JUAN CARLOS ESCUDIER
Lo aclaró Frank Capra hace tiempo. La gente cree saber que contempla un drama cuando ve llorar al actor pero sólo si es el público el que llora estaremos con certeza ante un dramón de tomo y lomo. Lo del PSOE empezó como drama, pero desde que la gestora de Susana puso en marcha la máquina de picar carne se ha convertido en un thriller con toques de comedia, gracias esencialmente a Antonio Hernando, que borda cualquier papel si lo pagan bien. En la última escena, un Hernando compungido relataba el aprecio que llegó a sentir por el difunto Pedro Sánchez: “Era tan enorme que iba a ser el padrino de mi hija en su bautizo civil”. Este hombre es mucho más que un modelo de gafas de Alain Afflelou; es Laurence Olivier.
A falta de padrino, Hernando y el conjunto de los socialistas disponen de madrina andaluza que, no contenta con su retoucherie sevillana, ha abierto gestora en Madrid a modo de franquicia. Como buen reina madre, Susana Díaz es de bautizos pero últimamente se ha especializado en extremaunciones, y ha ordenado a su encargado asturiano que reparta el sacramento entre los diputados del no, a los que se ha empeñado en negar el pan, la sal y hasta el embutido. Adiós a las presidencias de comisión y a las portavocías. Vuestros compañeros no os olvidan.
La purga en el grupo parlamentario ha venido a coincidir con la votación para designar al exministro Fernández Díaz como presidente de la comisión de Exteriores, aplazada a última hora por el PP, se supone que tras recibir la advertencia del PSOE de que no se abstendría, como era su idea inicial. Los socialistas han rectificado sobre la marcha no por falta de tragaderas para comulgar con el reprobado señor de las estampitas sino porque Podemos amenazaba con presentar a su propio candidato, lo que habría dejado a los socialistas con las vergüenzas al aire al facilitar la presidencia al de la Obra. El puesto, que lleva aparejado vehículo oficial, le iba que ni pintado a Fernández Díaz y, sobre todo a Marcelo, su ángel de la guarda y aparcacoches.
La presidencia de las respectivas comisiones se decidió hace meses gracias a un pacto de los cuatro grandes partidos. La de Justicia, que corresponde al PSOE, está ocupada por Margarita Robles, otra díscola a laminar. Removerla del cargo podría significar entregar el puesto al PP, pero ya decía Einstein que todo el mundo ha de sacrificarse en algún momento en el altar de la estupidez, religión que hoy causa furor en ese nuevo socialismo de cuchillos largos y cristales rotos.
La programada escabechina incluía al PSC pero la sultana ha debido de pensar que el armario de cadáveres se le queda pequeño y ha pospuesto el matarile hasta que le llegue el pedido del Ikea. Para disimular, y tras una reunión entre Iceta y Javier Fernández -su encargado-, se ha aceptado crear una comisión que en dos meses certificará el desacuerdo, una ruptura que dará paso a la convocatoria del congreso del partido y a las primarias a la secretaría general, donde no interesa que voten los militantes catalanes.
La excusa para reformular la relación entre ambos partidos ha trascendido de la rebelión de los diputados del PSC contra la abstención a Rajoy para centrarse en la definición de Cataluña como nación impulsada por Iceta. Para la madre de los andaluces, que aspira a ser madre de los españoles, el asunto es inaceptable. ¿Qué sería de los catalanes si aceptara que son de otra nación? ¿Su madrastra?
Algo similar se planteó hace cuatro años cuando el PSC, liderado entonces por Pere Navarro, incluyó en su programa electoral “el derecho a decidir a través de un referéndum acordado en el marco de la legalidad”. Corría el año 2012. A Rubalcaba, entonces al frente del PSOE, le supo mal pero se la envainó: “En lo esencial estamos de acuerdo: Cataluña debe seguir formando parte de España”, subrayó. ¿Que qué dijo Susana Díaz de aquello en la conferencia política del partido? Pues esto: “Estamos con vosotros, sois fundamentales, os necesitamos en el proyecto socialista”.
La Penélope del PSOE sigue cortando trajes a sus enemigos, que son la mitad del partido, y por eso casi no le da la vida. Este jueves asistirá en Sevilla a un coloquio con Felipe González, del que no se tenían noticias desde que diera la orden de meter los tanques en Ferraz y que acude gozoso a bendecirla. Eso sí que es un padrino y no el de Antonio Hernando.
JUAN CARLOS ESCUDIER
Fuente: Público.es
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