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miércoles, 15 de junio de 2016

Salvar al soldado PSOE




(EFE)


Después del debate a cuatro, con los socialistas a la baja, en el PP resuenan las palabras de Aznar: “No polarizar con Podemos”

ENRIC JULIANA

A principios de junio, poco días antes de comenzar la campaña, José María Aznar recomendó al Partido Popular no tensar demasiado las elecciones del 26 de junio. Lo dijo a modo de admonición, con el tono que le caracteriza, durante la clausura de un master en Madrid: “Es necesario abandonar de inmediato cualquier tentación de polarizar”. Aznar aconsejó crear las condiciones para un gran pacto constitucionalista entre el Partido Popular, el PSOE y Ciudadanos, con dos recetas. Primera: “Retomar de inmediato y con el máximo empeño todas las tareas destinadas a vincular, acercar, consensuar, ayudar, incluir, confiar y acordar”. Segunda: “Contribuir al acuerdo con los sacrificios personales que hagan falta”. Esta última idea fue la que más llamó la atención. Tiene morbo. Aznar le pide a Rajoy que vaya pensando en quitarse de en medio. Las relaciones entre ambos, como se sabe, son muy cordiales.

Había morbo e ironía en ese discurso. El gran profesional de la polarización política, el hombre que introdujo en España las técnicas de combate teorizadas por los neoconservadores norteamericanos a finales de los años noventa, el dirigente político que cometió el tremendo error de enfrentar a la opinión pública inmediatamente después de los terribles atentados de Madrid en marzo del 2004, pidiendo calma a los suyos, reclamando una campaña tranquila. No tenséis, no tenséis, esta vez no tenséis, no enfoquéis la campaña como un combate entre el Partido Popular y Podemos.


Hay que leer siempre con atención a Aznar. Mucha gente no le soporta, no ha sabido evitar la constante caricaturización de su figura, la inteligencia emocional no es su punto fuerte, pero sabe de política. Es el fundador de la moderna derecha política española.

¿Por qué motivo Aznar recomendaba a su partido no extremar la polarización con Podemos? Pueden apuntarse tres razones. El temor a un fuerte adelanto electoral de Podemos con gasolina marca PP. Crear las condiciones para un pacto de amplia base que deje extramuros a Podemos y a los independentistas catalanes. Evitar una caída excesiva del PSOE, que haría muy difícil alcanzar acuerdos con los socialistas a corto plazo. Un PSOE en tercera posición, humillado en las urnas y desorientado por el sorpasso de Unidos Podemos, podría entrar en colapso, mortalmente dividido entre los partidarios del pacto de izquierdas y los defensores de una “política de responsabilidad”, acorde con Bruselas (línea que podría verse reforzada por el triunfo del Brexit en el referéndum del 23 de junio). “Hemos de derrotar al PSOE, pero que no se nos quede en las manos, porque lo vamos a necesitar”. Ese era el mensaje de Aznar.

Con el debate a cuatro aún caliente, el economista liberal Lorenzo Bernaldo de Quirós, efectuaba ayer esta reflexión en Twitter: “Película del mes: “Salvar al soldado PSOE”. Common Sense Productions (...) Con sus defectos y sus virtudes, los socialistas han sido una pieza clave en el indudable éxito de la España democrática. Que no se suiciden”.

Durante el debate a cuatro, Rajoy evitó el enfrentamiento directo con Iglesias, al que apenas mencionó por su nombre. Despreció todo lo que pudo a Pedro Sánchez –no le soporta–, pero evitó la polarización con Podemos. Resta por saber si lo hizo siguiendo el consejo de Aznar –cosa improbable–, o por un mero planteamiento táctico del debate televisado. En los próximos días veremos si el PP pretende enfriar la recta final de la campaña.
Fuente: La Vanguardia

domingo, 22 de mayo de 2016

Algo más que Venezuela


¿Influirá el referéndum británico en la repetición de las elecciones generales españolas?


