domingo, 28 de febrero de 2016

Diccionario en funciones



 
Enric Juliana


Política es lenguaje. La actual fase de interinidad en España invita a repasar algunas de las palabras y expresiones con lugar destacado en la confusa narración. Algunas son claras y bastante concisas. Otras admiten significados diversos. Hay significantes muy eficaces. Y hay, también, algunos conceptos en construcción.
Abstención. La abstención puede ser la clave principal del primer debate de investidura. La abstención de Podemos, Izquierda Unida, PNV, Compromís, CDC, ERC y Bildu podría dar la presidencia a Pedro Sánchez, sin sumar más apoyos que los que ya tiene amarrados: Ciudadanos y el regionalismo canario. 131 votos a favor, frente a los 123 del Partido Popular. Con el voto en contra de los soberanistas catalanes (17 diputados), a Sánchez no le bastaría con el apoyo del PNV y la abstención de Podemos, IU y Bildu. Los valencianos de Compromís debería votar a favor. Con el voto contrario de Podemos, no hay apaño posible.
Andaluces. El debate de investidura tiene como prólogo la celebración del 28 del febrero, día de Andalucía. La presidenta de la Junta, Susana Díaz, está acentuando el mensaje identitario: Andalucía tiene poder. Poder de veto. Ningún cambio sustantivo es posible en España sin el visto bueno de Andalucía. No habrá pacto respecto a Catalunya sin visado andaluz. No habrá secretario general tranquilo en el PSOE sin permiso del grupo dirigente de Sevilla. Una visión de España.
Brigada Aranzadi. Dícese del conjunto de altos funcionarios que ejercen un papel determinante en las altas esferas. Los abogados del Estado, por ejemplo. Hace un mes, el Partido Popular quería recurrir a la Brigada Aranzadi para proceder a una rápida repetición de las elecciones, mediante un dictamen del Consejo de Estado, si el Rey veía imposible el encargo. Felipe VI desbarató la maniobra, invocando el “orden natural”. Primero planteó el encargo a Mariano Rajoy y cuando este lo rehuyó, se lo dio a Pedro Sánchez. Este pasaje es fundamental para entender la actual coyuntura política.
Catalanes.Tan subrayado está el problema de Catalunya que no aparece, de manera explícita, en el pacto de gobierno PSOE-Ciudadanos. He ahí una buena ironía. Catalunya se está convirtiendo en el gran implícito de la política española. Lo condiciona casi todo, pero es innombrable en los momentos más delicados.
Ciudadanos. Es el partido con el nombre más atractivo. Sus fundadores tuvieron buen olfato. Un ‘significante flotante’, por decirlo a la manera de Ernesto Laclau, el fallecido filósofo posmarxista argentino que tanto ha influido en Podemos. Ciudadanos no sería lo mismo si se llamase Partido Liberal, Partido Reformista, Partido Centrista o Partido de la Nueva España. Ciudadanos puso como condición al PSOE que la firma del pacto tuviese la máxima solemnidad posible el pasado miércoles. Un símbolo y un significante que Sánchez no pudo rehuir, aún sabiendo que podía perjudicarle tácticamente, al facilitar la fuga de Podemos, con el consiguiente arrastre de IU y Compromís.
Conspiración. Otra palabra casi innombrable, aunque presente en muchos pensamientos. El grupo dirigente del PP cree que está siendo víctima de una conspiración para apartar a Mariano Rajoy del primer plano. Jorge Fernández Díaz lo verbalizó hace unos días afirmando que la sucesión de noticias negativas y acciones judiciales contra el PP no son una “casualidad”. Una afirmación de tal calibre en boca del ministro del Interior merece un subrayado especial. El partido que ha gobernado con mayoría absoluta los últimos cuatro años certifica que ha perdido el control de algunas palancas. Es relevante.
Consulta. Contribución catalana a la nueva sintaxis política española. Hubo un día en que el derecho a decidir cruzó el Ebro y se difundió en aerosol. El PSOE estuvo a punto de aceptar una consulta en Catalunya, abandonó la bandera, por temor, y ahora la ha recogido Podemos. He ahí otro significante flotante: equivalencia de más democracia. Para defenderse de los barones y del grupo dirigente de Sevilla, Sánchez ha establecido una comunicación directa con las bases. Ayer, los militantes del PSOE fueron consultados sobre el pacto con Ciudadanos. Pronto habrá petición de “consultas” en el PP.
Gran Centro. Nombre que podemos dar a la alianza programática PSOE-Ciudadanos. Sánchez quiere que ese pacto tenga continuidad, ocurra lo que ocurra la semana que viene. Albert Rivera no romperá los 66 folios del acuerdo, pero habrá que ver qué tipo de compromiso mantiene con el PSOE si las dos votaciones son adversas. Hay un corredor que conduce del Gran Centro a la Gran Coalición.
Ibex 35. Las empresas que conforman el principal índice bursátil español no tienen un comité político conocido, pero se les atribuyen, quizá de manera un tanto exagerada, muchos movimientos en la sombra. La nueva idealización del poder fáctico.
Podemistas. ¿Cómo llamar a los militantes de Podemos? En sentido literal deberían ser denominados voluntaristas. Podemos es otro significante flotante que apela a la posibilidad de romper límites. Hay quien les llama podemitas, con sesgo despectivo. Podemos se alimenta del desprecio de sus adversarios y algunos de ellos aún no lo saben.
Sorayos. Dícese en Madrid de los colaboradores más fieles de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Una red de altos cargos, ubicados en todos los ministerios, que espera su momento. Desde hace semanas, la vicepresidenta se mantiene en un discreto segundo plano. Los sorayos no dan la batalla por perdida.
Enric Juliana Author Img
Fuente: La Vanguardia

Y el PSOE lo hizo (otra vez)

 

