martes, 29 de enero de 2013

LA VERDAD SOBRE LA GUERRA DE MALI

La guerra de Mali y sus víctimas (incluida la verdad). Dossier

Rafael Poch, Jeremy Keenan

27/01/13

 

Mali, una guerra que lleva a la otra 

Desierto en el Sahel

Es preocupante el apoyo y la indiferencia que el intervencionismo militar en países lejanos encuentra hoy en Europa.

Una guerra lleva a la otra. La integridad territorial de Mali quedó definitivamente destruida por la intervención militar occidental en Libia. Activó una reacción en cadena fácilmente previsible. La Unión Africana reunida en Mauritania advirtió en marzo de 2011, al día siguiente del inicio de la intervención francesa contra Gadafi, de que el cambio de régimen en Libia desetabilizaría la situación en toda la región. Se alertó expresamente de que los arsenales libios iban a alimentar otras guerras en la región. Eso es lo que ha pasado. 

“El cuerpo de mercenarios tuaregs del caudillo libio estaba formado por casi toda la juventud de Gao, Tombuctú y Kidal, atraída a Libia por el dinero y la droga”, explica Christof Wackernagel, un alemán con nueve años de residencia en Bamako. Tras la caída de Gadafi ese ejército regresó al país armado hasta los dientes. “Mientras Mauritania, Niger o Burkina Faso cerraron sus fronteras a ese arsenal, que incluye misiles tierra-aire, el presidente de Mali, Amadú Tumaní Touré, permitió su ingreso”, explica Wackernagel, según el cual los dirigentes del secesionismo tuareg (MNLA), que viven en Francia o Marruecos, carecían de base de apoyo en el país para crear su estado tuareg, el Azawad.

Los tuareg no son lo mismo que los salafistas. Si con los primeros se puede dialogar, con los segundos no hay más relación que la guerra, se dice. Pero resulta que estos mismos salafistas, a cuyas manos llegaron algunas de las armas que los occidentales lanzaron sobre Libia en paracaídas para los adversarios de Gadafi, son nuestros amigos de toda la vida en el Golfo Pérsico. Los adversarios del satánico Irán, cuyo régimen es infinitamente más liberal y civilizado que el de esas monarquías de cabreros alineadas con nuestra geopolítica energética.

Nuestros amigos del Golfo son los grandes inspiradores y financiadores del integrismo militante en todo el mundo. Precisamente ellos, desde Qatar y Arabia Saudí, financian ahora mismo a los adversarios de el Azad en Siria. Éste los denuncia como “terroristas”, de la misma forma en que se hace con los de Mali ahora, pero los de Siria son honestos luchadores contra la tiranía,  y a diferencia de los otros reciben toda la ayuda logística, militar y política de las potencias occidentales, porque el régimen de Azad no está en la órbita occidental.

Las consecuencias del cambio de régimen en Libia se repetirán con creces en Siria. Lo de Mali puede ser bien poca cosa al lado del gran incendio entre sunitas y chiítas que occidente apoya en Siria y que potencialmente extiende el conflicto en una amplia región que va desde Líbano hasta Irak, pasando por Turquía y Jordania, con Irán como traca final. Las armas de Gadafi son poca cosa al lado de las del régimen sirio. La indecente gestión de un conflicto nos lleva al siguiente.

Hay un nexo que une el Afganistán de la guerra fría con el 11-S neoyorkino. La coalición de occidente con lo que hoy se llama salafismo duró mucho en el Hindukush hasta que algunos de sus sujetos radicalizados se revolvieron treinta años después y mordieron la mano de su socio en Nueva York. También aquella matanza neoyorkina sirvió para justificar otras intervenciones bélicas de mayor envergadura con centenares de miles de muertos, un resultado peor que el inicial y un total desprecio de la legalidad internacional.

Esta vez hay una petición expresa de intervención a Francia por parte del gobierno de Malí, se dice. Pero, ¿qué es el gobierno de Malí?, se pregunta el experto alemán Uli Cremer. Desde luego mucho menos de lo que era el gobierno afgano pro-soviético que pidió ayuda a la URSS y que en gran parte enredó a Moscú para que enviara tropas allá en 1979.

En marzo de 2012 el Presidente Amadou Toumani Touré sufrió un golpe militar. Los golpistas no fueron reconocidos y quedaron aislados internacionalmente. El jefe de los golpistas era el oficial Amadou Sanogo, con tres años de formación militar en Estados Unidos. Pese al aislamiento sigue mandando. En el lugar de Touré se colocó a Dioncounda Traoré como presidente y a Cheick Modibo Diarra, ex jefe de Microsoft en África, como primer ministro, ambos sin apoyo popular. Traoré tuvo que ser llevado a Francia a principios de año después de que sufriera una paliza en la que resultó herido. Diarra fue detenido por los militares a mediados de diciembre y obligado a dimitir con su gobierno. Traoré fue forzado a nombrar como nuevo primer ministro a Django Sissoko, funcionario del Fondo Monetario Internacional. Así pues, concluye Cremer, este es el gobierno de Mali que ha solicitado la intervención militar francesa: “un país sin estado y una nación sin gobierno”. Para gran satisfacción de Areva, el gran consorcio nuclear francés que extrae su uranio en la región, con perspectivas en el norte de Mali.

Todo eso es ahora secundario, se dice. Los intereses inconfesables existen, pero lo que está en primera línea es otra cosa. Gadafi, decían, iba a pasar a cuchillo a la población de Bengazi. Ahora se trataba de salvar Bamako, la capital de Mali, y a la población del norte del país.

“Quienes están contra la intervención militar en Mali deben aclarar si les trae sin cuidado la suerte de esas mujeres a las que cortan las manos por salir solas de casa, las lapidaciones por infidelidad matrimonial, el hostigamiento por fumar y todo el catálogo de esos islamistas de la edad de piedra financiados por la droga y el secuestro que si se hacen con el control del estado serán un peligro para toda África Occidental y también para Europa”, observa un viejo colega de la prensa berlinesa. Estos días estas cosas se leen por doquier en los periódicos de Berlín y París. Forman parte del sentido común en las redacciones de los medios de comunicación europeos. En todas ellas tenemos hoy un  Bernard-Henri Lévy colectivo: un cretino belicista. “La integridad de Mali es decisiva para la seguridad de Europa”, dice el ministro francés de defensa, Jean-Yves Le Drian, parafraseando la inmortal frase de su colega alemán Peter Struck, “la libertad de Alemania se defiende en el Hindukush”.

Siempre un “deprisa, deprisa”, una extrema e inmediata premura, una causa justa y un peligro inminente para nuestra civilización que impiden toda disidencia. Sucede en cada intervención militar: Afganistán, santuario del 11-S, Irak, armas de destrucción masiva, Pakistán, el estado fallido y a la vez nuclear, Yemen, potencial base operacional, Somalia, la piratería en una vital ruta marítima, Libia, Siria y ahora Mali. Y siempre con los medios de comunicación llamando a la sagrada cruzada belicista. Al final de la batalla, miles de muertos una situación estancada y que manifiestamente no ha mejorado (Afganistán, Irak, son casos de manual), y condiciones para nuevos conflictos: guerras que llevan a otras.

En Alemania, donde el gobierno mantiene una actitud prudente mitad por recelo a la cooperación militar franco-británica -vista como reacción al arrogante dominio económico de Berlín en Europa- mitad por prevención electoralista ante una ciudadanía aún poco entusiasta con las guerras, el papel de acicate de la prensa es particularmente remarcable. En un cuarto de siglo, políticos y medios de comunicación han logrado que una nación mayoritariamente pacifista y alérgica al militarismo, se comiera cada vez con mayor silencio la transformación del ejército alemán en una máquina de intervención mundial. ¿Hay ahora en Berlín un deseo malsano de sangrar a Francia, dejándola sola en Mali para disciplinar más el frente de la contrarrevolución neoliberal liderada por Merkel? La prensa y la oposición socialdemócrata y verde de Alemania están, en cualquier caso, más bien llamando con entusiasmo a sumarse a la batalla. No hay tiempo ni espacio para valorar todas las circunstancias y consideraciones que impiden sumarse a la alegría de esos tambores de guerra. Deprisa, deprisa.

En primer lugar, la política europea en el mundo no debería contribuir a incrementar los conflictos y las guerras con sus intervenciones militares, sino practicar la diplomacia y el compromiso. Su norma rectora debería ser el principio hipocrático de no dañar aún más al enfermo, aunque vistas las responsabilidades de los grandes incendios bélicos que se declaran en el mundo hay que preguntarse quien es aquí el principal pirómano.

En segundo lugar, las alianzas y los apoyos de esa política deberían venir determinados por la salvaguardia de la estabilidad y de la paz, no por bastardos intereses políticos, energéticos, empresariales o del complejo militar. En tercer lugar, la defensa de los derechos civiles y humanos universales debería tener más peso en la proyección internacional y no ser constantemente violada y pervertida por la política de derechos humanos occidental, es decir: por la utilización hipócrita y selectiva de los derechos humanos para justificar la agresiva tradición militar imperialista europea.

