos más arriba apuntados, lo que está sufriendo es un fuerte desgaste que hace que la izquierda ascienda, también, de manera progresiva. Los pronósticos daban un mayor crecimiento de IU en estas elecciones, de manera que se aproximase al modelo Syriza. Sin embargo la irrupción de Podemos, como partido representante del movimiento 15-M, ha cortocircuitado esta posibilidad. Lo que resta por ver ahora es si el modelo Syriza de ascenso de la izquierda a primeras posiciones en el terreno electoral queda definitivamente arruinado en España o puede ser retomado por una alianza entre IU y sus socios de una parte, y Podemos de otra. Entre ambas formaciones representan prácticamente un 18% de los votos frente al 23% del PSOE. Este es un proceso lleno de incógnitas que debe resolverse en los próximos meses. Podemos es un partido recién creado sobre la base de una nebulosa de activistas y algunos partidos de la izquierda radical que han tenido como punto de unión un personaje mediático, un proceso de primarias y un discurso anti-partidos y anti-austericidio. Pero ahora, con el peso adquirido, se encuentra ante la obligación de elaborar un programa detallado para llevar a la práctica y una política de alianzas. Veremos si el modelo Syriza se retoma en España a otro nivel o queda definitivamente descartado.

El tercer factor originado en estas elecciones europeas y que ha provocado el pequeño terremoto del que hablamos ha tenido lugar en un territorio concreto, en Cataluña, y como consecuencia del proceso soberanista que está allí planteado. En primer lugar, en Cataluña la participación en las elecciones ha sido un 10% superior a la registrada en 2009 y, en segundo lugar, los resultados han reflejado el contencioso por el derecho a decidir. Así el partido gobernante, CiU, que ha aplicado una política de austeridad similar a la del PP en el resto de España, sin embargo apenas ha sufrido un ligero desgaste del 0,65%, aunque ha sido desbancado por ERC que ha triplicado el número de votos y se ha convertido en la fuerza más votada en Cataluña. La izquierda, ICV-EUiA, que también apoya el derecho a decidir y ha combatido las medidas de austeridad ha duplicado sus apoyos hasta el 10,3%. Estos resultados, especialmente el de ERC, sin duda que servirán para reforzar la voluntad en Cataluña de celebrar el referéndum en noviembre próximo, en contra de la posición del gobierno y el parlamento español.

El conjunto de estos factores plantean un panorama con un desarrollo abierto a múltiples posibilidades entre las que se encuentran la disputa por el liderazgo de la izquierda, la política de alianzas ante una perspectiva de fragmentación electoral, y el conflicto soberanista en Cataluña. Y como telón de fondo de todo ello, la lucha entre las clases populares y la burguesía en torno a la crisis económica y social que sigue pesando sobre España.

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lunes, 26 de mayo de 2014

El dilema es bien sencillo: o izquierda o austeridad

 

Viajes Atenas1 El Pireo, puerto histórico ateniense

EL PIREO, UN PUERTO, UNA PUERTA.

 

Dirigente carismático de Syriza desde 2008, Alexis Tsipras, que cumplirá 40 años dentro de dos meses, antiguo ingeniero civil y antaño miembro de las juventudes comunistas, es también el candidato de la izquierda de la izquierda europea (Die Linke, Front de Gauche, Grupo de la Izquierda Unida y Verde Nórdica…) para el puesto de José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea. Detalla para el semanario francés Marianne los objetivos de su formación en declaraciones recogidas por Alan Léauthier.

Marianne : En este mes de mayo tres elecciones reclaman a los electores griegos. ¿Cuál es el eje común de su campaña?

Alexis Tsipras: La necesidad de cambio, pues el Memorándum [la política de rigor y reformas de la competitividad impuestas por la troika a cambio de los préstamos concedidos] ha transformado una crisis fiscal en otras dos crisis paralelas, humanitaria y medioambiental. Así, las políticas llamadas de «devaluación interna» [para rebajar costes sociales y precios] han tenido también como consecuencia debilitar todas las palancas de las administraciones descentralizadas. Debido al descenso de la fianciación, las autoridades locales o regionales ya no pueden garantizar funciones tan básicas como la propiedad, el mantenimiento y la protección del medio ambiente. Necesidad de cambio, por tanto, pero también de un programa para ponerlo inmediatamente en marcha. Para reemplazar el Memorándum, Syriza ha elaborado un plan social y económico de reconstrucción dinámica de nuestro país del que son portadores en cada escalón nuestros candidatos en las tres citas electorales.

Y todos insisten mucho en la indispensable cooperación entre los ciudadanos, pero también entre los países miembros de la UE…

A causa del Memorándum de mayo de 2010 Grecia se ha convertido en fuente de negatividad para toda Europa. La llegada del pueblo griego y de Syriza al poder, por el contrario, permitirá que el país pueda transformarse en actor positivo del cambio a escala continental. Nuestro objetivo consiste en acabar rápidamente con la política de austeridad y solventar el problema de la deuda mediante una conferencia europea consagrada a los medios para lograrlo colectivamente. Esto concierne a todos los pueblos europeos, independientemente del lugar en el que vivan, y de que uno se oponga o no a la austeridad. Concierne también a todos los países afectados por un problema de sobreendeudamiento, incluida Francia, cuya deuda pública sobrepasa el 90 % y está al nivel de la de España.

No obstante sus compromisos europeos, ciertos observadores consideran que Syriza sigue siendo ambigua de algún modo en toda una serie de cuestiones : salida de la zona euro, anulación unilateral de la deuda o planes de ajuste estructural…

Respecto a los planes de ajuste de nuestra economía, seamos claros: es un asunto interno de una nación europea democrática y soberana. Europa debería tener algo que decir sobre los objetivos presupuestarios, no sobre los medios para alcanzarlos. Siendo este el caso, ¿hay que repetir que Syriza no ha deseado ni contemplado jamás que Grecia abandone el euro, del mismo modo que no tenemos intención de anular unilateralmente la deuda de nuestro país? Bien al contrario, puesto que proponemos la conferencia europea que he mencionado anteriormente para solventar de manera definitiva y consensuada el problema. En la zona euro somos socios iguales. Y Syriza hará que se oiga la voz del pueblo griego en Bruselas. Tal vez eso le desagrade a la señora Merkel y sus aliados, sobre todo, entre nosotros, a Antonis Samaras y Evangelos Venizelos [primer ministro de Nueva Democracia y viceprimer ministro del Pasok respectivamente] , pero ya es hora de que se preocupen por ello.   

¿Cómo calcula usted reducir en la práctica los déficits públicos ? ¿Con la máquina de hacer billetes ? ¿En contradicción con los tratados de la Unión? Y ¿con qué aliados en Europa ?