Rafael Silva
Rebelión
"...es necesario insistir en la caracterización del PSOE como partido que – en mucha mayor medida que el PP – siempre ha sido la clave de bóveda para garantizar que para las clases dominantes todo siguiera atado y bien atado"
(Ángeles Maestro)
"Se podría decir, que el PSOE de Pedro Sánchez ha jugado su viejo papel, es decir, ser el verdadero partido del régimen y en cuanto tal, obstáculo insalvable a una política realmente de izquierdas"
(Manolo Monereo)
"Toda la crisis del PSOE, por cierto, tiene que ver con el hecho de que Podemos obliga hoy al partido a escoger entre la obediencia a su electorado socialdemócrata, fósil vivo de los primeros años 80, redespertado por el joven Pablo Iglesias, o su sumisión al señor de los pantanos y a los barones neoliberales de la dirección, zombis al servicio de las puertas giratorias, el Ibex35 y la banca alemana"
(Santiago Alba Rico)
Las ocultas intenciones se han cumplido. Como era de esperar. Todas las pistas apuntaban a ello. Pocas palabras bastan para buenos observadores, y no era normal que a un partido que se autodenomina "socialista" al que le proponen un Plan de Gobierno desde la izquierda, no sólo se niegue a ello, sino que además, como ha hecho el PSOE, lo entienda como un ataque, un chantaje, o una humillación. Ahora lo tenemos claro. Ahora todas las piezas del puzzle encajan en su sitio. Todo aquéllo no eran más que aspavientos, excusas y declaraciones grandilocuentes para esconder el auténtico sentimiento que le producía al PSOE la propuesta de PODEMOS, que no era otro que miedo. Sí, miedo a tener que retratarse, miedo a perder su hegemonía de la falsa izquierda que propugna, miedo a que se le viera el plumero, y sobre todo, miedo a que, si entraba en el cuerpo a cuerpo, en la letra pequeña de las medidas y propuestas de PODEMOS, iba a quedar a la altura del betún, porque iba a comprobarse fehacientemente lo que muchos hemos sostenido desde siempre, que el PSOE abandonó la izquierda política hace ya mucho tiempo, si es que alguna vez estuvo en ella.
Las opiniones vertidas por los pesos pesados del partido, tales como Felipe González, Alfonso Guerra, Pérez Rubalcaba, junto a las presiones del Comité Federal y de los líderes territoriales, el famoso almuerzo con patéticos personajes históricos del partido, así como las presiones al más alto nivel (la prensa del régimen, la Comisión Europea, la Casa Real, la CEOE, o la Fundación "España Constitucional"), y a todo ello sumado la tibieza y cobardía de un Secretario General como Pedro Sánchez, al final han dado sus frutos, y el PSOE no pactará con PODEMOS la formación de un gobierno de corte progresista y de izquierdas. Aliado para esta tarea con el PP y el partido de Albert Rivera, han ido vertiendo desde el 20D hasta acá todo tipo de declaraciones inaceptables sobre una fuerza política democrática como es PODEMOS, satanizando a su ideario y a sus líderes, demostrando muy poco respeto por sus votantes, y hablando, para este menester, el mismo lenguaje que los dinosaurios del PP, como José María Aznar o Esperanza Aguirre. Y es que con tal de impedir que esta formación política gobierne y cambie hacia mejor nuestro sistema económico y social, han vertido toda clase de mentiras, falacias y manipulaciones, con el objetivo de instalar el miedo, el desconcierto, la desconfianza y la incertidumbre en el conjunto de la población, y procurando denigrar, menospreciar y marginar a la formación política de Pablo Iglesias.
Hemos asistido durante estos más de dos meses a una operación de tal bajeza moral y política como nunca se había dado en nuestro país, al menos en su reciente etapa "democrática". Declaraba Susana Díaz, la lideresa andaluza, justo en el día del último Comité Federal de su partido, que estaba "cansada de que el señor Iglesias faltara el respeto a los dirigentes y a los militantes socialistas", y yo quiero decirle desde aquí a la señora Díaz que nosotros, los que pensamos y sentimos desde la izquierda, estamos hartos de soportar durante más de 35 años a este PSOE falaz y traicionero, a este partido del régimen, a esta pieza esencial del engranaje del sistema que lo alimenta permanentemente, y que reclamando para sí durante las campañas electorales el espacio de la izquierda, engaña permanentemente a su electorado, para después volver a las andadas. Estamos hartos de este PSOE, señora Díaz. Hartos de un partido de engañabobos, de pura apariencia, de cara a la galería, cuyos dirigentes históricos se sitúan en los planteamientos de la derecha más pura y dura. Ahí están los nombres de González, Bono, Leguina, Corcuera, Guerra, Ibarra, y tantos y tantos otros que llevan insultando al auténtico socialismo durante décadas. De hecho, las aberrantes descalificaciones que se han hecho a PODEMOS desde las filas "socialistas" son casi idénticas a las que se han hecho desde las filas del PP, y concretamente, las declaraciones de Felipe González, calcadas a las de José María Aznar (según ellos, esta fuerza política viene a "subvertir nuestro sistema democrático"). Muy fuerte.
Ellos, que llevan debilitando nuestra democracia, adelgazando nuestro Estado, desmontando nuestros servicios públicos, atacando las históricas conquistas sociales de la clase trabajadora, privatizando todo cuanto encuentran a su paso, y entregando el patrimonio público a las grandes empresas, justamente ellos, son los mismos que se atreven a acusar a PODEMOS de pretender subvertir el sistema democrático. No se puede ser más ruin y más despreciable. La sagrada palabra que es "socialismo" se denigra y se pervierte en las voces de estos dirigentes de pacotilla, de estos mediocres servidores del capital, se prostituye y se degrada hasta provocar la náusea. Sí, estamos hartos de este PSOE que utiliza y llama al voto de la clase trabajadora para después volver a jugar con ella, para lanzar medidas contra sus intereses, y para insultar a los partidos que de verdad defienden un sistema de mayor justicia social. Visto lo visto, lo mejor que puede hacer este PSOE es disolverse y desaparecer. Pero vamos a los hechos, para ilustrar al completo lo sucedido durante estos últimos días. Paralelamente a una reunión a cuatro con formaciones de izquierda (a la que hubo que "arrastrar" al PSOE, que se lo tuvo que pensar antes de acudir), el PSOE cerraba una negociación con la formación política de Albert Rivera (para lo cual no tuvo que pensárselo tanto), y a pesar de que CIUDADANOS, viendo cercano el acuerdo, impuso al PSOE cinco medidas cosméticas de "reforma de la Constitución", el PSOE las aceptó en menos de 24 horas, siendo muy significativo que no se haya hablado en esta ocasión de imposición, humillación o chantaje.
Dicho acuerdo no hace referencia a la derogación expresa del conjunto de leyes antisociales que el PP ha promulgado durante su legislatura, tales como la LOMCE (que se paraliza), la Ley Mordaza (que se deroga sólo parcialmente), o la Reforma Laboral, que no se deroga, y en su lugar se reforma parte de su articulado, en especial lo relativo a las indemnizaciones por despido (que se siguen abaratando) y a los tipos de contrato, presentando, por tanto, otra Reforma Laboral regresiva encubierta. Tampoco se deroga el copago sanitario, ni se sube el SMI un 5% como indicaba el programa electoral del PSOE (sólo un 1%), ni se hace referencia a la dación en pago para los casos de desahucio. Por su parte, el acuerdo contempla un conjunto de medidas lesivas para las clases populares, tales como el complemento salarial para trabajadores pobres, y asume el compromiso de una "modificación de la redacción" del artículo 135 de la Constitución (que no su derogación). Antes del acuerdo con CIUDADANOS, el PSOE había manifestado su discrepancia con PODEMOS en puntos tales como el referéndum en Cataluña (su mejor pretexto para no ir de la mano con Pablo Iglesias), el "control politico" de ciertos organismos (nada que no se haya asumido por las Vicepresidencias de gobiernos anteriores), o el incremento del gasto público en 24.000 millones de euros anuales. Tampoco estaban de acuerdo en retrasar 3 años la reducción del déficit público por debajo del 3% (argumentando que eso depende de la Unión Europea), o con la renegociación del pago de la deuda pública (un auténtico lastre para implementar medidas de justicia social), o con la derogación de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, entre otras cuestiones.
Son, por tanto, las propuestas de izquierda que tanto molestan al PSOE, como ha ocurrido a lo largo de toda su historia. El acuerdo con CIUDADANOS está pensado (como han expresado muchas veces los dirigentes del partido naranja) para esperar al PP, para ejecutar indirectamente sus políticas, para tener una gran coalición "en diferido" (en expresión de Pablo Iglesias), en una palabra, para continuar ejecutando, pero de manera más suave y disfrazada, las polìticas de la derecha. El acuerdo, por tanto, no es progresista, sus reformas van en la misma línea económica que prefieren los altos directivos del IBEX-35, y bajo la excusa del pactismo y de contentar a izquierda y derecha (cosa harto imposible), vuelven a maltratar a las clases populares y trabajadoras. El PSOE ha vuelto a demostrar, y ya van muchas veces, que no quiere poner en práctica auténticas políticas al servicio de la inmensa mayoría social, sino continuar atendiendo a los intereses de los más poderosos. No pueden empeñarse en mantener una negociación a dos bandas, a sabiendas de que los caminos de ambas formaciones son antagónicos. Ante esta situación, PODEMOS anunció su retirada de la mesa de negociación con el PSOE. Por supuesto, el espacio de negociación a cuatro (con IU-UP y Compromís) también se ha roto, ante la incompatibilidad de la situación creada.
El PSOE ha vuelto a frustrar, una vez más, una oportunidad histórica de un gobierno auténticamente progresista, que había despertado la ilusión de millones de personas, ante las auténticas barbaries legislativas del gobierno del PP. Está claro que lo seguirán pagando en próximas convocatorias electorales. La guinda de todo este pastel la pondrá una consulta a la militancia absolutamente ridícula, un intento patético de simular una democracia entre sus bases, porque se va a formular una pregunta muy genérica, sin referencia a acuerdos concretos, ni a formaciones políticas específicas. Y así, los militantes del PSOE tendrán que responder sí o no a una especie de cheque en blanco, que legitima o refrenda los posibles acuerdos que la dirección del partido pueda alcanzar. En fin, esperamos que después de todo este episodio (aún tendremos que asistir al proceso de investidura, donde todavía podemos tener sorpresas), ni siquiera los militantes y simpatizantes más fieles del partido tengan dudas de que el PSOE, en la práctica, es idéntico al PP, y que ambos forman ese búnker del bipartidismo (ahora tripartidismo, con la presencia de CIUDADANOS), empeñado en que en nuestro país no gobiernen fuerzas que representen de verdad a la izquierda transformadora. Pero quizá este panorama cambie dentro de poco tiempo. No se puede estar jugando con fuego siempre, sin quemarse.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es
Fuente: Rebelión.org
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

sábado, 27 de febrero de 2016

A Pedro Sánchez sólo le preocupa su cargo en el partido

Pedro Sanchez, foto publicada en ABC

El objetivo del líder del PSOE al firmar el acuerdo con Ciudadanos, que no va a darle la investidura ni va a permitirle gobernar, es mantener su cargo dentro del grupo socialista