El apoyo social y la indiferencia que el intervencionismo militar y la guerra en países lejanos encuentra hoy en la población europea, es un  problema central de la actual crisis europea.

Rafael Poch (Barcelona, 1956), amigo y colaborador de SinPermiso, es el corresponsal de  La Vanguardia en Berlín. Durante veinte años fue corresponsal en Moscú y en Pekín. Antes estudió historia contemporánea en Barcelona y Berlín Oeste, fue el corresponsal en España de 'Die Tageszeitung', redactor de la DPA en Hamburgo y corresponsal itinerante en Europa del Este (1983 a 1987).

lunes, 28 de enero de 2013

Cómo Washington ayudó a fomentar la insurrección islamista en Malí

 

 

TOMBUCTU

El 12 de octubre de 2012, el Consejo de Seguridad votó unánimemente a favor de una resolución redactada por Francia pidiendo al gobierno de Malí que elaborase planes para una misión militar para restablecer el control sobre el norte de Malí, una zona del Sahara más grande que Francia . Conocido como Azawad por la población tuareg local, el norte de Malí ha estado bajo el control de los extremistas islámicos tras una rebelión tuareg al comienzo del año. Durante varios meses, los medios de comunicación internacionales se han referido al norte de Malí como "el Afganistán de Africa“, con llamamientos a una intervención militar internacional cada vez inexorable.

Mientras que los medios de comunicación han dado abundante cobertura y descrito el curso de los acontecimientos y las atrocidades cometidas en Azawad desde que estalló en enero de lo que era aparentemente sólo otra rebelión tuareg, algunas preguntas básicas no han sido planteadas. Ningún periodista ha preguntado, o al menos contestado de manera satisfactoria, cómo esta última rebelión tuareg fue secuestrada, casi tan pronto como empezó, por unos pocos cientos de extremistas islámicos.

En resumen, los medios de comunicación mundiales no han logrado explicar la situación en Azawad. Y es así porque la verdadera historia de lo que ha estado sucediendo allí raya en lo increíble, llevándonos a los profundos y oscuros confines de los servicios de inteligencia occidentales y sus relaciones con el servicio secreto de Argelia.

La actual pesadilla en Azawad es explicada en general como el resultado no intencionado del derrocamiento de Muammar al-Qadafi en Libia. Lo que es cierto en la medida en que su caída precipitó el regreso a la región del Sahel (Níger y Malí) de miles de combatientes tuaregs furiosos, desilusionados y bien armados que habían ido a buscar fortuna al servicio del régimen de Qadafi. Pero esta no fue sino la última gota en una década de creciente explotación, represión y marginación que ha alimentado un ciclo continuo de protestas, disturbios y rebeliones tuaregs. A este respecto, Libia fue el catalizador de la rebelión de Azawad, no su causa subyacente. Más bien, la catástrofe en curso en Malí es el resultado inevitable de la manera en que EE.UU. ha insertado la guerra global contra el terrorismo en el Sahara-Sahel, en colaboración con agentes de inteligencia argelinos, desde 2002.

¿Por qué Argelia y EE UU necesitaban terrorismo?

Cuando Abdelaziz Bouteflika asumió el cargo de Presidente de Argelia en 1999, el país tuvo que hacer frente a dos problemas principales. Uno de ellos era su posición en el mundo. El papel del ejército y de la DRS (el servicio de inteligencia de Argelia) en la “Guerra Sucia” habían hecho de Argelia un estado paria. El segundo era que el ejército, la institución central del Estado, carecía de moderno armamento de alta tecnología, como resultado de las sanciones internacionales y los embargos de armas.

La solución a ambos problemas estaba en Washington. Durante la era Clinton, las relaciones entre los EE.UU. y Argelia se había reducido a un nivel particularmente bajo. Sin embargo, con la victoria republicana en las elecciones de noviembre de 2000, el presidente argelino Bouteflika, un experimentado ex ministro de relaciones exteriores, hizo llegar rápidamente su posición a la nueva administración de EE.UU. y fue invitado en julio de 2001 a una cumbre en Washington con el presidente Bush. Bush escuchó con simpatía el relato de Bouteflika de cómo su país se había volcado de la lucha contra los terroristas y su solicitud de equipo militar especializado que permitiese a su ejército mantener la paz, la seguridad y la estabilidad en Argelia.

En ese momento, Argelia tenía mas necesidad de apoyo de los EE.UU. que viceversa. Pero eso iba a cambiar pronto. Los ataques terroristas de 9/11 permitieron una nueva era en las relaciones Estados Unidos-Argelia. Durante los siguientes cuatro años, Bush y Bouteflika se reunieron seis veces más para desarrollar una alianza en gran parte secreta y muy ambigua.

El “terrorismo de Estado” argelino

En enero de 1992, las elecciones legislativas en Argelia estuvieron a punto de ser ganadas por el Frente Islámico de Salvación, lo que habría resultado en el primer gobierno islamista democráticamente elegido. Con “luz verde” de los EE.UU. y Francia, Argelia anuló las elecciones generales en lo que fue un auténtico golpe de Estado militar. Se desencadenó casi inmediatamente una "guerra civil" (conocida como la "guerra sucia") que continuó hasta la década de 1990, supuestamente entre los islamistas y el ejército, y en la que se estima que 200.000 personas fueron asesinadas.

En 1994, el servicio secreto argelino DRS había logrado infiltrarse en los principales grupos armados islamistas, los Grupos Islámicos Armados (GIA), e incluso el líder del GIA, Djamel Zitouni, era un agente DRS. De hecho, muchos de los asesinatos y masacres de civiles se llevaron a cabo por el DRS haciéndose pasar por islamistas o por elementos del GIA dirigidos y protegidos por la DRS.

John Schindler, un ex alto oficial de inteligencia de EE.UU. y miembro del Consejo de Seguridad Nacional, actualmente profesor de Asuntos de Seguridad Nacional de los EE.UU. en el Naval War College, recientemente advirtió de cómo Argelia había creado en parte a sus terroristas y como había utilizado el terrorismo de Estado . Al escribir sobre la década de 1990, afirmaba:

"Los GIA fueron una creación de la DRS. Usando probados métodos soviéticos de penetración y provocación, la agencia organizó los GIA para desacreditar a los extremistas. Gran parte del liderazgo de [los] GIA fueron agentes de la DRS, que llevaron al grupo a un callejón sin salida de asesinatos en masa, una táctica despiadada que desacreditaba a los islamistas de los GIA ante la mayoría de los argelinos. La mayor parte de sus operaciones más importantes fueron obra de la DRS, incluyendo la ola de atentados de 1995 en Francia. Algunas de las matanzas más notorias de civiles fueron perpetradas por unidades especiales militares disfrazadas de muyahidines, o por grupos de los GIA bajo control de la DRS". (1)

Hacia 1998, los asesinatos habían llegado a tal punto que muchos islamistas abandonaron los GIA para formar el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), pero pronto se hizo evidente que también había sido infiltrado por la DRS.

A pesar de que la “Guerra Sucia” comenzó a amainar después de 1998, nunca terminó del todo. El GSPC, que cambió su nombre por el de Al Qaeda en el Magreb Islámico en 2006, sigue operativo tanto en el norte de Argelia como en el Sahara-Sahel.

En muchos aspectos, poco ha cambiado desde los años 1990 ya que la DRS sigue reclutando terroristas y utilizando el "terrorismo de estado" y acciones con "bandera falsa" como medio fundamental de ejercer su control. La DRS no ha cambiado en nada: su jefe, el general Mohamed Mediene, que fue entrenado por la KGB y una vez se refirió a sí mismo como "El Dios de Argelia“ (2), fue nombrado en 1990 y todavía está en el puesto. Es considerado el hombre más poderoso de Argelia.

En cuanto a Al Qaeda en el Magreb Islámico, sus líderes en las regiones del Sahara y el Sahel, Abdelhamid Abou Zaid, Mokhtar ben Mokhtar y Yahia Djouadi (todos tienen muchos alias) o son agentes del DRS o están estrechamente relacionados con ella.

Mi primer libro sobre la guerra global contra el terrorismo en el Sahara, The Dark Sahara (Pluto 2009), describe y explica el desarrollo de esta extraordinaria relación. Puso de manifiesto por qué tanto la administración Bush como el régimen de Argel necesitaban un "poco más de terrorismo" en la región. Los argelinos querían más terrorismo para legitimar su necesidad de armas modernas de alta tecnología. La administración Bush, por su parte, vio en el desarrollo del terrorismo la justificación para abrir un nuevo frente sur en el Sahara de la Guerra Global contra el Terrorismo. Este "segundo frente" legitimaría la creciente militarización de África por parte de EE.UU. para controlar los recursos naturales del continente, especialmente el petróleo. Lo que pronto condujo a la creación en 2008 de un nuevo mando de combate de EE.UU. para Africa - AFRICOM.

La primera operación terrorista con “bandera falsa” de EE.UU. y Argelia en el Sáhara-Sahel se llevó a cabo en 2003, cuando un grupo liderado por un agente "infiltrado" de la DRS, Amari Saifi (alias “Abderrazak Lamari” y "El Para"), tomaron como rehenes a 32 turistas europeos en el Sahara argelino. La administración Bush inmediatamente calificó a el “El Para” como "el hombre de Osama bin Laden en el Sahara".

