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jueves, 27 de octubre de 2016

Las mentiras de Mariano Rajoy en su discurso de investidura



Un repaso a las mentiras y medias verdades en el discurso de investidura. En negritas, las citas de Rajoy.

Ignacio Escolar


Mariano Rajoy: “España es el país que más empleo crea”


Falso. España es el país número 14 de Europa en tasa de creación de empleo, según  los últimos datos trimestrales de Eurostat. Estamos detrás de Estonia, Irlanda, Lituania, Chipre, Malta, Luxemburgo, Suecia, Eslovaquia, Eslovenia, Portugal, Reino Unido, Hungría e Italia. Y empatados con Grecia, Dinamarca y Bulgaria.

Tasa de crecimiento de empleo en el segundo cuatrimestre de 2016 en los países europeos


Tasa de crecimiento de empleo en el segundo cuatrimestre de 2016 en los países europeos
Fuente: Eurostat | gráfico: eldiario.es

“España es fiable y eso se traduce en los intereses que paga nuestra deuda”


Falso. La prima de riesgo de España –y del resto de los países europeos– se ha reducido enormemente gracias a la compra de deuda por parte del Banco Central Europeo. Fue Mario Dragui y  su famoso discurso de finales de julio de 2012 –“El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro, y, créanme, eso será suficiente”– el que provocó esta bajada en los intereses de la deuda pública: de España y de todos los demás.

Aquí está el gráfico de la prima de riesgo española comparada con la italiana. Es fácil adivinar el día en que el BCE empezó a actuar.

gráfico prima de riesgo




“Los españoles han mostrado en dos ocasiones, tanto en diciembre como en junio, su clara preferencia por el Partido Popular”


Falso. Los españoles han señalado en dos ocasiones al Partido Popular como la minoría más votada. Pero la mayoría de los españoles han votado otras opciones. Es cierto que los demás partidos han sido incapaces de pactar una alternativa, pero que el PP haya logrado el 33% de los votos no es una “clara preferencia”, por mucho que Rajoy lo repita sin cesar.

“Parece razonable que en una democracia consolidada como la nuestra, gobierne la fuerza política que tenga más apoyos entre los ciudadanos”


Falso. Ahora mismo, solo en 4 de los 28 países europeos gobierna un solo partido. Y en cinco de ellos –Dinamarca, Bélgica, Luxemburgo, Letonia y Portugal– el partido más votado está hoy en la oposición. Democracias  europeas mucho más consolidades que la nuestra tienen una larguísima tradición de gobiernos de esta condición.

“En España desde 1977 siempre ha gobernado la fuerza política que ha contado con más apoyos populares”


Falso. Hay precedentes más que de sobra en gobiernos autonómicos y municipales, que son tan democráticos y tan españoles como el gobierno central. Y el propio Partido Popular ha participado en numerosos gobiernos sin el partido más votado. Lo hicieron en Euskadi, aliados con el PSE contra el PNV. Lo hicieron en el Ayuntamiento de Madrid, apoyados en el CDS contra el PSOE. Y lo hicieron también en Valencia, para encumbrar a la entonces segundona Rita Barberá.


"Dar un impulso de la Formación Profesional, de manera que 100.000 alumnos puedan acceder al sistema de FP dual que tan buenos resultados está dando”


Falso. Los “buenos resultados” son un fiasco en realidad. Solo un 1% de los alumnos estudian la FP Dual, esa gran apuesta del PP contra el paro juvenil.


“El compromiso con la limpieza de la vida pública nos atañe a todos los presentes”


Falso. Salvo que aceptemos que el presidente de los sobres, el presidente del partido de la caja B, el presidente del “sé fuerte” a Luis Bárcenas sea alguien comprometido con la limpieza de la vida pública. Mariano Rajoy también es el presidente de un partido imputado por su gran compromiso en la destrucción de pruebas para impedir una investigación judicial de corrupción.

“Necesitamos un gobierno abierto al diálogo. Eso es lo que ofrezco. Estoy dispuesto a negociar cuanto sea necesario todas las decisiones”


Falso. Salvo que el ofrecimiento de Mariano Rajoy incluya una disculpa por todo lo que ha hecho hasta hoy. En los últimos 300 días, el diálogo del Gobierno en funciones ha consistido en despreciar al Parlamento y negarse a someterse a su control. Su búsqueda de acuerdos con los demás partidos se ha resumido en sentarse a esperar su rendición. Incluso su pacto con Ciudadanos –el único e insuficiente acuerdo que el PP logró– empezó porque Albert Rivera dio el primer paso. Rajoy no se movió.

