sábado, 6 de agosto de 2016

Crónicas desde Cisjordania ocupada. Parte I

Un buldócer del ejército israelí demuele la casa de un palestino en presencia de su propietario
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Pablo Jofre Leal
Hispantv


Desde Santiago de Chile, viajar a los territorios ocupados palestinos implica una jornada de al menos 20 horas de vuelo. Combinando el tramo Santiago-Roma.
Luego, despegar desde la capital italiana y aterrizar en Tel Aviv, una de las puertas de entrada, para asi tomar rumbo a Cisjordania, destino principal de este periplo.

Desde el momento en que se pisa este suelo milenario, ubicado en Oriente Medio, sujeto a la ocupación y dominio israelí, la emoción de mis acompañantes, gran parte de ellos miembros de la comunidad Palestina de Chile -ciudadanos chilenos cuyo origen familiar hunde sus raíces en las localidades cisjordanas de Beit Jala, Beit Sahour y Bethlemen, principalmente- se comienza a percibir con creciente intensidad. Esto, pues cada una de las injusticias cometidas contra la población palestina, sea esta musulmana o cristiana, es un dardo venenoso al corazón de los Garib, Jadue, Ebuid, Khamy, entre otros y un alerta a la conciencia de aquellos, que no siendo palestinos recorren esta zona y constatan los múltiples efectos de la ocupación israelí.

Visitar Palestina, conocer los resultados políticos, demográficos, económicos y los temas vinculados a la violación de derechos humanos, tras 49 años de ocupación israelita -derivados de la guerra del año 1967- como tambien la realidad de cientos de miles de refugiados, que tras la Nakba el año 1948 se han convertido en miembros transterrenos de su propia tierra o en países vecinos, permite acumular legítima rabia e indignación frente al actuar de la entidad sionista contra la sociedad palestina. Los primeros pasos en Palestina van acompañados de una pesada carga emocional para los descendientes de esta tierra, pues bien saben que esa aparente luminosidad, las tiendas de lujo, el agua que se muestra en todos los rincones y los oropeles exhibidos en el moderno aeropuerto de Tel Aviv, llevan en su seno el sometimiento de millones de sus hermanos y la expoliación de sus riquezas naturales e históricas. El grito contenido, los ojos vidriosos, las palabras que expresan tantos años de ignominia, son el preludio de jornadas intensas.

Cisjordania como expresión del apartheid

Tras la revisión de papeles, las preguntas de rigor, sobre todo a aquellas personas que exhiben sus apellidos de origen árabe, entramos al fin a la tierra de sus ancestros. Allí, cinco millones de palestinos viven bajo condiciones establecidas por Israel y una política de colonización, ocupación militar y violación permanente de los derechos humanos sobre la población de las localidades cisjordanas, como también contra los habitantes de la Franja de Gaza, que viven el sometimiento de la entidad sionista, aún en condiciones más extremas y sobre la cual ya tendremos oportunidad de profundizar y constatar el despojo y la violación constante a sus derechos más básicos.

Ya en Cisjordania, entramos a Ramalá, la capital administrativa de la Autoridad Nacional Palestina - ANP - no sin antes pasar por uno de los 550 check points fijos y otros tantos cientos móviles, donde obligatoriamente todo palestino debe someterse a un riguroso control de identidad, que le permita moverse por su propia tierra. En el terreno podemos visualizar, al alcance de la mano, la estructura vergonzosa del Muro que dia a dia construye y expande Israel, para cercar a la población palestina, rodear sus aldeas y ciudades, dividir sus tierras de cultivo e ir estrechando y asfixiando a su gente, que cotidianmente ve mermada sus posibilidades de desarrollo y movilidad.

Un día cualquiera, un palestino cualquiera, habitante de Tulkarem, Nablus, Bethlemen, Al-Jalil, Beit Jala, Qalquiliya, Beit Sahour, Beit Safafa, Jenin, entre otras, puede salir de su casa, ir a su pequeña huerta, trabajar la tierra y al día siguiente constatar que se está construyendo o expandiendo un muro de hormigón, de 8 metros de alto y que se ha instalado un Check Point a la puerta de su hogar, que le exige presentar sus papeles de identidad y solicitar un permiso para visitar sus tierras ancestrales. Cisjordania se convierte así en una tierra salpicada de zonas ocupadas, de muros, de controles, de impedimentos para moverse, de carreteras para palestinos y otras de uso exclusivo para israelíes. La supuesta "mayor democracia de Oriente Medio" con que suele definirse a Israel, no es mas que una pantalla de un estado totalitario, que lo mismo somete a los palestinos, que a su población de origen Árabe.