El modelo cubano de Rumsfeld

El gobierno de EE.UU. tiene una larga historia de uso de acciones de “bandera falsa” para justificar su intervención militar. La inspiración de la operación de “El Para” en 2003 en realidad se remonta directamente a un plan similar concebido por el Estado Mayor Conjunto de EE.UU. 40 años antes.

A raíz del desastre de la Bahía de Cochinos en 1961 - cuando una fuerza de exiliados cubanos entrenada por la CIA, con el apoyo de las fuerzas armadas estadounidenses, intentó sin éxito invadir Cuba y derrocar al gobierno de Fidel Castro - el Departamento de Defensa de EE.UU. y el Estado Mayor Conjunto elaboraron planes, con el código Operación Northwoods, para justificar una invasión militar de Cuba por EE.UU.. El plan fue presentado al Secretario de Defensa del presidente John F Kennedy, Robert McNamara, el 13 de marzo de 1962. Bajo el título "Justificación de la intervención militar de EE.UU. en Cuba (Top Secret)" (3), la Operación Northwoods proponía desencadenar una guerra terrorista secreta y sangrienta contra su propio país, con el fin de engañar al público estadounidense para que apoyara una guerra mal concebida por la Junta de Jefes de Estado Mayor contra Cuba. Preveía que la CIA y otros servicios llevasen a cabo una serie de atrocidades. En EE.UU. el periodista investigador James Bamford lo describió así: "civiles inocentes iban a ser tiroteados en las calles de EE.UU., algunos barcos con refugiados que huían de Cuba debían ser hundidos en alta mar, una ola de violencia terrorista sería desencadenada en Washington DC, Miami y otros lugares . Personas inocentes serían acusadas de atentados que no cometerían y aviones secuestrados. Utilizando pruebas falsas, se culparía de todo ello a Castro, dando así a Lemnitzer [Presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor] y a su camarilla la excusa, así como el apoyo público e internacional, que necesitaban para lanzar su guerra contra la Cuba de Fidel Castro” (4) .

El plan fue rechazado finalmente por el presidente Kennedy. La Operación Northwoods permaneció «clasificada» y desconocida para el público estadounidense hasta que fue desclasificada por el Archivo de Seguridad Nacional y revelada por Bamford en abril de 2001. En 2002, un plan no muy diferente fue presentado al Secretario de Defensa Donald Rumsfeld por su Consejo Científico de Defensa. Extractos de su "Estudio de Verano sobre las Operaciones Especiales de las Fuerzas Conjuntas en apoyo de la lucha contra el terrorismo" se hicieron públicos el 16 de agosto de 2002 (5), por Pamela Hess (6), William Arkin (7) y David Isenberg (8), entre otros, que publicaron más información y analizaron el plan. El plan recomendaba la creación de un "Grupo de Operaciones Proactivas y Preventivas" (P20G, como llegó a ser conocido), una organización en la sombra que llevaría a cabo misiones secretas para "estimular reacciones" de grupos terroristas, provocándoles para que realizasen actos violentos que los expusieran a 'contraataques' de las fuerzas de EE.UU (9).

Al Qaeda en el Magreb Islámico

Mi nuevo libro sobre la guerra global contra el terrorismo en el Sahara (The Dying Sahara, Pluto 2013) presenta evidencias fuertes de que la operación de “El Para” fue la primera “prueba de funcionamiento” de la decisión de Rumsfeld, adoptada en 2002, de poner en práctica el plan P20G. En su reciente investigación de algunas operaciones con “bandera falsa”, Nafeez Ahmed afirma que el periodista de investigación Seymour Hersh (10) fue informado por un asesor del Pentágono que la operación del argelino [“El Para”] había sido un ensayo del nuevo programa encubierto del Pentágono P20G (11).

El frente Sahara-Sahel no es el único caso de este tipo incidentes fabricados en la Guerra Global contra el Terrorismo. En mayo de 2008, el presidente George W Bush solicitó 400 millones de dólares para financiar operaciones encubiertas de grupos terroristas en su mayor parte en el Medio Oriente y Afganistán en una ofensiva encubierta dirigida en última instancia contra el régimen iraní. La partida inicial de 300 millones de dólares fue aprobada por el Congreso.

Desde la operación de “El Para”, la DRS de Argelia, con la complicidad de los EE.UU. y el conocimiento de otras agencias de inteligencia occidentales, ha utilizado Al Qaeda en el Magreb Islámico, a través de la infiltración casi completa de su liderazgo, para crear un escenario terrorista. Gran parte del paisaje terrorista que Argelia y sus aliados occidentales han dibujado en la región del Sahara-Sahel es completamente falso.

The Dying Sahara analiza cada supuesto incidente “terrorista” en la región durante la última y terrible década. Demuestra que unos pocos fueron auténticos actos terroristas, pero que la gran mayoría fueron fabricados u orquestados por la DRS. Algunos incidentes, como el ampliamente difundido ataque de Al Qaeda en el Magreb Islámico al aeropuerto de Djanet, en Argelia en 2007, simplemente no ocurrió. Lo que en realidad sucedió fue que una manifestación contra el gobierno argelino por el desempleo de jóvenes tuareg locales terminó con disparos de los jóvenes contra el aeropuerto. No tenía nada que ver con Al Qaeda en el Magreb Islámico.

Con el fin de justificar o aumentar lo que he llamado las «rentas terrorismo" de Washington, los gobiernos de Mali, Níger y Argelia han sido responsables en al menos cinco ocasiones desde 2004 de provocar a los tuaregs a tomar las armas: en 2004 (Níger) , 2005 (Tamanrasset, Argelia), 2006 (Malí), 2007-09 (Níger y Malí). En julio de 2005, por ejemplo, jóvenes tuaregs se amotinaron en la sureña ciudad argelina de Tamanrasset, incendiando 40 oficinas gubernamentales y edificios comerciales. Se comprobó finalmente ante el tribunal que los disturbios y ataques incendiarios habían sido causados por agentes provocadores de la policía argelina. El asunto fue tapado y unos 80 jóvenes liberados e indemnizados. Pero el objetivo de este ejercicio se había logrado: la DRS sus aliados en Washington podían hablar de "terrorismo putativo" entre los tuareg de Tamanrasset, y justificar aún más la Iniciativa Contraterrorista Trans-Sahara de George Bush y el ejercicio militar Operación Flintlock del pentágono en el Sahara.

Con ocasión de la operación de “El Para”, el Pentágono produjo una serie de mapas de África, que representaban a la mayor parte de la región del Sahara-Sahel como una "Terror Zone" o un "Corredor del Terror '. Una profecía auto-cumplida. Además, la región se ha convertido también en uno de las principales zonas de tránsito de droga en el mundo. En los últimos años, el tráfico de cocaína desde América del Sur a través de Azawad hacia Europa, bajo la protección de las élites políticas y militares de la región, en particular del ex presidente de Malí y sus fuerzas de seguridad, así como la DRS de Argelia, ha florecido. La Oficina de las Naciones Unidas para el Control de Drogas estimó recientemente que el 60 por ciento de la cocaína en Europa pasa a través de la región. Y calculó su valor, a precios de la calle en París, en unos 11 mil millones de dólares, de los que se estima que unos 2 mil millones se quedan en la región.

El impacto de las maquinaciones de Washington en los pueblos del Sahara-Sahel y su economía regional ha sido devastador. Más de 60 secuestros de occidentales han llevado al colapso a la industria turística que proporcionaba a las comunidades tuareg en Malí, Níger y Argelia gran parte de sus ingresos en efectivo. Por ejemplo, el asesinato de cuatro turistas franceses en Mauritania, además de secuestros posteriores, provocaron que sólo 173 turistas visitaran Mauritania en 2011, en comparación con 72.500 en 2007 (12). La pérdida del turismo ha privado a la región de decenas de millones de dólares y ha obligado a más y más tuareg (y otros grupos étnicos), especialmente a los jóvenes, a caer en la "criminalidad" del bandidaje y el tráfico de drogas.

El actual desastre de Mali

Si de todo ello se desprende que la última rebelión tuareg en Mali tenía un transfondo histórico complejo, la rebelión que comenzó en enero de 2012 era diferente de todas las rebeliones tuareg anteriores porque había una posibilidad muy real de que tuviese éxito, al menos en lo que se refiere a tomar el control de todo el norte de Mali. La creación del MNLA rebelde en octubre de 2011, por tanto, no sólo era una grave amenaza potencial para Argelia, sino que parece haber tomado el régimen argelino por sorpresa. Argelia siempre ha tenido un poco de miedo a los tuareg, tanto a nivel nacional como en los países vecinos del Sahel. La posibilidad real de que un movimiento nacionalista tuareg en el norte de Malí tuviese éxito militarmente, en un país que Argelia siempre ha considerado como su propio patio trasero, no podía ser tolerada.

