UNA DEFENSA DEL URBANISMO CRÍTICO
Por Darío Ruiz Gómez*
“La destrucción de la ciudad acaba siendo la destrucción de la posibilidad, la destrucción de la vida. Tal vez la mente que promueve el deforme espacio en el que la existencia se desgarra, y alcanza su forma más arbitraria de crispación y desconsuelo, no piensa en que, tras la aparente ganancia, está produciendo una herida irrestañable en el inerme cuerpo de los otros y que esa herida destrozará cualquier diseño de felicidad, incluso la suya propia” (Emilio Lledó).
El gran poeta William Blake asistió al nacimiento de la industria del hierro con sus altos hornos que Blake comparó con la presencia misma del diablo. La destrucción de ciudades como Mánchester. Londres se convirtió en un triste espectáculo con la polución y el hacinamiento, las charcas llenas de detritus, las clases proletarias enfermas de tisis, los niños famélicos. Las incalculables ganancias de esa industria para nada contemplaban la necesidad de sanear los ambientes, de volver al equilibrio brindado por las zonas verdes, de airear las viviendas, de hacer efectivos unos planes de salud. Kevin Lynch el gran urbanista analizó el deterioro de las ciudades con las montañas malolientes de basuras, los caños y los vertederos fétidos, las marismas podridas, los arrumes de escombros, presencia de las excrecencias de un capitalismo que una vez usada la ciudad para sus fines inmediatos desaparece olímpicamente eludiendo sus responsabilidades en este deterioro.
Todavía pueden verse pueblos, valles, ciudades como Detroit aniquiladas por las quiebras económicas, por un modelo industrial que al perder vigencia sólo dejó a su paso un tipo de destrucción que no podemos nunca equiparar con el concepto estético de ruinas. Así como Lynch en su magnífica “Imagen de la ciudad” nos enseñó a vertebrar a través de recorridos y funciones, de rehabilitaciones barriales lo que debe ser una imagen de la ciudad, ya que cuando una ciudad carece de imagen es porque ha comenzado a desaparecer, de este mismo modo en su obra póstuma “Echar a perder” analiza lo que significa el abandono de una ciudad, esos procesos de deterioro que sobrevienen con las casi siempre deliberadas “quiebras de capital”, con el arrinconamiento en suburbios inhumanos de las clases populares condenándolas al desempleo que no se ve y, por lo tanto, a la misma degradación de sus valores de referencia. Pero Lynch no se entrega ante estos espectáculos de devastación y degradación urbanas y siempre trae a cuento respuestas como aquellas que hace en “Exploración del sitio” donde nos invita a reincorporar nuevas propuestas paisajísticas, nuevos órdenes urbanos a partir de este punto cero o sea de esta anulación de los significados de viejos edificios, de vías olvidadas, de calles desocupadas. Es lo que se ha llamado resemantización de la ciudad o sea la construcción de nuevos significados a partir de la verificación de aquello que ha venido aconteciendo en el espacio urbano. Esta exploración de los sitios nos enfrenta a la vida real de la ciudad vista desde sus actores y protagonistas y no desde las abstracciones de burócratas carentes de la necesaria imaginación para darse cuenta que es ésta la verdadera ciudad que vive la vida, que la inventa a cada momento. Aquí se establece la diferencia entre un proyecto calculado por los contratistas para beneficio particular y un proyecto que busca restituir la ciudad para la vida conectando los sitios que fueron desmembrados, insuflando actividad humana a las calles, recuperando la escala de los habitantes. Esto es lo que llamamos medio ambiente. Desde la perspectiva de una ciudad abocada al deterioro es entonces desde donde se hace pertinente un juicio al equipo de gobierno incapaz de restituir la vida urbana, de impedir la muerte de la ciudad.
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Darío Ruiz Gómez, es escritor, ensayista, periodista, teórico del arte y el urbanismo, crítico literario y poeta colombiano. Se ha desempeñado además como profesor universitario y columnista. Su obra enlaza profundamente con la memoria colectiva de los años 70, 80 y 90 de su país, particularmente dramáticos.
FUENTE: Zonaizquierda.org
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