Sólo el crecimiento permitirá reducirlos de manera duradera. Y precisamente por esta razón de ajuste presupuestario es por lo que queremos terminar con la austeridad en beneficio de una política de relanzamiento del consumo  interno y de inversión pública. Respecto al fondo de la cuestión, en un pasado reciente Margaret Thatcher parecía todopoderosa e invencible en Europa. Pero fue vencida precisamente por su política europea. A menos que muestre un poco de pragmatismo, la misma suerte le espera a Angela Merkel. En todo caso, si Syriza está en el gobierno, no podrá ella seguir imponiendo austeridad a toda Europa. Es todo una cuestión de relación de fuerzas políticas en el tiempo. Y por eso insistimos tanto en el hecho de que en las próximas elecciones vamos a votar literalmente sobre nuestro futuro. El dilema es bien sencillo : o izquierda o austeridad. Cada voto a los conservadores, los liberales o los socialdemócratas se interpretará políticamente como una aprobación de la austeridad. Y esto afectará de la peor de las maneras a dos generaciones, la nuestra y la de nuestros hijos.    

Alexis Tsipras, dirigente de Syriza, es candidato a la presidencia de la Comisión europea por el Partido de la izquierda Europea (PIE)

viernes, 23 de mayo de 2014

El ‘austericidio’ de la Troika fomenta un neofascismo maquillado en Europa

 

                         

                          CARLOS ENRIQUE BAYO

  “Vamos a asegurarnos de que dentro de 50 años, un italiano, un francés, un inglés, un irlandés o un alemán aún pueda ser reconocido como europeo, y no confundido con un ghanés o un chino”, proclamó hace pocos días Udo Voigt, cabeza de lista del Partido Nacional Demócrata (NPD) de Alemania, la primera formación política neonazi de ese país que puede obtener representación parlamentaria 75 años después del estallido de la II Guerra Mundial.

Pese a que los servicios secretos germanos clasifican al NPD como “racista, antisemita y revisionista” (defensor del Tercer Reich), un cambio en la ley electoral alemana que suprime el umbral mínimo del 3% de los votos para obtener algún escaño parece ahora garantizar que Voigt será eurodiputado gracias a los eslóganes “Dinero para los ancianos, no para los gitanos” y “El barco está lleno”. Y a una demagogia barata que instiga el odio racial más primario: “Europa es el continente de la gente blanca y así debe seguir”, predica este nuevo führer católico de 62 años.

Él asegura ser “demócrata” y niega contra toda evidencia que su ideología sea racista, pero la realidad es que los dirigentes del NPD no sólo han copiado numerosas ideas del nacional-socialismo, sino que “en su programa de deportar de Alemania a unos 12 millones de personas que no consideran racialmente puras, son incluso más extremistas de lo que era el partido NSDAP de Hitler en su congreso fundacional de 1920”, explicaba recientemente a Reuters el politólogo Hajo Funke. “Porque los nazis en un principio sólo hablaban de expulsar a los judíos, mientras que ahora sus herederos pretenden expulsar a turcos, musulmanes e inmigrantes en general”, acabar con el libre tránsito de personas en la zona Schengen y abolir la libertad de contratación de trabajadores de otros países. En definitiva, acabar con la UE, como arenga Voigt:

“Voy a meter un palo entre las ruedas de los que pretenden crear una sociedad multicultural en Europa e impedir los planes de gastar miles de millones en rescates bancarios, en vez de en los desempleados”.

Un discurso ultrademagógico que suena exactamente igual que la cantinela de la líder del Frente Nacional (FN) francés, Marine Le Pen, que seguramente se alzará con la victoria en Francia, cuando promete: “Voy a formar un grupo parlamentario [en la Eurocámara] porque quiero bloquear cualquier avance de la Unión Europea”.

Por supuesto, ella reniega de alianzas con formaciones tan neonazis como el propio NPD, el Jobbik húngaro, el búlgaro Ataka o el Amanecer Dorado griego. Pero proclama su intención de reunir a los euroescépticos de Francia, Holanda (el PVV de Geert Wilders), Austria (el FPOe que dirigió Jörg Haider), Bélgica (el islamófobo Vlaams Belang), Italia (la xenófoba Liga Norte que fundó Umberto Bossi), Suecia (los populistas de Sverigedemokraterna), Eslovaquia (el ultranacionalista SNS) y Lituania (el Partido del Orden y la Justicia), para obtener las subvenciones y el tiempo de intervención en los plenos reservados a los grupos de al menos 25 diputados de siete países distintos.

Igualmente, el antieuropeísta Nigel Farage –cuyo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) va camino de alcanzar el primer puesto en ese país– descarta ahora los pactos con Le Pen y Wilders, aduciendo que sus posturas ultra-racistas le perjudicarían en su objetivo prioritario de retirar a su país de la UE. Pero estos últimos dicen abiertamente que cambiará de posición en cuanto vea los beneficios de unir fuerzas en la Eurocámara. La candidata del FN Aymeric Chauprade vaticina que podrán reunir a una docena de partidos y medio centenar de eurodiputados en un grupo de formaciones que han optado por enmascarar su ideología neofascista tras un mensaje de defensa de los intereses ciudadanos y nacionales frente a las imposiciones económicas de la Troika y los desastres de la política de austeridad y recortes.

“Más de la mitad de las leyes en Holanda no parten del Ejecutivo neerlandés, sino del Consejo Europeo, de la Comisión o de la Eurocámara; es decir, de la élite europea”, clama Wilders, que puede acabar siendo el más votado en su país en estas elecciones.

Hasta Amanecer Dorado, con media docena de sus líderes en prisión por sus actividades violentas y su propaganda hitleriana, ha presentado a las europeas candidatos civilizados: abogados, empresarios y académicos que ya no agitan cruces gamadas sino el eslogan: “Por una Europa de las naciones, no de los bancos”. Los neo-nazis de Grecia niegan serlo y piensan aprovecharse de la miseria a la que Bruselas condenó a los griegos: “Nosotros no somos fascistas, sino nacionalistas”, afirma su candidata Georgia Vardoulaki. “La cuestión es que la UE arrancó con el objetivo de ser una familia de naciones y se ha transformado en un bloque de amos y esclavos”.

Por su parte, el líder del antisemita Jobbik húngaro, Gabor Vona, ha aparcado su agresiva retórica racista y aparece en los carteles de campaña acariciando a tres perritos cachorros sobre sus rodillas. Ese profundo maquillaje de la anterior imagen paramilitar de los neofascistas europeos viene acompañado de un fácil mensaje populista con el que la población puede identificarse: los ciudadanos están oprimidos por poderes globales y élites corruptas, frente a los cuales hay que resucitar la soberanía nacionalista. Y casi todos esos partidos fascistas emplean las palabras “Libertad” y “Democracia”, precisamente lo opuesto de lo que impondrían si alcanzasen el poder, en sus nombres oficiales: las tres candidaturas conjuntas ultraderechistas en estas elecciones de 2014 se hacen llamar Movimiento por la Europa de las Libertades y la Democracia, Alianza Europea por la Libertad y Alianza Europea de Movimientos Nacionales.