La estrategia de la agencia de inteligencia argelina para eliminar esta amenaza ha sido utilizar su control de Al Qaeda en el Magreb islámico para debilitar y luego destruir la credibilidad y la eficacia política de la MNLA. Esto es precisamente lo que hemos visto sucede en el norte de Malí en los últimos nueve meses.

Aunque el gobierno argelino lo ha negado, envió a unos 200 miembros de sus fuerzas especiales a Azawad, el 20 de diciembre de 2011. Su propósito parece haber sido:

• Proteger Al Qaeda en el Magreb Islámico, que había desplazado su base de entrenamiento en el sur de Argelia al norte de Malí, alrededor del 2008

• evaluar los puntos fuertes y las intenciones del MNLA, y

• ayudar a establecer dos 'nuevos' grupos terroristas salafista-yihadista en la región - Ansar al-Din y MUJAO.

Los líderes de estos nuevos grupos - Iyad ag Ghaly de Ansar al-Din, y el sultán Badi Ould de MUJAO - están estrechamente asociado con la DRS. A pesar de que tanto Ansar al-Din y MUJAO comenzaron con escasas fuerzas, contaron con el apoyo inmediato de mercenarios experimentados y sicarios bien entrenados de las brigadas de Al Qaeda en el Magreb Islámico bajo influencia de la DRS. Esto explica por qué los islamistas fueron capaces de expandirse tan rápidamente y dominar al MNLA tanto política como militarmente.

Aunque la estrategia argelina ha sido eficaz, al menos hasta ahora, su objetivo de debilitar y desacreditar al MNLA ha convertido a la región en una catástrofe humana. La intervención militar extranjera parece cada vez más probable. A pesar de que Argelia siempre se ha opuesto con todas sus fuerzas a ello porque se considera la potencia hegemónica en el Sahel y no Francia. La Resolución del 12 de octubre del Consejo de Seguridad daba a Argelia una última oportunidad para "frenar a sus perros” y diseñar una solución política pacífica. Pero, como la ira contra los islamistas crece y el deseo de venganza de la sociedad civil de Malí se hace cada vez más fuerte, una solución pacífica parece cada vez más improbable.

Rebeliones tuaregs en Malí

Los Tuaregs son aproximadamente 2-3 millones de personas y son la población indígena de gran parte del Sahara Central y del Sahel. El grupo más grande, estimado en 800.000 personas, vive en Malí, seguido de Níger, y con pequeños grupos de población en Argelia, Burkina Faso y Libia.

Ha habido cinco rebeliones tuareg en Malí desde la Independencia, además de las tres de Níger y disturbios esporádicos en Argelia. La última rebelión tuareg en Malí, encabezada por el Movimiento Nacional de Liberación de l'Azawad (MNLA), se inició en enero de 2012. El MNLA esta compuesto tuaregs que habían regresado de Libia alrededor de octubre de 2011, rebeldes que no habían depuesto las armas tras el levantamiento de 2007-09 y otros que habían desertado del ejército maliense. Su número se estima en unos 3.000. A mediados de marzo habían desalojado a las fuerzas militares mal equipadas y peor dirigidas de Mali de la mayor parte del norte del país (Azawad), encontrando poca resistencia. ??

Después de esta humillación del ejército de Malí, los soldados en los cuarteles de Kati, cerca de Bamako, se amotinaron el 22 de marzo, y una junta de oficiales jóvenes tomaron el poder en el país. En una semana, las tres capitales de provincia del norte, Kidal, Gao y Tombuctú cayeron en manos de los rebeldes, y el 5 de abril, el MNLA declaró Azawad estado independiente.

La declaración de independencia del Azawad no ha recibido ningún apoyo internacional. Una razón ha sido la alianza entre el MNLA y Ansar al-Din, un movimiento jihadista de nueva creación dirigido por un notable tuareg, Iyad ag Ghaly, y otro grupo yihadista, Jamat Tawhid Wal Jihad Fi Garbi Afriqqiya (Movimiento para la Unidad y Jihad en el oeste de África - MUJAO). Tanto Ansar al-Din y MUJAO están conectados y son apoyados por Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). En mayo, eran estos grupos islamistas, no el MNLA, los que mandaban política y militarmente en Azawad.

A finales de junio, la tensión entre el MNLA y los islamistas estalló en una lucha abierta, el MNLA fue expulsado de Gao y cada vez más marginado políticamente. Desde entonces, los islamistas han impuesto la ley islámica de forma estricta en Azawad, especialmente en Gao, Tombuctú y Kidal. Ejecuciones sumarias, amputaciones, lapidaciones y otras atrocidades semejantes, así como la destrucción de los santuarios sagrados en Timbuktu – declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad - están siendo investigadas por la Corte Penal Internacional. En agosto, casi medio millón de personas habían huido o habían sido desplazadas.

A modo de conclusión

He advertido en numerosas ocasiones en la última década que el modo en que se estaba orquestando el terrorismo en el Sahara-Sahel por la DRS argelina, con conocimiento de los EE.UU. y otras potencias occidentales, inevitablemente daría lugar a una catástrofe, muy posiblemente en forma de una conflagración en toda la región. A menos que ocurra un milagro a comienzos del 2013, el norte de Malí parece ser el sitio donde se iniciará esta conflagración.

Dicho esto, es posible un escenario terrible según algunos de los comandantes de las milicias locales, en su mayoría, tuaregs. Creen que la DRS argelina y sus aliados occidentales están utilizando la situación de Azawad para fomentar la concentración de grupos 'salafistas-yihadistas' en la región – el llamado “emirato subsahariano” – y poder así erradicarlos. En ese caso, la DRS argelina sacaría antes a sus "agentes" y dejaría abandonados a su suerte a los “soldados de infantería” - los islamistas fanáticos- frente a los bombardeos.

Pero sea cual sea el escenario que se desarrolle en Malí, cuando escuche las noticias de los desastres y la guerra en Azawad, no piense: “vaya, sólo otra guerra en África". Recuerde este transfondo oscuro, sórdido y cómo la Guerra Global contra el Terror de Washington ha llegado al Sahara-Sahel y están pagando las consecuencias sus pueblos.

NOTAS:

(1) John Schindler, ‘The ugly truth about Algeria, The National Interest, 10 Jul 2012.

(2) Jeremy Keenan, ‘General Toufik: “God of Algeria”’, Al Jazeera, 29 Sep 2010.

(3) US Joint Chiefs of Staff, ‘Justification for US Military Intervention in Cuba (Top Secret)’, US Department of Defense, 13 Mar 1962. Ha sido publicado en línea en una forma más completa por el Archivo de Seguridad Nacional el 30 de abril de 2001.

(4) James Bamford, Body of Secrets, Doubleday 2001.

(5) Defense Science Board, ‘DSB Summer Study on Special Operations and Joint Forces in Support of Countering Terrorism’. En fas.org/irp/agency/dod/dsbbrief.ppt

(6) Pamela Hess, ‘Panel wants $7bn élite counter-terror unit.’ United Press International, 26 Sep 2002

(7) William M Arkin, ‘The Secret War,’ Los Angeles Times, 27 Oct 2002.

(8) David Isenberg, ‘“P2OG” allows Pentagon to fight dirty’, Asia Times Online, 5 Nov 2002.

(9) Chris Floyd, ‘Into the Dark: The Pentagon Plan to promote terrorist attacks,’ Counterpunch, 1 Nov 2002; Nafeez Mosaddeq Ahmed, ‘Our Terrorists’, New Internationalist, Oct 2009.

(10)Seymour Hersh, ‘The Coming Wars: What the Pentagon can now do in Secret.’ The New Yorker, 24 Jan 2005.

(11) Nafeez Mosaddeq Ahmed, op cit.

(12) eTN Global Travel Industry News, 19 Nov 2008, eturbonews.com

Jeremy Keenan es un antropólogo social británico de gran prestigio, profesor del SOAS de la Universidad de Londres, especializado en el Sahara-Sahel. Entre sus libros sobre este tema:The Tuareg: People of Ahaggar, Allen Lane, 1977; Sahara Man: Travelling with the Tuareg, John Murray Publishers, 2001; The Lesser Gods of the Sahara: Social Change and Contested Terrain Amongst the Tuareg of Algeria, Frank Cass Publishers, 2004; The Dark Sahara: America's War on Terror in Africa, Pluto Press, 2009; The Dying Sahara: US Imperialism and Terror in Africa, Pluto Press, 2012

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García

lunes, 21 de enero de 2013

Mali: el por qué de la intervención imperialista de Francia

 

Gran mezquita de Bamako, Mali

 

Paul Martial

En general, cuando el gobierno francés se ocupa de los malienses es para expulsarlos, ¿por qué, de repente, se transforma en defensor del pueblo de Malí? Para intentar responder a esta pregunta, es inevitable señalar las responsabilidades de Francia en la crisis de Mali.