Israel es un remedo de democracia representativa, dominada por lo más execrable del sionismo. Una entidad criminal, una etnocracia como la define el académico israeli Oren Yiftachel pues prevalece en ella la pertenencia a un grupo étnico por sobre el concepto de ciudadanía. Israel, recordemos, se define como un Estado judío. Y, una entidad autodefinida asi no puede ser democrática cuando el 20 % de su población no es judía y donde todos los proyectos de desarrollo son para aquellos que profesan dicha religión. "Israel es un régimen que sirve de instrumento para una mayoría étnica - judía - en detrimento de una minoría Árabe" afirma Yiftachel.

Consigno que, cuando menciono el nombre de Cisjordania o si el lector atento acude a un mapa para saber de que se está hablando, sobre todo cuando se discute tanto sobre la idea de los Dos Estados, se omite interesadamente, por gran parte de los medios de comunicación, que la realidad de esta Cisjordania ocupada es la de un territorio absolutamente fragmentado. Expresión de esa política de balcanizar y llevar a la práctica los objetivos de dominio de la región. Una Cisjordania dividida y segregada por el Muro de la Vergüenza, que se extiende por 700 kilómetros, con el 85 % de esa construcción situada en territorio palestino, violando la denominada Línea verde y que pruebe que la supuesta defensa de la seguridad israelí es simplemente un pretexto para justificar la a sino sistemática y de facto de grandes áreas de Cisjordania mediante el despojo, el control permanente y represivo sobre la población civil y hacer del miedo una crónica y patente realidad.

Sobre todo por la política de asentamientos llevada a cabo por Israel que ha significado, desde el año 1967 a la fecha, tener 550.000 colonos israelitas en territorio palestino. Un realidad, que bajo estas condiciones de dominio, hace concluir que la idea de crear un Estado Palestino es simplemente una utopía. Una realidad que muestra bantustanes palestinos en Cisjordania, impedidos de establecer relaciones, de unirse, separados por cientos de Check points fijos y móviles. Cisjordania ha devenido así, en una tierra de Apartheid.

Una idea de un Estado palestino con plena autodeterminación es un objetivo tan lejano como imposible a 23 años de los denominados Acuerdos de Oslo, que se difumina con la misma fuerza con que aumenta la presencia y acción de asentamientos de cientos de miles de colonos israelíes. Hombres y mujeres armados, extremistas, dotados de la más extrema ideología sionista, que usurpan día a día tierras palestinas. Colonos, que en su papel de punta de lanza de la politica genocida de Israel, cuentan con la protección y complicidad del Ejército Israeli y de los políticos del Likud, muchos de ellos colonos como es el caso del Ministro de Defensa (Avigdor Lieberman) que reside en el asentamiento de Nokdim cerca de Bethlehem.

Un Lieberman calificado por sus detractores como arrogante y lunático e incluso el líder de la oposición, el laborista Isaac Herzog, sostiene que con este sionista se avecinan días de guerra y funerales. Gobierno y Ministros, que unen sus esfuerzos en hacer la vista gorda, como también alentan los crímenes que suelen cometer los habitantes de los asentamientos sionistas, que a la hora de recibir algún tiempo de respuesta legítima de los palestinos, frente a tropas de ocupación, suelen elevar el grito al cielo, avalado en ello por la complicidad criminal de sus socios europeos y el aval mayor, Washington, devenido en el principal sostén político, económico y militar de la entidad sionista. No existe mayor justicia en materia de combatir al invasor que hacer del esfuerzo cotidiano, con todas las formas de lucha, un objetivo noble y necesario de llevar a cabo, con el apoyo de los pueblos del mundo.

Israel y su política de Ocupación

​La acción de Israel contra el pueblo palestino, la conducta de sus políticos y las decisiones en materia de sentimientos, agresiones y violación de los derechos del pueblo palestino, nos hace concluir que nos encontramos ante una política de terrorismo de Estado, que viola permanentemente todas las convenciones relativas a la protección de los derechos humanos. Las resoluciones de la Organización de Naciones Unidas - ONU - que ha reiterado en innumerables oportunidades que se cumpla la resolución N° 254 del año 1967 que obliga a Israel a retirarse de los territorios ocupados. Sin que la entidad sionista, ante el incumplimiento de sus obligaciones internacionales reciba sanción alguna, con una impunidad que muestra la doble moral de la política internacional y principlamente de países como Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, miembros permanentes del Consejo de Seguridad y que suelen aplicar su veto frente a cualquier posibilidad de sancionar a Israel.

