David Torres
En unos días sobrecargados por la podredumbre del PP (con Rita Barberá, Matas, Soria, Bárcenas y otras estrellas de la corrupción amontonados en un festival de roña que ríete de Benicasim), de repente ha saltado de nuevo a las portadas el caso de los ERES andaluces, un auténtico clásico de la putrefacción hispánica. Es verdad que hay diferencias entre los corruptos de la derecha y los corruptos de la extrema derecha, aunque no tantas como cabría suponer. Probablemente se deben más a razones geográficas, esos matices folklóricos que existen entre el aforamiento y el acochinamiento, que para comprenderlos hay que sacar un doctorado en Física Cuántica.
En efecto, Ciudadanos había supeditado su apoyo a la investidura de Susana Díaz siempre y cuando los ex presidentes de la Junta de Andalucía implicados en el caso de los ERES, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, renunciaran a su escaño. De este modo, el insobornable “listón ético” (Albert Rivera dixit) del agente naranja permaneció inalterable, sin que nada hiciera prever el bajonazo higiénico que iba a sufrir en cuestión de unos meses, en cuanto hubiera ocasión de pillar cacho. Esa altura moral que no saltaban Chaves ni Griñán, Mariano la superó ampliamente mediante el procedimiento hawaiano de ir menenado las caderas, echando el cuello hacia atrás y combando la cintura al son de La cucaracha. Así fueron pasando un corrupto detrás de otro. Estábamos, una vez más, en el principio de indeterminación de Heisenberg, porque cuando se conocía el listón ético de Rivera, no se conocía su velocidad de negociación, y cuando lo pillaban negociando tampoco es que importara mucho su listón ético. Como se ve, la teoría de la relatividad es fundamental para sobrevivir en política, puesto que tarde o temprano algún socio e incluso amiguete cae en la órbita de la corrupción, por poco o por mucho dinero.
La fiscalía pide seis años de prisión para Griñán y diez de inhabilitación para Chaves, lo cual tampoco parece gran cosa para los cientos y cientos de millones de euros que se evaporaron a través del desvío de fondos públicos y ayudas a la Consejería de Empleo. Visto lo visto, es normal que Susana Díaz no le hiciera ascos al apoyo de Ciudadanos e incluso a un posible pacto entre el PSOE y el PP. Basta relatar por encima la asombrosa historia del extraordinario atraco de los ERES andaluces para resumir la historia del psocialismo en Andalucía. Mejor todavía si se cuenta con un trago de manzanilla y varios chistes de Lepe, que es como lo contaron algunos de sus protagonistas a medida que la bola iba creciendo. Al principio Chaves dijo que era una minucia, una cosa de “cuatro o cinco golfos”, mientras que Javier Guerrero, director general de Empleo, le aseguraba a un empresario sevillano que no se preocupara, que iba a recibir 36.000 euros a través de un programa de ayudas.
-Pero ¿qué programa? -preguntó el empresario-. ¿Leader? ¿Proder?
-Pormisco -respondió Guerrero.
-¿Pormisco?
-Sí, por mis cojones.
El viejo chiste de los Hermanos Jones, Paco, Misco, Tusco, Susco y Porco, sólo que multiplicado por 26 acusados y dividido entre 100 años de honradez. Marxismo de la rama Harpo, a bocinazos.
David Torres
Fuente: Público.es
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