Está claro que las personalidades narcisistas y egocéntricas de todos esos líderes hará difícil que formen un solo grupo homogéneo en Estrasburgo, pero también es innegable que su meteórico ascenso en la Eurocámara (donde, probablemente, más que duplicarán su número combinado de escaños, hasta superar el centenar) ha sido impulsado por el desastroso austericidio que se ha impuesto a la ciudadanía para compensar el crash financiero global, mientras se rescata a las entidades bancarias y se toleran el fraude y los paraísos fiscales.

Una vez más en la historia de Europa, la tremenda desigualdad socio-económica (con su doble fractura, Norte-Sur y entre el 1% que lo tiene todo y el 99% cada vez más empobrecido) y la tragedia de parados, desahuciados, marginados… está alimentando el monstruo del fascismo.

Como concluía Ignacio Ramonet en el último Le Monde Diplomatique, tras constatar que las clases medias están “en estado de pánico” porque ven cómo se deslizan por “el tobogán que las conduce a reintegrar las clases pobres, de donde pensaban (…) haber salido para siempre”:

“La Unión Europea se dispone a lidiar con la extrema derecha más poderosa que el Viejo Continente haya conocido desde la década de 1930”.

¿Y qué remedio nos recetan desde la Troika? Más austeridad para la gente y más enriquecimiento para la élite. Están jugando con fuego… y lo saben.

FUENTE: PÚBLICO.ES

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lunes, 19 de mayo de 2014

Declaración programática de Alexis Tsipras. Mi candidatura: un mandato para la esperanza y el cambio

 

Alexis Tsipras · · · · ·

 

Con ocasión de su 4º congreso, celebrado del 13 al 15 de diciembre de 2013 en Madrid, el Partido de la Izquierda Europea (PIE) me eligió como candidato a la Presidencia de la Comisión Europea.

Es para mí un honor y una responsabilidad. Es un honor personal, pero no sólo eso. Esta candidatura, confiada al dirigente de la principal fuerza de oposición en Grecia, es un reconocimiento simbólico de los sacrificios hechos por el pueblo griego. Expresa igualmente la solidaridad hacia todos los pueblos del Sur de Europa que sufren las consecuencias sociales catastróficas del «Memorándum» de austeridad y de recesión. Con esta candidatura, estimo igualmente que se me confía un mandato: un mandato para la esperanza y el cambio en Europa. Hacemos un llamamiento en pro de establecer en Europa una democracia en la que todas las generaciones encuentren su lugar. Emprendemos un combate para conquistar el poder con el fin de cambiar la vida cotidiana real de la gente corriente. Para nosotros, tomar el poder (y cito aquí a Aneurin Bevan, el padre fundador del National Health Service británico, un verdadero socialdemócrata) es «utilizar la acción colectiva con el fin de transformar la sociedad y para elevar las condiciones de vida de todos».

Yo no soy el candidato del Sur de Europa. soy el candidato de todos los pueblos, de todos los ciudadanos europeos que quieren una Europa liberada de la austeridad, de la recesión y del Memorándum, cualquiera que sea su lugar de residencia, tanto si viven en el Norte como en el Sur. Mi candidatura tiene la vocación de dirigirse a todas y todos vosotros, ciudadanos y ciudadanas de Europa, independientemente de cuáles hayan sido hasta aquí vuestras convicciones políticas y vuestras opciones electorales nacionales. Aspira a unir muy en particular a las gentes que la gestión neoliberal de la crisis económica no ha dejado de dividir. Va dirigida a todos aquellos que quieren una vida mejor para ellos y para sus hijos en una Europa mejor. Con mi candidatura, la indispensable alianza anti-Memorándum del Sur viene a confluir con un movimiento europeo más amplio en contra de la austeridad: un movimiento para la reconstrucción democrática de la Unión Monetaria.

Mi candidatura va dirigida especialmente a los jóvenes. Hoy, por primera vez desde la Liberación, la juventud de Europa prevé que va a vivir peor que sus progenitores. La juventud vé cómo sus esperanzas son cruelmente truncadas por el desempleo masivo y la perspectiva de un crecimiento hecho de bajos salarios y de subempleo. Es responsabilidad nuestra actuar ahora: no «para los jóvenes» sino «con los jóvenes».

Es urgente acabar con «el dinero rey» que destruye nuestros proyectos y nuestros niveles de vida en todo el continente. La Zona Euro vacila, está al borde del desplome. Esta situación no es debida al euro en sí mismo, sino al neoliberalismo: es decir, al conjunto de las políticas de austeridad que conducen a la recesión y que, lejos de servir de apoyo a la moneda única, la han desestabilizado peligrosamente. Más aún, al mismo tiempo que la moneda única, dichas políticas socavan la confianza misma de los pueblos en la Unión Europea y el apoyo público a una integración europea más avanzada y más sólida. Por esa razón estamos convencidos de que el neoliberalismo es un factor importante, incluso un acelerador, del euroescepticismo.

Pero ésa no es nuestra Europa. Es solamente la Europa que nosotros queremos cambiar. En lugar de una Europa en que todo el mundo vive con miedo al desempleo y a la pobreza, donde la invalidez y el envejecimiento son sinónimos de precariedad; en lugar de la Europa actual que entrega la riqueza a los más ricos y que teme a los pobres, en lugar de una Europa que se pone al servicio de las necesidades de los banqueros, nosotros queremos una Europa que esté al servicio de las necesidades del ser humano.

¡El cambio es possible y llegará! Necesitamos reconstruir una Europa unida, sobre bases democráticas y progresistas. Hemos de hacer que Europa conecte de nuevo con sus orígenes ilustrados y dé la primacía a la democracia. Pues está claro desde ahora que Europa será democrática o no será. Ahora bien, para nosotros, la democracia no es negociable.