Carlos Elordi
 
El pacto PSOE-Ciudadanos es un sinsentido a no ser que se entienda desde el punto de vista de los intereses de Pedro Sánchez en el interior de su partido. Firmar un acuerdo de investidura o de gobierno, que tampoco eso se aclara mucho en el texto, que no va a darle la investidura ni permitirle gobernar es un despropósito, más allá de cualquier otra consideración. A menos que sirva al líder del PSOE para intentar conservar su cargo. Esa ha sido la prioridad de Pedro Sánchez desde la noche misma del 20-D. Todos los movimientos que ha hecho en los últimos dos meses adquieren una cierta coherencia a la luz de ese objetivo. Lo demás para él ha sido secundario. O simplemente instrumental.
Lo único que podría evitar unas nuevas elecciones es que dentro de unas semanas se acordara una gran coalición presidida por Mariano Rajoy
Menos de una semana después de las elecciones una tormenta interna se desencadenó en el PSOE. Se dio por seguro, aunque nunca se confirmó del todo, que Susana Díaz quiso entonces sustituir a Pedro Sánchez en la secretaría general. Ese extremo nunca se confirmó del todo. Puede que la dirigente andaluza y otros pesos pesados simplemente quisieran ejercer un padrinazgo de hierro sobre Sánchez y que éste se negara en redondo a aceptarlo. Lo cierto es que el trasfondo del debate eran los malos resultados electorales del partido y la exigencia de responsabilidades políticas a la dirección por dicho fracaso.
Cabe recordar que el liderazgo de Sánchez había sido seriamente cuestionado varias veces desde hacía un año antes. Y que las críticas arreciaron cuando a finales de noviembre los sondeos pronosticaron algo parecido a una debacle para el PSOE. Sánchez, con el agua al cuello, reaccionó ante tan negros pronósticos reorientando su campaña hacia la izquierda, asumiendo compromisos de cambio en materia social y económica y olvidando las invectivas y descalificaciones contra Podemos que habían sido la norma desde que el partido de Pablo Iglesias apareció en escena. Ese nuevo tono más 'progre' permitió al PSOE remontar en los sondeos y alcanzar los 90 diputados que, aun siendo el peor resultado del partido en 38 años, permitieron a Sánchez y a los suyos entonar poco menos que cantos de victoria.
Pero en clave interna no todos, ni mucho menos, compartieron ese optimismo. Atendiendo a motivaciones diversas, una amplia gama de personajes del partido expresaron su malestar en términos no precisamente suaves. Sánchez estuvo en la cuerda floja durante varios días. La polémica sobre sus fallos y carencias se trasladó enseguida a la política de alianzas. Porque así convenía a unos y a otros y también porque el partido tenía que definirse al respecto. Un sector variopinto, pero poderoso, pugnó por la gran coalición con el PP. Porque en su opinión permitía salvar los muebles en incluso reforzar las parcelas de poder que el PSOE seguía teniendo en autonomías y ayuntamientos, aunque para ello hubiera que cambiar el signo de los pactos en muchos de ellos y acercarse a la derecha rompiendo con Podemos.
Pedro Sánchez se defendió como gato panza arriba contra esa opción porque su rechazo de la gran coalición había sido una de sus banderas electorales y aceptarla suponía su muerte política. Y su posición terminó ganando. Porque supo manejar su fuerza interna, pero sobre todo porque entregar el gobierno a Mariano Rajoy después de su formidable derrota electoral era una propuesta indefendible.
Pero la suya fue una victoria pírrica. Porque sus oponentes limitaron tanto su capacidad de maniobra para poder configurar una alternativa de gobierno al PP que ésta fue imposible desde un primer momento. Por el 'no' tajante a cualquier acercamiento a los soberanistas catalanes, que Podemos consideraba ingrediente imprescindible de un programa de cambio y que era necesario para obtener su abstención en la votación de investidura. Por la condición sine qua non de que Podemos no entrara en el futuro gobierno, salvo en posiciones decorativas, que aunque nunca se expresó formalmente aparecía enseguida en cualquier conversación con los dirigentes socialistas, sea cual fuera el sector al que pertenecieran. Y porque tampoco se le iba a permitir alegría alguna en materia social o económica.
Esas limitaciones estaban plenamente vigentes cuando Sánchez aceptó presentarse a la investidura, después de que Rajoy se negara a ello, cuando el líder del PSOE se frotaba las manos sabiendo que iba a humillar al del PP en el debate parlamentario que habría estado destinado a ese fin. Sabiendo que un entendimiento con Podemos era imposible porque las fuerzas vivas del PSOE no le permitirían pactar los contenidos que lo habrían hecho factible, Sánchez se lanzó entonces a la tarea de marear la perdiz en la que hemos estado hasta hoy mismo.
Los dirigentes socialistas se indignaron cuando Podemos presentó las condiciones en las que firmaría un pacto con el PSOE. Porque todas y cada una de ellas, y no sólo la exigencia de una vicepresidencia, ponían el dedo en las líneas rojas que el PSOE había impuesto a Pedro Sánchez. Hallazgos puntuales, numeritos publicitarios y mesas aparte, la imposibilidad del pacto estuvo clara desde aquel día. El bloqueo sólo podía romperse si el PSOE cambiaba de postura. Pero su secretario general no podía hacerlo.
Sin embargo, tenía que inventarse algo para no llegar con las manos vacías a la investidura. Su partido se lo haría pagar muy caro si no lo hacía. De ahí, en el momento que fuera, seguramente mucho antes de lo que se ha venido diciendo, nació la idea del pacto con Ciudadanos. Parecía que el partido de Rivera no estaba por esa labor, que su opción era un pacto con el PP. Pero los escándalos de corrupción que desde hace más de un mes cayeron sobre el partido de Rajoy desaconsejaron seguir trabajando en esa vía, al menos por ahora. Por otra parte, pactando con el PSOE Albert Rivera volvía al primer plano del que estaba alejado desde el 20-D. Y más si el PSOE, acuciado por las prisas o por lo que fuera, aceptaba incluir en el texto del pacto buena parte de los puntos del programa de Ciudadanos, sin mayores miramientos.
Ahora los dirigentes socialistas dicen que lo de las diputaciones sí pero no, que el contrato único no es tan único y cosas de ese porte. Porque por ahí, por las prisas, pueden venir dificultades internas para Pedro Sánchez y poner en cuestión el resultado de la consulta a la militancia que ha empezado este viernes. Y que para el líder socialista es una cuestión de vida o muerte política. Porque si pierde estará acabado y si gana, que parece lo más probable, aunque habrá que ver por cuanto, tendrá una baza poderosa para encabezar nuevamente la lista electoral y para ganar el futuro congreso. Con eso Sánchez estaría más que satisfecho.
Así las cosas habrá elecciones el 26 de junio. Lo único que podría evitarlo es que dentro de unas semanas se acordara una gran coalición presidida por Mariano Rajoy. Parece muy difícil que Pedro Sánchez firme ese acuerdo por parte del PSOE. ¿Pero qué haría quien le sustituyera a la cabeza del partido si las cosas le salen mal a su actual secretario general?
Fuente: eldiario.es

