La investidura comienza a depender del PSOE, con Pedro Sánchez sumergido
ENRIC JULIANAMariano Rajoy va a tener que sudar para formar Gobierno. El Partido Nacionalista Vasco, que tiene la acción de oro de la nueva legislatura, dejó ayer una cosa muy clara: no cerrará ningún pacto con el Partido Popular hasta después de las elecciones de octubre en Euskadi. Unos comicios que los de Sabin Etxea van a tener que jugar obligatoriamente por la banda izquierda, sin concesiones demasiado visibles al poder central español.
El PNV necesita neutralizar a Bildu y frenar al pujante Podemos vasco (vencedor de las elecciones generales en Euskadi en diciembre y junio), para asegurarse una legislatura tranquila con apoyo socialista. Neutralizar a Arnaldo Otegi y frenar a Podemos, que a su vez resta votos a Bildu con un izquierdismo totalmente ajeno a los rescoldos de ETA. Si los números fallan, Iñigo Urkullu deberá explorar en otoño el apoyo del Partido Popular en el parlamento de Vitoria y entonces las acciones del PNV en Madrid valdrán la mitad. Esa es la cuestión. Aitor Esteban, abogado de Deusto, portavoz del peneuvista en el Congreso, sugirió ayer a Rajoy que no tenga prisa por poner en marcha el reloj de los sesenta días. Que deje pasar el tiempo. Los vascos son únicos.
Sabin Etxea no está disponible hasta octubre. Sin sus cinco escaños, la abstención del PSOE es del todo imprescindible para la investidura. El apoyo de Ciudadanos no bastaría y todo indica que Albert Rivera, Juan Carlos Girauta e Inés Arrimadas no tienen muchas ganas de acabar sirviendo los cafés en la mesa del Consejo de Ministros. El joven grupo dirigente de Ciudadanos reivindica su autonomía política.
Primera posibilidad. Una abstención socialista orgullosa de sí misma, con la cabeza alta, en plan SPD alemán, bendecida por Felipe González, basada en una negociación programática que debería incluir la reforma constitucional.
Segunda posibilidad. Abstención vergonzante a última hora, con la cabeza baja, mirando de reojo a Podemos, después de que el PP llegue a un acuerdo con Ciudadanos para disponer de una plataforma estable de 170 diputados.
Tercera posibilidad. Explorar una mayoría alternativa con Ciudadanos y Podemos. Los socialistas catalanes y baleares empujan en esa dirección. Podemos envía mensajes maquiavélicos: “ahora sí estamos dispuestos”. Puesto que esta vez PSOE y Ciudadanos (117 diputados) suman menos que el PP (137), la alianza quedaría en manos de Unidos Podemos (71). Es casi imposible que Ciudadanos juegue esa baza. González y la vieja guardia la vetarían, y el socialismo meridional (31 diputados, entre andaluces, extremeños y castellano-manchegos) amenazaría con no votar.
Pedro Sánchez, sin embargo, podría tener la tentación de someter el no al PP al referendo de la militancia socialista, lo cual dejaría a los barones sin margen de maniobra. Hay miedo en el PSOE a que Sánchez, sintiéndose acosado, recurra al dispositivo plebiscitario. Pies de plomo ante el comité federal del domingo.
El PSOE tiene la pelota en su tejado, con un liderazgo precario. Pese a su derrota en Andalucía, Susana Díaz no renuncia al asalto, y ya comienza a insinuarse una tercera vía en la persona del joven socialista aragonés Ignacio Urquizu, brillante sociólogo.
Cuarta posibilidad. Terceras elecciones.
(Y en Madrid estos días el calor es africano).
Fuente: La Vanguardia
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