sábado, 8 de abril de 2017

EEUU inicia la tercera fase de la operación “Desmantelar Siria”




Nazanin Armanian

Bajo el pretexto de castigar al gobierno de Bashar al Assad por el supuesto uso de armas químicas contra la población de Khan Sheikhoun el día 4 de abril, el régimen de Donald Trump ha lanzado unos 60 misiles sobre una base militar siria, sin la autorización de la ONU, ni siquiera la del Congreso de EEUU. Washington y sus aliados europeos, árabes, turcos e israelíes no han presentado ni una sola prueba, ni han realizado ninguna investigación al respecto. La ausencia de información impide saber el tipo de arma química utilizado. Si ha sido el gas nervioso Sarín (el que Assad entregó a la ONU en 2013) ¿por qué los llamados “Cascos Blancos” -que operan en la zona controlada por los terroristas-, tocan el cuerpo de los heridos y fallecidos sin protección?. Siria, recientemente denunció ante la ONU la entrada en Idlib de productos químicos desde Iraq y Turquía, países bajo el control militar de EEUU.

Es posible que estemos ante la tercera fase de la destrucción del estado sirio: la primera tuvo lugar entre 2008 y2014 desestabilizando el país, y la segunda se inició patrocinando a los “yihadistas” del Estado Islámico, quienes ya han cumplido su misión: arrasar Siria, para allanar el camino de una intervención terrestre “low cost” de la OTAN.

¿“Cui bono” del uso de armas químicas?

Sobre la autoría de lo sucedido hay varias versiones:

Que la aviación siria haya lanzado gas Sarín sobre una fábrica de armas tóxicas controlada por los terroristas, desatando el letal agente nervioso. Si es así, Assad además de tonto debe ser un suicida, justo cuando días antes Trump había afirmado que abandonaba la idea de derrocarle.  
Que, como afirma Kremlin, Siria bombardeó esta fábrica de armas de los rebeldes, sin saber que allí habían depositado armas químicas.
Que los terroristas hayan cometido este acto bajo la “bandera falsa”, dando pretexto a la OTAN para intervenir, al ver que Trump se negaba a deponer al presidente sirio. Según New York Times (del 21 de noviembre del 2016), el ISIS ha utilizado armas químicas en 52 ocasiones en Siria e Iraq. ¿Quién se los proporciona?
Que un grupo de la oposición las haya usado contra otro, culpando al gobierno sirio. Al Qaeda en varias ocasiones ha realizado matanzas colectivas de los militantes de grupos rivales.
No se debe descartar que fuese una de las “operaciones encubiertas” de los Escuadrones de la muerte creados en 2011 por el experto en la materia Robert Ford, el ex embajador de EEUU en Damasco y en Bagdad.
El asesinato de los civiles, considerado “daño colateral” por una causa superior es un atroz crimen de guerra. Los propósitos de EEUU de esta acusación son las mismas que persiguió en septiembre del 2013 acusando al gobierno sirio del uso de armas de destrucción masiva, a pesar de que los rebeldes reconocieron su implicación a la periodista de Associated Press, Dale Gavlak: las habían recibido de Arabia saudí y fue un “accidente” por mala manipulación de las mismas.

