jueves, 31 de marzo de 2016

La mota negra


Objetivo: Palacio de La Moncloa

Existen algunas posibilidades intermedias para la triángulación PSOE Ciudadanos-Podemos, sin cruce de vetos

ENRIC JULIANA Author Img

Pedro Sánchez sueña con una carrera meteórica, propia de los tiempos en que a las posibilidades se les llama “ventanas de oportunidad”. Sánchez quiere atravesar un gran ventanal –la presidencia del Gobierno del quinto país más poblado de la Unión Europea– sin apenas galones de partido. José Luis Rodríguez Zapatero, el primer presidente de la democracia que se atrevió a definir su ascenso como el éxito de un hombre común, tenía más carrera política que Sánchez. Dieciocho años de antigüedad en el Congreso y unos espolones muy entrenados en la lucha interna, puesto que los rudos congresos provinciales del PSOE en León no eran ninguna broma. Sánchez llegó en julio del 2014 a la secretaría general casi por carambola y en menos de dos años se le ha aparecido un fantástico ventanal. No tendrá otra oportunidad como esta. Desde Sevilla se lo recuerdan cada semana.

Pablo Iglesias sueña con una carrera heroica, entre el realismo marxista y la cultura pop. Sus padres le educaron para la política y sueña con ser el líder de una ‘nueva’ izquierda española, remaquetada por los malestares del capitalismo global. El espacio existe: desde la socialdemocracia militante hasta los viejos y nuevos dominios de la extrema izquierda, ahora llamada izquierda alternativa. Sueña con dirigir el país y también quiere vindicar a Julio Anguita y a los miembros del Partido Comunista de España y de Comisiones Obreras que en los años ochenta llegaron a la conclusión de que habían sido demasiado pactistas y blandos durante la transición del franquismo a la democracia.

Iglesias también tiene su momentum. Nadie le mueve la silla, pero ya conoce el nombre de quien podría hacerlo en un futuro. Se llama Íñigo Errejón y no es más radical, ni más moderado. La principal diferencia entre ambos es que Errejón piensa menos en la primera transición.



Pedro Sánchez y Pablo Iglesias cruzaron ayer sus ambiciones profundas y les salió un acto escénico interesante. Por primera vez desde el 20-D se vislumbra –se entrevé– una posible mayoría de gobierno.

El Gran Centro acentuado a la izquierda. El pacto PSOE-Ciudadanos con incrustaciones de Podemos. Esa es la perspectiva realmente existente, puesto que no habrá un pacto PSOE-Podemos con incrustaciones de Ciudadanos. Albert Rivera nunca firmará eso.

Sánchez ha relajado el tono y ha ofrecido ministerios. Iglesias ha bajado la voz y renuncia a formar, él personalmente, de un Gobierno de coalición. Jugada hábil. Un número de ilusionismo del mago Mandrake. Iglesias renuncia a la vicepresidencia que nunca ha tenido, pero fueron tan feroces las críticas a su proposición de enero, que la retirada parece “real”. La política es siempre un juego lumínico. Enfoque y expectativa. El grupo dirigente de Podemos –ahí Iglesias y Errejón van juntos– conseguió fijar ayer un mensaje de renuncia y sacrificio. Se han sacado de encima la mota negra.

En La isla del tesoro, la más fabulosa novela de Stevenson, la mota negra es un pedazo de papel con una mota de tinta negra en el centro que los piratas utilizaban como aviso de condena y de caída en desgracia. ¡Ay del que reciba la mota negra! Pues bien, ayer por la mañana, entre juegos de manos y zalamerías a los socialistas (la cal viva parece enterrada), Podemos se quitó de encima la mota negra que dice “la culpa es vuestra”.

El papel tintado lo tiene ahora Ciudadanos, a quien corresponde decidir si avanza o no en una negociación triangular. La presión contraria será muy fuerte y no sólo la ejercerá el Partido Popular. “Antes que gobernar con Podemos, preferimos las elecciones anticipadas”, dijo ayer José Manuel Villegas en nombre de Ciudadanos. Habrá que verlo.

Caben varias fórmulas intermedias. Por ejemplo, un Gobierno con ministros independientes sugeridos por Podemos. Cabe la fórmula italiana de las “paralelas convergentes”, por decirlo a la manera de Aldo Moro: Podemos fuera del Consejo de Ministros, con presencia en el sottogoverno (áreas de influencia intermedia, RTVE, organismos sociales...) a cambio de su abstención y un cierto apoyo.

Quedan 32 días para que expire el plazo y a partir de ahora nadie querrá que la mota negra acabe en sus manos a finales de abril. Esa es la cuestión.

Fuente: La Vanguardia

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