Àngel Ferrero 02/12/2016
El presidente ruso, Vladímir Putin, realizó su discurso sobre el estado de la nación un día después del II Foro Internacional Primakov, celebrado en Moscú. Son dos noticias conectadas. Como ministro de Exteriores (1996-1998), Yevgueni Primakov impulsó toda una nueva política exterior –basada en la multipolaridad y que tenía también como objetivo que Rusia recuperase su estatus internacional– que el jueves Putin volvió a defender en el Kremlin ante la Asamblea Federal de Rusia, el parlamento del país formado por la Duma Estatal (cámara baja) y el Consejo de la Federación Rusa (cámara alta).
“La política oriental activa de Rusia no está motivada por algún tipo de consideración a corto plazo actual, tampoco por un enfriamiento de las relaciones con Estados Unidos o la Unión Europea, sino por intereses nacionales a largo plazo y tendencias del desarrollo global”, afirmó el presidente ruso a la hora de hablar de las relaciones con la India y China. Según Putin, precisamente estas últimas “son un ejemplo de un mundo basado no en la idea de dominación de un país, sin importar su fuerza, sino armónico, teniendo en cuenta los intereses de todos los países”, y señaló que esta cooperación económica continuaría y aumentaría en el futuro.
Putin también volvió a manifestar la voluntad de cooperación del Kremlin con la nueva administración de Donald Trump en EEUU, especialmente en el ámbito de la lucha antiterrorista. “Tenemos una responsabilidad común para garantizar la seguridad y estabilidad internacionales”, aseguró. En cuanto a las sanciones impuestas por Washington y Bruselas, buscó restar importancia a su impacto y destacó que “en contraste con algunos socios occidentales que ven un rival en Rusia, nosotros no buscamos enemigos y nunca los hemos buscado”. No obstante, añadió, “no toleraremos que nuestros intereses sean negligidos o infringidos”.
En este sentido, Putin mencionó algunos de los problemas que Rusia, dijo, tiene que resolver “en condiciones difíciles y poco usuales, como ha ocurrido a menudo en nuestra historia. Pero el pueblo ruso ha demostrado de nuevo de manera convincente que es capaz de responder a los desafíos, de defender y proteger los intereses nacionales, la soberanía y el curso independiente de nuestro país”.
Encajar la crisis y reorientar la economía
El foco de los medios de comunicación en la proyección internacional de Rusia acostumbra a dejar en un segundo plano la situación en el propio país, que ocupó buena parte del discurso de Putin. En términos generales, el presidente ruso quiso destacar, como ha hecho en años anteriores, que el país ha conseguido encajar el golpe de la crisis económica mundial, primero, y del clima económico resultante de las sanciones a partir de 2014, después.
El PIB de Rusia se redujo un 3,7% el año pasado. Según el presidente ruso, “los principales motivos para la desaceleración económica son domésticos”. Y los enumeró como sigue: “Una falta de inversiones, de tecnologías modernas y de profesionales, un desarrollo insuficiente de la competitividad y un clima empresarial defectuoso”. En este sentido, era imposible no mencionar el caso del exministro de Desarrollo Económico, Alexéi Ulikáev, detenido el pasado 15 de noviembre acusado de corrupción. “Quiero recordarles que la lucha anticorrupción no es un espectáculo”, sentenció Putin.
Rusia, aseguró, tendría que mantener un presupuesto estable y cada vez más independiente de los ingresos procedentes de la exportación de hidrocarburos, y puso como ejemplo las exportaciones agrícolas, que este año han totalizado unos 16.900 millones de dólares y superado la venta de armamento. Sumándose a otros dirigentes internacionales, Putin dijo que el gobierno ruso también ha observado un crecimiento de las políticas proteccionistas en el mundo, y anunció un plan de acción hasta el 2025 para recuperar el crecimiento económico y un estudio para reformar el sistema impositivo, que podría entrar en vigor a partir de 2019.
“Hemos proporcionado estabilidad macroeconómica, que es muy importante, y hemos mantenido nuestras reservas financieras”, dijo Putin, que las cifró en 389,4 mil millones de dólares (en enero eran 368,39 mil millones). Estas reservas, procedentes sobre todo de la exportación de hidrocarburos, han servido hasta ahora para capear la crisis. Con todo, la necesidad de reformas no pasa inadvertida en Moscú y supone todo un reto para una administración que ha basado su legitimidad en la estabilidad política y económica. En el capítulo de la inflación, uno de los más sensibles para los ciudadanos rusos, se espera una reducción por debajo del 6% (en 2015 era del 12,9%). Aunque algunos recientes cambios políticos y económicos en la arena internacional parecen jugar a favor del Kremlin, Putin alertó contra “años de crecimiento cero si no solucionamos los problemas básicos de la economía rusa”. “De lo contrario, tendremos que recortar y posponer continuamente nuestro desarrollo, y no podemos permitírnoslo”, añadió.
Una versión anterior de este artículo se publicó en el diario El Punt-Avui el 2 de diciembre.
Àngel Ferrero Periodista residente en Moscú. Es miembro del Comité de Redacción de Sin Permiso.
Fuente:
El Punt-Avui, 2 de diciembre 2016
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