jueves, 14 de julio de 2016

El marasmo del ferragosto

El marasmo del ferragosto

La situación de vacío -sin encargo y con el relojo parado- que el Rey evitó en febrero se puede producir en agosto

ENRIC JULIANA

El Partido Popular sigue operando mentalmente como si conservase la mayoría absoluta. Visión administrativa de la realidad política, la Brigada Aranzadi redactando informes sobre las posibilidades reglamentarias de un Gobierno atrincherado en el Senado, y seguro mantenimiento de la hegemonía conservadora en el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional. Probablemente tendrá que pactar en RTVE. Las torres principales se pueden defender y ese enfoque de la realidad siempre ha sido muy importante en la España de los castillos. Mentalidad ganadora, fuerte impulso conservador y dominio del tiempo, la gran especialidad de Mariano Rajoy.

El Partido Alfa de las clases medias españolas –es pertinente seguir llamándolo así–, está haciendo una lectura literalmente continuista del 26 de junio. Los abuelos y los padres, con especial intensidad en los pueblos, en las ciudades medias y en las capitales de provincia de la España interior, han frenado el brote garibaldino de los jóvenes. Preocupada por la conservación de lo existente y asustada por el calambre del Brexit –que todo el mundo entendió de inmediato en su sentido profundo–, la España madura ha dicho que los experimentos, joven, con gaseosa. El Partido Popular entiende ese mandato como una colosal victoria política.

España aún es continuista. Instalado en esta verdad antigua, Rajoy cree que puede imponerse por decantación y por inercia. El PSOE acabará pasando por el tubo, porque no tiene otra salida. Hay números y un cierto espacio de maniobra para una alianza de las izquierdas y las nacionalidades, pero el PSOE meridional tiene el mandato de frenarla. Si Pedro Sánchez intentase una mayoría alternativa –todavía no está seriamente en ello–, con Podemos, el Partit Demòcrata Català, ERC y el PNV, el comité federal ardería. El secretario general podría intentar entonces la consulta directa a la militancia, ante lo cual andaluces, extremeños y castellano-machegos –y otros– podrían amenazar con la abstención de sus diputados. Guerra nuclear. El PSOE en riesgo.

Sánchez tiene poco margen de maniobra y en última instancia a los socialistas les temblarían las piernas ante la posibilidad de que unas terceras elecciones diesen la mayoría absoluta al PP.

Rajoy camina deprisa porque cree que tiene ganada la partida. Comienza a fijar los tiempos –sesión de investidura el 3 de agosto– y amenaza con el marasmo. Veamos el detalle. Si Rajoy renunciase al encargo por falta de apoyos, esta vez Sánchez lo tendría más difícil para levantar la mano y ofrecerse al Rey. No hay mimbres alternativos, por ahora. España al vacío: ausencia de candidatos y el reloj constitucional parado. El marasmo del ferragosto. La situación pantanosa que Felipe VI logró evitar en febrero.

Sánchez sigue atado a su no. A este paso, si al final se abstiene se van a enterar hasta en Finlandia y las bases socialistas lo vivirán como una gran derrota. Podemos ha comenzado a cavar trincheras y el Partit Demòcrata Català, que no tiene asegurado el grupo parlamentario en el Congreso, empieza a hacer política, sugiriendo su voto a Sánchez a cambio de una comisión en el Congreso sobre la cuestión de Catalunya.

La inercia favorece a Rajoy, pero esta vez debe estar atento a los catalanes. Por ello les ha querido leer la mirada en su despacho.

ENRIC JULIANA
Madrid

Fuente: La Vanguardia

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