jueves, 14 de enero de 2016

Lo de Pablo Iglesias es intolerable










Arturo González
Entre mis conocidos predomina la predicción de que, al igual que en Catalunya, no habrá nuevas elecciones y en el último minuto del larguísimo proceso de negociaciones se producirá un acuerdo para un Gobierno de coalición entre el PP, sin Rajoy, Ciudadanos y el PSOE.
Pero el hecho cierto es que ayer, tras la farfolla parlamentaria y la crítica banal, Podemos, en cuanto terminó el acto y sus miembros adquirieron la condición de diputados, presentó en el Registro una proposición de Ley de emergencia social para acabar, entre otras cosas, con los desahucios y los cortes de suministro de energía a quienes no puedan pagarla.
El PSOE ha hecho lo mismo con una proposición de ley para derogar la Reforma laboral, recuperar la integridad de la sanidad pública, restablecer los recortes habidos en educación, y eliminar la restrictiva Ley mordaza.
Es decir, los dos partidos, y más allá de otras apetencias, han promovido lo fundamental y lo que verdaderamente interesa a la gente.
Si esto es así, ¿por qué no se produce acuerdo para gobernar, qué explicación pueden dar? Un Gobierno de izquierdas es posible y deseable (y dejémonos ya del torpe y facilón mantra de que el PSOE no es izquierda) y no tiene por qué ser un gobierno inestable. PSOE, Podemos, Izquierda Unida, Coalición Canaria y probablemente el sensato PNV, alcanzarían una minoría mayoritaria de 168 escaños, que no conseguirían PP y Ciudadanos, y ello sin tener que acudir al voto de los independentistas radicales, que, con seguridad, se mantendrían en la neutralidad.
Naturalmente que todos tendrían que renunciar a sus pretensiones máximas. Pero ésa es la esencia de toda negociación, para, a cambio, lograr la satisfacción de los mínimos exigibles.
¿Y por qué no se produce ese acuerdo? Por vanidad, por egoísmo, por soberbia disimulada, porque se la ha subido el cargo a la cabeza, por ambición retardataria de Pablo Iglesias, en mi opinión, puesto que la Presidencia del Gobierno correspondería al representante del PSOE, con más peso electoral. Si no es así, Iglesias lo tendría fácil de desmentir reclamando para él la presidencia. Pero poner trabas insalvables a ese acuerdo es una cabronada democrática. Iglesias prefiere que haya elecciones, porque cree que se impondría al PSOE, y por eso, siempre en mi posiblemente equivocada opinión, se opone al pacto posible ahora. Pospone la consecución de las necesidades fundamentales de los ciudadanos a una hipotética victoria en unas nuevas elecciones. Intolerable, simplemente imperdonable, por no decir democráticamente indecente. Como todos, buscará disculpas para no parecer responsable del fracaso de las negociaciones y de la necesidad de volver a echar los dados de los votos. Por ello, hasta cierto punto es comprensible la decepción y postura del PSOE, que, se suicidase o no, incluso podría llevarle a que mis conocidos acertaran en su pronóstico.
 

Arturo González
Fuente: Público.es
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