El Partido de la Izquierda Europea se bate por una Europa democrática, social y ecológica, es decir, por la refundación de la Unión Europea sobre la base de esos objetivos estratégicos. He aquí nuestras cuatro prioridades políticas:

1. La reorganización democrática de Europa

Europa no será ni social, ni ecológica, si no es ante todo democrática. Y si no es democrática, se enajenará el apoyo de sus ciudadanos, tal como ocurre hoy día. Desde este punto de vista, hemos llegado a un momento crítico en la actual Unión Europea, que se halla reducida, después de un proceso de constante deterioro democrático, a una organización oligárquica y autoritaria, al servicio de los banqueros, de las multinacionales y de los muy ricos. La democracia en Europa está en retroceso. No hay duda: es preciso acabar con la austeridad y reconquistar la democracia. En efecto, el hecho de que los parlamentos nacionales hayan aceptado, bajo presión, imponer a sus pueblos la austeridad neoliberal via el «Memorándum» ha tenido como consecuencia su descrédito. En el plano de la democracia social, esta política ha destruido los derechos sociales de los ciudadanos, que habían sido conquistados después de largas luchas. Además, esa política se ha aplicado con metodos dignos de Estados policiales. Al mismo tiempo, la estructura y el funcionamiento actual de las instituciones de la Unión Europea ‑a la que han sido transferidas una parte de las competencias y de la soberanía nacionales‑ carecen de legitimidad democrática y de transparencia. Un puñado de burócratas, desconocidos para todo el mundo, no puede tomar legítimamente decisiones en lugar de responsables políticos elegidos. En fin, para que esta discusión sobre la democracia en Europa adquiera todo su sentido, es preciso que la Unión Europea disponga de un presupuesto propio y sólido, a la altura de las tareas que ha de realizar. Es preciso que el Parlamento Europeo, que vota el presupuesto, pueda supervisar igualmente su ejecución, en concierto con los parlamentos nacionales, y que disponga de los medios necesarios para evaluar la eficacia de las políticas adoptadas. La reorganización democrática de la Unión Europea es primordial: es, por excelencia, nuestro objetivo político. Ello pasa por el aumento de la intervención pública, por una implicación más fuerte de los ciudadanos en la elaboración de las políticas y en el control de los servicios públicos en Europa. En paralelo, debemos reforzar las instituciones dándoles una legitimidad democrática directa, como la que poseen los parlamentos nacionales y el Parlamento Europeo. Ello supone tomar iniciativas políticas concretas, ante todo para restaurar la función primordial de los parlamentos nacionales en la elaboración de los presupuestos nacionales y en el conjunto de las decisiones que tienen que ver con ello. Esto significa la suspensión de la aplicación de los artículos 6 y 7 del Reglamento (UE) 473/2013, que ha dado a la Comisión Europea el poder de examinar y revisar los presupuestos nacionales antes de que los parlamentos nacionales mismos puedan hacerlo. En un segundo tiempo, tal como he indicado más arriba, eso supone la plena participaciónt, a la vez, del Parlamento Europeo y de los parlamentos nacionales en el control del presupuesto europeo. Y supone también un reforzamiento importante de los poderes del Parlamento Europeo para hacer de él un verdadero mecanismo de control democrático del Consejo Europeo y de la Comisión Europea. Finalmente, esta democratización de la Unión Europea es incompatible con el mantenimiento de una actitud arrogante, agresiva, belicosa y militarista fuera de sus fronteras. Por esa razón necesitamos un sistema de seguridad europeo basado en la negociación y el desarme. Ningún soldado europeo tiene vocación de actuar fuera de Europa.

2. Acabar con la austeridad

La austeridad es el remedio que agrava el mal en lugar de curarlo y que interviene en el peor momento, con consecuencias devastadoras para la cohesión de las sociedades, para la democracia y para el futuro de Europa. Una de las heridas producidas por la austeridad que no muestra signo alguno de curación es el desempleo y, en particular, el desempleo de los jóvenes. En Grecia y en España, el desempleo de los jóvenes afecta al 60%. Con 5,5 millones de personas sin empleo entre los menores de 25 años, Europa cava su propia tumba.

3. Acometer una transformación ecológica del modo de producción

La crisis que estamos viviendo no es solamente económica. Es también ecológica en el sentido de que es el reflejo de un modo de producción insostenible en Europa. Tenemos, por ello, necesidad de una transformación a la vez económica y ecológica de las empresas europeas: para salir de la crisis y crear las bases sólidas y duraderas de un desarrollo portador de justicia social y de igualdad entre hombrees y mujeres, que ofrezca empleos estables y decentes, así como una mejor calidad de vida para todas y todos. ¡Y esta transformación es urgente! En efecto, con el pretexto de la crisis y de la necesidad de buscar soluciones a corto plazo para relanzar el crecimiento económico, la Unión Europea y los Estados miembros han rebajado los criterios de vigilancia ambiental y circunscrito la ambición del desarrollo sostenible ‑en el mejor de los casos‑ a la energía y la explotación de los recursos.

Europa necesita transformar en profundidad su modelo económico para poner en marcha un desarrollo sostenible. Una primera etapa debe ser la profundización en los logros europeos. Es necesaria en Europa una política pública en materia de ecología que dé prioridad al desarrollo sostenible, a la calidad de la producción, a la cooperación y a la solidaridad. La transformación ecológica del modo de producción abarca ámbitos tan vastos y variados como: la reforma fiscal, que debe cambiar de lógica y, en lugar de gravar el empleo, contribuir a frenar el consumo de recursos, pero también suprimir las subvenciones a las actividades que destruyen el medio ambiente, sustituir las energías tradicionales por energías renovables, invertir en la investigación y el desarrollo ambientales, la agricultura biológica y el transporte sostenible, y rechazar, en fin, todo tratado de libre comercio transatlántico que no ofrezca la garantía de un alto nivel de normas sociales y ambientales.

4. Reformar el marco europeo de la inmigración

Es imposible frenar la aspiración de los seres humanos a una vida mejor. Levantando muros se pone fin a los derechos humanos, pero no se suprime la existencia de los emigrantes. Mientras las desigualdades de renta y de perspectivas entre los países de emigración o de tránsito, por un lado, y la Unión Europea, por otro, sigan siendo tan profundas e incluso continúen aumentando, la emigración hacia Europa no cesará. La Unión Europea, por el contrario, debería mostrar la necesidad de una doble solidaridad: en el exterior de sus fronteras, en dirección a los países de emigración, y en el interior, con un justa distribución geográfica de los inmigrantes en Europa. En particular, la Unión Europea debería lanzar una iniciativa política para la renovación cualitativa de las relaciones con dichos países, reforzando a la vez la ayuda al desarrollo y las capacidades de desarrollo endógeno, asociado a la paz, la democracia y la justicia social. Al mismo tiempo, será preciso cambiar en su conjunto la arquitectura institucional de la Unión Europea en lo relativo a la inmigración y al derecho de asilo. Hemos de asegurar el respeto de los derechos humanos fundamentales en todo el territorio europeo y planificar inmediatamente medidas eficaces para socorrer a los emigrantes en alta mar, establecer centros de acogida en los puntos de entrada en territorio europeo y adoptar un procedimiento legal y un nuevo marco legislativo que organice de manera justa y eficaz el acceso de los inmigrantes a todos los países de la UE, de manera equitativa y proporcional, y tomando en consideración, en la medida de lo posible, los deseos de los inmigrantes. Será preciso revisar en consecuencia la financiación de la Unión Europea. Las recientes tragedias de Lampedusa y de Farmakonisi han demostrado claramente que el Pacto europeo sobre la inmigración y el derecho de asilo, así como el llamado Reglamento Dublín II (Reglamento (CE) 343/2003 y Reglamento (UE) 604/2103) deben ser inmediatamente revisados. Rechazamos la idea de una «Europa fortaleza», que no hace sino favorecer la xenofobia, el racismo y el fascismo. Trabajamos por una Europa que se convertirá en una fortaleza inexpugnable para la extrema derecha y el neonazismo.