1. Las responsabilidades de Francia en la crisis de Malí

1.1 Las políticas de ajuste estructural

La crisis de la deuda en los años 80 tuvo un impacto dramático en el continente africano. Para Malí en 1968, la deuda era de 55 mil millones de FCFA, pero en 2005 había alcanzado los 1.766 mil millones de FCFA. Los planes de ajuste estructural y las políticas de la Iniciativa de los Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE) han tenido consecuencias desastrosas para Malí, que han dado lugar a la privatización masiva de las empresas de Malí en beneficio de multinacionales a la vanguardia de las cuales están las francesas. La distribución de energía eléctrica ha pasado al control de Bouygues, que está también presente en la mineria, como la mina de oro de Morila. La Compañía de Desarrollo Textil de Malí, que gestionaba el sector del algodón se ha vendido parcialmente a Dagris. Orange, a través de su filial Ikatel, se ha vuelto a hacer con la telefonía. La Oficina del Niger, que gestiona la tierra cultivable de la cuenca, se ha convertido en un promotor del acaparamiento de tierras. A esto se suma la presencia de multinacionales como Delmas, Bolloré con almacenes de 100.000 m2 para el almacenamiento de algodón. La segunda consecuencia es el debilitamiento de un Estado incapaz de cumplir con sus deberes sociales y de soberanía. Los servicios de salud y educación se están desmoronando, el ejército –como se ha visto- es totalmente incapaz. Esta tendencia es más pronunciada en el norte del país, que es la región más pobre.

1.2 Corrupción masiva

Al mismo tiempo, la clase política en Mali es especialmente corrupta. El entorno de Amadou Toumani Touré (ATT) y su clan han amasado millones de dólares mediante la corrupción y el tráfico ilegal, especialmente en el norte del país. El tráfico de todo tipo financia no sólo a los jihadistas, armados o no, sino también a la jerarquía militar de Malí y la clase política. Francia siempre ha apoyado a Amadou Toumani Touré, que aunque devolvió el poder a los civiles después del golpe de estado, se presentó y ganó las elecciones presidenciales de 2002-2007 y luego 2007 -2012, en unas elecciones cuya transparencia y limpieza fueron muy cuestionable. Como de costumbre, la diplomacia francesa ha tolerado y apoyado a ATT a pesar de conducir al país al abismo.

1.3 La intervención en Libia

Francia ha estado a la vanguardia de la intervención militar en Libia. Como en el caso de Malí, Sarkozy alegó lo urgente de la situación para intervenir –entonces se trataba de columnas blindadas que estaban a punto de entrar en la ciudad liberada de Bengasi. Conocemos lo demás, la intervención para bloquear la columna se convirtió en una masiva operación de la OTAN que secuestro la revolución Libia y evitó a golpe de conquistas territoriales que se pudieran construir y establecer estructuras de poder. La militarización total y la caída brutal de Gadafi ha creado un vacío favorable para todos los grupos yihadistas y de traficantes que se han hecho con los arsenales gadaffistas. El fulminante derrumbe del régimen libio, sin una estructura alternativa de gobierno creíble, ha desestabilizado toda la región al eliminar un instrumento de mediación de conflictos en el Sahel.

1.4 Francia juega con fuego

Francia, al igual que otras potencias imperialistas, comprendieron que ATT era incapaz de luchar realmente contra AQMI en el norte de Mali. Se trata de un tema esencial para Francia y AREVA, que ha invertido grandes sumas de dinero para la extracción de uranio en Níger, en la zona fronteriza con el norte de Malí. Creyó que podría utilizar a los tuaregs del MNLA como una especie de poder adicional para garantizar la seguridad de las instalaciones mineras y contener los ataques de AQMI. El Movimiento de Liberación Nacional de Azawad (MNLA) es una organización laica tuareg que lucha por la independencia de Azawad, situado en el norte de Malí. Es el resultado de una recomposición de las organizaciones tuareg. La mayor parte de sus tropas combatientes vienen de Libia, donde sirvieron en el ejército. Con la caída de Gaddafi volvieron a Malí con armas y vehículos equipados con ametralladoras. Una caravana puede recorrer miles de kilómetros sin problemas. La diplomacia francesa de la época, dirigida por Juppé, siempre fiel a sus intereses, explicó que había llegado el momento de iniciar las negociaciones con el MNLA para darle credibilidad y aliento: "París es favorable a un diálogo político entre malíenses”. Así lo reiteró Alain Juppé reiteró en la escalinata del palacio presidencial de ATT: "Se trata de un diálogo político que ayude a salir de la situación de impasse y evite la confrontación. Un diálogo inter-maliense es absolutamente necesario”. En esta reunión el ministro francés ha recordado que Francia se había comprometido a respetar la integridad territorial de Malí y que el enemigo número uno tenía un nombre:. AQMI, al-Qaeda en el Magreb Islámico "[ 1 ].

El escenario se desarrolla de manera diferente de lo que esperaban los estrategas del Quai d'Orsay. El MNLA se aliará con los yihadistas en la lucha contra el ejército de Mali, aunque será expulsado después de las principales ciudades del norte por sus antiguos aliados. Hay cuatro grupos yihadista: Ansar Dine, organización tuareg que se negó a unirse al MNLA y cuya prioridad es la introducción de la sharia; AQMI, que viene del GSPC argelino, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate; el MUJAO (Movimiento por la unidad de la yihad en el oeste de África) y la secta Boko Haram, que siembra el terror en el norte de Nigeria atacando al estado, así como a los nigerianos cristianos.

2. La política de Francia en la crisis de gestión Malí

2.1 Recordatorio

La intervención de Francia en Malí se inscribe en una larga tradición de intervenciones. Desde la independencia de sus colonias africanas, Francia ha intervenido sesenta veces. La estrategia de Francia es mantener su influencia política y económica a través de un apoyo inquebrantable a varias dictaduras que a cambio promueven los intereses franceses. De esta manera, las multinacionales francesas tienen auténticos nichos de mercado en la industria alimentaria, logística, transporte, telefonía, además del saqueo de los recursos naturales, incluido el petróleo y el uranio.

2.2 Peones de Francia

Cuando puede, la diplomacia francesa evita intervenir directamente. También en la crisis de Malí. Tiene dos estructuras para ello. La primera, la presidencia de la Unión Africana, que asegura el presidente de Benín Boni Yayi. Durante su visita a Francia el 30 de mayo, Hollande le aconsejó que la UA hiciera una solicitud de ayuda al Consejo de Seguridad de la ONU para pedir una intervención militar en África: "Analizando las distintas maneras de resolver la crisis, el presidente francés pidió a la CEDEAO y la Unión Africana utilizar el Consejo de Seguridad de la ONU, de modo que puede "diseñar un marco para Malí y la zona más amplia del Sahel en el que reestablecer la estabilidad "" [ 2 ]. Cuando ha conocido en Montreal la intervención militar francesa, afirmó que estaba muy contento (sic) [ 3 ]. Su segundo punto de apoyo es la CEDEAO, que es la organización que agrupa a los Estados de África Occidental, presidida por Alassane Ouattara, que debe su puesto como presidente de Costa de Marfil a los tanques franceses. La excusa entonces fue hacer respetar los resultados de las elecciones presidenciales. Unas elecciones cuya legitimidad es cada vez más discutible. En cuanto al mediador de la CEDEAO, no es otro que el burkines Blaise Compaoré, bien conocido en el serrallo de la francofonía porque ayudó a derrocar a Thomas Sankara y fue cómplice de Charles Taylor, condenado por crímenes contra la humanidad por su abusos en Liberia y Sierra Leona.

2.3 Francia se opone a un proceso de transición política

Cuando la jerarquía militar ha querido enviar a los soldados malienses al frente, asegurándoles que las armas y municiones llegarían después, estalló una revuelta en el cuartel de Kati, situado a quince kilómetros de la capital, Bamako. Los rebeldes se dirigieron hacia el palacio presidencial, mal defendidos por algunos miembros de la guardia presidencial. ATT tuvo que huir. Los rebeldes tomaron el poder, anunciaron la creación de un consejo nacional. El golpe fue apoyado por las organizaciones de la izquierda radical, activista de la sociedad civil, y parte de los sindicatos que fundaron el Movimiento Popular 22 de Marzo. Esta organización tiene como objetivo ser el brazo político de los militares. La diplomacia francesa está en la misma línea que las potencias africanas de la región. El gran temor es que Malí se emancipe del orden neo-colonial establecido y harán cualquier cosa para restablecer al frente del país al vilipendiado ATT o a alguien de su séquito. La CEDEAO a decretado un bloqueo económico cuya eficacia se ha hecho sentir pronto debido al aislamiento del país. Se sabotean todos los esfuerzos de reforma política que respondan a las necesidades de las poblaciones y consiguen colocar al frente de Mali al Presidente de la Asamblea Nacional, que no tiene legitimidad ni popular ni constitucional. Peor aún, mientras que los yihadistas fortalecen su posición, la CEDEAO bloqueará en los puertos de Dakar y Conacry los envíos de armas que Malí ha comprado legalmente [ 4 ]. Solo serán liberados cuando el gobierno de Mali firme la solicitud de asistencia militar exterior.