¿Venezuela, capital Madrid? La obsesión por la crisis venezolana desvirtúa el contexto europeo de las elecciones españolas



ENRIC JULIANA


Una pregunta para las sobremesas en las que todavía se habla de política, después de meses de extenuante discusión entre cuñados. ¿Influirá el referéndum británico en la repetición de las elecciones generales españolas? ¿Habrá que ir a votar el 26 del seis, pensando en el alcance del 23 de junio británico?

Si ingleses, galeses, escoceses e irlandeses del norte deciden continuar en la Unión Europea, la repercusión será nula. Si gana el Brexit, España irá a las urnas con mayor preocupación en el rostro de la gente mejor informada, el voto de orden puede verse reforzado, pero no son imaginables grandes virajes. En tres días no hay tiempo para una completa metabolización de un asunto tan complejo y lejano. La política internacional enmarca, pero no siempre decide las peleas domésticas.

Nadie irá a votar pensando en Inglaterra, pero las elecciones españolas de junio forman parte de un panorama europeo verdaderamente inquietante, ante el cual el Directorio ya está tomando algunas medidas preventivas. De entrada, prudencia y pocas declaraciones continentales sobre el acontecimiento británico, para no dar alas a los euroescépticos. El único líder extranjero que puede entrar en ese debate sin provocar estropicios es el presidente de Estados Unidos. Barack Obama ya ha pedido a los británicos que se queden en la Unión Europea.

Más medidas. Calmantes para el sur de Europa, a fin de evitar un cuadro de fuerte angustia en junio. Cuidar las inflamaciones meridionales, a la espera de que el Brexit sólo sea un susto. Se ha aplazado la multa a España por incumplimiento del déficit y se ha relajado la exigencia de ajuste presupuestario hasta después de las elecciones. Ya hablaremos en septiembre, cuando se preparen los presupuestos del 2017. También se ha suavizado la presión sobre Italia; unas líneas más adelante veremos por qué. Buenas palabras con el gobierno portugués de izquierdas, encabezado por el socialista António Costa, que se niega a efectuar nuevos recortes. Y poco drama mediático en la negociación del plan de ajuste de Grecia. Sin la tragedia de los refugiados sirios en las costas griegas, la presión sobre el gobierno de Alexis Tsipras sería mucho mayor. Sin los refugiados, sin la inquietud que provoca el turco Erdogan y sin el referéndum británico, ahora tendríamos una nueva entrega del drama helénico. La Geografía revaloriza Grecia.

Los norteamericanos también están preocupados. De nuevo, la Geografía. Una cadena de crisis en el arco grecolatino, a escasa distancia del brasero norteafricano. Los jóvenes del sur de Europa, radicalizados a la izquierda; los jóvenes del norte de África, tentados por el integrismo islámico. Asesores económicos de la Administración Obama han advertido a la Comisión Europea que debe relajar la presión sobre Portugal, España, Italia y Grecia para evitar males mayores. Con la Geografía no se juega. Después de Irak, los norteamericanos lo saben bien.

Italia. Hay elecciones municipales en junio y los populistas de Beppe Grillo pueden conquistar la alcaldía de Roma. Un reciente sondeo del diario La Repubblica señala que los grillini obtendrían ahora el 27% , a sólo tres puntos del Partido Democrático del primer ministro Matteo Renzi. En octubre se someterá a referéndum la reforma constitucional italiana y se está generando un frente del no en el que confluyen la derecha, el movimiento de Grillo y la izquierda crítica con Renzi. Acompañada de una nueva ley electoral, la reforma constitucional refuerza el poder ejecutivo y eleva el control sobre las regiones. Renzi se la juega en octubre y las municipales de junio serán la primera prueba. Y además está la cuestión de Libia. La guerra contra el Estado Islámico pasa por Trípoli y más temprano que tarde veremos tropas occidentales en Libia, intentando apuntalar la débil estructura gubernamental de Fayez al Sarraj

Las elecciones españolas serán muy domésticas, con muchos minutos de telediario sobre Venezuela –Venezuela, capital Madrid–, pero forman parte de un cuadro europeo verdaderamente endiablado. Conviene no olvidarlo.

Fuente: La Vanguardia

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