Al cantar una y otra vez LA INTERNACIONAL decimos con
entusiasmo, EL GÉNERO HUMANO, todas las personas más allá de sexos, edades o
culturas, por supuesto más allá de Estados, naciones o patrias, ese GÉNERO
HUMANO es único en su variedad, igualdad y diversidad, la SOLIDARIDAD ha de
darse como humanismo, un sentir, un actuar pre político, algo más allá y más
acá del Derecho, obligación y sentimiento histórico antes que jurídico, vivencial más que formal, se es hombre, mujer, niño o niña y eso es, antes que
todo, vivencia. La familia esa fraternidad y sororidad, la casa de todos y de
todas. Por desgracia tal vivencia aparece y de modo provisional, ante las
grandes catástrofes que impone la naturaleza, muchas veces, madrastra mala y no
madre cariñosa, pero ausente ante los desafueros humanos. Se es solidario ante
los terremotos y las inundaciones, pero
ya no tanto ante los horrores de las guerras,
¿por qué será?. Es que el HUMANISMO verdadero no tiene naturaleza
internacional, porque en él no interviene la idea terrible de NACIÓN, de ESTADO,
de PATRIA y la muy venerada de PUEBLO porque estos últimos conceptos se pueden
contraponer, comparar y enfrentar, la pertenencia ya está restringida, se es de
aquí pero no de allá, se compite, se lucha y se guerrea en definitiva se hace
HISTORIA, no en vano Tucídides el gran historiador griego decía que LA GUERRA
ES LA PARTERA DE LA HISTORIA, es decir que para el ateniense si no hay guerra
no se hace el devenir y eso es así y es terriblemente cierto. Damos en nuestro
tiempo a la guerra una acepción de excepcionalidad y sin embargo el combate,
los ejércitos y las batallas tienen un enorme valor de normalidad. Reflexionemos, ¿existe el género humano? En
la EDAD MEDIA la guerra era algo muy habitual, un trabajo de riesgo como tantos
otros, un modo de vivir.
Pero sigamos cantando LA INTERNACIONAL y
reflexionando, ¿existe realmente el género humano?, resulta obvio decir que sí,
pero profundizando un poco llega a
parecer que ese SÍ se aproxima mucho a un NO o a un NO LO SÉ o NO ME IMPORTA.
El humanismo es hermoso en las declaraciones, en los frontispicios, formalmente
nadie lo pone en duda, pero...
Pero entre nación, Estado, patria y otras
adscripciones, aparece LO NACIONAL y claro más allá de lo nacional está lo
que determina las relaciones entre las entidades, lo INTERNACIONAL, la política
internacional los puentes internacionales y eso tan especial que son la
INSTITUCIONES INTERNACIONALES, hoy el FMI el BM, o la UE ¿se puede crear
internacionalismo solidario con estos duros mecanismos?
Junto a esto vemos eso que a finales del siglo XX vino
en llamarse la GLOBALIZACIÓN lo supranacional, las instituciones más allá de
los Estados confesando que su fin último es superar y en última instancia
destruir esos Estados, anular el poder de sus Gobiernos y, de paso la capacidad
política de las ciudadanías, la gente pese a las muchas imperfecciones del
parlamentarismo liberal posee aún cierta potencia para orientar el rumbo de la
gobernación, pero esas grandes máquinas poco a poco van anulando esas menguadas
capacidades.
No hace mucho tiempo el político luxemburgués Junker presidente de
la Comisión Europea, dijo sin despeinarse que ningún posicionamiento
democrático, puede anular el contenido de los tratados europeos. Este
duro pronunciamiento pone de relieve que lo internacional muy cercano a lo supranacional, puede llegar a ser un espejismo peligroso, en estas primeras
décadas del siglo XXI casi todo lo que no es del Estado tiene tintes de
economicismo liberal y mercantil, empezando por la OTAN y siguiendo por los
tratados TTIP o CETA casi todo lo internacional no apunta precisamente ni hacia
el humanismo ni hacia la solidaridad. El liberalismo despotrica contra el
Estado y el patriotismo, a los que califica de antiguallas y elogia sin ambages
la internacionalidad de los negocios y del movimiento de capitales, poniendo
toda clase de barreras físicas y hasta militares al desplazamiento de las
personas, del género humano.