Los objetivos del ataque de EEUU

Asestar un duro golpe a aquella facción del stablishment  que se acercaba a Rusia e Irán, al considerar a China el principal enemigo del imperio, y cuya representante fue Obama. Los gobiernos de Israel, Arabia Saudi y Turquía no ocultan su satisfacción.
Suspender la conferencia organizada por la ONU sobre la paz en Siria, que iba a celebrarse el 5 de abril. El fracaso de las negociaciones realizadas entre Turquía, Irán y la oposición siria de Astaná (Kazajistán) dirigidas por Moscú, puede haber contribuido a la toma de esta decisión.
Crear zonas de exclusión aérea y terrestre en las fornteras de Siria con Jordania y Turquía. Trump ordenó públicamente al Pentágono establecer zonas “seguras” en Siria el 19 de enero pasado, iniciando la balcanización del país que iría con una paz armada.
Forzar a Assad a elegir entre una de las 5 opciones de cómo puede abandonar el poder, que se le ofreció el mayo del 2016: Rex Tillerson anuncia que se está dando pasos para eliminar al presidente sirio. Éste ha sido el propósito de EEUU desde el 2006. Al contrario de quienes (peligrosamente) menosprecian el incontestable poderío militar de EEUU, afirmando que Rusia e Irán han conseguido salvar a Assad de los ataques de la suma de las fuerzas de la OTAN, Israel, y los 11 países árabes del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, lo cierto es que Barak Obama retrasó el destitución del doctor Assad por las siguientes razones:
No provocar a Irán (que considera a Siria su profundidad estratégica para disuadir a Israel de un ataque) en el medio de las negociaciones nucleares. Para Obama era más importante entrar en la historia por haber impedido un Irán nuclear (y sin dispararle un sólo misil) que eliminar a un presidente en Siria que se iba a caer tarde o temprano.
La incapacidad de la oposición a formar una alternativa viable a Assad.
Decidió convertir a Siria en un pantano, donde los enemigos de EEUU e Israel (Rusia, Irán, Turquía, Hizbolá, etc.) se desgastaban, que no cerrar la guerra. Ante enemigos debilitados, los costos de una intervención directa en el futuro serían menor.
EEUU avanza en su plan de reconfigurar el mapa del estratégico Oriente Próximo, iniciado tras el derrumbe de la Unión Soviética.  La principal tarea de las fuerzas progresistas en estos momentos no es defender la inocencia de Assad (que se está cayendo desde el 2011 a cámara lenta, por la conspiración de las potencias regionales y mundiales, pero también por sus propias políticas), sino organizar movimientos contra la guerra imperialista a nivel mundial: imaginad por un momento cómo cambiaría de forma cualitativa la dimensión de ésta guerra si EEUU causa grandes bajas entre los militares rusos en Siria.

 Fuente: Público.es

lunes, 3 de abril de 2017

Japón en el laboratorio: economía política del Abenomics



Alejandro Nadal

La economía japonesa es un gran experimento sobre la evolución del capitalismo. Desde los orígenes de su proceso de industrialización a partir de la restauración Meiji en el siglo XIX hasta las políticas recientes para salir del estancamiento, las lecciones se multiplican. Nadie interesado en el devenir del capitalismo debe ignorarlas.

Durante el periodo 1950-1973 la economía japonesa mantuvo tasas de crecimiento del PIB superiores a 11 por ciento en promedio. Pero después de esos años el ritmo de la expansión comenzó a debilitarse. El crecimiento en la década de los 80 ya estuvo marcado por la ralentización, con tasas promedio de 4.6 por ciento. Ese crecimiento estuvo impulsado por episodios de inflación en los precios de bienes raíces, mejor conocidos como burbujas. El efecto riqueza que acompañó esos eventos proporcionó un impulso artificial al crecimiento.

En 1990 una de esas burbujas creció de manera desorbitada y reventó con mayor fuerza. Le siguió un proceso de crecimiento mediocre (0.73 por ciento anual entre 1993-1999). Los economistas no podían interpretar la causa de esta década perdida. A pesar de mantener bajas tasas de interés y un persistente déficit público, la economía japonesa siguió sin responder. Después de 10 años de crecimiento cercano a cero, entre 2000 y 2007 se presentaron síntomas de una mediocre recuperación con tasas de expansión de 1.5 por ciento. El enigma se hacía más interesante porque en esos años se introdujeron recortes en el gasto público, lo que en teoría debería haber frenado más el crecimiento. Y después vino la crisis de 2008: a partir de ese año el crecimiento volvió a su ritmo letárgico, con una tasa promedio anual de 0.22 por ciento. Hoy los economistas tradicionales siguen sin poder identificar las causas de la enfermedad que aqueja la economía japonesa.