Nuestro plan contra la crisis: las 9 medidas para una crecimiento basado en la justicia social y el pleno empleo

La Zona Euro es el nivel más apropiado para aplicar políticas económicas progresistas que tengan por objetivo el crecimiento, la redistribución de la riqueza y el pleno empleo. En efecto, la Unión Monetaria goza de un mayor grado de libertad en la definición de las políticas que cada uno de sus Estados miembros por separado, en la medida en que está menos expuesta a la volatilidad y a la inestabilidad del entorno exterior. Pero el cambio exige a la vez un plan político creíble y una acción colectiva.

Para acabar con la crisis en Europa necesitamos un cambio radical de rumbo político, que pasa por las nueve medidas programáticas siguientes:

1. Un «New Deal» para Europa

Desde hace 6 años, la economía europea viene sufriendo la crisis, con un índice medio de desempleo que se sitúa en torno al 12% y con riesgos inminentes de deflación comparable a la que tuvo lugar en los años 1930. Europa puede y debe obtener colectivamente créditos a bajo interés para financiar un programa de reconstrucción económica y un desarrollo sostenible, con una atención particular a la inversión en favor de las personas, la tecnología y las infraestructuras. Dicho programa ayudará a las economías más afectadas por la crisis a romper el círculo vicioso de la recesión y de la deuda creciente, permitirá crear empleo y lograr un restablecimiento duradero. Los Estados Unidos lo hicieron: ¿por qué nosotros no?

2. Aumentar el crédito a las pequeñas y medianas empresas

Las condiciones de crédito en Europa se han deteriorado claramente. Las pequeñas y medianas empresas se han visto particularmente afectadas por este fenómeno. Han tenido que cerrar por centenares, especialmente en las economías de la Europa del Sur, a las que ha golpeado de lleno la crisis. No han cerrado porque no fueran económicamente viables, sino simplemente porque dejaron de tener acceso al crédito. Las consecuencias para el empleo han sido desastrosas. Una situación extraordinaria exige medidas extraordinarias: el Banco Central Europeo debe seguir el ejemplo de los bancos centrales que, en todo el mundo, proporcionan crédito a muy bajo precio a los bancos, con la condición expresa de que acepten aumentar sus préstamos a las pequeñas y medianas empresas por un importe equivalente.

3. Ganar la batalla contra el desempleo

El índice medio de desempleo en Europa es hoy el más alto nunca registrado. En este momento, cerca de 27 millones de personas están sin empleo en la Unión Europea, más de 19 millones de ellas en la Zona Euro. El índice medio oficial de desempleo ha pasado del 7,8 % en 2008 al 12,1% en noviembre de 2013. Tan sólo en Grecia, del 7,7 % al 27,4%, y en España, del 11,3% al 26,7% durante el mismo período. Para muchos, el desempleo dura desde hace más de un año y numerosos jóvenes no han tenido siquiera la possibilidad de acceder a un empleo remunerado y satisfactorio.

Este desempleo masivo es la consecuencia de un crecimiento económico débil o incluso negativo. Pero la experiencia demuestra que, aunque el crecimiento se reanude en Europa, llevará mucho tiempo antes de que el desempleo vuelva a su nivel de antes de la crisis. Ahora bien, Europa no puede permitirse esperar. Esta larga oleada de desempleo deja marcas indelebles al destruir los talentos y las competencias, en particular, de los jóvenes. Alimenta a la extrema derecha, desestabiliza la democracia y destruye el ideal europeo. Europa no debe perder tiempo. Debe movilizar y redirigir los recursos de su Fondo Estructural hacia la creación de ofertas de empleo válidas para sus ciudadanos. Allá donde las limitaciones fiscales de los Estados miembros sean demasiado fuertes, la contribución nacional debe reducirse a cero.

4. Suspender el nuevo marco fiscal europeo

Éste impone presupuestos anuales equilibrados, sin tener en cuenta las condiciones económicas existentes en un Estado miembro. Así, elimina la posibilidad de utilizar la fiscalidad como una herramienta política de estabilización en tiempo de crisis, es decir, en el momento mismo en que es más útil, haciendo así correr un riesgo grave de desestabilización de la economía. En suma, es una idea muy peligrosa. Europa necesita un marco fiscal que reconozca la necesidad de la disciplina fiscal a corto plazo, pero permitiendo a los Estados miembros recurrir a la fiscalidad para estimular la economía en períodos de recesión. Es preciso, pues, optar por una política fiscal adaptada al ciclo económico y que dé margen suficiente a la inversión pública.

5. Un verdadero Banco Central para Europa: prestamista de última instancia para los Estados miembros y no sólo para los bancos

La experiencia histórica tiende a probar que, para tener éxito, las uniones monetarias necesitan bancos centrales que dispongan plenamente del conjunto de los poderes propios de su función y que no se centren exclusivamente en el mantenimiento de la estabilidad de los precios. El compromiso de actuar como prestamista de última instancia debe ser incondicional. No debe depender, por tanto, de que cada Estado miembro dé su acuerdo previo al Mecanismo Europeo de Estabilidad para la puesta en práctica de un programa de reformas. El destino del euro y la prosperidad de los pueblos de Europa podría muy bien depender de ello.

6. Un reajuste macroeconómico

Los países que tienen un excedente presupuestario deben contribuir tanto como los países cuyo presupuesto es deficitario a la corrección del desequilibrio macroeconómico en Europa. Europa debe exigir (pero también realizar y evaluar), de los países cuya balanza es excedentaria, actuaciones que permitan aliviar la presión que pesa hoy de manera unilateral sobre los países deficitarios. La actual disimetría entre los países con presupuestos excedentarios y los países deficitarios no perjudica únicamente a estos últimos. Perjudica a Europa en su conjunto.

7. Una «Glasse-Steagall Act» para Europa

Su finalidad es separar las actividades bancarias comerciales de las actividades bancarias de inversión e impedir la aparición de riesgos graves en una entidad incontrolada.