Ante esta tremenda y decepcionante encrucijada y ante
el descarrilamiento de la izquierda tradicional, las sociedades al final y tras
la enorme crisis de 2007 - 2008 han reaccionado eligiendo fuerzas políticas que
algunos llaman incorrectas, pero que ahí están, sacando los colores a ese
centrismo o derecha económica que parece ser lo único tolerable. La
Globalización hace agua, surgen el BREXIT la elección de DONALD TRUMP, en
Francia se recuerda el arraigo a la nación frente a la vaga nebulosa del
europeísmo de Bruselas Los tecnócratas tiemblan, a lo mejor se les empieza a
mover el suelo bajo sus cómodas moquetas, pero, por desgracia la conmoción no
es la revolucionaria, el FANTASMA QUE RECORRE EUROPA no es el de 1848 sino el
de la década terrible de los años 30 del siglo XX. La historia no se repite, pero llega a situaciones si
no iguales si bastante parecidas a otras ya conocidas ¿dónde colocar al internacionalismo
solidario?
En el campo mundial las situaciones no son fáciles,
tal vez el insinuado repliegue de Estados Unidos hacia sus abundantes
conflictos internos permita algunas salidas menos crueles, aunque limitadas, el
pasado reciente y hoy seriamente amenazado de América Latina, puede indicar
algún camino, no debe de haber supra nacionalidades sino colaboración solidaria.
Hay que poner atención a foros como el de Múnich en los que se habla cada vez
más alto de un mundo post occidental con lo que todo esto pueda significar de
bueno y de peligroso.
Tras la Segunda Guerra Mundial el terrible imperio
unipolar anglo americano, parece empezar a quebrarse. En esta confusa Europa
que como prueba de su debilidad quiere aparentar ser como una fortaleza hay que
aguardar un hipotético renacimiento de fuerzas progresistas ¿Rusia? vale como contrincante de Washington,
pero su historia es compleja.
De momento y paulatinamente los movimientos sociales y
algunos posicionamientos regionales pueden abrir algunas expectativas de
humanización.
Tal vez sea el miedo a la soledad u otros temores, el
caso es que ese ideal GÉNERO HUMANO tiende a agruparse en espacios limitados y
en solidaridades parciales, etnias y religiones aparecen como los fantasmas que
hoy ensombrecen el panorama. Esa destrucción creativa que vimos a finales del
siglo XX en la desarticulación de YUGOSLAVIA.
El sistema no
parece apostar en serio por el humanismo nunca lo hizo desde que ha sido
sistema, las plazas y las calles son el mejor camino pero su fuerza se agota
como la PUERTA DEL SOL O LA PLAZA DE LA REPÚBLICA DE PARÍS, el camino hacia la
revolución mundial se agotó por mucho tiempo en 1918 tras la Primera Guerra
Mundial, cuando un país esencial como Alemania abortó su movimiento con la gran
represión dirigida por los socialistas que vienen encabezando el emparejamiento
con el liberalismo ¿dónde están los grupo de obreros y soldados de aquellas
ciudades alemanas que tan bien retrata ALFRED ¨DÓBLING?
La isla de Lampedusa donde nació, vivió y escribió
el autor de IL GATTOPARDO es hoy muestra fehaciente de todas las
insolidaridades posibles entre los integrantes de ese querido GÉNERO HUMANO. El
Mediterráneo al que ya los romanos con un sentido excluyente bautizaron como el
MARE NOSTRUM es el gran cementerio donde yacen miles de esperanzas muertas, de hombres,
mujeres y niños pequeños que buscaban en esta Europa declinante algo mejor que lo que vivían en NIGERIA, SIERRA LEONA O LIBERIA.
La solidaridad humana y humanista si es que es posible
en la Historia, nacerá de la propia humanidad; a lo mejor esa inteligencia
emocional, pueda ayudar algo frente a las durezas cuantitativas de todos los
racionalismos de derechas o incluso de izquierdas.
Jose Ramón Montes
IZQUIERDA UNIDA
MADRID
Marzo 2017
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