En 2012 el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, comenzó a aplicar un paquete de medidas de política económica para sacar a Japón del estancamiento en el que se encuentra desde 1992. Fue anunciada como una mezcla de tres flechas: dos de inspiración keynesiana y una de tipo neoliberal y con un enfoque sobre el lado de la oferta (que en la jerga anglo-sajona se conoce como supply-side economics). A esa combinación la entusiasta prensa internacional de negocios la bautizó con el nombre de Abenomics.

El primer componente es de política monetaria ‘no convencional’. Consistió en inyectar mayor liquidez y reducir tasas de interés a cero (y hasta terreno negativo) para inducir a un mayor consumo. La meta era alcanzar una inflación de 2 por ciento anual. La postura de flexibilidad cuantitativa ha llevado a una expansión aparatosa de la base monetaria, pero su impacto sobre el crecimiento ha sido nulo.

El segundo elemento fue un incremento del gasto público y condujo a un fuerte déficit público. Pero al mismo tiempo, el paquete incluyó un aumento del IVA de 5 a 8 por ciento con un efecto recesivo y regresivo a la vez. Se planteó por ley un aumento de 10 por ciento en abril de este año, pero lo más probable es que no se aplique dicha medida.

El tercer componente del paquete es de corte neoliberal: introducir reformas estructurales, reducción de impuestos a corporaciones y desregulación de mercados, especialmente del mercado laboral.

Abenomics es una mezcla de toda clase de medidas aplicadas simultáneamente: Keynesianas en el lado fiscal (aunque con impuestos recesivos), neoliberalismo y supply-side economics, política monetaria expansiva no convencional y una postura cambiaria devaluatoria.

¿Cuáles han sido los resultados? Para empezar, el crecimiento del PIB sigue siendo mediocre. Incluso la tasa de expansión sigue situándose por debajo del nivel que se tenía antes de iniciar la aplicación del paquete de medidas de Abenomics. El gasto de los hogares no se ha podido estimular y sigue estancado. Además, el objetivo de alcanzar una inflación de 2 por ciento tampoco se ha podido cumplir. Y como era de esperarse, tampoco se ha logrado la anhelada reducción del déficit fiscal y la deuda pública como porcentaje del PIB sigue en aumento.

La expansión monetaria del Abenomics condujo a una devaluación del yen japonés. Pero el efecto sobre el sector exportador no pudo contrarrestar el impacto de la contracción del mercado internacional provocada por la crisis. La balanza comercial pudo arrojar un superávit en 2016 pero sólo porque las importaciones se redujeron 16 por ciento.

En general, el paquete Abenomics presenta un saldo negativo. Ese resultado era de esperarse porque la economía japonesa sufre una deflación crónica que se acompaña de una crisis de hojas de balance en la que todos los sectores de la economía tratan de reducir sus niveles de endeudamiento. Y ese tipo de crisis, como bien lo ha señalado Richard Koo, tarda muchos años en superarse. Lo más importante es que desde el punto de vista de la clase trabajadora, el impacto es más bien tenebroso. Y es que el objetivo del paquete era simple y llanamente aumentar la tasa de explotación de la fuerza de trabajo.

Alejandro Nadal Economista. Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/03/29/opinion/025a1eco


¿Destruir Daesh?


por Thierry Meyssan

Mientras Washington multiplica las señales que confirman su intención de destruir el Emirato Islámico (Daesh), británicos y franceses –y tras ellos el conjunto de los europeos– se plantean un rumbo diferente. Londres y París parecen haber coordinado una ofensiva contra las ciudades sirias de Damasco y Hama para obligar al Ejército Árabe Sirio a concentrarse en su defensa, debilitando así la presencia de tropas del gobierno sirio alrededor de Raqqa. Los europeos esperan organizar la huida de los yihadistas hacia la frontera turca.