Sobre el Plan B


 
Intervención del economista en la reunión del Plan B en Paris
 
Intervención del economista en la reunión del Plan B en Paris
 
Frédéric Lordón
Escuchad. No voy a decir cosas muy técnicas ni cosas muy nuevas. Tampoco voy a presentaros un plan de arquitectura monetaria alternativa. Me gustaría simplemente insistir en lo que a mi modo de ver son los aspectos fundamentales que están en juego bajo el nombre de plan B.
Y sin embargo me gustaría empezar destacando que hay carencias en la racionalidad elemental del aprendizaje que no solo son errores intelectuales, sino que casi son crímenes políticos, atentados a la esperanza en todo caso. Por ejemplo, aquellas que el grillete del euro anula radicalmente y que solo podrán restaurarse rompiendo este grillete.
Precisamente ahora que podría hacerse, después de mucho tiempo, un análisis del callejón sin salida liberal, de una forma de tiranía burocrática que anula toda posibilidad de compromiso, resulta que el espectáculo de un gobierno de izquierdas –griego, en este caso– molido a palos en las trastiendas de la eurozona no basta para dejarlo claro, y que ellos mismos, algo sonados, continúan buscando lo inencontrable y queriendo lo imposible: el euro progresista y democrático, el equivalente monetario del elefante rosa o de la gran serpiente emplumada.
Y es como si esta izquierda fuera a incorporarse –lo quiera o no, se dé cuenta de ello o no– al gran partido unificado del euroliberalismo, al menos en lo que constituye en realidad su último argumento, lo que yo llamo el fetichismo del euro: el euro intransitivo, el euro por el euro sean cuales sean las consecuencias.
Pues finalmente, a la pregunta “¿Por qué el euro?”, el europeísta intransitivo y sus partidarios solo saben responder “porque sí”, o cuando tratan de decir otra cosa –seamos escrupulosos, a veces tratan de hacerlo– lo único que puede sacarse en claro de sus palabras es una profesión de fe propia de Miss Francia –quiero decir, por supuesto, de Miss Europa– en la que el núcleo argumental consiste en la idea de la paz y la amistad entre los pueblos.
Y como pasa con todos los sonámbulos si no queremos hacerlos caer del podio, es sin duda peligroso despertarlos de su sueño alucinado para hacerles ver que, de acuerdo con sus propios criterios, la construcción europea es un terrible fracaso. Jamás se habían visto tantas tensiones políticas de todo tipo, y tan cerca del punto crítico: la extrema derecha nacionalista a las puertas del poder, separatismo endémico, pueblos que se levantan unos contra otros, etcétera, etcétera.
Si la construcción europea fracasa hasta ese punto, y según sus propios criterios, es sin duda que algo ha sido mal pensado por el camino, pero ¿qué? La respuesta a esta pregunta es la siguiente: lo que ha sido mal pensado –en realidad, lo que no ha sido pensado en absoluto– son las condiciones de posibilidad de la constitución de una comunidad política. La eurozona dice morir en deseos de ser una comunidad política. Pero la verdad es que nunca ha querido serlo, en todo caso no en el sentido de una comunidad política democrática. ¿Puede llegar a serlo? Esta es la cuestión.
Yo pienso, desgraciadamente, que la respuesta es no, y que después de tantos años perdidos, ya va siendo hora de admitirlo. De entrada, la respuesta es no, porque, contrariamente a lo que dice una leyenda urbana mediáticamente muy difundida, liberalismo y democracia distan mucho de ser sinónimos perfectos.
Digamos, más bien, que debido a su carácter de doctrina para uso de los más fuertes, el liberalismo tolera muy bien ser de geometría variable. Por ejemplo, el neoliberalismo europeo no ve ningún problema en el hecho de ser un “iliberalismo” político profundamente antidemocrático. Ahora bien, hasta hace poco, el neoliberalismo era la tendencia general de todos los Estados miembros. ¡Y luego vino Syriza! Y Podemos, y la coalición portuguesa, alternativas un tanto balbuceantes, incluso timoratas respecto a esta cuestión decisiva del euro, pero finalmente las cosas parecen poder cambiar y la esperanza parece renacer.
Y digo, sin embargo, que las cosas cambiarán todavía más, tarde o temprano llegará el momento en que toparán con un obstáculo singular, y singularmente resistente. Estoy pensando en Alemania.
¿Es todavía posible hablar de Alemania en Francia? Tendría que serlo, sobre todo teniendo en cuenta que nada impide en principio caminar entre los escollos de la negación y la eructación germanófoba, pero la catástrofe es que el riesgo de topar con el segundo escollo conduce sistemáticamente al primero, y que a fuerza de tener miedo de los malos pensamientos, uno acaba prohibiéndose pensar en nada, y en particular en la idiosincrasia monetaria alemana.
La izquierda sufre un ataque de pánico intelectual de tal magnitud que se ha vuelto casi imposible pensar cualquier cosa de este tipo. Tiene que haberse producido, efectivamente, una terrible regresión teórica para que un análisis como este sea groseramente reducido o equiparado a una evidentemente y también aberrante psicología del espíritu de los pueblos, o liquidado, de manera aún más clara, etiquetándolo de esencialismo, que es en este caso el asilo de la ignorancia voluntaria y del rechazo a analizar.
¿Acaso hay que renunciar, por ejemplo, a reflexionar sobre la relación particular que tiene la sociedad norteamericana con las armas de fuego, o a la que tiene la sociedad francesa con el laicismo o con el Estado, por temor a caer en el esencialismo americanófobo o francófobo?
¿Acaso las ciencias sociales, y especialmente las históricas, no tienen, entre otros, el objetivo de poner en evidencia los imaginarios comunes y de analizar las creencias colectivas de larga duración, que solamente las ciencias llamadas humanas –y especialmente las que tienen que ver con la economía–, sumidas como están en un individualismo metodológico, han perdido totalmente de vista?
El drama de la época es que sea preciso hacer tantos preámbulos para tener alguna posibilidad de establecer una discusión analítica un poco seria sobre la cuestión alemana, discusión analítica seria cuyo criterio mismo es que sea posible tenerla en presencia de nuestros camaradas alemanes, una discusión que evidentemente no puedo desarrollar aquí in extenso, pero que resumiré en unos cuantos puntos que me parecen esenciales:
1/ Es indiscutible que todos los Estados miembros, arrastrados desde hace décadas por la ola neoliberal, han validado con entusiasmo los principios ideológicos de la eurozona y se han hecho corresponsables de ellos. ¡Todos!
2/ Esta unanimidad no debe impedirnos ver que, entre todos estos estados, Alemania juega a algo que solo le pertenece a ella, porque lo ha heredado de su historia, que es una historia singular.
3/ A medio camino entre la obsesión y la conjuración de los traumas del pasado, y la reinversión simbólica en una identidad de sustitución, la sociedad alemana ha establecido con la moneda una relación que no tiene equivalente en Europa y de la que puede afirmarse que es una relación metapolítica en la medida en que difiere por su naturaleza y también por su temporalidad de las ideologías políticas ordinarias.
4/ Se ha seguido de ello que la adopción de su modelo institucional y concretamente la beatificación de los principios de política monetaria y presupuestaria en unos textos intocables –los de los tratados– han sido las contrapartidas sine qua non de la entrada de Alemania en la eurozona. Desde ese mismo instante, el carácter antidemocrático del euro estaba sellado, pues se sale de la democracia en el momento en que las orientaciones fundamentales de la política económica se sustraen a la deliberación de cualquier instancia parlamentaria ordinaria.
5/ Es verdad, sin embargo, que, como toda formación política, por mucho que haya durado, la creencia monetaria alemana producida por la Historia, pasará con la Historia.
6/ Y como toda creencia, por lo demás, tampoco esta es unánimemente aprobada en la sociedad alemana. El hecho de que tenga sus disidentes, a semejanza precisamente de los camaradas aquí presentes, no impide que de momento sus raíces sean profundas. Quiero destacar un dato elemental de una interpretación tosca de las prácticas monetarias: que en Alemania el 80% de los pagos se hacen en efectivo, mientras que en Francia son el 56% y en Estados Unidos el 46%. ¡Un dato significativo, sin duda!
Y que la utilización de las tarjetas de crédito es realmente objeto de una reprobación social. Digo esto pensando en quienes creen que la fijación monetaria es algo exclusivo de las élites alemanas o del capital alemán, y que el resto de la sociedad está exenta de ello. No es así en absoluto, y podría señalar otros muchos indicios…
7/ Sabiendo dónde se encuentra ahora el centro de gravedad de la sociedad alemana por lo que respecta a esta cuestión monetaria, habría que preguntarse cuáles son las probabilidades de que llegue a desplazarse, con qué amplitud y sobre todo a qué velocidad. Si, como yo creo, es una cuestión que puede alargarse en el tiempo, el problema es que hay poblaciones en Europa que ya no tienen tiempo de esperar.
Es posible retomar sintéticamente todos estos elementos diciendo lo siguiente:
Tenemos en Europa el problema general del neoliberalismo, pero ese problema general conoce una complicación particular, que es la complicación ordoliberal alemana.
¿Por qué doy tanta importancia a la idiosincrasia monetaria alemana? Porque es el grillete del grillete, y porque para mí es el núcleo de una anticipación razonada que podría hacernos ganar tiempo haciéndonos recorrer, mediante el pensamiento, el proceso del plan A para llegar inmediatamente a su término.
Y al final del trayecto, e incluso habiendo superado todas las demás dificultades, la complicación alemana será, me temo, el último obstáculo con el que toparían las tentativas de reconstrucción de un euro democrático. Pues si por algún motivo extraordinario dicho proyecto llegase a tomar consistencia, sería Alemania –podemos estar convencidos de ello– la que tomaría el portante, ¡posiblemente acompañada, por lo demás! ¡Y he ahí la hipótesis sistemáticamente olvidada, la tarea ciega por excelencia, el Grexit! Y la paradoja del otro euro, del euro democratizado, es que fracasaría en el momento mismo en que se dispone a triunfar, por el hecho mismo de que se dispone a triunfar.
Es este término el que condena del modo más concluyente el proceso, la simple probabilidad de su nacimiento es de las más débiles. Y es que el inicio de una prueba de fuerza en el seno de la eurozona supone prácticamente algo más que un simpático partido progresista europeo.
Hace falta también el acontecimiento efectivo y simultáneo de un número suficiente de gobiernos verdaderamente de izquierdas. Pero ¿cuánto tiempo ha tenido que pasar para que se produjera en Grecia la primera verdadera alternancia política en la Unión Europea? ¿Y cuál sería la probabilidad conjunta de esta alineación de planetas que estoy evocando? Es casi nula, y todo el mundo aquí lo sabe.
Entre los numerosos errores intelectuales del internacionalismo, del internacionalismo imaginario, está el que consiste en esperar, con el arma en posición de descanso, la sincronización del levantamiento continental. Pues bien, en ese caso, y al igual que los alabarderos de la ópera que cantan “Marchons, marchons!” marcando el paso, con opositores como nosotros el euro tiene todavía muchos días por delante. De todo esto se puede extraer una conclusión y solo una. La conclusión del internacionalismo real.
El internacionalismo real no es el permanente ojo avizor ante el desierto de los tártaros, sino la coordinación de las izquierdas europeas para trabajar en todas partes para el advenimiento de la ruptura y la salida, y luego empujar al primero que esté en situación de efectuarla, ¡sin que tenga que esperar a los demás!
El internacionalismo real es también el abandono de esta aberración que solo sabe medir los lazos entre los pueblos con el rasero de la integración monetaria, la circulación de las mercancías o la de los capitales. Y es, a contrario, el tejido de todos los demás lazos posibles e imaginables: científicos, artísticos, culturales, estudiantiles, tecnológicos e industriales, etcétera, etcétera.
El internacionalismo real es, en fin, salir de la intimidación, de la intimidación de la extrema derecha nacionalista, o más exactamente, de la intimidación por parte del eurobloque liberal que solo tiene este argumento en reserva. Sin duda la extrema derecha es abominable, pero también es providencial porque permite tratar de “nacionalistas xenófobos” a todos aquellos que proyectan irse de la jaula de hierro. Es muy simple: ¡si en Francia no existiese el FN, habría que inventarlo!
Y lo peor de todo es que es una izquierda lo bastante burra como para dejarse asustar, incluso, a veces, para hacer su propia aportación a ese argumento tan infame como engañosamente seductor. Pues por razones que tienen que ver a la vez con los temores de su electorado de más edad, con su ideología económica invertebrada, y con las colusiones que ya ha establecido con el capital, un FN llegado al poder no tomaría la decisión de salir del euro. Y es aquí donde los errores intelectuales se convierten en desastres políticos.
La izquierda amedrentada se habrá dejado arrebatar sin combatir una alternativa que el que se la habrá arrebatado ni siquiera llegará a explotar. ¡Espléndido resultado! ¿Y de qué alternativa estamos hablando? De la única que representa en realidad una diferencia radical, una de estas diferencias que el cuerpo social teme no ver jamás propuesta en el ámbito de los partidos llamados de gobierno, desde ahora reducidos al grillete continuo de la derecha general. Es por ello que, muerto de hambre política, el pueblo se lanza con avidez sobre la más pequeña diferencia que pasa por su campo de visión, aunque sea la peor, la más falaz, la que esgrimen los más inmundos demagogos, porque es al menos una diferencia y porque crea la sensación de que es posible respirar de nuevo.
Si no tuviese miedo de su sombra, sería la izquierda la que podría introducir una diferencia políticamente digna: la diferencia de la salida del euro, la diferencia de la soberanía democrática restaurada, la diferencia del bloqueo a toda política progresista finalmente levantado, la diferencia del internacionalismo real.
Si consigue liberarse de todas las prohibiciones imaginarias y de todas las inconsecuencias que hasta ahora han pesado terriblemente sobre la cuestión del euro, el plan B no tiene otro sentido que ser el portador histórico de esta diferencia. Y en el punto en que nos encontramos, digámoslo con énfasis: es el único restaurador posible de la democracia.
Pero todavía es necesario que tenga las ideas un poco más claras, y un poco menos de esa pusilanimidad que ha condenado a Tsipras a tantas renuncias, a tantas derrotas y, desgraciadamente, a fin de cuentas, a tantas humillaciones.
Tener las ideas claras es saber por qué se pone uno en movimiento y por qué se lucha. Si no quiere ser la B de Baratija o de Bagatela, el plan B tendrá que apuntar como mínimo al objetivo máximo, que es de hecho el mínimo admisible: el objetivo de la plena democracia.
La plena democracia es la desconstitucionalización integral de todas las disposiciones relativas a la política económica y su repatriación al perímetro de la deliberación política ordinaria. Pero es esto mismo lo que es radicalmente imposible en la medida en que el euro democrático es una realidad que tiene casi tan poco de realidad como un círculo cuadrado.
La experiencia decisiva para convencerse de ello consistiría en preguntar simplemente a los electores alemanes si aceptarían que el estatus del Banco central, la naturaleza de sus cometidos, la posibilidad de la financiación monetaria de los déficits, el nivel de las deudas, la posibilidad de anularlas, en fin, si aceptaría que todas estas cosas se sometiesen a la deliberación ordinaria de un Parlamento europeo. Y, por supuesto, también cuando las posiciones alemanas en estos asuntos quedasen en minoría.
Pues, en una primera aproximación ¡la democracia es eso! No creo que la respuesta a esta cuestión vaya a tardar mucho… Y no será ciertamente la que dan por descontada los amigos del euro democrático o los del Parlamento del euro. Pues bien, y lo digo de pasada, esta es ciertamente una de las aberraciones paradójicas y características del poder de intimidación del euro: que sea posible ver a los representantes de la izquierda radical y a los de la socialdemocracia más inofensiva haciendo causa común en torno a las mismas ilusiones, y topando con el mismo miedo a cuestionar lo que tiene que ser cuestionado.
El plan B como bagatela, como fruslería, sería flaquear ante el único compromiso importante –la democracia total–, y montar una máquina de guerra de cartón-piedra para recuperar algunas anulaciones de deudas, o la autorización de un punto suplementario de déficit presupuestario, dejando por supuesto intacto el resto de la estructura antidemocrática.
Lamentablemente, es muy posible, si se quiere, como ha hecho Tsipras y como han hecho otros después de él, posponer el máximo tiempo posible el momento en que las contradicciones se quedan totalmente al desnudo: rechazar la austeridad y quedarse en el euro, tener el euro y la democracia. Estas promesas son insostenibles porque son contradictorias, y peor que contradictorias, sin solución de compromiso posible. Si quiere dejar atrás la inanidad, la izquierda tendrá que sanar de este mal de la época que es la inconsecuencia, es decir, tendrá que aprender a querer las consecuencias de lo que quiere.
¿Quiere realmente la democracia? Entonces no puede querer quedarse en el euro.
No es posible salvar nada haciendo concesiones respecto a los principios más fundamentales de la política, pues nunca se ha salvado nada a costa de la democracia.
En general, antes de ir a la guerra, conviene tener muy claros cuáles son los objetivos. Excepto para los amantes de las tisanas, no tiene ningún sentido guardar el rabo de las cerezas. Corresponde, pues, a la izquierda del plan B decidir si quiere tomarse una infusión y “buenas noches”, o si quiere finalmente recuperar el sabor de la verdadera política.
Muchas gracias.
Fuente: Rebelión