2.4 El lobby belicista

Francia hará un intenso cabildeo para que la comunidad internacional acepte el principio de intervención militar. Serán sus diplomáticos los que escriban la resolución de la ONU y se enfrentarán durante meses al escepticismo de la ONU, los EE.UU. y la propia Argelia, que acabarán aceptando de mala gana la propuesta de negociación con grupos como el MNLA y Ansar Dine.

3. La intervención militar de Francia

Analistas como Jacquemot, del semanario L'Express, han explicado que esta intervención se preparó durante mucho tiempo: "El comienzo de la intervención francesa fue repentino, pero se había planeado durante mucho tiempo. Como prueba de ello, la contraofensiva, que llegó mucho más lejos de las localidades amenazadas, estaba bien preparada"[ 5 ]. Le Drian, ministro de defensa, también habló en 2012 de una intervención inevitable [ 6 ].

Una vez más, la urgencia alegada para justificar la intervención militar busca evitar el debate y permite avanzar hacia objetivos que cambian con el tiempo. De hecho, la intervención se justifica para detener el avance de los yihadistas. Hoy en día es evidente que, una vez alcanzado ese objetivo, aparece otro nuevo: se habla ahora de "erradicar los islamista, de devolver la seguridad al estado maliense", lo que permite a la diplomacia francesa total libertad de acción.

Una intervención que se realiza fuera del marco jurídico internacional. Recordemos que la resolución 2085 del Consejo de las Naciones Unidas sólo autoriza la intervención de fuerzas militares africanas. Francia ha obtenido un dictamen favorable a posteriori del Consejo de Seguridad de la ONU, pero con fuertes reservas de los expertos militares del mismo.

Para no salirse del marco legal, Francia sostiene que actuó a petición del Presidente en funciones de Malí, que como hemos visto carece de legitimidad constitucional y popular.

3.1 La intervención va a durar

la intervención tendrá una larga duración debido a la fuerte resistencia de los yihadistas, bien entrenados y equipados. Además, la táctica de estos grupos es separarse e intentar capturar pueblos o pequeñas aldeas. Loa ataques aéreos serán poco efectivos. De hecho, se utilizan principalmente para atacar posiciones fijas claramente establecidas, almacenes, campos de entrenamiento, etc. En todos los casos tendrán que llevarse a cabo operaciones terrestres. Los militares franceses ya han tenido que luchar en Diabali. Teóricamente, estas operaciones deben ser responsabilidad de los ejércitos africanos, pero éstos, como el de Níger o Senegal son muy poco eficaces, y aunque fuesen relativamente eficientes, no conocen el terreno. Así que en todos los casos el ejército francés tendrá que desplegarse, y no se excluye que tenga que estar en primera línea de fuego. Se adivina ya el inicio de una intervención a largo plazo, porque el objetivo es el despliegue de 2.500 soldados franceses en Malí.

Tengamos en cuenta, ya que es importante en un momento importante de austeridad fiscal, que la valoración de la intervención actual se estima en 400.000 euros al día [ 7 ]. No cuesta mucho imaginar lo que se podría hacer con tales sumas para mejorar las estructuras sociales y de salud en la región del norte de Malí.

El reforzamiento del plan Vigipirate, el deseo de dramatizar todo lo posible el riesgo del terrorismo contribuyen a crear un clima de unidad nacional, y al mismo tiempo fortalece el racismo en Francia. Una vez más, la tesis de que el Islam es un peligro potencial para Francia se fortalece.

3.2 El riesgo de crisis humanitaria

Después de seis días de conflicto, la ONU ha registrado más de 150.000 refugiados que huyen de las zonas de guerra y se refugian en los países limítrofes, donde la población también es pobre, así como 230.000 personas desplazadas en el propio Malí [ 8 ]. La falta de apoyo político, el vacío creado por la huida de los yihadistas de las ciudades importantes de la región podría dar lugar a conflictos entre comunidades a partir de viejos resentimientos. El elevadísimo número de armas en circulación en la región, las milicias organizadas, como Ganda Iso (“hijo de la tierra”, en idioma Songhai), una de las tres que forman el Frente de Liberación del Norte de Malí, la reciente decisión del MNLA de oponerse a la entrada del ejército de Malí en el norte del país, hace temer una explosión de violencia o por lo menos una serie de conflictos violentos de gran mortalidad provocados por la creación de milicias de autodefensa de las diferentes comunidades. Existe el riesgo más que probable de caer en una situación idéntica a la del este del Congo Kinshasa (RDC) donde, a pesar de la presencia de fuerzas de la ONU, no se puede detener esta espiral de violencia. Sobre todo cuando, como en el caso de la República Democrática del Congo, además de los conflictos inter-comunitarios pesan intereses económicos relacionados con distintos tráficos ilegales, en especial de narcóticos. El caso más llamativo es el aterrizaje de un Boeing 727 lleno de cocaína con destino a Europa con un valor de mercado de varios millones de euros. Ya somos testigos de atrocidades cometidas por el ejército maliense, como informa Le Monde ?[ 9 ]

3.3 La necesidad del internacionalismo

Nuestra posición es contraria a una especia de cuasi unidad nacional impuesta. Hay quienes se han podido ver arrastrados por una emoción perfectamente legítima contra la barbarie yihadista y el sufrimiento de la gente, pero ahora las cosas son cada vez más evidentes, y se nos dice que la guerra será larga, dura y cara.

Francia, que es la fuente de los problemas, no pueden ser la solución. Francia, que desde la independencia de los Estados de África ha apoyado siempre a las peores dictaduras, las peores masacres, las peores guerras, que está implicada en el genocidio de Ruanda, no es la mejor situada para defender los derechos de los pueblos en África.

No tenemos más remedio que denunciar la francofonía, el apoyo a los dictadores, el que Hollande reciba a los Bongo, Déby, Compaoré; que no haya dicho ni una sola palabra de protesta sobre la violencia de las fuerzas represivas en Togo contra los manifestantes.

Debemos reafirmar nuestra solidaridad con las fuerzas progresistas de África y Malí que se oponen a la intervención francesa.

Notas:

[ 1 ] http://www.rfi.fr/afrique/20120226-

[ 2 ] http://www.lanouvelletribune.info/i

[ 3 ] http://afriqueexpansion.com/news/68

[ 4 ] http://www.maliweb.net/news/armee/2

[ 5 ] http://afriqueexpansion.com/news/68 ...

[ 6 ] http://afriqueexpansion.com/news/68

[ 7 ] http://french.irib.ir/info/internat ...

[ 8 ] http://www.lemonde.fr/afrique/artic

[ 9 ] Le Monde.fr | 01/15/2013

 

Amadou Tiéoulé Diarra

Abogado, Malí

Bamako, 16 de enero 2013

Paul Martial es miembro del colectivo anticapitalista Afriques en Lutte

Traducción para www.sinpermiso.info: Gustavo Buster

lunes, 14 de enero de 2013

Los hábitos nuevos del imperio

Secretario de Defensa                            Director de la CIA

Socialist Worker · · · · ·

13/01/13

 

Los nombramientos de Barack Obama para la Secretario de Defensa y la dirección de la CIA encajan con su proyecto de rehacer el imperialismo de EEUU gracias a una maquinaria de guerra más efectiva y más letal [1].

El nominado por el presidente demócrata como Secretario de Defensa es un republicano conocido por su conservadurismo, particularmente por su sectarismo anti-gay. Pero la avalancha de críticas contra de la nominación proviene de los republicanos, no de los demócratas.

Mientras tanto, la elección del presidente para dirigir la CIA es un antiguo responsable del programas de torturas y entregas. Pero ni republicanos ni demócratas tienen el menor problema con él.

Bienvenido a la política realmente existente de Washington en el segundo mandato de Barack Obama: donde no hay ni siquiera una oposición simbólica a la izquierda de un presidente que habría sido considerado, según sus propias palabras, "un republicano moderado" hace unas décadas .

Dado el historial de sus primeros cuatro años en el cargo, no es ninguna sorpresa que los nominados de Obama tengan más en común políticamente con los republicanos que dirigían la Casa Blanca antes que con las decenas de millones de personas cuyos votos le hicieron presidente. Pero estas nominaciones tienen lugar sólo dos meses después de que Obama haya sido reelegido tras una importante victoria gracias a que las circunscripciones de base del partido demócrata se volcasen en la campaña.

Muchos de esos votantes esperaban que Obama podría llegar a ser en su segundo mandato el progresista que quieren que sea. Chuck Hagel y John Brennan, sus nominados para defensa y la CIA, son la prueba de que no basta con desearlo para que así sea.

Obama no se sienta obligado en absoluto, obviamente, a satisfacer las expectativas de sus seguidores ni a actuar de acuerdo con la retórica populista que utilizó durante la campaña. Por el contrario -al igual que con el acuerdo sobre el "abismo fiscal" y sus muchas concesiones a los republicanos-, los nombramientos de Hagel y Brennan muestran lo que Obama quiere para su segundo mandato: una administración en la que la clase dominante de EEUU pueda confiar para defender con mayor eficacia y ampliar su poder corporativo y militar.

La lección es vieja, y se ha repetido antes muchas veces: sin lucha, no habrá avances en la era Obama. La alternativa a un mundo de guerra e imperialismo, crisis social y desigualdad grotesca es evidente que no surgirá en la Casa Blanca o en cualquier otro lugar del Washington oficial, por lo que tendrá que venir de fuera.

