domingo, 13 de diciembre de 2015

No es una guerra ‘contra el terror’, sino el ‘terror de la guerra’ contra la humanidad


Andrés PiquerasProfesor de Sociología y Antropología Social de la Universitat Jaume I

Nos hallamos ante una encrucijada en la que el capitalismo está cayendo en picado y ya no va a volver a ser lo que fue en los países que se llamaron a sí mismo ricos.  Ante ello, las élites mundiales y locales están tomando posiciones de cara a disputarse el poder en el nuevo orden que está por surgir.
Las claves de ese orden vienen fijadas por al menos tres procesos especialmente importantes: la financiarización, la automatización productiva y el agotamiento de los recursos energéticos y de los materiales básicos para el capitalismo.
La financiarización da oxígeno al proceso productivo automatizado mediante dinero inventado, ficticio. Una y otro atacan frontalmente el empleo, destruyendo también las condiciones sociales. Esto es parte de la Guerra de Clase desde arriba.
Sin embargo, las respectivas élites que hay tras esos procesos divergen en otros puntos. El Poder de las finanzas se mueve en redes mundiales que no precisan de los Estados salvo para la coerción de sus poblaciones y para la fuerza militar. La llamaremos Red Financiera Global (RFG).
Esta Red se enfrenta a las viejas oligarquías imperiales nacionales, que estaban más vinculadas al capital bancario-productivo, el cual ha ido perdiendo terreno en favor del parasitario-especulativo. Entra también aquí parte del mundo financiero que no logra globalizarse, pero en conjunto incluye a las facciones de las clases dominantes que van perdiendo la carrera capitalista. Le daremos el nombre deBloque Imperial-Nacional (BIN).
Ambas facciones del Poder Mundial (en las que predominan las élites y los Estados de la Triada, especialmente el Eje Anglosajón, más Canadá y Australia), se enfrentan a los Estados con producción y con recursos energéticos y minerales importantes.
El capital productivo está en China. Los recursos están básicamente en Rusia (Siberia) y en general en el este de Asia (China especialmente). Allí es también donde quedan los últimos grandes reductos del capital productivo (además del de Alemania en Europa). Lo llamaremos Bloque Energético-Productivo (BEP).
En Asia central y occidental (desde Irán hasta Siria), tanto la RFG como el BIN han estado de acuerdo hasta ahora en crear, financiar, entrenar, organizar y dar cobertura operativa al fascismo asiático (Daesh, al Qaeda, al-Nusra…). El objetivo es destruir cualquier forma de poder estatal capaz de oponerse a su apropiación de recursos energéticos y vías estratégicas de trasporte de los mismos. También posicionarse en la zona y debilitar en lo posible, estratégica, económica y energéticamente al Bloque Energético-Productivo.
Esto se ha repetido también en África septentrional (Libia, Somalia, Sudán, y ahora Mali y Nigeria), a través de las franquicias africanas del fascismo asiático. De nuevo el mismo objetivo. De nuevo los mismos resultados: dejar países barbarizados, en manos del fascismo transnacional y de señores de la guerra que no ofrecen obstáculo alguno a una y otra facción del Poder Mundial.
Donde se cruzan los caminos de la lucha entre ambas facciones (la RFG y el BIN) y entre ellas y el BEP, es en la UE. Si Alemania (la UE-alemana) se inclina hacia este último, tenemos una Eurasia prácticamente imbatible.
Pero hoy por hoy Alemania es parte dependiente o subordinada del BIN, dominado por el Eje Anglosajón. A este último aquella posibilidad de un Bloque Energético-Productivo extendido a Europa le produce terror, por lo que está dispuesto a combatirla a todo coste. He aquí el golpe de Estado en Ucrania utilizando esta vez al fascismo europeo (desde entonces en el poder en ese país), para separar a Rusia de Europa y muy especialmente de Alemania.
Además, la RFG obliga a la UE a emprender sanciones contra Rusia, profundizando aún más en la recesión económica europea. Para aquélla es una labor preventiva debilitar la UE como macro-Estado poderoso: de ahí sus repetidos golpes contra las deudas soberanas y ahora su intento de imponer el TTIP. El BEP, en cambio, entró en apoyo de la UE, proporcionando tanto liquidez como energía a su economía.
Francia es la báscula de la UE. El gozne entre los países deficitarios y los superavitarios. Su economía real comienza a hundirse y pierde más y más ritmo frente a Alemania. Pero su economía financiero-especulativa es de gran peso en Europa.
Es el país por excelencia que representa al Estado nacional centralizado y fuerte, el país europeo con más proyección militar-imperialista separado del Eje Anglosajón. Esto hace que éste le haya escogido para derrocar regímenes laicos y sustituirlos por fascismo disfrazado de Islam. En cambio, debilitar Francia es golpear la facción Imperial-Nacional europea y dejar a Alemania más sola.
¿Qué viene a continuación?
La RFG dejará a Israel a su suerte. También a Arabia Saudí y a Turquía. Por eso todos estos países se dan prisa por afianzarse en la zona a través de su instrumento: el fascismo asiático. Al no tener nada que perder representan un enorme peligro, capaz de cualquier locura para obligar al BIN estadounidense (loshalcones) a intervenir directamente contra Rusia. La RFG no está interesada en un enfrentamiento directo con Rusia y ahora, merced al golpe de París, la parte europea del BIN puede que esté cambiando también de posición.
Francia se ha visto atrapada en la discrepancia de intereses entre las dos facciones del Poder Mundial en Asia Occidental y África septentrional. De hecho, está virando a toda prisa hacia una posible coincidencia con Rusia en la zona, para atacar ahora realmente al fascismo asiático. Y quiere arrastrar a Alemania consigo. Con todo ello el tablero de guerra se complejiza enormemente.
Se trata, además, de extender el tejido cancerígeno del fascismo asiático (con mismos o diferentes nombres) a lugares de Rusia donde haya importantes poblaciones musulmanas. También a las exrepúblicas soviéticas, así como a Irán, India e incluso a la propia China.
Frente a la decadencia ya imparable del Eje Anglosajón, sus recesiones y sus firmes pasos hacia la Guerra de Clase (barbarie laboral y social), del Eje China-Rusia puede asentarse un capitalismo de Estado a contrapelo del actual capitalismo salvaje. El BEP está, en cualquier caso, mucho mejor preparado para la Gran Transición post-capitalista hacia sociedades algo más razonables y sostenibles.
Pero eso no quiere decir que se vaya a dar tal resultado porque sí. Las luchas de clase en el interior de este Bloque serán decisivas. Para las sociedades europeas, como para las de todo el mundo, es vital ayudar a ello. Y para eso es imprescindible recuperar la conciencia y las luchas de clase de cara a parar el Caos: la Guerra de Clase y la Guerra Militar.
Por eso es importante no dejarse distraer demasiado por elecciones que cada vez deciden menos los destinos de las gentes y del mundo. Sin fuerza popular que abraprocesos constituyentes no podremos transformar el escenario de Caos en el que estamos.

Fuente: Público.es

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