Terroristas buenos y malos


Cortando una mano en Siria


por Mijaíl Leóntiev

No obstante, buen día.
La decisión de reanudar las negociaciones de Ginebra sobre Siria significa la victoria de Putin, se lamenta la prensa estadounidense. Y el culpable es Obama, quien traicionó todo.
“La intervención rusa en Siria redujo bruscamente las posibilidades de Estados Unidos”, escribe New York Times.
“El triunfo sirio de Putin” encabeza su artículo Wall Street Journal.
“Rusia no se ha hundido en ningún “pantano”, como lo vaticinó el señor Obama hace medio año atrás, luego del inicio de la campaña aérea rusa. El señor Putin afianzó su posición estratégica en el Mediterráneo oriental gracias a esta intervención militar ruda, aunque limitada, y de bajas mínimas”, escribe el periódico.
Él obligo a los árabes a respetarse a sí mismos, y es por eso que los sauditas y los Emiratos retrocedieron, continúa el medio. Se refieren a la operación terrestre en Siria tan publicitada por los turcos y sauditas, la renuncia a la cual hoy se puede considerar el punto clave del conflicto sirio
El ministro de defensa turco Ismet Yilmaz desmintió la declaración de la cancillería siria, que culpó a Turquía de iniciar una incursión militar en Siria: “No tenemos planes de enviar tropas a la República Árabe Siria.”
Recordemos que los sirios culparon a Turquía de enviar 12 automóviles con ametralladoras al territorio de Siria.
Las actividades periódicas de las fuerzas especiales turcas en Siria hace mucho que dejaron de ser secreto. Pero el que Turquía está dispuesta a renunciar a su plan de una amplia operación de sus tropas parece ser cierto. Suficiente es recordar que, por ejemplo, la aviación turca desde algún tiempo no vuela sobre Siria. La artillería sigue golpeando a los kurdos, pero temen volar. Y es que tienen en mente el precedente credo por ellos mismos del Su-24 ruso.
D. Medviédev: “Hoy vi que John Kerry dijo: si Rusia e Irán no van a contribuir a la reconciliación, nosotros con nuestros amigos árabes (creo que esta entrevista fue justamente a un canal árabe) realizaremos una operación terrestre. Muy mal. ¿Tengo que entender que así está tratando de intimidar a sus socios, o sea a nosotros?”
En realidad los estadounidenses se amenazan, en primer lugar, a sí mismos y de paso a sus aliados turco-sauditas.
En cuanto a las negociaciones, la oposición “buena”, pero caprichosa, no quisó sentarse a la mesa de conversaciones porque Rusia, según ellos, los bombardea. Kerry y Obama explicaron detalladamente a esta oposición que cuando ellos se sienten y si se sientan a dialogar, los rusos dejarán de bombardearlos.
“Hoy lo más importante es ponernos de acuerdo en iniciar las negociaciones entre todas las partes del conflicto sirio y definir los grupos terroristas, porque alrededor de esto las discuciones son infinitas: que si son buenos, que si son malos. A mi parecer todo está claro, cualquier otra cosa, como dice la Biblia, proviene del maligno”, manifestó D. Medviédev.
Es decir, Rusia encontró la manera ideal de distinguir a la oposición “buena” de la “mala”. Excluyendo a Daesh y Jabhat al-Nusra, la “buena” es la que cese el fuego y se siente a la mesa de negociaciones. Y la que no se siente y no cese el fuego, de fuego morirá. Pues por definición no es “buena”.
No obstante, hasta la próxima.

Mijaíl Leóntiev
Traducción
Aldo Malca
Fuente principal
1tv (Rusia)
Fuente: Red Voltaire

El ‘striptease’ del liberalismo



¿libertad, democracia, progreso?
El liberalismo promete el mejor de los mundos posibles: libertad, democracia, progreso, todo junto. Estado también, pero sin pasarse. Así como un mercado que haga posible la libertad de cada uno y la felicidad de todos.
Después del fin del socialismo soviético, muchos han buscado abrigo en el liberalismo, social demócrata para algunos, neoliberal y de derechas para otros. El objetivo es no tener que defender más el Estado, ni los derechos. Basta promover una “sociedad civil” contra el Estado, los partidos y la política, yendo más allá de la clásica división derecha/izquierda.
Pero llega un momento en que el liberalismo accede al gobierno, ya sea mediante golpes o a través de unas elecciones. Llega su hora de la verdad, de mostrar en la práctica esa manera tan fantástica de funcionar. Ahí comienza el striptease del liberalismo.
Porque en su nombre se han cometido y se siguen cometiendo las peores barbaridades en la economía. Porque el mercado no parece ser tan mágico como promulgan, porque la libertad pregonada no es de las personas, sino del capital, porque lo que viene no es el poder de los individuos, sino del dinero.
Los golpes militares en América Latina se han hecho en nombre de los valores del liberalismo: defender la democracia en contra de los riesgos del totalitarismo, defender el individuo en contra del Estado, proteger al mercado, a las empresas, a los empresarios, la libertad de prensa respecto al autoritarismo de los gobiernos. Más recientemente, el liberalismo se ha erigido como la tabla de salvación contra el bolivarianismo, el chavismo, el lulismo, el kirchnerismo, el evismo, el correismo y otras variantes que amenazarían nuestros países.
Pero cuando empiezan a gobernar, los discursos liberales cambian de tono, las promesas tranquilizadoras dan lugar a los llamados al sacrificio, a los planteamientos de que solo los más capacitados son los que pueden acceder al empleo, que hay que pasar por un período de sufrimientos para purgar las herencias populistas recibidas hasta llegar al paraíso prometido por el liberalismo. Es entonces cuando se avecina el desempleo, los recortes salariales, el poder transferido del Estado a las grandes corporaciones privadas. Y, como corolario inevitable, represión, para contener a los que se movilizan para defender sus intereses corporativos a expensas de los gastos del Estado.
En América Latina en particular, el liberalismo ha fracasado de forma sucesiva. En el período más reciente ninguno de los gobiernos neoliberales funcionó ni en lo económico ni en lo político. México y Perú son países que han dado continuidad a modelos neoliberales y es precisamente allí donde la situación social ha mejorado menos o incluso ha empeorado entre las sociedades latinoamericanas.
Los candidatos liberales proponen combinar duros ajustes fiscales con políticas sociales, porque en las campañas electorales es fácil decirlo. Pero cuando ganan, tienen que enfrentarse con los dilemas concretos de la realidad y ahí tienen que demostrar si eso es compatible.
El gobierno de Mauricio Macri en Argentina tiene la responsabilidad de intentar probar lo que los liberales pregonan en sus campañas electorales. Pareciera ser que efectivamente Macri y sus ministros creen en lo que planteaban en la campaña electoral y ponen en práctica un duro ajuste fiscal, conforme los preceptos que siempre han pregonado.
Se ve que en la Argentina de hoy, sin las “trabas” del kirchnerismo, lo que se impone es la libertad de los capitales, de los grandes empresarios, de las grandes corporaciones, hasta de los fondos buitres. Sin el contrapeso del Estado, no son los individuos los que ganan poder y libertad, sino los grandes pulpos económicos y sus representantes.
Las promesas del liberalismo quedaron en la campaña. A los que sobrevivan, se les ofrece un largo camino de espinas para llegar al jardín de rosas del liberalismo. Todo el sufrimiento es imputado a los largos 12 años de engaño, en que los argentinos tenían la ilusión de que comían mejor, de que vivían mejor, de que la sociedad era menos injusta, de que tenían una posición externa soberana, de que eran hermanos de los latinoamericanos, de que los retratos en la Casa Rosada eran de sus líderes, de que Argentina había superado la peor crisis de su historia.
Europa tuvo el momento más generoso de su historia con los Estados del bienestar social. Europa fue menos desigual, cuando fue menos liberal. Hoy se vuelve brutalmente injusta de nuevo, bajo las ilusiones liberales.
Eso es lo que el liberalismo promete para Venezuela, lo mismo que le gustaría hacer en Brasil, Ecuador, Bolivia o Uruguay. La historia del liberalismo es la historia de los peores fracasos. Fracasos en los que se tornan esas promesas de libertad y democracia, que desembocan en injusticias, exclusiones sociales y represión.