8. Una legislación europea eficaz para gravar las actividades económicas y empresariales en el exterior, en los paraísos fiscales

9. Una conferencia europea sobre la deuda

Nuestra proposición se inspira en uno de los momentos más sensibles de la historia política de Europa. Era en 1953 cuando tuvo lugar el «Acuerdo de Londres sobre la deuda externa alemana» que, al liberar a Alemania de la carga económica de su propio pasado, ayudó a la reconstrucción democrática del país en la posguerra y sentó las bases para su futuro éxito económico. El Acuerdo de Londres exigió a Alemania el pago, como máximo, de la mitad de toda su deuda, tanto privada como intergubernamental. Vinculó el calendario de reembolso a la capacidad del país para pagar, extendiéndolo por un período de más de 30 años. En suma, condicionó el reembolso de la deuda al rendimiento económico del país, instaurando así un principio implícito de «cláusula de crecimiento»: entre 1953 y 1958 sólo debían pagarse los intereses. Este aplazamiento del reembolso del capital principal tenía por objeto dar al país un margen suplementario, un poco más de oxígeno. A partir de 1958, el Acuerdo exigía a Alemania proceder a un pago anual del resto de su deuda, pago que resultaba cada vez más insignificante a medida que la economía alemana despegaba. Dicho Acuerdo suponía, pues, en su época, de manera implícita, que reducir el consumo en Alemania ‑lo que hoy se llama «devaluación interna»‑ no era aceptable y que no podía en ningún caso ser una forma aceptable de asegurar el reembolso de las deudas. Los reembolsos de Alemania estuvieron, de hecho, condicionados a la capacidad del país para reembolsar. El Acuerdo de Londres sobre la deuda rompe radicalmente con la lógica errónea de las reparaciones impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles, que desestabilizó en su momento gravemente la capacidad del pueblo alemán para reconstruir su economía, haciendo así dudar de las verdaderas intenciones de los aliados.

Dicho Acuerdo está ahí como una referencia y un esquema general útil para actuar hoy. Sin embargo, no queremos una conferencia sobre la deuda para la Europa del Sur. Queremos una conferencia sobre la deuda para Europa en general. En ese marco, todos los instrumentos políticos disponibles deberán ser empleados, incluida al respecto una actuación del BCE como prestamista de última instancia, así como la emisión de títulos de deuda europea, como los eurobonos, para reemplazar las deudas nacionales.

Hay que lograr el cambio

Para lograr el cambio es necesario estar en condiciones de ejercer una influencia decisiva, desde ahora, sobre la vida de la gente corriente. Nuestro objetivo no es simplemente cambiar la dirección de las políticas vigentes, sino ampliar el campo de la intervención pública y de la implicación de los ciudadanos en las decisiones políticas y en su puesta en práctica. Para ello debemos construir alianzas sociales y políticas lo más amplias posible.

Es preciso invertir el equilibrio del poder político en Europa a fin de lograr el cambio en Europa. El neoliberalismo no es un fenómeno natural, no es ni ineluctable ni invencible. Deriva únicamente de opciones políticas, que dependen de la correlación de fuerzas políticas en Europa: es, por tanto, únicamente coyuntural y está históricamente fechado.

Debe su longevidad al paradigma económico dominante y principalmente a los socialdemócratas, que, hacia mediados de los años 1990, hicieron la opción estratégica de adoptar íntegramente sus principios y hacer suyos sus fines, reajustando en consecuencia su posición sobre el tablero político y alejándose cada vez más de la izquierda. Para muchos, en Europa, los socialdemócratas no son más que el eco lejano de una época pasada. ¡No para nosotros! Pero el sufrimiento social provocado por esta crisis prolongada, así como la desafección de una parte importante del electorado por el tran-tran político habitual, los han conducido a un callejón sin salida estratégico.

La realidad no puede permitirse esperar el retorno de la socialdemocracia en Europa. Aquí y ahora, los socialdemócratas deben optar por un cambio histórico y redefinirse ante la gente como una fuerza política de Izquierda. Ello pasa por la ruptura decidida con el neoliberalismo y las políticas que han fracasado, es decir, por la afirmación de una diferencia clara con el PPE y la Alianza de los Liberales; o bien, tal como se ha subrayado con acierto, convirtiéndose en una fuerza política «con voluntad de ser tan radical como la realidad misma».

Europa se halla en la encrucijada de dos caminos. En las elecciones europeas del 25 de mayo próximo, dos opciones alternativas claras para el presente y el futuro de Europa están sobre la mesa: o bien seguir con los conservadores y los liberales, o bien ir hacia delante con la Izquierda Europea. O se acepta el statu quoneoliberal ‑pretendiendo que la crisis puede resolverse con las mismas políticas que la han agravado‑ o se toma el camino del futuro con la Izquierda Europea.

Nos dirigimos muy particularmente a los ciudadanos europeos que han votado hasta ahora por los socialdemócratas. Ante todo, os exhortamo a ejercer vuestro derecho de voto el 25 de mayo: no os abstengáis y no dejéis que los demás voten por vosotros. Luego, en segundo lugar, os invitamos a votar por la esperanza y el cambio que encarna la Izquierda Europea. De este modo podremos reconstruir juntos nuestra propia Europa, una Europa del trabajo, de la cultura y de la ecología. Una vez más, en la historia de nuestra casa común que es Europa, ha llegado la hora de la reconstrucción. Es hora de reconstruir Europa como un conjunto de sociedades democráticas, hechas de justicia social y de prosperidad. Si hemos de reconstruir Europa, es para cambiarla. Y para que sobreviva, hay que cambiarla ahora.

Alexis Tsipras es el presidente del partido unificado de la izquierda radical griega Syriza, la novedad sin duda más interesante, programática y organizativamente, de las izquierdas europeas de las últimas décadas. Gran promesa de la izquierda europea actual, el joven dirigente griego (39 años) ha logrado tal autoridad moral y política en el conjunto del continente, que en Italia, por ejemplo, la llamada “Lista Tsipras” ha unido electoralmente a los restos del naufragio de la izquierda transalpina para las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de mayo. Tsypras es precisamente el candidato del Partido de la Izquierda Europea a la Presidencia de la Unión Europea en esas elecciones.

Traducción para www.sinpermiso.info: Miguel Candel

Sami Naïr: "La izquierda y la derecha no son lo mismo, pero en Europa se han comportado igual

 

EUROPA, SOLO UN ESPACIO GEOGRÁFICO

 

Daniel Basteiro

Daniel Basteiro entrevista a Sami Naïr en Huffington Post

 

Sami Naïr (1946, Tlemcen, Argelia) quiere una "gran Europa", pero no esta. El intelectual francés, catedrático de Ciencias Políticas en la universidad Pablo Olavide de Sevilla, cree que es imprescindible expulsar a los mercaderes del templo de las élites en el que se ha convertido la Unión Europea. En su libro El desengaño europeo, Naïr repasa la historia del club comunitario para concluir que fue un error fiarlo todo a la construcción de un gran mercado. Cuando eso falla, según él, la idea "beata" de Europa, el europeísmo de bandera, se viene abajo.

