Anda la cuestión catalana muy caliente estos días en los medios. A pesar de lo cual no se le ve muy contento a Artur Mas. Y no es de extrañar. Le están robando protagonismo por un flanco y por otro. Primero fue Pep Guardiola, con la cosa de apuntarse a la lista electoral secesionista en último lugar. Vaya revuelo. Hasta un ministro, el opusino condecora-vírgenes Jorge Fernández Díaz, se lo tomó tan a la tremenda que llamó pesetero al entrenador del Bayern. Y por otra está nuestro circunspecto ex-príncipe, o sea Felipe VI, que ha vuelto a jugar a ponerle caritas a Artur para que toda España y Cataluña vean que está muy, pero que muy enfadado. Eso sí que es alta política.
Delirante ya andaba Francisco Maruhenda este lunes, con su habitual empeño en calentar los pre-partidos en plan Mourinho. El lunes, La Razón editorializaba ya las alabanzas a la ley de seguridad ciudadana, más conocida como ley mordaza por su inapelable tufillo franquista, como arma de choque contra el independentismo catalán. A ver si lo entendéis vosotros, porque a mí la cosa se me escapa: “A la nueva Ley de Seguridad Nacional, también con acuerdo pleno del PSOE, que sólo ha interpuesto enmiendas de forma, que le serán aceptadas, le compete la defensa de España, de sus principios y valores constitucionales, y de la libertad, derechos y bienestar de sus ciudadanos. Cualquier ataque a estos valores, y el desafío de Artur Mas lo es sin duda alguna, permitirá poner a las órdenes del Ejecutivo central todos los medios humanos y materiales de las distintas comunidades autónomas. Con toda probabilidad, si la ley hubiera estado en vigor, no habríamos asistido al lamentable espectáculo de la farsa del referéndum separatista de noviembre en Cataluña, cuya depuración de responsabilidades aún está por resolverse en los tribunales de Justicia”. A mí la cosa me suena a sacar los tanques y los fusiles. “Todos los medios materiales y humanos”. Se conoce que la cercanía del 18 de julio calentó los ardores patrios de los editorialistas del periódico de Planeta. Arriba escuadras a vencer que la ley mordaza empieza a amanecer, resumiendo.
Ese mismo día, el columnista de la misma casa Fernando Rayón también jugueteaba con el campo semántico bélico haciendo exégesis de las palabras de Mas antes de visitar Zarzuela para dar oportunidad a Felipe VI de ponerle caritas, como gran estadista que es. En son de paz, se titulaba el billete: “Tuvo gracia que a Artur Mas no se le ocurriera decir otra cosa a los periodistas mientras esperaba al Rey que lo de que «venía en son de paz». Debe ser consciente de la guerra que está dando y quizá quería aportar un detalle de normalidad a la irrealidad en la que se mueve desde hace años. Pero la gracia –como se vio– no se la siguió nadie. Tampoco Don Felipe”. Pues eso. Si el jefe de los Ejércitos te pone caritas en este país tan afecto a la asonada y el guerracivilismo, es para preocuparse, molt honorable (de momento) Mas.
También El País, con un romántico editorial tituladoDesde el corazón, sugería ideas belicistas, pero en su habitual estilo nadar y guardar la ropa. “Las relaciones de los catalanes con el resto de los españoles, o si se quiere, la de Cataluña con el conjunto de España (y a la inversa), nunca han sido producto de un mero cálculo de interés, ya fiscal, ya comercial, ya estratégico o militar. Han sido generadas, a veces con tensiones, enfrentamientos e incluso episodios violentos”. Eso sí, termina el texto con un canto de amor y paz que pasa por la única respuesta lógica a todo este embrollo: la reforma de la Constitución. “Urge una gran operación de reconocimiento de la Cataluña plural y de su singularidad nacional, lingüística y cultural, por la España plural. Urge la ampliación a todos los partidos (y al Gobierno) de la convicción de que es necesaria una reforma constitucional en un sentido incluyente, de perfil federal, para contribuir a disipar la desafección. Urge que, antes de que voten, todos los catalanes sepan que están en el corazón de todos los españoles. Y que voten luego en la máxima libertad. Sabiamente”. Unos emoticonos de soles y pajarillos le hubieran sentado de maravilla a este final de texto.
El mismo día y en el mismo periódico, a Santiago Roncagliolo le salía un argumento contra las ocurrencias de Mas del estilo “los niños catalanes no saben hablar castellano” o “el Barça se va a tener que jugar su liga contra el Girona si Catalunya se va”. Ficha intelectuales para esto. Atención a este sólido y meditado argumentario: “Descubrí algo […] alarmante: los latinoamericanos de mi medio —escritores, editores, periodistas— están abandonando Barcelona. He pasado tiempo creyendo que se marchaban de España por la crisis. Pero ahí me encontré con que muchos de ellos se han trasladado a la capital. En cambio, ya ninguno hace la ruta contraria, la que yo mismo hice, la que antes era normal. Ninguno de estos amigos y conocidos se ha marchado por ser anticatalán o antinacionalista. Ninguno diría que la política ha tenido algo que ver con su decisión, Simplemente, han encontrado trabajo allá. Pero precisamente eso es la consecuencia de lo que está pasando en la política catalana: hoy, si escribes en español, tu vida está en otra parte”. Mis queridos Víctor del Árbol, Carlos Zanón y Aro Sáinz de la Maza, los tres escritores, los tres en español, y los tres residentes en Barcelona, están al borde del exilio, o sea. No sé, pero hay argumentos que deberían de estar vetados en los periódicos. No por perversos, que también. Sino, sencillamente, por pueriles.
Hoy La Razón prosigue con el tema Rey vs. Mas en su personal lucvha de caritas. En la crónica sobre la entrega de despachos judiciales que reunió de nuevo a ambos ayer, queda claro quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y quién es más alto y quién más bajo: “Además de 20 centímetros de altura, el Rey Felipe VI y Artur Mas exhibieron ayer diferencias en su educación. Aunque el presidente de la Generalitat ha estudiado en un prestigioso colegio de Barcelona, habla inglés y francés, y ha demostrado habilidades en oratoria no tiene las dotes diplomáticas del Monarca. Ayer le falló la comunicación no verbal. Se mostró incómodo y tenso cuando recibió a Felipe VI a las puertas del Palau de Congressos de Catalunya, donde, como cada año, se hizo entrega de los despachos a la nueva promoción de jueces. También le traicionaron los nervios durante el discurso del Rey. Todas las autoridades que estaban sentadas en la mesa presidencial, inclusive la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, giraron la cabeza a su derecha para atender la intervención del Monarca. Menos Mas”. Podemos destacar de esta lección de periodismo dos ideas irrefutables y objetivas. Primera, que Mas es más bajito que Felipe VI y por eso se pone tan secesionista. Segunda: si el rey le pone caritas a Mas, es por patriotismo, pero si sucede lo contrario, es cosa de falta de educación. Esperemos que de esta guerra de caritas no pasemos a las armas, que es peligro que Marhuenda ya quiere poner en el ambiente. Ay, España.
FUENTE: EL REPARTIDOR DE PERIÓDICOS - PUBLICO.ES
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