El expresidente andaluz Manuel Chaves.El expresidente andaluz Manuel Chaves. |
ANTONIO AVENDAÑO
Todos son investigados, pero se ve que unos son más investigados que otros. Manuel Chaves y José Antonio Griñán entregaron sus actas parlamentarias tras su imputación judicial por un presunto delito de prevaricación, pero el líder de los socialistas gallegos, José Ramón Gómez Besteiro, continúa al frente del PSdeG-PSOE tras su imputación judicial por los presuntos delitos de cohecho, prevaricación, tráfico de influencias, fraude a las administraciones públicas, fraude de subvenciones y delito continuado de malversación de caudales públicos.
Aunque Gómez Besteiro sí ha renunciado a concurrir a las primarias del partido para las elección del candidato a la Xunta, esa renuncia huele a táctica maniobrera: se diría que es una renuncia políticamente colateral, tan colateral que en realidad parece destinada a ocultar el hecho de no haber materializado la renuncia central, decisiva y verdadera, que es la de la Secretaría General del partido.
PEDRO SÁNCHEZ Y KANT
¿Por qué no ha sido obligado a dimitir Besteiro como sí fueron obligados a ello los expresidentes andaluces? La respuesta no está en la justicia del Estado ni en los estatutos del partido, sino en que tiene el apoyo de Ferraz porque a su vez Ferraz tiene el apoyo del socialismo gallego liderado por Besteiro. Si pesara sobre Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara o Emiliano García-Paje una imputación similar a la que pesa sobre Gómez Besteiro, ¿mantendría Pedro Sánchez la misma evangélica comprensión que mantiene sobre el hermano José Ramón, su aliado interno en Galicia? Obviamente, no.
Como tantas veces ocurre en política, Pedro Sánchez es implacablemente kantiano en la ética exigida al enemigo pero flexiblemente weberiano en la reclamada al amigo. Con los socialistas ajenos no hay excepciones: cuando se está imputado por prevaricación, compañeros, se está imputado por prevaricación y por tanto se dimite, no valen medias tintas, ni vanas justificaciones, ni apelaciones a la honradez personal. Con los socialistas propios la cosa cambia: cuando están imputados por malversación, si uno se fija bien verá que en realidad están imputaditos por malversacioncita de manera, compañeros, que no conviene precipitarse ni condenar políticamente de forma prematura a un militante que puede ser inocente y no merece la crucifixión en la plaza pública.
LA IZQUIERDA Y EL ALMA
Uno de los males de este país es el desparpajo con que burlamos nuestras propias normas y el desahogo con que justificamos tan hipócrita conducta. Una de las maneras –de las pocas maneras– con que la izquierda puede salvarse como tal izquierda es dejando de practicar esa doble –y cínicamente ventajista– moral. Naturalmente, hacer tal cosa tiene un coste. ¿Cuál? A corto plazo perder amigos, a medio plazo perder poder y a largo plazo perderlo todo.
Con su conducta en el caso gallego, Sánchez no pierde amigos ni pierde poder, pero está perdiendo su alma. Y como dejó dicho Marcos, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? La izquierda ha tendido en las últimas décadas a pensar que el alma no existía. Todavía no ha entendido que ocurre todo lo contrario: el alma es lo que más existe de todo y sin ella el destino de la izquierda es convertirse, como diría Góngora inmortal, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Fuente: Público.es
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