Emir Sader
Emir Sader es profesor universitario brasileiro, autor, entre otros, de 'El nuevo topo - Los caminos de la izquierda latinoamericana' (Ed. El Viejo Topo).
Fuente: Público.es

viernes, 26 de febrero de 2016

Sobre la reforma constitucional exprés: ¿de qué hablamos cuando hablamos de regeneración democrática?


Edición Principe de la Constitución de 1978

Las medidas de lucha contra la corrupción no son neutrales ni transversales, sino funcionales a objetivos políticos conservadores o transformadores.
La regeneración democrática por la que la gente salió a las plazas no era una regeneración conservadora, sino transformadora.
Albert Noguera
 
Durante los últimos años y, especialmente, en los últimos meses, los episodios de corrupción estallan uno tras otro. Con el objetivo de combatir esta corrupción generalizada y empezar a implementar la llamada “regeneración democrática”, el punto 2 del apartado VII del documento de  acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos (C’s) se titula “Reforma urgente de la Constitución”. A grandes rasgos, establece el mandato de llevar a cabo, en el primer mes de ejercicio de un supuesto nuevo Gobierno, una reforma constitucional exprés en los siguientes términos: supresión del aforamiento de parlamentarios estatales y autonómicos, limitación del cargo de presidente del Gobierno a dos legislaturas, reducción a 10 el número actual (20) de vocales del Consejo General del Poder Judicial, supresión de las Diputaciones Provinciales de régimen común y reducción a 250.000 firmas el mínimo exigido para presentar una Iniciativa Legislativa Popular, hoy situado en 500.000.
A menudo se dice que la lucha contra corrupción y la regeneración democrática es un tema transversal y neutral donde todos los partidos, independientemente de su ideología, deberían estar de acuerdo y unidos. De hecho, esta es una reforma que el PSOE vende públicamente como al margen de cualquier ideología y transversal a la izquierda y la derecha. Sin embargo, esta no es una cuestión tan sencilla. Las explicaciones acerca de las causas de la corrupción y las medidas de lucha contra la misma no son neutrales ni transversales, sino funcionales a objetivos políticos conservadores o transformadores, y no hay duda de que detrás de la propuesta de reforma constitucional del PSOE y C’s existe un objetivo claramente conservador.
Izquierdas y Derechas han tenido, históricamente, explicaciones causales de la corrupción y formas de regeneración democrática distintas. La tradición marxista ha partido de la idea de que el ser humano es naturalmente bueno, es el sistema capitalista y el Poder el que lo enajenan y corrompen. De acuerdo con ello, la solución pasa por desenajenar al sujeto mediante la transformación de la base material de la sociedad. Como señalaba Marx, “es el ser social lo que determina la conciencia y no a la inversa”, con lo cual una transformación de la base económica operaría a la vez sobre el desarrollo de la conciencia creando al hombre nuevo honesto. El tipo de reformas a adoptar para implementar esta solución consistirían, en consecuencia, en medidas de transformación de las relaciones de poder existentes, esto es, de transformación de las relaciones entre Estado y ciudadanos. Con ello, la regeneración democrática adquiriría una naturaleza transformadora del sistema.
Por el contrario, la tradición liberal parte de la idea de que el ser humano es naturalmente egoísta y malo y, por tanto, este es quien pervierte el correcto funcionamiento de un sistema que es bueno por sí mismo. De acuerdo con ello, la solución pasaría por dotar al sistema de mecanismos institucionales de autodefensa frente a la avaricia humana que le permitan conservarse y funcionar de manera saneada. El tipo de reformas a adoptar para implementar esta solución consistirían, en consecuencia, en la introducción de cambios en el aparato estatal, cambios que operan dentro del Estado y sus aparatos, sin afectar a los ciudadanos. Con ello, la regeneración democrática adquiere una naturaleza conservadora del sistema, previniendo que los abusos humanos lo deslegitimen.
Como resulta evidente, no es demostrable empíricamente que el ser humano sea bueno o malo por naturaleza, al igual que tampoco lo es que todos los habitantes de Francia o Inglaterra se reunieran un día en asamblea para firmar un “Contrato social” como señalan las teorías contractualistas. En el ámbito de las ciencias sociales, las causas, explicaciones o axiomas primeros de los fenómenos políticos no están hechos para ser demostrados, sino para ser funcionales a determinados objetivos políticos de conservación o transformación del statu quo. Las explicaciones de las causas de la corrupción no son una excepción, y el hecho de que haya explicaciones causales antagónicas de este fenómeno demuestra que las reformas de regeneración que se levantan respectivamente sobre cada una de ellas persiguen objetivos políticos también contradictorios.
Una mirada a la propuesta de reforma constitucional para la regeneración democrática del PSOE y C’s permite ver rápidamente: 1. Que parte, implícitamente, de las explicaciones causales liberales de la corrupción, según las que es el ser humano egoísta el que provoca que el sistema (bueno por naturaleza) funcione mal; 2. Que, en consonancia con lo anterior, las reformas propuestas operan solo dentro del Estado y sus aparatos intentando establecer mecanismos de autodefensa del sistema, sin afectar a las relaciones de poder elites-ciudadanos existentes; y 3. Que su objetivo político es conservar la legitimidad del régimen del 78, actuando como regeneración conservadora.
Esta no fue la regeneración democrática por la que miles de personas salieron a las plazas. La regeneración que se pedía no era conservadora sino transformadora y esto último exige dos elementos fundamentales interrelacionados entre ellos.
Uno es la conformación de mecanismos de control democrático en manos de los ciudadanos, como podría ser, entre otros, la aprobación de una ley que permita a grupos de ciudadanos u organizaciones sociales constituirse en “veedurías ciudadanas” permanentes o temporales para fiscalizar cualquier persona, entidad pública o privada encargada de la ejecución de un programa, proyecto, contrato o prestación de un servicio público, pudiendo acceder a toda la información disponible y denunciar ante la autoridad judicial correspondiente cualquier irregularidad detectada.
Y otro es la adopción de medidas destinadas a la reducción clara de la desigualdad social. La igualdad sustantiva facilita la participación efectiva de todas las personas en los asuntos públicos. No se puede lograr menos corrupción sin mecanismos participativos, pero, a la vez, no se puede lograr más participación sin reducir la desigualdad social.
La regeneración democrática operaría, en esta última manera, estrechamente vinculada con una concepción y forma de reparto y ejercicio del poder, adquiriendo una naturaleza transformadora.
No obstante, la lectura del acuerdo entre PSOE y C’s nos muestra cómo no solo sus reformas de lucha contra la corrupción se limitan al interior de los aparatos de Estado sin vincular la ciudadanía a esta tarea, sino que además ello se combina con medidas que agudizan la desigualdad y la injusticia social: “Mantener un firme compromiso con la estabilidad presupuestaria y el cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE”, “cumplir los objetivos de déficit que se negocien con las autoridades europeas” (punto I.4 del acuerdo), etc.
Fuente: eldiario.es