***

Desde la perspectiva de un "washingtonologo" la decisión de nominar al ex senador Chuck Hagel de Nebraska para la Secretaria de Defensa ha sido inteligente. Obama actua de manera bipartidista al elegir a un republicano para uno de los cargos más importantes de su Administración, pero Hagel es despreciado por la mayoría de los republicanos como un temido RINO (republicano sólo de nombre).

No porque Hagel no sea un conservador acérrimo. Se ganó la hostilidad de los líderes del Partido Republicano a mediados de la década de 2000 cuando se convirtió en uno de los primeros miembros del Congreso de ambos partidos que criticó la "guerra contra el terror" de George W. Bush, en particular la desastrosa invasión de Irak. Cuando decidió no presentarse a la reelección en 2008, Hagel estaba ya más fuera que dentro de un partido que, según dijo [2], había sido "secuestrado por la incompetencia: creo que eso es lo que ha llevado al Partido Republicano a tirarse por e acantilado" .

Pero la trayectoria política de Hagel dice mucho más acerca de hasta qué punto el sistema político bipartidista se transformó en la década de 2000 al hacer suya la doctrina de los "neo-cons" que controlaban la Casa Blanca en la época de Bush de "invadir primero, preguntar después". Hagel pertenece al ala "realista" delestablishment de la política exterior, que se hizo a un lado durante los años de Bush, pero que no está menos comprometida con el proyecto imperialista de dominación política y militar de EE UU sobre sus rivales.

Hagel serán denunciados por los republicanos en las próximas semanas por preferir sanciones duras contra Irán a un ataque militar, o por criticar en ocasiones a Israel (sin que ello implique la menor acción práctica, por supuesto). Pero esto lo situa perfectamente en el consenso de Washington, no en el movimiento contra la guerra.

Las posiciones políticas de Hagel son aún más evidentes en aquellos temas de los que nadie está hablando. La caza de brujas anti-gay en el ejército del "no preguntes, no digas" terminó oficialmente sólo hace un año y medio, pero Obama ha elegido a un hombre para dirigir el Pentágono que promovió el "no preguntes, no digas" a lo largo de toda su carrera en el Congreso.

Hagel es recordado durante los años de Clinton por su despreciable campaña para bloquear la nominación de James Hormel como embajador de EE UU en Luxemburgo. Hormel no estaba cualificado para una responsabilidad tan importante, según Hagel, porque era "abierta y agresivamente gay ". Hagel se disculpó por tan rastrera acusación ... en diciembre de 2012. "Teniendo en cuenta que está a la espera de un nombramiento presidencial", dijo Hormel a los periodistas [3], "cabe preguntarse acerca de la sinceridad de la disculpa".

Los defensores de los derechos de los inmigrantes podrán recordar a Hagel como el co-autor de la legislación en 2006 [4], que contrarrestó el famoso proyecto de ley Sensenbrenner, que pretendía criminalizar a 12 millones de inmigrantes indocumentados en EEUU. Pero la propuesta de "compromiso" de Hagel implicaba invertir millones de dólares en nuevos puestos de control fronterizos, incluyendo un muro, y la creación de un sistema a tres niveles para los indocumentados que hubiera condenado a millones de personas a salir de EEUU o al estatuto de trabajador invitado, y una vía muy restrictiva de legalización para una minoría.

No se oirá nada de esto a los legisladores demócratas. Ni a organizaciones "progresistas" ni a comentaristas, que parecen guardar un pacto de silencio sobre Hagel cuando no lo apoyan directamente. En su blog en la revista The Nation [5], la escritora anti-guerra Phyllis Bennis se pregunta si la nominación de Hagel "ayuda en realidad a la izquierda anti-guerra" - y, en un despliegue impresionante de razonamientos retorcidos, llega a la conclusión de que la respuesta es sí.

En cuanto a John Brennan, el candidato de Obama para dirigir la CIA, es probablemente mejor conocido como un elemento de continuidad entre demócratas y republicanos. Brennan es un espía de carrera que trabajó en estrecha colaboración con la Casa Blanca demócrata de Bill Clinton, más tarde con los republicanos de la era Bush, y ahora con la Administración Obama.

Brennan fue director ejecutivo adjunto de la CIA a comienzos de la década de 2000, cuando la Agencia creó su sistema de "sitios negros" y "entregas extraordinarias" para llevar a cabo interrogatorios y torturas durante la "guerra contra el terror". Brennan defendió expresamente el uso de técnicas de tortura además del ahogamiento simulado y elogió las "entregas" de prisioneros de la CIA en la "guerra contra el terror" a países como Siria, para que se utilizara con ellos cualquier método de interrogatorio.

Semejante historial fue suficiente para echar por tierra su posible nombramiento como jefe de la CIA cuando Obama comenzó su primer mandato. Brennan retiró su nombre de la terna y fue nombrado asesor de alto nivel de la Casa Blanca.

Dice mucho acerca de la Casa Blanca de Obama y el Partido Demócrata que Brennan sea ahora un candidato aceptable.

Hace cuatro años, Obama acababa de salir de una campaña en la que en repetidas ocasiones se había comprometido a acabar con la guerra contra las libertades civiles de la Administración Bush. Pero durante los últimos cuatro años en el cargo ha mantenido en la práctica toda la política de la era Bush, desde el funcionamiento de la prisión de Guantánamo hasta las escuchas sin orden judicial.

Por lo tanto, la apuesta más inteligente es que Brennan no encontrará mucha oposición oficial en Washington, en el caso de que haya alguna. Como el analista de izquierdas Glenn Greenwald ha escrito en la web de The Guardian [6]: "En este cambio [de actitud hacia Brennan en relación a 2008], reside uno de los aspectos más significativos de la presidencia de Obama: su conversión de lo que antes eran políticas de derechas altamente cuestionables en armoniosos dogmas del consenso bipartidista en Washington DC".

***

Durante la campaña electoral de 2008, Obama tomó la delantera a los principales contendientes por la nominación demócrata a la presidencia en gran parte porque era el candidato que más se asociaba a la oposición a las guerras en Oriente Medio de la Administración Bush, especialmente en Irak. Pero para cualquiera que escuchase con atención, era evidente que Obama quería dirigir la maquinaria de guerra de EEUU, no frenarla de manera significativa.

Una vez en el cargo, Obama hizo todo lo posible para remodelar la prometida retirada de Irak en un redespliegue de fuerzas. Su plan fracasó solo porque el gobierno iraquí, actuando cada vez más independiente de los ocupantes, se negó a aceptar un estatuto especial para las decenas de miles de efectivos de una presencia militar permanente de EEUU en su país.

En Afganistán, Obama cumplió con su promesa electoral de aumentar la presencia de tropas de EEUU. En el punto álgido de este aumento de tropas de Obama, el número de soldados estadounidenses desplegados en Afganistán se había duplicado. Mientras tanto, la administración Obama amplió enormemente la guerra fuera de las fronteras de Afganistán, en Pakistán en particular, gracias a la nueva arma de moda: los ataques aéreos de aviones no tripulados Predator.

La Casa Blanca de Obama también está efectuando una reorientación estratégica del poder militar de EEUU hacia el conflicto que los analistas creen más probable en las próximas décadas: en el sudeste de Asia, contra el creciente poder de China.

Tanto Hagel como Brennan serán muy útiles en el proceso de remodelación del imperialismo de EEUU de acuerdo con las previsiones de Obama.

Dado que Hagel sirvió como soldado de reemplazo - sería el primer Secretario de Defensa con este origen – tendrá mayor autoridad para defender que EEUU debe hacer mayor uso de la diplomacia y de otros medios no militares en los conflictos internacionales, al mismo tiempo que reconstruye las fuerzas armadas como una fuerza más pequeña, más móvil y más letal en la guerra.

Por su parte, Brennan supervisó la escalada de la guerra de los aviones no tripulados de la administración Obama. Eso y sus muchos años en la CIA lo hacen el candidato ideal, según el Washington Post, de: "un gobierno que prefiere la acción encubierta - incluyendo ataques con aviones no tripulados Predator contra objetivos de al-Qaeda y el sabotaje cibernético de las plantas nucleares de Irán – que la utilización de más que de fuerzas convencionales".

De alguna manera, Obama aún conserva la reputación para muchos de ser anti-guerra - probablemente gracias a la comparación con unos republicanos sediento de sangre. Pero su historial como comandante en jefe no puede ser descrito como anti-guerra de ninguna manera. Obama representa una estrategia diferente del imperialismo de EEUU a la de Bush, y tanto Hagel como Brennan están asociados a aspectos esenciales de la forma en que Obama ha tratado de renovar y adecuar la maquinaria de guerra.

Así que las batallas partidistas sobre sus nombramientos reflejan un debate dentro de la clase dominante entre dos programas diferentes sobre como gobernar el imperio de EEUU. Lo que no son en absoluto es un conflicto entre militaristas republicanos y partidarios demócratas de una política exterior más pacífica. O una disputa, como pretende Phyllis Bennis, en la que la "izquierda anti-guerra" está en mejor posición para presionar por sus objetivos.