-Ha escrito un libro de desengaño, pero no sólo sobre la gestión de la crisis del euro, sino del proyecto europeo en sí.

El sueño europeo ha sufrido un daño tremendo por dos motivos casi culturales. El primero es el utopismo romántico con el que se planteó la construcción europea. Este utopismo ha fracasado frente a unos resultados totalmente contrarios, que corren el riesgo de destrozar definitivamente el sueño de Europa. La responsabilidad la tienen no los que hacen un balance realista sino los que han prometido mucho para darnos nada.

Por otra parte, la opinión pública ha sido descartada desde el comienzo por las élites políticas con la excusa de que “Europa es algo demasiado complejo como para dejarlo en manos de los ciudadanos”. En nombre de esa visión hemos construido no un interés político europeo que generase adhesión sino un sistema de élites con un enorme déficit democrático. Hay elecciones cada cinco años, pero los ciudadanos no saben muy bien sobre qué están votando. Estoy absolutamente convencido de que si se pregunta hoy a un ciudadano cuál es el diputado de su circunscripción, será incapaz de decir su nombre.

"En las elecciones europeas no se habla de Europa; es natural, porque los partidos no tienen mucho que decir"

-¿No son las elecciones europeas una oportunidad perfecta para corregir ambos defectos?

En las elecciones europeas no se habla de Europa. Es una consecuencia casi natural porque los partidos políticos no tienen mucho que decir. No tienen más programa que el elaborado por la Comisión Europea. Cualquier partido, de cualquier bando, intenta adaptarse a ese programa. El bando conservador utiliza el chantaje de “lo que hay que hacer”, sin alternativa. El progresista, cuando existe, parte de un “no estamos de acuerdo” para hacer propuestas que reenfoquen un poquito ese programa. Pero no hay programa. Es siempre el mismo discurso.

"Si Schulz llega a presidir la Comisión, hará la política de su partido, aliado con Merkel"

-Tras las últimas elecciones europeas, la izquierda española votó a favor de la reelección de José Manuel Durao Barroso, conservador y anfitrión de la Cumbre de las Azores, como presidente de la Comisión. En estas, los socialistas tienen un candidato, que debate con los demás, y un programa. ¿Esta vez será diferente?

No lo creo. Hay que transmitir a la opinión pública que los políticos de ambos bandos tienen una responsabilidad enorme de lo que ha pasado y no han hecho la autocrítica necesaria para proponernos una alternativa a esa política. Imagínese que Martin Schulz, un gran diputado al que respeto, llega a la presidencia de la Comisión. Va a hacer la política de su partido, un partido aliado de Merkel en el Gobierno alemán. No me imagino a Merkel permitiendo que un socialista llegue a la presidencia de la Comisión para poner en marcha una política distinta a la suya. Si Schulz llega ahí, será con las manos esposadas.

-La Eurocámara presume de tener más influencia que nunca, sobre todo desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que le da el poder de codecidir (con los Gobiernos) en multitud de temas. Pero, según su libro, sigue siendo una “caja de resonancia” y una coartada para la tecnocracia.

Es mi convicción. He sido eurodiputado cinco años y nunca, jamás, he sentido tanta impotencia política como en el Parlamento Europeo. Mire la elección del presidente del Parlamento Europeo. Conservadores y progresistas se ponen de acuerdo para repartirse el cargo, dos años y medio cada uno. Las grandes orientaciones son idénticas porque hay un acuerdo entre la derecha y la socialdemocracia para considerar que no hay alternativa a la construcción liberal de Europa. Merced a este acuerdo, hoy asistimos a una destrucción progresiva de la idea de Europa como conjunto de naciones.

-¿Ha vendido la izquierda su alma?

La complicidad ha existido desde los años 70. Piense en las relaciones entre Francia y Alemania. Valery Giscard d’Estaing y Helmut Schmidt (derecha-izquierda), François Mitterrand y Helmut Kohl (izquierda-derecha), Jacques Chirac y Gerhard Schroeder (derecha-izquierda), Nicolas Sarkozy y Angela Merkel [en este caso, ambos de derechas]. En vez de construir un contraproyecto, la izquierda se ha rendido al de los conservadores intentando matizarlo, suavizarlo o flexibilizarlo para proteger a las capas más débiles. Nunca diré que la izquierda y la derecha son lo mismo a nivel europeo, pero se han comportado igual. Todo pese a que los eurodiputados de izquierdas en el Parlamento Europeo son en muchas ocasiones muy militantes. El resultado objetivo es un proyecto institucional de una Europa-imperio mercantil y no un proyecto de sociedad.

-¿Cuándo sucumbió la izquierda?

" El consenso de las élites ha consistido en que por encima de todo está Europa y por encima de Europa, el mercado"

1986, el Acta Única. Ahí estriba la gran orientación del mercado frente a la construcción de Europa con los Estados. En vez de contar con un piloto político, algo sobre lo que no había acuerdo, se decidió construir un avión para que volara solo: el mercado. Una vez creado, se le dotó de libertad de circulación de mercancías, servicios y capitales, añadiendo como concesión la circulación de personas. Después, para ese mercado se creó una moneda, el euro, votado por la izquierda socialista, pero no los sectores más críticos. El consenso de las élites ha consistido en que por encima de todo está Europa y por encima de Europa, el mercado. Se ha construido una Europa liberal y profundamente antisocial. Las políticas sociales son el pariente pobre del mercado europeo y la izquierda se ha vuelto cada vez más conservadora, sobre todo la inglesa y la alemana. Fíjese: cuando se puso en marcha la moneda única había 15 gobiernos de izquierda en Europa. La derecha era prácticamente minoritaria.

-En su libro asegura que, tras la Dictadura, España no tenía muchas más opciones que integrarse en la UE, entonces la Comunidad Económica Europea, ese proyecto cuya construcción critica.

España nunca ha tenido margen de maniobra. La Transición fue el producto de la cordura de las élites políticas españolas y el apoyo de países europeos, especialmente de Alemania. Sin el apoyo de Alemania, el PSOE nunca hubiera tenido tanta importancia. Después, durante 15 años, España fue el país más financiado por la UE. Cuando uno recibe ese dinero no abre la boca en las negociaciones más que para defender esos fondos. España ha trabajado muy bien en Europa, pero casi como una funcionaria. Y después adoptó el euro sin discusión, algo que implicaba una convergencia económica que España respetó con una deuda y déficit bajos. Todo ello mientras se emborrachaba de sector inmobiliario.

-Y cuando estalló la burbuja, el margen de maniobra español fue cero.