Una prueba más para rechazar el ISDS del TTIP



Rebelión
La demanda de la empresa TransCanada por 15.000 millones de dólares demuestra la amenaza del TTIP a la democracia y el medio ambiente
Amigos de la Tierra, Transport & Environment, Ecologistas en Acción y Sierra Club lanzan un nuevo informe durante la celebración de la 12ª ronda de negociaciones del TTIP, Tratado de Comercio e Inversiones entre EE.UU. y la UE, que demuestra la amenaza que suponen los grandes tratados comerciales para la democracia y el medio ambiente [1].
El documento desvela cómo la multinacional TransCanada está utilizando sus privilegios como “inversor” en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) para demandar 15.000 millones de dólares al Gobierno de Estados Unidos tras su rechazo al proyecto del oleoducto Keystone XL [2]. Las organizaciones exigen la retirada del ISDS y de cualquier mecanismo que conceda privilegios a las grandes empresas y arrebate derechos sociales y ambientales a la ciudadanía.
De acuerdo al informe, “Las multinacionales del petróleo contra el clima: cómo los inversores utilizan los acuerdos de libre comercio contra el clima”, el caso del oleoducto ejemplifica la amenaza creciente del Mecanismo de Resolución de Controversias entre Inversor y Estado (ISDS), contemplado en el borrador del acuerdo de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea (CETA) y el contemplado con Estados Unidos y la UE (TTIP), ahora conocido como “Sistema de Tribunales de Inversión”, pero que sigue respondiendo a los mismos esquemas de privilegios para los inversores extranjeros.
“Las arenas bituminosas de Canadá terminarán de desestabilizar el clima; por lo que Obama tomó la decisión correcta a la hora de vetar el oleoducto. Las políticas comerciales no pueden abrir una puerta trasera que sirva de escaqueo a las empresas en vez de tomar medidas para frenar el cambio climático. Es el momento de renunciar a cualquier tipo de ISDS y detener estos tratados de libre comercio que agravarán el cambio climático. Necesitamos más ambición para enfrentarnos al calentamiento, no privilegios para inversores extranjeros a costa de la ciudadanía y el medio ambiente”, ha señalado Alejandro González, coordinador de Amigos de la Tierra.
Estos privilegios permitirán a las multinacionales desafiar directamente las leyes democráticas de los estados en tribunales de arbitraje privados. Si los acuerdos del TTIP y el CETA se aprueban, serán miles de empresas las que tengan la capacidad de demandar a cualquier estado miembro de la Unión Europa, Canadá y Estados Unidos, si los Gobiernos deciden legislar en pro de la ciudadanía y el medio ambiente, pero los inversores consideran que estas normas hacen peligrar sus beneficios.
Recientemente, la Comisión Europea ha presentado el ICS, el Sistema de Tribunal de Inversiones, como alternativa al ISDS en el seno de esta ronda de negociación entre la UE y Estados Unidos. La sociedad civil en cambio está unida en el rechazo a la propuesta, y exige su retirada inmediata, tal y como expresó el 97% de la ciudadanía que se pronunció en la consulta europea. El “nuevo ISDS” no cambia en absoluto los principios del ISDS anterior, ya que mantiene los privilegios de los inversores [3].
Notas:
[1] Las multinacionales del petróleo contra el clima: cómo los inversores utilizan los acuerdos de libre comercio contra el clima (en inglés): http://www.foeeurope.org/oil-vs-climate-in-trade-agreements-220216
[2] El presidente de Estados Unidos rechaza XL pipeline, noviembre 2015: http://www.foeeurope.org/US-President-rejects-KeystoneXL-061115
Fuente: Rebelión

Ostracismo del TTIP en el Pacto de Gobierno





Si algo nos caracteriza y de lo que estamos orgullosos es de la cocina española. Alardeamos, con razón, de poseer platos típicos que son auténticas joyas gastronómicas. La dieta mediterránea, a la que tanto hemos aportado, ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad permitiendo que toda la población mundial se beneficie de las bondades de esta forma de entender la vida y la alimentación. Y es que, como nos recuerdan los nutricionistas, una alimentación adecuada propicia salud, bienestar físico, mental y emocional.
En estos últimos años hemos constatado que los derechos adquiridos, gracias a las luchas sociales y obreras de los dos siglos precedentes, se pueden perder. Decía Rousseau “se puede adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde”. Esta afirmación la estamos verificando con esta estafa llamada crisis donde los recortes han supuesto un debilitamiento de los derechos de la mayoría de la sociedad. En un futuro, parece ser, que no muy lejano estaremos comiendo pollo sumergido en cloro (lejía). La lejía, un producto corrosivo, es un potente desinfectante cuyo cloro reacciona con la materia orgánica y forma compuestos organoclorados que son perjudiciales para el medio ambiente.
En Estados Unidos es habitual, con el propósito de disimular cualquier contaminación, sumergir los pollos en cloro. Esta práctica viola la normativa europea. En la Unión Europea la seguridad alimentaria se controla en todas las fases de producción. Hay normas fitosanitarias muy estrictas en el proceso de cría, desarrollo, sacrificio y comercialización de las aves destinadas a evitar la propagación de enfermedades. Estado Unidos ha optado por el procedimiento más barato: desinfectar los pollos al final de la cadena de producción con un tratamiento antimicrobiano, generalmente a base de cloro. Un informe demostró que las infecciones de origen microbiológico en los pollos no disminuyen significativamente con los tratamientos al cloro. De igual manera a la carne de vacuno, en Estados Unidos, le aplican ácido láctico poco antes de llegar al consumidor. El mismo ácido láctico, aunque en proporciones diferentes, que se recomienda como desinfectante ideal para el lavado de superficies de canales o cuartos en los mataderos que presenten rastros visibles de contaminación fecal.
Actualmente en Europa sólo está autorizada una variedad transgénica mientras que en Estados Unidos se cultivan más de 150 tipos. Hay estudios que aseguran que los transgénicos, organismos modificados genéticamente, generan alergias, tumores cancerígenos, nos hacen resistentes a los antibióticos e incluso producen nuevas enfermedades. Se han introducido genes, pequeñas estructuras que transmiten la información de “padres a hijos”, del salmón (pez), que soporta bien el frío, en papas y fresas, que morían cuando los cultivos se congelaban. También se introducen genes en plantas que producen especies con toxinas mortales para algunos insectos y que son comercializadas para consumo humano.
La introducción de genes nuevos en el genoma de la planta o del animal que se ha manipulado provoca consecuencias impredecibles en el funcionamiento genético. La biosfera está siendo expuesta a toda clase de nuevas construcciones y combinaciones de genes que no han existido antes en la naturaleza, y que nunca podrían haberlo hecho, sin la labor de la Ingeniería Genética. El maíz, la soja o sus derivados industriales, manipulados genéticamente, están presentes en más del 60% de los alimentos transformados, desde el chocolate hasta las papas fritas, pasando por la margarina y los platos preparados.
Pero si cree que nuestro futuro alimentario no puede empeorar más le comunico que se avecina también la entrada del uso de hormonas de crecimiento para tratar la carne pese a que la Unión Europea reconoció en 1981 y reafirmó en 2003 que “el uso de hormonas como promotoras del crecimiento en el ganado representaba un grave riesgo para la salud de los consumidores”, prohibiendo su uso. En Estados Unidos el uso de hormonas para estimular la velocidad de crecimiento de los animales e incrementar la producción de leche está permitido. A este respecto, hay estudios que han confirmado que la hormona beta-estradiol 17 puede tener efectos cancerígenos. Al igual que la hormona sintética DES, dietilestilboestrol, que además de ser cancerígena aumenta el riesgo de aborto en mujeres embarazadas. También existen estudios que acreditan los riesgos endocrinos, de desarrollo, inmunológicos y neurobiológicos en los niños.
En Estados Unidos la RBGH u hormona recombinante del crecimiento bovino es el medicamento animal más vendido. Debido a sus peligros para la salud humana está prohibido en Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda y en la Unión Europea. Son muchas las publicaciones científicas que corroboran que sólo uno de cada 10 casos de cáncer de mama se atribuye a la genética, los otros nueve son provocados por factores ambientales, algunos de los cuales son la alimentación. Estas publicaciones constatan que la leche de vaca tratada con hormonas aumenta el riego de cáncer de mama, colon y próstata.
La ractopamina, fármaco empleado en Estados Unidos como aditivo alimentario para promover el crecimiento de la masa muscular en el 80% de los cerdos, vacas y aves de corral, incluyendo el pavo, está prohibida en más de 160 países de todo el mundo así como en la Unión Europea. Las personas con enfermedades cardiovasculares deben evitar estar expuestas a este producto teniendo que usar ropa protectora al administrar a los animales el fármaco en cuya etiqueta aparece “no apto” para humanos pero que se aplica unas horas antes de llevar a los animales al matadero.
Estas cuestiones que nos afectarán en un futuro próximo son de vital importancia y se relacionan directamente con el acuerdo de inversiones y comercio, el TTIP, que se está negociando, en secreto, entre la Unión Europea y Estados Unidos. Son los eurodiputados y los diputados nacionales los que tienen la obligación de protegernos de un tratado que tan sólo favorece el negocio de las multinacionales. Un tratado cuyo objetivo es abolir las normativas europeas que protegen la salud de los consumidores y el medio ambiente.
Utilice el sentido común y pregúntese cuál sería sino el motivo por el cual prácticamente nadie tiene acceso al contenido de las negociaciones, tan sólo unos pocos eurodiputados han conseguido ver algunos borradores del acuerdo en una sala aislada, sin papel ni boli, sin cámaras, donde no pueden acceder con dispositivos electrónicos y bajo un estricto acuerdo de confidencialidad. Sala en la que son vigilados, en todo momento, por funcionarios europeos y donde no pueden pedir cuentas, a la Comisión, de lo que hayan leído ni hablar con la prensa.
Aún más grave, si cabe, en julio de 2014 el jefe negociador de Bruselas, Ignacio García Tercero, envió una carta a su homólogo norteamericano, Daniel Mullany, comprometiéndose a que “todos los documentos relacionados con las negociaciones estarían cerrados al público durante 30 años”. ¿Dónde está la democracia? ¿Qué han dicho, a este respecto, los portavoces parlamentarios españoles en la patética pugna por el poder que estamos viviendo? Este tema parece ser baladí para el futuro gobierno de España. ¿Por qué un tema que nos afectará de manera tan directa no está en las negociaciones de los pactos de gobernabilidad? ¿Por qué un Estado permite que se le niegue información que afecta al pueblo soberano? ¿Por qué los representantes electos no exigen un referéndum sobre el TTIP? La cuestión parece ser la necesidad de compatibilizar los intereses de mercado, desde la lucha de precios hasta la necesidad de conseguir nuevas zonas de expansión, con los intereses alimentarios, sanitarios y de calidad de vida de las personas. En definitiva, ¿tenemos políticos o lobbies aspirando a ocupar La Moncloa?
Puedes encontrarme en Facebook, YouTube y en Twitter: @OdalysPadronTFE

