FERNANDO ÓNEGA
No le deis más vueltas al arroz. Tal como había previsto el torero, la investidura de Rajoy en esta primera edición no podía ser y, además, resultó imposible. El perverso Pedro Sánchez se mantuvo donde estaba y el mundo conservador, sobre todo el mediático, ya tiene el muñeco para quemar en la plaza pública que llaman de la Responsabilidad. Como iniciativa de consuelo, quizá no tengamos que votar el día de Navidad, menos da una piedra, pero las urnas se empiezan a preparar porque de su repetición no nos librará ni el PNV en forma de redentor. Ese es el mensaje fundamental que, al margen de las palabras, nos deja la nueva investidura fallida.
Pero no nos engañemos: los mensajes de futuro estuvieron fuera del Parlamento. Y ninguno es tranquilizador. En lo que se refiere a las personas, la guerra de los grandes partidos volvió a mostrar su rostro más killer, en busca del homicidio. “Alguien tiene que morir”, se ha escrito estos días, y los puñales que apuntaban al corazón de Pedro Sánchez se empiezan a dirigir contra Mariano Rajoy. Albert Rivera lo había intentado sacrificar, pero reculó, quién sabe si por impotencia, por realismo o por presión exterior. Pero ahora tomó el relevo Felipe González, y esas son palabras mayores. González dio ayer un salto cualitativo. Ya no es el hombre que pide que se deje gobernar al ganador; es el hombre que le ofrece a Sánchez la salida del lío descomunal: la cabeza que nunca le darán, la cabeza de Rajoy. El Partido Popular no es CDC.
González, además, con un instinto político que no ha perdido con la edad, puso sobre la mesa una palabra que encontró en la calle socialista: chantaje. Donde todos decimos y escribimos “presiones”, él dice “chantaje”, concepto que subleva a los fieles. Es, probablemente, la primera victoria de Pedro Sánchez frente a los históricos. Es un condicionante muy serio para el Comité Federal que habrá que convocar. Es una aportación llamada a mover sentimientos por el victimismo. Y es un ingrediente más para emponzoñar el clima político. ¿Es chantaje decir que la interinidad del gobierno perjudica los intereses económicos de la nación? ¿Es chantaje echar sobre el PSOE la responsabilidad de la congelación (espero que temporal) de las pensiones o de los sueldos públicos? No, no lo es; sólo es un anticipo de hechos reales; pero mucha gente ya tiene un argumento de autoridad para gritar ¡chantaje! ante cualquier aviso de consecuencias.
De esta forma tan azarosa, el cierre de la primera investidura de Rajoy no sólo terminó en fracaso, que era algo previsto, sino que terminó colocando notas negras en el ambiente político. Notas de confrontación. A partir de ahora la guerra es a muerte. Se comenzó buscando un presidente del gobierno y se termina buscando el cadáver del adversario. Esto no puede acabar bien.
Fuente: La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario