Una primera ojeada al panorama que se empieza a ver una vez terminadas las elecciones [catalanas del 27S] parece indicar que el resultado ha sido un auténtico desastre. Había una posibilidad de dar un paso serio adelante en la consolidación de un consenso nacional en torno a la demanda del derecho a decidir, un objetivo que pudo conseguir un amplio apoyo de los votantes, y se eligió embarcarse, sin haberlo razonado adecuadamente, en la fórmula de "la independencia en quince días", una propuesta que desveló bastante ilusiones en un sector amplio de nuestra sociedad, aunque olvidando inconvenientes tan serios como el de las fuerzas policiales antidisturbios que estaban estacionadas en Zaragoza, esperando a ver qué pasaba en Barcelona.
Que la independencia en quince días no fuera un objetivo realista se habría podido perdonar si el conglomerado de JxS hubiera sido capaz de obtener un voto suficientemente mayoritario como para demostrar a la opinión española la fuerza del sentimiento reivindicativo de los catalanes. Pero ha fallado también en este objetivo.
Las razones que lo explican derivan del hecho de que esta propuesta, que debería necesitar de un período previo de discusión para alcanzar un consenso más amplio, tenía que asustar a un sector de la población inmigrante a la que no se había explicado suficientemente cuál sería su situación en estas nuevas circunstancias. Sobre todo cuando este programa no venía acompañado de medidas concretas que se ocuparan de sus problemas económicos y sociales, que son bastante angustiosos (el caso de la CUP, que asocia independencia a un cambio social revolucionario, es diferente).
El resultado ha conducido a un hecho tan aberrante como ha sido el de tirar los votantes del viejo "cinturón rojo" de Barcelona, incluyendo el Hospitalet, en brazos de Ciudadanos, el simulacro de partido inventado por el Banco Sabadell (un partido representa normalmente una opción política propia y diferenciada, y ya me diréis qué distingue C's del PP en materia de doctrina).
Que los trabajadores, muchos de ellos en situación precaria, de estas poblaciones hayan optado por votar una formación que les garantiza la continuidad de una línea política que perpetuará el paro, la inseguridad en el trabajo y los recortes en los servicios sociales es una muestra elocuente del desconcierto que han producido estas elecciones.
Ahora vendrá el problema de ponerse de acuerdo para gobernar un conglomerado que no tenía más programa en común que el del "proceso" y que se verá obligado a redefinirse.
Y quedará todavía otro problema bastante angustioso: ¿Qué vamos a votar en las elecciones generales del próximo mes de diciembre? No pediré tanto como cordura, que no parece abundar en nuestra sociedad, pero un poco de reflexión sobre lo que ha pasado sí que nos hace falta.
miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, es catedrático emérito de Historia de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Fuente:
http://lamentable.org/panorama-despres-de-la-batalla/
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