"Debemos asumir la necesidad de diálogo, no como un peaje incómodo, sino como una oportunidad de consolidar reformas amplias y duraderas",


Justo lo contrario a lo que hizo durante sus cuatro años de mayoría absoluta con todas y cada una de las leyes que aprobó. Hoy mismo, la comunidad educativa está de huelga contra la LOMCE: una reforma que no quiso negociar con nadie más.

“Tengo el deber de poner fin a esta situación, de evitar unas nuevas elecciones, y lo hago tan pronto como he percibido que las circunstancias han cambiado.”


Esto es un eufemismo, una media verdad. “Las circunstancias” no han cambiado. Solo el PSOE, que ha presentado su rendición. Mariano Rajoy sigue siendo el mismo presidente mentiroso y manchado por la corrupción.

Fuente: eldiario.es

viernes, 2 de septiembre de 2016

Esto con el bipartidismo no pasaba


El presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy, durante su discurso de investidura FOTO: JON BARANDICA

Algunos parecen esperar que, tras probar la ingobernabilidad de la nueva política, acabemos echando de menos la estabilidad de antaño


Isaac Rosa  


 Con tanto revival y tanto chapoteo nostálgico, cualquier día empezamos a echar de menos al bipartidismo. No me miréis así, yo solo lo aviso. Después del éxito del “Yo fui a EGB” y tanto remake de los ochenta y noventa, a mí no me extrañaría que para navidades alguien publique un libro que se llame “Yo votaba bipartidismo”. Y arrase.

Qué tiempos aquellos, eh. Este lío de ahora, con el bipartidismo no pasaba, ¿a que no? Todo era previsible, plácido, hasta aburrido. Con el bipartidismo no votábamos cada seis meses, tres veces en un mismo año, sino cada cuatro larguísimos años, y así de una vez para otra se nos renovaba la ilusión democrática. El bipartidismo nunca nos hizo votar en Navidad, que no. Con el bipartidismo había un solo debate de investidura, rutinario, sin incertidumbre, y sobre todo eficaz: llegaban, soltaban sus discursos, votaban y se iban para casa dejando puesto el gobierno. Con el bipartidismo no hacía falta el dichoso pactómetro, las cuentas eran sencillas, las combinaciones muy limitadas. La misma noche electoral ya sabías quién iba a gobernar, no te mareaban tres meses con reuniones, documentos y pactos.

Con el bipartidismo no había que aprenderse tanto nombre nuevo, que los diputados duraban y duraban, tres, cuatro y hasta cinco legislaturas, se volvían como de la familia. Con el bipartidismo veíamos por la tele un solo debate parlamentario al año, el del Estado de la Nación, y solo por tradición, como una costumbre familiar, como escuchar el mensaje del rey mientras preparas la cena de nochebuena. Con el bipartidismo las votaciones en el Congreso estaban cantadas durante toda la legislatura, no había que componer una nueva mayoría hasta para aprobar el menú de la cafetería. No malgastábamos tiempo y energía en seguir la actualidad política, y podíamos dedicarnos a otras cosas. Qué sé yo, hasta hacíamos huelgas, ¿os acordáis?

Huy, huy, cuidado que os veo embelesados. No me digáis que os está entrando un poco de morriña al recordar aquellos tiempos anteriores al “No nos representan”. Os veo con las defensas bajas. Ahora es cuando yo os pregunto, como en aquella genial escena de “La vida de Brian”, qué ha hecho el bipartidismo por nosotros, y tímidamente me empezáis a enumerar: el acueducto, el alcantarillado, las carreteras, la paz...

Pues por ahí parecen ir los tiros, si como parece nos arrastran a terceras elecciones. Hace un par de años, cuando empezó la sacudida del tablero político en las encuestas, había quien se frotaba las manos en la sombra diciendo: “déjales, déjales, que ya volverán llorando por el bipartidismo perdido”.  A eso parecen jugar ahora: a resolver la crisis política por agotamiento. En la confianza de que, tras probar la ingobernabilidad de la nueva política, se nos pase el sarampión juvenil y  acabemos regresando a la estabilidad del bipartidismo. Que unas terceras elecciones terminen por fundir a Podemos y Ciudadanos, y recuperen terreno los de toda la vida. Y si a la tercera tampoco, a por las cuartas, hasta que vuelva el orden de antaño, que esto con el bipartidismo no pasaba. Bueno, pasaban otras cosas, pero eran minucias comparadas con el acueducto, el alcantarillado y la gobernabilidad, ¿que no?

Fuente: eldiario.es

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