Por el contrario, dado el éxito de Obama en sus primeros cuatro años a la hora de reparar algunos de los desastres causados por Bush, el imperialismo de EEUU a las ordenes de Obama, Hagel y Brennan probablemente será más eficaz para proteger la dominación de EEUU de sus rivales y enemigos. Y. por lo tanto, más eficaz para infligir sufrimiento, opresión y muerte en todo el mundo.

Podemos dejar en manos del establishment de política exterior el debate sobre si la "doctrina Obama" es preferible para sus intereses a la "doctrina Bush". Pero podemos afirmar sin lugar a dudas cual es el objetivo de Barack Obama: demostrar que es mejor gerente del imperio de EEUU que Bush y los neoconservadores, no la búsqueda de un mundo más pacífico y justo.

Nuestros movimientos y luchas no pueden tomar partido por uno de estos dos programa imperialistas. De la misma manera que no tenemos porqué elegir entre dos planes de austeridad o dos estrategias para hacer más rentables las empresas a costa de los trabajadores. Tenemos que organizar una resistencia desde abajo que sea una alternativa independiente de las políticas bipartidistas de guerra, opresión e injusticia de Washington.

Notas:

[1] http://socialistworker.org/department/Opinion/Editorials

[2] http://socialistworker.org/2008/01/04/will-voters-get-change

[3] http://www.politico.com/politico44/2012/12/hormel-questions-sincerity-of-hagel-apology-152687.html

[4] http://socialistworker.org/2006-1/586/586_03_Immigration.shtml

[5] http://www.thenation.com/blog/172061/will-chuck-hagels-appointment-actually-help-left#

[6] http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2013/jan/07/john-brennan-dishonesty-cia-director-nomination

Socialist Worker es una revista editada por la International Socialist Organization (ISO) de EEUU.

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García

viernes, 4 de enero de 2013

Algunos motivos para desear el Apocalipsis

 

 

Apocalipsis 2012

Rebelión 03-01-2013
Algunos motivos para desear el Apocalipsis
Santiago Alba Rico
La Calle del Medio


Un tercio de los estadounidenses cree en el Apocalipsis; un 15% está seguro de que llegará en el curso de sus vidas y un 2% estaba convencido de que había de producirse el pasado 21 de diciembre. Según las encuestas y como para probar la diferencia cuantitativa de EEUU, cuya norma es siempre la exageración, ese porcentaje disminuía un poco a escala global: sólo 1 de cada 10 seres humanos había aceptado la irremediable desaparición del planeta tierra en el año 2012 con arreglo a la supuesta predicción del calendario maya. Haríamos mal, en todo caso, en burlarnos de la credulidad de esos -digamos- 100 millones de personas, pues sabemos por experiencia que es posible creer en cualquier cosa, desde la superioridad de la raza blanca hasta el poder afrodisíaco del cuerno de rinoceronte, sin olvidar que la mayor parte de los humanos confía en la ciencia con la misma irracionalidad y por las mismas sinrazones -por una especie de tradición fiduciaria- que en la Santísima Trinidad o en las verdades reveladas del Corán.
También haríamos mal en atribuir ese estremecimiento apocalíptico a la pobreza o a la ignorancia. Digamos que esta pasión del fin del mundo es una típica pasión de clases medias; es decir, de ese amplio nicho social situado entre la concreción terrestre de los más pobres, sin tiempo para tonterías, y la soberanía cínica de los más ricos, cuyos temores nunca adoptan una dimensión cósmica. Es lo que el escritor mexicano Juan Villoro ha llamado “turismo de la catástrofe”: gente que puede reservar un hotel junto a las ruinas mayas de Yucatán para ver de cerca el espectáculo o alquilar una habitación en la cumbre del monte serbio Rtanj, “ombligo del mundo”, sobre el que los extraterrestres debían activar el 21 de diciembre una “pantalla protectora” para salvar del cataclismo final a unos pocos escogidos. Gente, pues, con algunos ahorros y gente, además, con capacidad intelectual e informática para reunir algunos conocimientos inexactos de historia y astronomía y basar en ellos sus certezas catastróficas. David Robinson, un astrobiólogo de la NASA, se ha pasado tres años respondiendo pacientemente a preguntas de cientos de ciudadanos inquietos, convencidos del inminente apocalipsis, que apoyaban sus consultas en textos sumerios, calendarios mayas y datos casi precisos sobre alineaciones de planetas y distancias entre galaxias.
Es normal y humano creer en tonterías; y es hasta bueno que uno haga el esfuerzo intelectual de demostrar su fundamento. Lo realmente inquietante es la hondura de indefensión política y humana que ese impulso revela. En un largo artículo publicado en Skeptical Inquirer (http://www.csicop.org/si/show/myth_of_nibiru_and_the_end_of_the_world_in_2012/), el mencionado David Robinson reproduce algunas de las consultas recibidas en los últimos meses, así como las reacciones agresivas a sus respuestas tranquilizadoras. Robinson se asombra del grado de violencia, a veces muy amenazante, de esos
lectores excitados que no buscan un antídoto racional contra sus temores sino, al contrario, una confirmación de los mismos. ¿Qué temen? ¿El fin del mundo? No, temen dos cosas lateralmente relacionadas e íntimamente fundidas en sus mentes. Temen, en primer lugar, a sus gobernantes. Es decir, la primera idea que quieren confirmar es paradójicamente -ellos que creen en el inminente fin del mundo- la de que no pueden creer en nada ni en nadie. Quieren confirmar que los científicos y los políticos están mintiendo. El Apocalipsis no es una especulación; es una certeza. ¿Cuál es la prueba? No el descubrimiento del planeta Nibiru ni la centralidad repentina de la Tierra en nuestra galaxia. “La prueba es que el gobierno lo niega”, responde un ciudadano, acusando a Robinson de complicidad. La NASA no convence; sus explicaciones irritan, soliviantan, indignan. “He ahí lo que queríamos demostrar: ¡una vez más nos están mintiendo!” Podríamos decir que este típico “complotismo” de la clase media estadounidense -y ya internacional- se alimenta del desprestigio absoluto de las instituciones científicas y políticas; es más fácil creer en una tontería (sobre todo si es una tontería trágica, una tontería “total”) cuando ya no se consigue creer ni en el Parlamento ni en los astrofísicos.
Pero el segundo temor es aún más inquietante. Si los lectores de Robinson se enfurecían ante sus razonados argumentos científicos era porque temían lo contrario de lo que decían temer: temían que el astrónomo tuviese razón y finalmente no se produjese ese Apocalipsis en el que tantas esperanzas habían depositado. Temían que no pasase nada; que todo siguiese igual. Porque -digamos la verdad- esas clases medias complotistas, consumistas, que han perdido la fe en sus instituciones y que no controlan su propia vida, desean el fin del mundo. Y hoy se sienten frustradas, vacías, desorientadas por esta inesperada e indeseada supervivencia.
¿Por qué desean el fin del mundo? En el capitalismo, los deseos más profundos siempre se adhieren a los impulsos más banales, que son de hecho los más “auténticos” y “originarios”. Desean el Apocalipsis porque ya han visto todas las películas, montado en todas las montañas rusas, probado todos los platos y agotado todas las fotos. Porque las Torres Gemelas pusieron a la emoción un listón muy alto. Porque un cataclismo inevitable es un buen pretexto para volver a fumar o para irse de putas. Porque es relajante la idea de ser eximido de pronto del trabajo de mantener en pie el pequeño mundo doméstico; y de la responsabilidad de tomar decisiones sin saber a dónde conducen. Porque estamos hartos de no saber cuánto durará esto. Y porque no nos apetece nada -diablos- morirnos solos.
Esta última razón es quizás la menos banal, la menos “auténtica” y, si se quiere, la más social de todas. El deseo de fin del mundo de las clases medias complotistas y consumistas estadounidenses -y ya internacionales- revela también, o sobre todo, una destructiva sed de comunidad. El Apocalipsis representa el fin de la soledad y no porque implique el fin de todo lo existente sino porque nos une a todos en el tiempo y en el espacio, aunque sólo sea para matarnos; porque nombra a la humanidad en su conjunto, aunque sólo sea para aniquilarla. El deseo de Apocalipsis, que es un deseo de fiesta, es un deseo de fusión amorosa definitiva (como lo son, en la tradición popular, todas las verdaderas fusiones amorosas). Es, si se quiere, una protesta mortal contra el ensimismamiento del consumo.
Se suele llamar “populismo” al gobierno que satisface las necesidades de los ciudadanos. Pues bien, el fascismo sólo es de manera lateral un “populismo”. Porque su programa no consiste en satisfacer las necesidades de los hombres sino sus deseos . Da un poco de miedo pensar, la verdad, en ese sector no pequeño de nuestra sociedad capitalista que ha dejado de creer en sus instituciones políticas y científicas y cuyos deseos más profundos y más banales convergen en esa atronadora explosión final a la que -una vez más- hemos sobrevivido.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes

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