La reunión de la coalición anti-Daesh realizada en Washington el 22 y el 23 de marzo estuvo muy lejos de ser una muestra de unidad. En apariencia, los 68 miembros de esa coalición reafirmaron su voluntad de luchar contra esa organización terrorista. En realidad, lo que hicieron fue exponer sus profundas divergencias.

El secretario de Estado Rex Tillerson recordó a sus socios que el presidente Donald Trump se comprometió ante el Congreso de Estados Unidos a acabar con el Emirato Islámico (Daesh) y no a limitarse a reducirlo, como pretendía hacer la administración Obama. A la vez que hacía ese recordatorio, y sin aceptar discusiones, Tillerson puso a los demás miembros de la coalición ante hechos consumados.

Primer problema: si ya no se trata sólo de desplazar a los yihadistas sino realmente de liquidarlos, ¿cómo podrán los europeos, sobre todo los británicos, salvar a “sus” yihadistas?

El secretario de Estado Tillerson y el primer ministro iraquí Haider al-Abadi, presentaron un balance de la batalla de Mosul. A pesar de las muestras publicas de satisfacción, es evidente para todos los expertos que los combates por Mosul están llamados a durar aún por largos meses dado el hecho que en esa ciudad iraquí prácticamente cada familia tiene al menos uno de sus miembros enrolado en las fuerzas de Daesh.

En el plano militar, la situación en Raqqa es mucho más simple. En esa ciudad siria los yihadistas son extranjeros. La prioridad sería entonces comenzar por cortarles el aprovisionamiento y después separarlos de la población siria.

Segundo problema: el ejército de Estados Unidos debe obtener previamente la autorización del Congreso, y también la autorización de Damasco, para desplegarse en Siria. Los generales James Mattis –secretario de Defensa– y John Dunford –jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense– han tratado de convencer a los congresistas, pero nada garantiza que obtengan esa autorización. Habrá entonces que negociar con Damasco y, por tanto, aclarar cierto número de cosas.

A la pregunta de los europeos sobre lo que Washington haría con Raqqa después de la liberación de esa ciudad, Rex Tillerson respondió enigmáticamente que haría regresar la población desplazada o refugiada. Los europeos sacaron como conclusión que, dado que esa población es masivamente favorable al gobierno de Damasco, la intención de Washington sería devolver ese territorio a la República Árabe Siria.

Al hacer uso de la palabra, el ministro de Exteriores de Portugal, Augusto Santos Silva, señaló que esa proposición contradecía lo que se había decidido anteriormente. Y afirmó seguidamente que los europeos tiene el deber moral de continuar su esfuerzo por proteger a los refugiados que huyeron de la «dictadura sanguinaria». Eso da a entender que, después de ser liberada de los yihadistas, Raqqa no sería todavía una zona segura ya que el Ejército Árabe Siria sería peor que el Emirato Islámico (Daesh).

No es por casualidad que los europeos optaron por el representante de Portugal para hacer esta intervención. El actual secretario general de la ONU, Antonio Guterres, fue primer ministro de Portugal y tuvo a Santos Silva entre los miembros de su gobierno. El hoy secretario general de la ONU Antonio Guterres fue también presidente de la Internacional Socialista, organización totalemente controlada por las estadounidenses Hillary Clinton y Madeleine Albright. En otras palabras, Guterres es la nueva fachada en la ONU del embajador estadounidense Jeffrey Feltman –a cargo de los “Asuntos Políticos” en la organización internacional– y del clan belicista.

Tercer problema: Todos parecen de acuerdo para liberar Raqqa de Daesh, pero –según los europeos– no para restituirla a Damasco, de ahí las maniobras de Francia en el terreno.