Odalys Padrón
Fuente: Público.es

jueves, 25 de febrero de 2016

Por qué no se establece un pacto de izquierdas

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Vicenç Navarro




Vicenç Navarro
Autor del libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante (Anagrama, 2015)
Existe una percepción muy generalizada de lo que está ocurriendo en las negociaciones entre los partidos políticos que están teniendo lugar hoy en España acerca de la investidura del Presidente del Gobierno que considero muy preocupante. Me estoy refiriendo al hecho de que incluso dirigentes y columnistas de izquierdas que gozan de gran credibilidad, están promoviendo una visión de lo que está pasando en España que asume que los dos partidos mayoritarios de las izquierdas españolas, el PSOE y Podemos, son incapaces de pactar y crear un gobierno de coalición de izquierdas debido a su incapacidad de anteponer los intereses del país a sus propios intereses, actuando solo en beneficio propio.
Y en esta percepción se indica que los dos partidos mayoritarios en las izquierdas tienen igual responsabilidad en el hecho de que todavía hoy no haya habido un pacto. E incluso en algunas ocasiones se ha llegado a decir (con la complicidad de las cajas de resonancia provistas por los mayores medios de información) que el mayor culpable, en realidad, es Podemos, por su supuesta rigidez al anteponer su demanda sobre la necesidad de realizar un referéndum en Catalunya sobre todos los otros componentes de su programa.
Lo que es sorprendente es que esta percepción, ampliamente promovida por el establishment político-mediático del país, sea también reproducida —como dije antes— por voces importantes de las izquierdas, que deberían conocer mejor lo que está ocurriendo en España y en el PSOE, que es el partido que tiene mayor capacidad de influencia política en este momento en el país, y como tal, tiene en sus manos la elección del tipo de gobierno y políticas públicas que desea aplicar.
A la luz de lo que ha estado ocurriendo en España, el argumento de la supuesta equidistancia de responsabilidad ignora no solo lo que ha ido acaeciendo en la dirección del PSOE, sino también la composición de esta misma dirección. Cualquier persona que haya ido siguiendo de cerca lo que ha estado sucediendo en la dirección del PSOE podía prever, como yo he previsto en artículos anteriores, lo que ocurriría en este momento, algo que, por desgracia, está pasando. Debería ser obvio que el PSOE no ha deseado ni desea una coalición de izquierdas que le fuerce a cambiar sustancialmente su política económica.
El tema económico es el obstáculo central para la formación de un gobierno de izquierdas
Como he escrito en un artículo reciente, el referéndum en Catalunya no es el principal obstáculo para que se realice tal coalición, aunque se está diciendo lo contrario, a fin de ocultar el mayor punto de desacuerdo, que es ni más ni menos que el tema económico (ver mi artículo ‘El referéndum es una excusa del PSOE y de las derechas para que no se establezca un gobierno de izquierdas’, Público, 18.02.16). Hoy el problema mayor que tiene España (incluyendo Catalunya) es el de estar sumergida —lo ha estado durante ocho años— en una Gran Recesión que para millones de españoles es una Gran Depresión. El intento de mostrar que tal recesión ya ha terminado es insostenible cuando se ven los datos de desempleo, precariedad y bajada de salarios de las personas. Los datos muestran el enorme drama que viven las clases populares de este país.
Y no es difícil saber las causas de esta situación, que son la aplicación de las políticas neoliberales y, muy en particular, 1) de las reformas laborales del gobierno PSOE y del gobierno PP que han tenido como resultado (un resultado deseado por los promotores de tales políticas) un gran deterioro del mercado de trabajo, con una bajada de los salarios, un aumento del desempleo, un descenso de la ocupación y un aumento de la precariedad; 2) de las reformas fiscales y tributarias que han favorecido sistemáticamente a las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo; y 3) los recortes del gasto público (incluyendo el gasto público social), que han impuesto una austeridad muy notable al ya escasamente financiado Estado del Bienestar, es decir, sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, vivienda social, programas de previsión de la pobreza, y un largo etcétera.
En cada uno de estos componentes del Estado del Bienestar, España se gasta per cápita mucho menos que el promedio de la UE-15, situación que ha empeorado (incluso más durante la Gran Recesión). Miren los datos y lo verán (ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015). Estas políticas han provocado un incremento sin precedentes de las desigualdades en España (unas de las más acentuadas en la OCDE), con un aumento muy notable de las rentas superiores a costa de un descenso de los ingresos de las clases populares y, por lo tanto, de su capacidad adquisitiva.
Esto último ha generado una disminución de la demanda y de la actividad económica, creando a la vez un problema grave de endeudamiento que, junto con el problema anterior, han causado la Gran Recesión. La evidencia que apoya lo que digo es abrumadora y contundente, lo cual no es obstáculo para que tales políticas neoliberales sean todavía dominantes en los mayores círculos económicos y financieros del país, y en los mayores medios de información y persuasión.
El problema mayor existente en España
Si se acepta que este es el mayor problema en España, entonces hay que concluir que la división  mayor en este país no es entre los que defienden el referéndum en Catalunya y los que no lo apoyan, sino entre los que proponen continuar tales políticas neoliberales y los que se oponen a ellas. Entre los primeros están el PP, Ciudadanos y la dirección del PSOE, y entre los segundos están Podemos, En Comú Podem, En Marea, Compromís e IU, y podrían sumarse ERC y EH Bildu, entre otros partidos de izquierdas.
En realidad, la oposición de estos últimos partidos de izquierdas a la visión uninacional y radial del Estado español (máxima opositora de la visión plurinacional de España) está relacionada con la identificación de este Estado con la promoción de dichas políticas. De hecho, el Estado español, como resultado de una Transición inmodélica, ha mantenido sobre él el enorme dominio de los grupos financieros y económicos dominantes, actuando estos con mayor desinhibición sobre el Estado en los últimos años de la Gran Recesión. Un elemento clave de dicho Estado ha sido el bipartidismo y, por lo tanto, el PSOE.
De ahí que, tal como predije en el artículo citado anteriormente, el aliado prioritario del Sr. Sánchez haya sido desde el principio el Sr. Albert Rivera y su partido (que es la expresión política del IBEX-35), y no solo en la oposición al referéndum, sino también en la defensa del neoliberalismo. Y tal coincidencia aparece en los puntos claves del pacto PSOE-Ciudadanos, y que incluye: 1) no subir impuestos, ni el IRPF ni el de sociedades (en el país que tiene menos ingresos al Estado como consecuencia de la enorme regresividad de la política fiscal, que el acuerdo apenas toca); 2) la reducción del impuesto de sucesiones (que afecta favorablemente a las rentas superiores); 3) el mantenimiento del bajo nivel de gasto en los servicios públicos del Estado del Bienestar; 4) la oposición a las políticas expansionistas necesarias para estimular la demanda; 5) y el mantenimiento del pacto central del cambio constitucional del artículo 135, que el Presidente Zapatero y Rajoy acordaron en cuestión de días (que fuerza a poner como primera prioridad el pago de los intereses de la deuda).
Este pacto es el que se pide a las bases del PSOE que aprueben. ¿Qué les queda, pues, a las izquierdas, cuando algunos de los puntos más clave ya se han decidido, manteniéndose dentro del continuismo con el neoliberalismo? Y es ahí donde no entiendo la percepción de equidistancia en la responsabilidad de lo que ocurre. ¿Es que no se dan cuenta, los que asumen las tesis de responsabilidad conjunta en el no establecimiento del pacto de izquierdas, de lo que está pasando en España? ¿Es que no conocen que la dirección del PSOE —tal como documenté el otro día— está en manos de economistas que son profundamente defensores de las políticas que nos han llevado al desastre? En lugar de sostener la tesis de la equidistancia en las responsabilidades, tales voces deberían salir a la calle y pedirle a las bases del PSOE que se rebelen contra su dirección, presionando para que terminen con el austericidio que nos está llevando al desastre. ¿Es que no lo ven?
El mayor peligro que existe hoy en España no es que el Sr. Rajoy o el PP continúen en el poder. Este peligro no existe ya. El gran peligro es que las políticas neoliberales que nos han llevado al desastre continúen aplicándose en España. Y esto ocurrirá, y la mejor prueba es la declaración de Ciudadanos al terminar las negociaciones que han conducido al pacto, indicando que “el PSOE ha incluido el 80% de lo que pedíamos nosotros”. Lean el blog Nada es Gratis (fundado, entre otros, por el Sr. Garicano, economista de referencia de Ciudadanos, y financiado durante mucho tiempo por el IBEX-35) y panfletos semejantes y verán la alegría de los neoliberales en España.
Por difícil que parezca, Ciudadanos es incluso más neoliberal que el PP. Esto es lo que los promotores del argumento de que tanto el PSOE como Podemos tienen igual responsabilidad por no realizarse la coalición parecen desconocer o prefieren ignorar. Y presentarán la negativa a la investidura de Sánchez por parte de Podemos como muestra de su rigidez, “personalismos” u otras explicaciones que ya se están dando.
Pero el peligro de continuismo es hoy enorme, y ello con la complicidad del IBEX-35 y del establishment político-mediático, del cual Ciudadanos y la dirección del PSOE son elementos clave. La complicidad de tales medios se ve claramente en el hecho de que ninguno de ellos haya criticado o denunciado aseveraciones de tal establishment que son falsedades fáciles de probar.
El Sr. Rivera, cuya ignorancia o frivolidad en la utilización de datos es conocida, indicó que subir los impuestos crea desempleo, sin, por lo visto, conocer que los países que tienen menos desempleo en Europa son los países nórdicos, como Suecia, Dinamarca y Noruega, que tienen mayor presión fiscal. Y en las frecuentes entrevistas ningún periodista le ha dicho al Sr. Rivera que estos datos no encajan con su aseveración. Y para mayor inri, tal partido presenta a Dinamarca como su modelo (¡!). La presión fiscal de Dinamarca es del 50,7% de su PIB. En España (uno de los países que la tiene más baja) es del 34%. ¿Es que los medios no saben leer los datos? Y el Sr. Rivera ha convencido al PSOE para que no suba los impuestos. ¿Es que no lo ven, los que hablan de equidistancia?
Fuente: Público.es

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