viernes, 1 de marzo de 2013

El espectáculo de la izquierda en Italia

 

¡DECLIVE O RUINA!

 

Cotidiano, candente, destructivo, y sobre todo, paralizante. Es el espectáculo de nuestras divisiones en la izquierda, cada día más agudas y chabacanas. Tornasol de la irresponsable subestimación de lo que nos jugamos en el voto del 24 de febrero. Que ya se acerca a la falta de responsabilidad seria hacia aquella parte del país que espera (todavía), que cree (desde hace demasiado tiempo), en la posibilidad de ir a votar en favor de un verdadero giro político. El desencuentro entre Vendola e Ingroia, entre  SEL (Sinistra, Ecologia e Libertà] y la Lista encabezada por el magistrado [Ingroia], el continuo echarse en cara el uno al otro la «traición» a la causa común es testimonio clamoroso y deprimente de ello.

Una ruptura que llegó ayer a su nivel más bajo con la recíproca acusación de desaparecer al día siguiente de las votaciones. De un lado se dice que la alianza de SEL con el PD se deshará cuando quede claro que el partido de Bersani va a gobernar con Monti. Por la otra se prevé que las fuerzas reunidas bajo la enseña de Ingroia volverán a dividirse en los mil pedazos que la componen.

No se trata de lanzar llamamientos a una unidad de fachada ni de resucitar ramitos de olivo o radiantes arco iris. Las divisiones existen, son importantes, comprometen juicios sobre las fuerzas en acción y se pueden advertir sin velos. La opción de coaligarse con el PD para afrontar el desafío de gobernar el país o la de dar fuerza a un movimiento-partido para condicionar desde el exterior el PD no sólo son dos opciones legítimas sino también el fruto de una derrota histórica de la izquierda. Lo que no convence e incluso siembra una desorientación creciente es asistir a un desencuentro creciente, estéril, incluso falso, útil solamente para restarle consensos a ambas formaciones. 

Si dejamos de lado las modalidades (importantes, sin embargo) a las que se llega en estas tácticas de «coalición» y observamos los contenidos, no se podrá negar la proximidad de los dos campos y las razones de una afinidad política-cultural que los une. Sobre el antineoliberalismo y la paz, sobre el neoambientalismo y el modelo de desarrollo, existe un estrecho parentesco entre Vendola y la lista de Ingroia, más de lo que se llega a ver entre Vendola y Bersani, o, a la inversa, entre Ferrero y Di Pietro. Del mismo modo que sobre «la rueda de Europa», en cambio, chocan, en esta parte de la izquierda, dos orientaciones y tal vez dos culturas políticas diferentes.

¿Es demasiado pedir que se mantenga un nivel alto en el enfrentamiento? ¿Es posible evitar herirse con las puntiagudas armas de la «traición» arrojadas contra los respectivos ejércitos? El electorado de izquierda no se convence con las escenificaciones televisivas, han sido demasiadas y lacerantes las desilusiones acumuladas en los últimos años como para soportar todavía los encontronazos mediáticos. Útiles sólo para extender las ganas de quedarse en casa.

Norma Rangeri es periodista del diario italiano Il Manifesto.

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

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