Inmediatamente después del encuentro de Washington, los yihadistas atrincherados en Yobar –un barrio en la periferia de Damasco– iniciaron una ofensiva hacia el centro de la capital. Y los de la provincia de Hama emprendieron ataques contra aldeas aisladas. Quizás se trata para ellos de un intento desesperado por obtener un premio de consuelo en Astaná y Ginebra antes de que termine la partida. Pero es también posible que sea una estrategia coordinada por Londres con París.

En este último caso, seguramente veremos una gran operación de las potencias coloniales en Raqqa. Londres y París decidirían atacar Raqqa antes de que esté completamente cercada, propiciando así la huida de Daesh, o sea obligando a los yihadistas a desplazarse nuevamente y salvándolos con ello del exterminio. Daesh se replegaría entonces hacia la frontera turca y sería la fuerza que podría liquidar a los kurdos por cuenta de Recep Tayyip Erdogan.

Thierry Meyssan
Fuente: Al-Watan (Siria)
Thierry Meyssan
Artículo bajo licencia Creative Commons

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Fuente : «¿Destruir Daesh?», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria) , Red Voltaire , 29 de marzo de 2017, www.voltairenet.org/article195785.html

El pan es suyo, la dignidad nuestra





DAVID BOLLERO

La entrevista a Luis de Guindos que publica hoy Cinco Días es una bofetada de realidad a esas personas ingenuas que de verdad creen que España mejora sustancialmente, que el nivel de vida a pie de calle se está recuperando; esos que, como denunciaba hace unos días, parecen no haber escarmentado. El ministro de Economía hace gala de su más inquietante neoliberalismo, de ese capitalismo depredador que devora a la clase trabajadora.

España engrosa la lista de países a lo largo de la Historia que prueba que bajar los salarios -o la ‘moderación salarial’, en su lenguaje manipulador- no contribuye a reducir la tasa de desempleo. Que España haya bajado del 27 al 17%, no se debe a la bajada de sueldos, sino a la precarización del empleo y la temporalidad.

Aunque ya se siente lo suficientemente acorralado por la realidad como para tener que admitir que “la evolución salarial no debe ser ya la de una economía al borde del colapso”, el responsable de Economía no duda en afirmar que “sería un error incorporar el repunte de inflación que hemos vivido en estos meses a los salarios”.

Dicho de otro modo, que no les engañen los cantos de sirena ni nadie crea que el mensaje de De Guindos trae consigo una subida salarial. Nada más lejos de la realidad. El ministro habla de “normalizar” y, además, de ajustar los salarios a la productividad. ¡Qué gran falacia del neoliberalismo!

Parece mentira que en esas mismas escuelas de negocios de donde salen personajes de esta calaña se produzcan estas contradicciones y las masas aborregadas las sigan a pies juntillas. En esas escuelas, se habla de la gestión del talento, del compromiso del trabajador con la empresa, lo que ahora de denomina el engagement. ¿De veras creen que ligar salario a productividad favorece ese compromiso?

¡Qué gran error de gestión! La ecuación es inversa: si l@s trabajador@s se siente cuidad@s, si se ven recompensad@s justamente por el trabajo que desempeñan, serán las primeras personas que mimen a la organización, se convertirán sus mejores prescriptor@s. Ligar su salario a la productividad -que sale de descontar los costes, de los que hay que deducir los sueldos astronómicos de la alta dirección-, empapa a toda la empresa de un tufo esclavista atroz.

Continúa De Guindos, en esa lógica neoliberal que nos ha conducido a niveles de miseria jamás vividos en España desde la posguerra, indicando que “la subida no puede ser uniforme, tiene que haber dispersión”, es decir, que sea cada empresario, en función de cuánto quiere embolsarse, el que juegue con el pan de las personas y sus familias.

Para cualquiera mínimamente informad@, la entrevista al ministro de Economía, lejos de tranquilizar, debería mantenerle en guardia, porque constata en manos de quién está nuestro pan. No olviden que la dignidad es suya y solo suya. No la pierdan ni dejen que se la arrebaten.
Fuente: Público.es

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