Con la crisis se ha visto cómo funciona el poder europeo y cómo Merkel y Sarkozy comenzaron a tomar todas las decisiones. Según el filibustero George Soros, los países del sur de Europa van a salir de la crisis como países subdesarrollados. Los países del sur no pueden sobrevivir con un euro tan caro.

-Si continúa el euro caro (algo que penaliza las exportaciones), se “desangrará la población y se privatizará, casi por completo, el sistema económico y social. En ese caso entraríamos en un terreno de guerras sociales”, escribe. ¿A qué guerras se refiere?

Las decisiones de 2009 y 2010 han provocado la destrucción de millones de empleos y la exclusión de una parte importante de la juventud. También ha habido manifestaciones masivas en los países del sur de Europa. Todo ello es un peligro para las élites financieras europeas, algo que Merkel y el BCE entendieron el año pasado, cuando suavizaron un poquito sus políticas.

-¿Es Francia diferente?

"Se está cocinando una explosión generalizada en Francia"

En Francia será imposible seguir aplicando esas medidas de austeridad, como ya hemos visto en las últimas elecciones. No aceptará mucho más tiempo que sea la Comisión quien dicte las normas. No lo deseo, pero se está cocinando una explosión generalizada en Francia. No pueden poner estas medidas en marcha en un país en el que no hay un Estado del bienestar, sino un “Estado padre” que no va a desaparecer por mucho que haya que obedecer a Bruselas.

-¿Puede darse esa explosión en España?

España es muy compleja y hay una serie de problemas contradictorios que al final son paralizantes. Hay una disgregación social, acompañada por un paro increíble. También hay una falta de conciencia de lucha motivada por la Transición, que ha funcionado como anestesia de la identidad social mientras las clases populares se iban integrando y mejorando.

Francia es una democracia clásica, casi de libro. España es una democracia moderna, más dinámica, pero con menos arraigo por ser tan joven. Además, hay que sumarle el problema nacionalista, también muy paralizante. Todos los problemas sociales del país se transforman en un problema identitario. Por ejemplo: el Gobierno de Cataluña aplica una política ultraliberal a nivel social, pero la esconde tras la bandera.

-El Gobierno español y la eurozona proclaman una lenta recuperación y salida de la crisis, algo que haría posible relajar las medidas de austeridad.

Eso es demasiado optimista. Los países del sur no pueden sobrevivir con un euro tan caro salvo que estén dispuestos a destruir el tejido social.

-Algo que usted llama “americanización” de la sociedad.

Las privatizaciones, el fin del derecho laboral, grandes bolsas de pobreza… No sé si eso será posible en los países del sur, pero es imposible en Francia. Estallará una revolución social. La recuperación que vemos ahora es meramente coyuntural. El repunte se produce porque hemos llegado muy abajo.

-“A falta de una poderosa movilización de los asalariados, lo peor es posible en Grecia”. ¿A qué se refiere?

"Grecia es el país que hoy en día está más cerca de una dictadura de extrema derecha"

Grecia es el país que hoy en día está más cerca de una dictadura de extrema derecha. El Ejército está a un lado, pero aún no ha dicho su última palabra. Los socialistas están muy divididos y su antiguo líder hizo lo que José Luis Rodríguez Zapatero no había hecho en España: decir “no” y plantearse la posibilidad de someter a referéndum la austeridad. Y cuando ocurrió eso, le enseñaron la puerta. El primer plan de rescate del país fracasó. El segundo, también. Grecia se encamina hacia el autoritarismo.

-¿Por qué es tan peligroso el tratado comercial con EEUU que se negocia en la actualidad?

EEUU sabe que está en una posición de declive hegemónico y ve en China una gran amenaza. En ese tratado se pide que sus empresas tengan la posibilidad de entrar libremente en el mercado europeo con normas norteamericanas. Y hay que recordar que nosotros tenemos el principio de precaución [protección ante los riesgos, aunque el peligro no esté demostrado], por lo que un tratado así inundará el mercado europeo de productos potencialmente peligrosos. La guinda del pastel es un tribunal para resolver conflictos que no sea ni el de los Estados ni el de la UE, sino uno especial donde tendrán influencia las empresas. No es un tratado más. Acabará con lo poco de social que le queda a Europa.

-¿Es posible revertir el rumbo?

Si verdaderamente queremos construir Europa hay que transformar el proyecto en debate público, político e institucional. Hay que prohibir la mezcla de posiciones políticas, porque no es normal. Y abordar el objetivo último de la actual Europa: la privatización de lo público para mercantilizar todas las actividades. De ahí viene la política de austeridad.

-¿Cómo se acaba con el déficit democrático?

"Hay que controlar a la Comisión, al Consejo, al BCE y reorganizar los poderes del Parlamento Europeo"

Faltan partidos políticos con una concepción clara de la situación. En esos partidos hay que generar una idea nueva de la construcción de Europa y replantear la arquitectura institucional. El déficit democrático no se soluciona mandando más diputados a Bruselas. Hay que controlar a la Comisión, al Consejo, al BCE y reorganizar los poderes del Parlamento Europeo.

Basta con participar en una reunión del Parlamento o del Consejo para ver que una Europa beata no existe, hay que verla en función de las razones de fuerza.

-¿A qué se refiere?

A que cada uno quiere defender las posiciones de su país. No creo en el federalismo europeo. Es demasiado pronto y no hay legitimidad. No veo a un francés aceptar a un presidente de la República alemán. Los cementerios están ahí. Hay que construir algo realista y no una utopía romántica que ya nos ha conducido al fracaso.

-El sueño del arquitecto de Europa Jean Monnet ha muerto.

"Europa no es un pueblo sino una determinación geográfica, igual que África"

Y no lo digo yo, lo dicen ellos. Construir Europa a través de un mercado no funciona, porque tiene como límite un espacio comercial. Hay que construir una gran Europa, pero no esta sino una en la que la inteligencia se apodere del debate europeo con una visión crítica. No necesitamos una concepción beata de Europa.

-¿Cómo se ha construido ese dogma europeísta?

Antes, a alguien podían preguntarle: ¿es usted francés? Sí, soy francés. ¿Es usted europeo? Sí, claro, soy europeo. Eso nunca fue un problema. Pero hemos transformado una obviedad en un proyecto de futuro. No necesitábamos sentirnos europeos. Lo somos. No entenderlo así nos lleva a situaciones como la del estallido de la crisis. En Alemania se dijo que en nombre de la solidaridad europea había que ayudar a España. La reacción allí fue calcular cuánto le cuesta un español a cada alemán. Y cuando se diseñó el fondo de rescate para rescatar a Grecia, el Tribunal Constitucional de Alemania vino a decir: “cuidado, porque el pueblo europeo no existe”. Tenía razón. Europa no es un pueblo sino una determinación geográfica. De la misma manera que el pueblo africano no existe, sino decenas de Estados.

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