lunes, 25 de julio de 2016

Gobierno de penalti



Antón Losada
La investidura parece una de esas bodas a las que nadie quiere ser invitado, ni siquiera los novios
El líder socialista puede y debe asumir la responsabilidad de liderar un gobierno que no fue posible al frío de invierno pero sí lo puede ser al calor del verano

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Congreso de los Diputados
No parece que hayamos entrado en la semana decisiva para la investidura de un presidente y de la formación de su gobierno. Más bien parece que estuvieran pactando uno de aquellos matrimonios de penalti como los de antes. Todo se vuelven rumores de ambulatorio y cotilleos de atrio de iglesia, maledicencias sobre quién será realmente el padre y especulaciones sobre si llegan al altar por amor o por dinero.

La investidura parece una de esas bodas a las que nadie quiere ser invitado, ni siquiera los novios. En Ciudadanos parece que acudieran a un funeral, los nacionalistas dicen que ellos no han sido y los populares comienzan a sentir la nauseas del embarazo y no parecen de humor ni para tartas ni para polkas.

Hace falta un gobierno ya, repite todo el mundo como si le pidieran un deseo a una estrella. España empieza a parecer una protagonista de una novela de Jane Austen, condenada, en un mundo rancio y profundamente machista, a casarse con el primero que se lo pida para evitar su triste destino de solterona amargada, resentida y marcada por el estigma social del fracaso.

Como a las heroínas de Orgullo y Prejuicio todo el planeta nos mete prisa para que casemos y callemos. La UE y el gobierno en funciones le han dado tanta publicidad a la famosa multa del déficit que, seguramente, muchos españoles están convencidos de que ya nos ha puesto media docena y hemos perdido todo los puntos del carné. El Joker Montoro la ha tomado con las autonomías. Hoy descubrimos que el sistema público de pensiones va a quebrar mañana y mañana descubriremos que mató a Kennedy. Los banqueros y los empresarios andan tan preocupados que este agosto Mallorca va a parecer un velatorio y la costa azul no pasará de negra.

Y sin embargo, nada más lejos de la realidad. Por muchas más veces que el marianismo y su entorno nos repitan que la elección se reduce a escoger entre Rajoy y elecciones no será más verdad. La verdad duele y la verdad dice que hay que sumar 176 diputados. Si Rajoy no lo consigue, que pase el siguiente; normalidad democrática.

Ahora que ya no es pecado hablar con los nacionalistas, a Pedro Sánchez se le abre un mundo de posibilidades que, esta vez, no podrán cerrarle ni todos los barones ni todos los cuñados del mundo juntos. Los números y los votos pueden sumar. El líder socialista puede y debe asumir la responsabilidad de liderar un gobierno que no fue posible al frío de invierno pero sí lo puede ser al calor del verano.

Resulta comprensible que Pablo Iglesias aún se esté recuperando del shock que parece haberle causado descubrir que Convergencia y el PNV son de derechas y votan con el PP cuando pueden. Pero de ahí a negar la posibilidad de un gobierno alternativo al Partido Popular hay todo un mundo de posibilidades. A no ser que Podemos haya asumido que ha venido a este mundo únicamente para decirle al PSOE lo que tiene que hacer.
Fuente: eldiario.es

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