Ricardo Romero de Tejada
El domingo, 7 de diciembre de 1941, los japoneses atacaron Pearl Harbor. Para los americanos fue “el día de la infamia”. Estados Unidos declaró la guerra a las potencias del Eje. Con el refuerzo americano, el conflicto fue más mundial y acabó con la derrota nazi, la ocupación y el troceamiento de Alemania y la rendición incondicional de Japón tras recibir el impacto de dos bombas atómicas.
Los hados han dispuesto que setenta y cinco años después, el Partido Socialista Obrero Español, en un sábado, 29 de octubre de 2016, próximo el día de Difuntos, haya hecho presidente del gobierno del Reino de España a don Mariano Rajoy, merced a la abstención de la mayoría de sus parlamentarios.
Más de uno está pensando que setenta y cinco años después de aquel desatino unos kamikazes han perpetrado el día de la infamia del PSOE. Un día que empezó a principios de mes atacando a su propio secretario general hasta hacerle picadillo y acabose cuatro semanas más tarde lanzando sobre sí mismos una potente bomba atómica destinada a acelerar el camino hacia el infierno, emprendido desde mucho tiempo atrás.
Objetivo pronosticado: un partido definitivamente encogido, tal vez orgánicamente dividido, y una plaza en la tercera división regional (en el grupo de Andalucía y cercanías). Descanse en paz… un partido que fue de primera división durante más de 100 años. La responsabilidad con la que sus funcionarios han gestionado la cosa, será recompensada. Tus deudos no te olvidarán. Hermoso y sentido epitafio.
Dos se la envainaron y ha nacido el Gorbachov español
Durante la última campaña electoral, Ciudadanos aseguraba que no haría presidente a Rajoy. Su corrección de rumbo se ha justificado con el argumento de que España ha pedido diálogo y pactos para formar gobierno. Mentían, pero no demasiado, porque con sus acuerdos con el Partido Popular han ubicado sus credenciales de futuro en la derecha liberal que les dará de comer.
El PSOE se envolvía en la bandera del “no es no” que agitaba al viento su entonces secretario general Pedro Sánchez, aunque algunos dirigentes ya afilaban los cuchillos. Entre la clase política española es norma aceptada que se puede mentir impunemente a los ciudadanos y que no pasa nada. Piensan que si se dejan robar, cómo van a protestar por unas mentirijillas.
Pero en esta ocasión, los auténticos mandamases socialistas han tenido que liquidar con bochorno al jefe que pusieron para un simple interregno a la espera de Díaz (craso error), provocando un escándalo mayúsculo. Con sus modos, han convertido a Sánchez en el Gorbachov español. Quizá no hubiera alcanzado tamaña repercusión de no ser porque hay otra formación política reclamando el espacio de la izquierda. Y ya sabemos lo que sucedió después del golpe contra Gorbachov…
La función va a empezar, pasen y desconecten los teléfonos móviles
Claro está que todo ha sido por responsabilidad, porque la responsabilidad bien entendida empieza por uno mismo (ya me entienden). Como que los asuntos de importancia son competencia exclusiva de los jefes (lo decía no hace demasiado el propio Rajoy, ha sido repetido en estos días por algún miembro de la gestora socialista y todos ellos lo piensan) y los militantes solo sirven para pegar carteles, está plenamente justificado adquirir compromisos electorales y hacer justo todo lo contrario. O sea, tratar a los ciudadanos como idiotas.
Ha sido fantástico el falso dilema con el que han construido su apoyo a Rajoy y con el que creen que se han justificado ante los electores. O abstención o terceras elecciones. El pequeño obstáculo argumental es que, en voz baja, algunos reconocen (y todos los demás sabemos) los Amos y los Capataces del Tinglado habían decidido que no había nada que pactar con Podemos (incluso si pudiera salir casi gratis) para que hubiera un presidente socialista y un gobierno de izquierdas. El apoyo necesario de algunos independentistas y la abstención de otros, era un excelente reclamo para poder torpedear cualquier “momento” favorable para Sánchez. Solo en el extremo opuesto, Miquel Iceta, primer secretario del PSC, ha demostrado que sabe hasta bailar con lobos… La Escopeta Nacional, última edición, por ahora.
Sublime fue una reciente intervención del presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, alegando antecedentes “abstencionistas” de su partido cuando en la Platajunta permitieron con su abstención que la Transición (del 76/77) fuera organizada y dirigida por los franquistas. Si pactaron con aquellos caballeros, cómo no van a hacerlo ahora con Rajoy. España azul antes que roja y a lo mejor rota… A estas alturas, no debería sorprender a nadie que en la calle se haya instalado la idea de que “PP y PSOE, la misma mierda es”. Cuando no alcancen ni el 15% de los votos, preguntarán, preguntarán…
Buenos días, Gran Coalición y Gobierno de Salvación Nacional
Si, ha llegado la deseada Gran Coalición. El Ibex, González, Bruselas, Berlín y la Corte respiran aliviados y satisfechos. Da gusto hacer felices a tanta gente.
Es la Gran Coalición, pero “a la española”. Nada que ver con las coaliciones a la alemana. Atentos, porque Rajoy ha marcado el territorio del teatrillo que montarán todos los días y que cerrarán por la noche. No aceptará imposiciones, no está por la labor de soportar muchos obstáculos a su labor de gobierno, no aceptará la demolición de las reformas que han aprobado durante los años anteriores; toda negociación tiene límites. Y si no os gusta, adelanto elecciones y os dejo en la miseria.
Será una Gran Coalición a la española, la variante que se hace mediante “abstenciones”; con un PSOE fantasmal, que solo podrá hacer teatrillo. Una Gran Coalición que será la coartada para un verdadero Gobierno de Salvación Nacional, con el objetivo confesado de hacer frente al desafío catalán. Cuando convenga, llamarán al PSOE para que convalide la labor gubernamental: actuaciones judiciales graduales mientras puedan, artículo 155 si no es suficiente, y cárcel y garrotazos si se ponen tontos. Veremos si se dejan.
Y la marioneta “socialista”, servilmente, estará a la altura de las circunstancias; para consumo interno y para que la lectura europea sea más llevadera.
Ricardo Romero de Tejada
Fuente: Público.es
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