Esta división de Cisjordania tiene su origen en los Acuerdos de Oslo, duramente criticado por gran parte de la dirigencia Palestina actual, autoridades y población que tuve oportunidad de conocer. Esto -pues los Acuerdos de Oslo, llevados a cabo y firmados por un núcleo muy reducido de dirigentes palestinos, principalmente el fallecido Yasser Arafat y su círculo de hierro - acordó una serie de pactos con Israel en aras de proveer de cierta autonomía a los palestinos, que se suponía, al cabo de un lustro de gobierno internino, se concretaría con la creación de un Estado palestino. Renegociando, en el intertanto, aspectos substanciales no concretados tanto en Madrid como en Oslo. Fue en la capital noruega donde se definió dividir Cirjordania en distintas Zonas - A, B y C - con jurisdicciones diversas, mientras se avanzaba hacia la autodeterminación. Transfieriendo más poderes a la Autoridad Nacional Palestina -ANP - creada en el marco de estos acuerdos.

Nada de ello se cumplió, dejando lo transitorio como algo permanente, sin resolver y con la decisión israelí de aprovechar esta situación para ir apropiándose de más y más tierras, asentando miles de colonos en tierras cisjordanas, adicionando nuevos tramos del muro, demoliendo hasta ahora 10 mil viviendas palestinas bajo las más abyectas excusas y ejecutando acciones armadas destinadas a aterrorizar a la población palestina. Los Acuerdos de Oslo han sido un fracaso para el pueblo palestino, la rúbrica de sus destrucción. Un documento cuya esencia ha sido prostituida, violada y sólo ha servido para oprimir, en un supuesto marco de acuerdos, a millones de palestinos, que viven bajo el yugo israelí tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania.

La Zona A a la cual hago referencia refiere a ciertos territorios en la Cisjordania donde la ANP tiene, aparentemente, el control total sobre la seguridad y sobre asuntos civiles. Es hablar de un 18% del territorio y engloba las principales ciudades y los territorios de alrededor, sin asentamientos -según lo señalaba Oslo, pero que hoy, por donde enfoques la mirada se alzan las cómodas, protegidas y subsidiadas viviendas de los colonos-. En teoría la ANP controla la seguridad de estas zonas, pero la realidad cotidiana indica que no hay dia en que el ejercito israelí no entre en la Zona A para realizar sus incursiones, arrestar a posibles sospechosos de lo que se le ocurra al mando militar israelí, demoler viviendas y sembrar el terror.

El propio ejército ocupante define el empleo de la violencia contra los palestinos, su población civil y el castigo colectivo, como parte de su política de "cauterización de la conciencia" convirtiéndose así en una de las bases de la estrategia de ocupación: asesinatos selectivos, arrestos indiscriminados, destrucción y confiscación de propiedades e infraestructura Palestina. Invasión y control del ámbito privado de los hombres y mujeres de las ciudades y pueblos de Cisjordania. Se une a ello lo que los militares sionistas definen como "la demostración de fuerza" destinado a infundir temor mediante patrullajes nocturnos, disparos a diestra y siniestra, actividades de hostil inacción y perturbación de la vida cotidiana, controles de identidad, imposición de toque de queda, ocupación de viviendas como centros de vigilancia entre otras múltiples actividades de este ejército ocupante.

La Zona B, y claramente en teoría, es un sector de la Cisjordania donde la ANP tiene el control civil y comparte con los israelitas el control militar. Constituye el 21% del territorio y se supone no debería tener asentamientos, pero la realidad indica que dicho acuerdo es parte de una más de las ficciones establecidas con Israel que juega con el tiempo y la paciencia del pueblo palestino. Consciente del poder de sus armas, la desunión de la sociedad palestina a través de sus representantes políticos, el abandono del mundo Árabe a las pretensiones de autodeterminación y sobre todo la complicidad de Washington y sus aliados en mantener el actual estado de cosas. La zona B ha visto crecer en su entorno miles de viviendas en asentamientos de colonos en Ma ale Adumin, Gilo, Har Homa, Efrata Elazar, Nokdim, Altarot y las zonas de expansión definidas en el Área signada como E1 parte de un plan destinado a partir Cisjordania en dos. Itamar, colonia judía situada a cinco kilómetros de Nablus, es uno de los ejemplos de la forma de actuar mancomunada de colonos, ejército y gobierno. Itamar ha sido creada en virtud de la usurpación de propiedades palestinas, instalando unas cuantas casas rodantes, para cambiarlas posteriormente por unos containers y la posterior petición al ejército para "protegerlos" de los legítimos dueños de esa tierra. Una estrategia repetida hasta el hartazgo, que expresa no sólo una conducta criminal, sino que el claro objetivo de llevar a cabo una política genocida contra el pueblo palestino, hacerlo desaparecer del conjunto del territorio.

