miércoles, 9 de septiembre de 2015

Carmena NS/NC


















Manuela Carmena

Manuela Carmena, en una charla ante empresarios, ha levantado la voz para asegurar que ella no es comunista, aunque haya militado en el PCE. “Tranquilos, no soy comunista”, ha dicho delante de millonarios tan conspicuos como Florentino Pérez, Juan Rosell yEnrique Cerezo. El “yo no he sido” se va convirtiendo en el mantra soez de una izquierda española que no se atreve a decir su nombre. Durante la Transición y hasta el primer gobierno del PP, el de la derecha sin complejos, en España los que se avergonzaban de su neurona ideológica eran los otros. La pizpireta Esperanza Aguirre llegó a relatarnos que ella había corrido delante de los grises en la época franquista. A su dioscuro, Alberto Ruiz Gallardón, solo le faltó asegurar que su suegro, el falangista José Utrera Molina, puso la primera piedra de la democracia española como ministro franquista y secretario general del Movimiento en época deCarlos Arias Navarro. Aquel “yo no he sido” ideológico ha cruzado la Estigia desde la orilla derecha hacia la izquierda, y ahora lo entonan tirolesamente Pablo Iglesias, Manuela Carmena y tal.
“En Madrid no sobra nadie”, ha dicho la alcaldesa a Florentino y otros recalificadores de terrenos y de almas. “No tengáis miedo, necesitamos a las empresas. Reflexionemos sobre si la política del escándalo y del todos somos iguales es lo mejor que podemos hacer por el país”. Este punto de complejo a mí me hace temer que la batalla está perdida. No puede uno acudir a Waterloo con el ánimo tan bajo como para aseverar que Napoleón, en el fondo, es un tipo bastante alto. Yo sí quiero, Manuela, políticos que digan que gente como Florentino han sido, son y serán individuos nefastos para el país. Yo no necesito las empresas de Floren para nada. Es más. Estoy seguro de que si no existieran las empresas de Floren y los tipos como Floren, al pueblo español le iría mejor. Olvida además la alcaldesa que Floren fue concejal en su ayuntamiento, y que ahí empezó a fraguar una fortuna que hoy lo sitúa en la revista Forbes como uno de los mil tíos más ricos del mundo. Por supuesto que no todos son iguales, como recalcó Carmena. Y a esta gente hay que decírselo claro, no andar con estos torpes y cobardes balbuceos de la nueva izquierda que no osa desvelar su nombre.
“No voy a decir algo negativo del Gobierno central. Estamos en periodo preelectoral. No quiero decir nada que pueda alejarme de nadie”, añadió la ex jueza en su reunión con los gilitos. Si la alcaldesa de Madrid no puede criticar al gobierno, alguna disfunción cancera nuestro organismo político. Su trabajo, entre otras cosas, es ese. Defender desde la administración cercana los derechos de los ciudadanos ante los abusos del poder, por decirlo de forma solemne para que se entienda todo el mundo.
Es falaz esa fantasía de que todos tiramos del mismo carro que nos propone Carmena. Algunos somos bueyes y otros van riendo encima, como demuestran nuestros desiguales crecimientos económicos en plena crisis. De tan meliflua que se ha vuelto nuestra izquierda, ahora España se divide entre gentes de derechas e ideólogos del no sabe no contesta, cual mi querida alcaldesa. “Nunca he querido identificarme con nada. Me dan mucho miedo las ideologías, pero me gustan mucho las ideas”, ha matizado la ilustre dama. Yo no sé exactamente lo que ha querido decir. O quizá, sencillamente, no quiero saberlo. Ampárame del cobarde, que de los valientes ya me encargo yo. ¿Hay alguien de izquierdas ahí fuera?
Aníbal Malvar es periodista y escritor. Su última novela es "La balada de los miserables" (Akal, 2012)

FUENTE: PUBLICO.ES

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