EL NUEVO REY DE ARABIA
Gilles París · · · · ·
Un hijo del fundador deGilles París · · · · ·l reino saudí va a suceder por quinta vez a su hermano. Las autoridades saudíes anunciaron el viernes 23 de enero a las 2 de la mañana (justo después de la medianoche en París), la muerte del rey Abdullah, mayor de 90 años, que llevaba hospitalizado varias semanas.
Esta desaparición abre el camino al trono a su heredero, su medio hermano Salman, nacido en diciembre de 1935, y cuya salud se considera a menudo frágil. El mecanismo de sucesión en vigor en el Reino establece que los hijos de Abdel Aziz Al Saud considerados aptos pare reinar ejerzan sucesivamente el poder antes de que este pase a una nueva generación.
Nuevos nombramientos
El Príncipe heredero Muqrin, nacido en 1945, tiene ahora que ocupar el lugar dejado vacante por el nuevo rey. Se esperaba esta sucesión, dada la edad y estado de salud de Abdallah, que ya había sufrido largos periodos de hospitalización, sobre todo desde comienzos de la "primavera árabe" en 2011. El mismo rey la había previsto en marzo de 2014, que situó a su medio hermano Muqrin en la posición indicada para sucederle un día.
El retorno del clan de los Sudeyris
El acceso al trono de Salman señala el regreso al poder de un poderoso y antiguo clan en la corte de los Saud, el de Sudeyris, nombre de una de las esposas de Abdel Aziz, Hassa. En su primer discurso del viernes, Salman declaró que no habría cambio alguno en la política del reino después de la muerte de su predecesor, y llamó a la unidad de los musulmanes, divididos por la guerra.
"Seguiremos, con la ayuda de Dios, el recto camino que este Estado ha seguido desde su fundación por el rey Abdul Aziz bin Saud y sus hijos después de él", dijo el rey, cuyos comentarios fueron difundidos en la televisión nacional. "Dios ha querido que caiga sobre mi esta gran responsabilidad".
La madre del fundador del reino también perteneció a esta familia influyente. Pero esta facción no tiene actualmente el peso del que disfrutaba en los años 1980 y 1990, cuando controlaba las principales mecanismos del estado saudita con la excepción de la función de príncipe heredero y la de comandante de la Guardia Nacional, que ostentaba Abdallah.
Las desapariciones sucesivas de Rey Fahd en 2005 (víctima en 1995 de un accidente grave de salud que provocó una regencia de hecho), de Sultán, inamovible ministro de defensa desde 1962 hasta su muerte en octubre de 2011, y más tarde de Nayef, el poderoso ministro del interior de 1975 a junio de 2012, redujeron el poder de esta rama dinástica.
Temor a un "arco chií"
Si los mecanismos de sucesión han impedido, hasta el momento, cualquier vacío de poder en la familia de los "Servidores de los santos lugares" del Islam, La Meca y Medina, la muerte de Abdallah, sin embargo, llega en un momento crítico para el reino. Yemen, que fue durante mucho tiempo un asunto interno saudí, está a punto de salir de su órbita como consecuencia del golpe de estado en curso en Sanaa de la milicia Houthi, que responde a una rama cismática del Islam, el zaydismo. Esta milicia está respaldada por Irán y por el ex presidente Ali Abdullah Saleh, cuyo cese había conseguido Ryad hace tres años.
Esta crisis se suma a la desintegración de Siria: el mantenimiento en el poder del hombre que se convirtió en el enemigo jurado de Arabia Saudí, Bachar Al-Assad, que ha optado por el apoyo financiero y militar de la República Islámica de Irán; y el resurgimiento de un poderoso movimiento yihadista, el Estado islámico, hostil a Irán, el "enemigo cercano" y a la monarquía saudí, el "enemigo lejano", que considera alineado con las posiciones norteamericanas.
La última preocupación de la dinastía saudí son las negociaciones en curso entre Occidente, empezando por Washington, con Teherán. Estas discusiones tienen por objeto detener el controvertido programa nuclear de Irán, que podría alterar el equilibrio geoestratégico a ambas orillas del Golfo. Pero Ryad teme que sea el preludio de un aggiornamiento diplomático estadounidense en Oriente Medio, que se traduciría en la aceptación de la influencia iraní en Irak tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003, en Siria, más aún desde 2011, y en el Líbano, a través de la milicia de Hezbolá. Un "arco chií" que ya preocupaba al Rey Abdallah y que será la principal preocupación también de su sucesor.
Gilles París es periodista y corresponsal del diario francés Le Monde
Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García
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