La Zona C es de exclusivo control civil y militar de Israel y supone el 60% de Cisjordania. Incluye todos los asentamientos -ciudades, pueblos barrios, tierras, cultivos, carreteras exclusivas para Israelitas- que conectan esos asentamientos con Israel. A lo que se suman las áreas que la ley israelí define como "zonas de seguridad" que incluyen, entre otras, a las tierras adyacentes al muro de la vergüenza, tierras declaradas parques naturales y aquellas zonas descritas como "áreas de entrenamiento militar". En esta Zona C viven 400.000 israelitas bajo la condición de ocupantes ilegales y 150.000 palestinos sometidos al permanente arbitrio de las leyes de la entidad sionista.

Sumemos a lo descrito el hecho que las restricciones a la vida palestina suma, por ejemplo, las limitaciones para construir casas nuevas o renovar aquellas existentes o refaccionar las que requieren trabajos indispensables. Únase a ello el tema del agua, parte de la estrategia de construir asentamientos sionistas alli donde se construyen, porque los estudios hidrográficos establecen la presencia de importantes reservas acuíferas, quedando asi, en manos de Israel, gran parte de las fuentes de agua dulce del territorio palestino y su distribución. El 55% del agua de Cisjordania es utilizada por Israel y sus colonias y el 15% restante es para los habitantes palestinos de Cisjordania, que han poblado el paisaje de sus ciudades y aldeas de los característicos tanques de color negro para abastecerse del vital elemento. En sitios como Betheleme, por ejemplo, como en Beit Jala, el agua llega cada diez dias o cada 20 según disponga el "criterio" israelí dejando a miles de familias sin agua. Una de las formas de oprimir a su población y tratar de obligarlas a emigrar.

Hoy, las ciudades palestinas en la Cisjordania ocupada son urbes, aldeas y pueblos rodeados de muros, carreteras exclusivas para sus residentes judíos y que poco a poco están cortando el acceso entre el norte y el sur de Cisjordania. Justamente esa es la idea, el objetivo, la estrategia israeli y sus gobiernos sean estos laboristas o del Likuk: dividir e impedir cualquier posibilidad de concretar un Estado Palestino. La ruptura de la continuidad territorial de Cisjordania, que hace imposible el establecimienrto de un Estado Palestino viable, es una política llevada a cabo centralizadamente, con plena aprobación de los más altos cargos políticos y militares israelies, que bien saben que no tendrán resistencia alguna de parte de los gobiernos aliados, que ciegos, sordos y mudos son cómplices por acción y omisión de los crímenes de lesa humanidad que Israel comete contra el pueblo palestino.

Al entrar a Ramalá, ubicada a 15 kilómetros al noroeste de Al-Quds - Jerusalén - en la denominada Zona A notamos una ciudad rodeada del Muro de la Vergüenza con que los israelitas fragmentan el territorio palestino. Alambre de púas, cemento, torres de vigilancia, dividiendo los terrenos agrícolas, aislando a su habitantes. Con avisos intimidantes que alertan a los israelitas que, al entrar a esta ciudad, están ingresando en una zona donde violan la ley e incluso está en peligro sus vidas. En todas direcciones vemos soldados jóvenes, imberbes y claramente faltos de madurez, para tratar situaciones de mucha tensión.

Seres humanos que la entidad sionista ha dotado del poder de la vida o la muerte sobre millones de personas a las cuales desprecian, a las cuales humillan y denigran. Una soldadesca que es aplaudida desde Tel Aviv y desde las colonias cuando muestran que son capaces de matar a niños y adultos, menospreciar la dignidad de hombres y mujeres, destacarse como un ejército bárbaro y brutal, un ejército de ocupación que se ensaña contra civiles desarmados. La realidad de Palestina muestra, desde el momento mismo en que se pisa su territorio, que más temprano que tarde la sociedad palestina se levantará con toda la fuerza de la historia y la razón de su parte, para expulsar definidamente al invasor. Y, para ello, desde ya, sus autoridades políticas deben estar a la altura de las demandas de la población, que desde Jenin en el norte pasando por Tubas, Tulkam, Nablus, Qalquiliya, Salfit, Ramalá, Jericó, Al-Quds, Bethlehem, Al-Jalil por el sur y la Franja de Gaza por el oeste, exige avanzar hacia la definitiva autodeterminación.



Fuente original: http://www.hispantv.com/noticias/opinion/283830/cronica-cisjordania-ocupada

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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