lunes, 20 de julio de 2015

Democracia, excepciones permitidas

 

                  MATTEO RENZI, PRIMER MINISTRO ITALIANO

 

 

Rossana Rossanda · · · · ·

19/07/15


Perder en un año dos millones de votos, como le ha sucedido al Partido Democrático, no es un accidente menor. Se podría pensar que su secretario, amén de primer ministro, tomaría nota para corregir el tiro, pero en cambio Renzi ha intentado solamente quitárselo de encima: “No es una derrota mía sino de la oposición”.

No le ha rozado siquiera la sospecha de que las minorías no son una desgracia sino una condición de la democracia; acaso no ha sabido nunca que de sus posibilidades de moverse en el Parlamento el garante es él en tanto que líder de la mayoría, convencido como está de que gobernar es decidir él solo y para todos. Dos días después ha puesto en marcha sus venganzas remitiendo una reforma de la escuela y los esperadísimos cien mil contratos que eso conllevaba después de años y años de inmovilismo.  

La verdad es que los actuales gobiernos se toman más de una libertad con los principios de esa democracia representativa que para ellos sería elsancta sanctorum, patrón de medida de la madurez y conveniencia del sistema politico. Francia e Italia la están violando las dos en relación con la escuela, donde las políticas gubernamentales han encontrado resistencias inesperadas. En Italia, Renzi no ha logrado hacer digerir a los enseñantes su “buena escuela”; casi en las mismas semanas en Francia la joven ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem (que ha substituido al ministro anterior Benoît Hamon, a quien Hollande ha puesto en la tesitura de tener que dimitir por estar demasiado a la izquierda) ha decidido rapidamente junto al primer ministro recurrir al fatal artículo 39-4, artilugio entremetido por De Gaulle en la Constitución de 1958, gracias al cual el gobierno tiene derecho una vez por sesión parlamentaria a puentear al parlamento en la medida en que le aprieta; esta vez era la reforma del Collège, parecida a nuestra [enseñanza] media. Parece que en su momento Michel Rocard recurrió a ella una treintena de veces. Para cerrarle el pico a los diputados, nuestro gobierno ha usado hasta ahora el voto de confianza, pero alguien debe de haber sugerido a Renzi, Padoan, Poletti y compañía que imitaran a los franceses introducendo esa vía libre también entre nosotros. Así nos lo encontraremos en la próxima ley constitucional con la distracción (o aceptación) de todo el PD. Lo había ya visto en 1935 Benito Mussolini. Pero solamente los viejos por desguazar y algún buho como yo seguimos atónitos, ya sea con Italia, ya con Francia, madre – según ella – de todas las repúblicas.  

Así que ya no hay que maravillarse de que un centenar de emigrantes haya dormido algunas noches sobre las rocas contiguas al cercano puesto fronterizo de Ventimiglia porque la policía los sacó por la fuerza de los vagones de la línea que recorre la Costa Azul, llega a París y al suspirado norte y, más allá, a Holanda, acaso a Inglaterra, en lugar de a una Suecia más hospitalaria, pero lingüísticamente incomprensible. Ese grupito de infelices protegiéndose del frío y de la humedad, además de entumecidos por la dura roca, es la viva imagen de una Europa despiadada, aun más de la Comisión despiada que la gobierna, porque los habitantes franceses e italianos, más acá y más allá de la frontera, la atraviesan para darles una manta con que calentarse.  

La gente es mejor que los gobiernos de nuestro continente sin vergüenza que si pudieran lanzarían contra las rocas, y no les faltan, a Grecia entera, culpable de haber gastado sin pagar impuestos, por otro lado, no bajo la égida de los detestados Tsipras y  Varoufakis sino de los anteriores Papandreu y Samarás. Nadie como la Comisión estaba en situación de conocer punto por punto las alegres finanzas helénicas, pero a esos gobierno no les había reprendido ni señalado.  

De la Comisión Europea la perla es la prensa libre que se despierta cada tanto de su sueño descubriendo, como cosa hecha, algún horror del Jobs Act [ley laboral de Renzi] tranquilamente digerido en su momento como libertad concedida a la empresa de espiar por todos los medios posibles a sus empleados, vida privada y opinión política. Hasta los sindicatos más benignos con el empresariado están protestando indignados. Y no se puede ni siquiera decir más vale tarde que nunca, porque el mandato impuesto se aprobó en su momento sin pestañear y ahora no será fácil deshacer lo ya legislado. Renzi, Poletti y sus ministras de melena larga como la costumbre de no abrir el pico parecen haber aprobado algunas medidas del primer ministro que está confeccionando un país a la medida de la derecha, como no lo habría soñado ni siquiera Berlusconi.  

Rossana Rossanda es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

FUENTE: SINPERMISO

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