Jeremy Corbyn
Gran Bretaña se encuentra dividida e insegura. Años de austeridad destructiva y un modelo económico inservible han dado como resultado un país de inseguridad laboral, escasez de vivienda asequible, trabajo en relación de dependencia, recortes salariales y desigualdades cada vez mayores.
Desde que los votantes decidieron abandonar la Unión Europea, estas divisiones se han acentuado. Los incidentes de racismo y xenofobia han llegado a su máximo. Muchos votantes favorable al "no" se sienten conmocionados y distantes de quienes respaldaron marcharse. El país se enfrenta hoy a una crisis económica y política. El gobierno es un desbarajuste. Tal como exigía el laborismo, George Osborne ha tenido que desestimar sus planes de superávit presupuestario lesivo para el empleo. Pero ninguno de los que tratan de substituir a David Cameron tiene ninguna clase de plan de salida. En cambio, una vez más, lo que planean es que pague la gente trabajadora, con más recortes del gasto y más subidas de impuestos todavía.
Lo que se necesita, por el contrario, es liderazgo y una estrategia clara. Debemos respetar la decision democrática del pueblo británico – y negociar una nueva relación con la UE: una relación que proteja el empleo, el nivel de vida y los derechos de los trabajadores – y garantizar también que tengamos la libertad de volver a dar forma a una economía del siglo XXI para todoa nuestro pueblo.
Para reconciliar de nuevo al país, tenemos que comprender lo que está detrás de la reducida mayoría en favor de marcharse de la UE. Esta se debió claramente en parte a las repercusiones de la inmigración en un mercado de empleos desregulados y de vivienda y servicios públicos famélicos de inversiones.
Pero los votantes del “sí” se concentraron en antiguas zonas industriales duramente golpeadas por los bajos salarios, la inseguridad en el empleo y el estancamiento económico. De hecho, las ciudades que apoyaron al laborismo y votaron por el "no", como Londres, Bristol y Manchester, tienen poblaciones inmigrantes bastante más elevadas que muchas de las que respaldaron marcharse.
La diferencia estriba en que estas últimas están entre las zonas que menos se han beneficiado de una recuperación económica dispareja. Fue este el voto de la gente relegada en Gran Bretaña contra un estamento de poder político que les ha fallado.
El laborismo hizo campaña por “quedarse y reformar” la Unión Europea y dos tercios de los partidarios laboristas votaron a favor de permanecer. Eso nos proporciona una sólida base para reunir a votantes de ambos campos, y de establecer una agenda progresista para las negociaciones que refleje las necesidades de la mayoría. El punto de partida han de ser las líneas rojas delineadas por el ministro de Economía en la sombra, John McDonnell: entre ellas, el mantenimiento de los derechos laborales y sociales existentes, la libertad de comercio con Europa, y la protección de los derechos al trabajo y residencia tanto de los ciudadanos de la UE en Gran Bretaña como de los ciudadanos británicos en Europa.
Esta semana el laborismo venció de forma abrumadora en una votación en los Comunes, dirigida por nuestro ministro de Interior en la sombra, Andy Burnham, que apelaba al gobierno a comprometerse a otorgar a los ciudadanos de la UE en el Reino Unido el derecho a permanecer.
Pero tenemos que ir más allá. Durante la campaña del referéndum, defendimos poner fin a la liberalización y privatización de servicios públicos aplicada por la UE, así como la libertad de mantener empresas públicas e inversiones públicas, hoy restringida por los tratados de la UE. Esas libertades tienen que formar parte de de las negociaciones venideras. El laborismo hizo campaña también a favor de una regulación más severa del mercado laboral y de la explotación del trabajo inmigrante que recorta salarios y condiciones, como mejor forma de proteger puestos de trabajo y niveles de vida en la UE.
Lo mismo vale para Gran Bretaña fuera de la UE. Si la libertad de movimientos significa libertad para explotar el trabajo barato en una carrera por llegar a lo más bajo, nunca se aceptará en ninguna relación futura con Europa. Pero la realidad es que en toda Europa tenemos aliados en esa causa, al igual que en muchas otras que estarán en el centro de las negociaciones por llegar. Estas negociaciones no se pueden dejar en manos de un gobierno conservador que no habla en nombre del país.
Por esa razón voy a reunirme con compañeros dirigentes socialistas europeos en París esta semana para discutir la crisis de los refugiados y el futuro de Europa después de que Gran Bretaña votara marcharse. El impulso cada vez mayor para reformar la UE fortalecerá la causa del laborismo.
La política ha cambiado para para bien. Después de años de guerras desastrosas, una desigualdad desbocada y una élite política deteriorada, ya no puede haber más de lo mismo como siempre. El veredicto condenatorio del informe Chilcot sobre la guerra de Irak confirmó que, mientras que el estamento del poder politico se equivocó de modo desastroso, la mayoría de nuestro pueblo hizo lo correcto. Esta transformación política esencial es lo que condujo también a mi propia elección hace nueve meses por parte del 60% de los miembros y partidarios del laborismo.
Durante ese tiempo, hemos obligado repetidas veces al Gobierno a desestimar medidas políticas dañinas, hemos ganado todas las elecciones parciales y hemos vencido a los "tories" en las elecciones locales. He dejado claro que estoy dispuesto a ponerme en contacto con los diputados laboristas que se oponen a mi liderazgo, y a trabajar con todo el Partido para proporcionar la alternativa que el país necesita. Por esa razón me complace que los dirigentes sindicales vayan explorando formas de salvar esa distancia y trabajar conjuntamente de modo más eficaz. Pero los diputados necesitan asimismo respetar la democracia de nuestro Partido y los puntos de vista de los afiliados laboristas, que han incrementado su número en más de cien mil miembros hasta llegar a medio millón sólo en los últimos quince días, con mucho el mayor contingente que hayamos tenido alguna vez en tiempos modernos.
Nuestra prioridad debe consistir ahora en movilizar esta asombrosa fuuerza nueva en política, y gantizar que la gente de Gran Bretaña tengan una alternativa política real. Los que quieren poner mi liderazgo en tela de juicio son libres de hacerlo en una competición democrática, en la que yo seré candidato.
Pero la responsabilidad de todo nuestro Partido se cifra en seguir unidos en oposición al gobierno conservador. Si aunamos esfuerzos, podemos aceptar el desafío y vencer.
Jeremy Corbyn
diputado por el distrito londinense de Islington Norte, es desde el pasado 12 de septiembre líder del Partido Laborista británico.
Fuente:
The Guardian, 8 de julio de 2016
Traducción:
Lucas Antón
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