ALEPO (SIRIA)
Alí Farzat · · · · ·
23/07/12
Ali Farzat fundó en 2011 el primer semanario satírico de Siria, Ad Domari [El farolero]. En agosto de ese mismo año sufrió una agresión por parte de las milicias de Assad, que le rompieron las manos. El incidente provocó la condena internacional del régimen sirio. A Farzat se le otorgó el Premio Sajarov, que concede el Parlamento Europeo, a la libertad de pensamiento. Lo entrevistó Vanessa Rousselot para SAMAR Media, como parte de una serie de encuentros con dibujantes de humor del mundo árabe.
Soy Ali Farzat, de la ciudad de Hama, en Siria, donde el río corre aguas arriba, a diferencia de otros ríos. Por esa razón, nosotros, los de Hama, vamos contracorriente. Yo llegué a Damasco a principios de los 70, donde trabajé para varios periódicos y revistas. Dibujaba viñetas sin palabras. Hablaba en todos los idiomas sin hablar ninguna lengua.
El primer dibujo…
Cuando tenía doce años, envié mi primer dibujo a un periódico llamado Al Ayyam, antes de la llegada al poder del partido Baaz, que cerró todos los diarios de propiedad privada. Mi viñeta se refería a los acuerdos de Evian sobre Argelia. Me llevé una sorpresa al ver que, tres días más tarde, mi viñeta aparecía en portada. No daba crédito. Recibí una carta del director elogiando mi dibujo, como si yo fuera una autoridad respetada. Creyó que yo era un hombre mayor. En su carta me decía: “Nos gustaría invitarle a venir a Damasco para que colabore con nosotros”. Yo leía la carta y pensaba: ”¡¿Y ahora cómo me voy yo a Damasco?!”. Todavía era un crío, si alguien hubiera llamado a nuestra puerta, ni siquiera me hubiera visto, ¡habría tenido que mirar hacia abajo! Pero me di cuenta de que estaba en el buen camino. Fue como una prueba, para mí una primera historia exitosa, todo un logro para alguien de doce años de edad.
EL FAROLERO DE SIRIA
¿Por qué dibuja?
El humorista no sólo presenta hechos sino que da también una opinión sobre ellos, y eso tiene que ver conmigo, con cómo pienso y cómo debería presentar mi idea en el dibujo. Utilizo la sátira para dibujar dictadores cuyos métodos son opresivos. Trato de marginarlos y hacerlos menos importantes para la gente. Con ello se le da a la gente la esperanza de que estén huecos y el coraje para seguir manifestándose y mostrándose críticos. Esta es la razón por la que para mí, dibujar trae aparejadas causas humanas y causas morales para animar a la gente a transcender su dolor en esperanza.
Dibujos que cuentan para usted…
No es cuestión de que te guste un dibujo más que otro, pero hay circunstancias que hacen que tu dibujo sea más valeroso que en otras. El miedo ha prevalecido desde 1963, desde que el partido Baaz llegó al poder. Nadie creía que yo pudiera llegar a este estadio y hablar de personalidades importantes. Estaba prohibido dibujar al Presidente. Así que cuando crucé esa línea, la gente se sintió alentada. Esa es la razón por la que mis dibujos han contribuido a disipar este temor. La gente salía a protestar utilizando mis dibujos, como éste, por ejemplo, en el que Bashar pronuncia un discurso sobre las reformas, pero no le salen más que burbujas de la boca. La gente nunca pensaba que yo seguía en Siria. Creían que estaba viviendo en Europa o los Estados Unidos, pues nadie imaginaba que alguien se atreviera a hacer tales locuras en Siria, ¡insensateces para él, por supuesto! Pero en mi opinión algo hay en mí que tiene conciencia y que ha dibujado en nombre de Ali Farzat. Hay también un dibujo que se remonta a varios años atrás. Pero no es Bashar o Assad, es un símbolo: nació en el sillón del trono, crece hasta convertirse en un chiquillo en ese trono, se hace mayor en el trono y muere en esa misma poltrona.
Luego está el gasto bélico del Estado en guerras, en muerte y destrucción, de millones o miles de millones de dólares, mientras el hombre corriente, aquí, sólo busca dignidad [el dibujo muestra a un soldado que carga un cañón con sacos de dinero, mientras un hombre mendiga a su lado]. Pero se lo gastan en esto, en lugar de gastárselo en el hombre corriente que está ahí de pie.
¿Le ponen en peligro sus viñetas?
Estos dibujos no se aceptan fácilmente en un régimen que ha gobernado durante cincuenta años y cuya esencia consiste en intimidar a la gente, así que cualquier actividad que vaya más allá de las fronteras del miedo ha de conllevar necesariamente un castigo, un precio que uno tendrá que pagar.
Un ejemplo de cómo pagué yo ese precio por mi trabajo es lo que sucedió el 25 de agosto de 2011. Salía de la oficina en torno a las cinco de la mañana. Por lo general, trabajo de noche. De hecho, duermo durante el día y me quedo despierto por la noche, como los murciélagos, o más bien, como las estrellas del cielo. Mientras conducía, noté que me seguía un coche, y por supuesto, en ese momento las calles estaban desiertas. Sospeché algo, sobre todo porque había recibido antes amenazas por teléfono y en Facebook, en la Red. Embistieron mi coche y abrieron las puertas, aunque no estaban cerradas. pero aun así las rompieron. Entraron en el coche como un terremoto. Me pusieron una bolsa tapándome la cara, me cubrieron la cabeza y me esposaron. Entonces empezaron a golpearme dentro del coche durante diez minutos. Luego me sacaron de mi coche y me arrastraron hasta el suyo. Me colocaron en el asiento de atrás y me obligaron a poner la cabeza entre las piernas y las manos así, detrás de la cabeza. Me quitaron las esposas. Había dos tipos allí y los dos se acercaron cada uno a una de mis manos. Uno le dijo al otro: “Rómpele las manos para que deje de dibujar a Bashar, al presidente y a sus amos, tiene que aprender la lección. Los dos estuvieron golpeándome cada uno una mano durante cinco minutos. Perdí la consciencia, no podía moverme. Quizás en algún momento, pensaron que estaba muerto, sobre todo considerando que llevaba puesta la bolsa en la cabeza. Uno de ellos dijo: “Abre la puerta de atrás”, todo esto después de unos 45 minutos, y me arrojaron del coche, que se movía a unos 20 kilómetros por hora. Rodé por el suelo y me encontré en la acera.
De este a oeste, de norte a sur, la historia apareció en todo el mundo. Es verdad que fue duro, pero también muy conmovedor y honroso saber que el arte puede tener todavía ese impacto y enviar un mensaje al corazón de la gente.
¿Dibuja usted de manera distinta desde entonces?
Al principio era muy difícil, los dedos se me quedaban rígidos muy rápidamente; ahora van un poco mejor, aunque si dibujo un rato largo, empiezan a dolerme, especialmente los nervios, los siento como si los tuviera electrizados. Pero mi esperanza es que mis dibujos sean aun más fuertes que antes, ¡un millón de veces más fuertes!
Ali Farzat (1951), renombrado dibujante de humor sirio, ha publicado más de quince mil viñetas en diarios de su país, del mundo árabe y de la prensa internacional, . En 1980 fue galardonado con el primer premio del Intergraphic International Festival de Berlín. Tras exponer sus dibujos en el Institut du Monde Arabe de París en 1989, recibió amenazas de muerte del régimen de Sadam Hussein y su trabajo se prohibió en Irak, Jordania y Libia. En la actualidad, dirige la Asociación de Caricaturistas Árabes. Más información en http://www.ali-ferzat.com/
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