El viejo mundo se muere
Gustave Massiah
La situación parece desesperanzadora. La ofensiva de las derechas y las extremas derechas ocupa el espacio y los espíritus. Se desarrolla en los medios de comunicación y trata de expresar la derechización de las sociedades. Pero no es nada de eso y nada está jugado. Las sociedades resisten y las contradicciones están en marcha; son ellas las que determinan el futuro.
Para comprender la situación partamos de la cita de Antonio Gramsci: “El viejo mundo muere, el nuevo mundo tarda en aparecer y en este claroscuro surgen los monstruos”/1
En este contexto, la estrategia de los movimientos sociales que quieran llevar adelante un proyecto emancipatorio debe articular la respuesta a la urgencia y la construcción de un proyecto alternativo de futuro. Deben al mismo tiempo luchar contra los monstruos e inscribirse en la construcción de un nuevo mundo.
El viejo mundo se muere
Los choques financieros de 2008 confirman la hipótesis del agotamiento del neoliberalismo. El calentamiento climático, la disminución de la biodiversidad y las contaminaciones globales, confirman el agotamiento del productivismo. Se avanzan hipótesis sobre un agotamiento del capitalismo como modo hegemónico de producción. Damos por supuesto que lo que sucedería al capitalismo no sería forzosamente un modo justo y equitativo; la historia no está escrita y no es lineal.
En el Foro Social Mundial de Belém, en 2009, tuvo lugar una convergencia de movimientos: el movimiento de las mujeres, los movimientos campesinos, los movimientos ecologistas y los movimientos de los pueblos amazónicos han expresado fuertemente un nuevo punto de vista. Han afirmado que, si se trata de redefinir las relaciones entre la especie humana y la naturaleza, no se trata solamente de una crisis del neoliberalismo o del capitalismo, se trata de una crisis de civilización, la que desde hace cinco siglos ha puesto adelante la modernidad occidental y ha conducido a algunas de las formas de la ciencia contemporánea.
La situación está marcada por la permanencia de las contradicciones. La crisis estructural articula cinco contradicciones principales: económicas y sociales, con las desigualdades sociales y las discriminaciones; ecológicas con la destrucción de los ecosistemas, la limitación de la biodiversidad, el cambio climático y la puesta en peligro del ecosistema planetario; geopolíticas con las guerras descentralizadas y el auge de nuevas potencias; ideológicas con la interpelación de la democracia, los presiones xenófobas y racistas; políticas con la corrupción nacida de la fusión de lo político y lo financiero que alimenta la desconfianza en relación con lo político y abole su autonomía. La derecha y la extrema derecha han llevado una batalla por la hegemonía cultural, desde finales de los años 1970, contra los derechos fundamentales y particularmente contra la igualdad, contra la solidaridad, por las ideologías securitarias, por la descalificación amplificada desde 1989 (año de la caída del Muro de Berlín, ndt) de los proyectos progresistas. Han llevado ofensivas sobre el trabajo por la precarización generalizada; contra el Estado social, por la mercantilización y la privatización y la corrupción generalizada de las clases políticas; sobre la subordinación de lo numérico a la lógica de la financiarización.
Los nuevos monstruos
A partir de 2011, los movimientos casi insurreccionales de ocupación de las plazas atestiguan la respuesta de los pueblos a la dominación de la oligarquía. A partir de 2013, la arrogancia neoliberal retoma la delantera y confirma las tendencias que han emergido desde finales de los años 1970. Se reafirman las políticas dominantes, de austeridad y de ajuste estructural. La desestabilización, las guerras, las represiones violentas y la instrumentalización del terrorismo se imponen en todas las regiones. Las corrientes ideológicas más reaccionarias y los populismos de extrema derecha son cada vez más activos. Adoptan formas específicas como el noeconservadurismo libertario en los Estados Unidos, las extremas derechas y las diversas formas de nacional-socialismo en Europa, el extremismo yihadista armado, las dictaduras y las monarquías petroleras, el hinduismo extremo, etc. Pero, a medio plazo, nada está jugado.
Hay que preguntarse sobre estos monstruos y las razones de su emergencia. Se apoyan sobre los miedos alrededor de dos vectores principales y complementarios: la xenofobia y el odio a los extranjeros: los racismos bajo sus diferentes formas. Hay que señalar una ofensiva particular que toma las formas de la islamofobia; después de la caída del Muro de Berlín, el “islam” ha sido instituido como el enemigo principal en el “choque de civilizaciones”.
Esta situación resulta de una ofensiva llevada con constancia desde hace cuarenta años, por las derechas extremas, para conquistar la hegemonía cultural. Se ha centrado especialmente sobre dos valores. Contra la igualdad en primer lugar, afirmando que las desigualdades son naturales. Por las ideologías securitarias, que consideran que solo la represión y las libertades pueden garantizar la seguridad.
El endurecimiento de las contradicciones y de las tensiones sociales explica el surgimiento de las formas extremas de afrontamiento. El endurecimiento empieza por el de la lucha de clases y se extiende a todas las relaciones sociales. El multimillonario Warren Buffet declaraba tranquilamente que "algunos dudan de la existencia de una lucha de clases; por supuesto que hay una lucha de clases y es mi clase quien la está ganando”. La financiarización ha profundizado las desigualdades y la casta de los muy ricos se ha restringido. Las llamadas clases medias se han hinchado, pero la precarización afecta y pone en riesgo a una parte de las mismas.
La voluntad de acumulación de riquezas y de poderes es insaciable. Frente a esa desmesura, se asiste a un refugio en la vuelta de lo religioso, confiando en que conseguirá suavizar los extravíos insoportables. La confianza en la regulación estatal está fuertemente cuestionada. La clase financiera ha conseguido subordinar a los Estados. Y el proyecto de socialismo de Estado ha naufragado en las nomenclaturas y en las nuevas oligarquías. La situación es inestable. ¿Cómo creer que puede durar indefinidamente un mundo en el que 62 personas, 53 hombres y 9 mujeres, poseen tanto como otras3,5 mil millones? La voluntad de imponer la reproducción de la situación y el miedo de las revueltas se traduce en el auge de la violencia, la represión y las guerras.
Pero también hay otro motivo para esta situación, que es el miedo de la aparición de un nuevo mundo. Los nuevos monstruos saben que su mundo está en cuestión; para salvaguardar sus posiciones y sus privilegios, instrumentalizan el miedo al futuro, el temor de las convulsiones sociales de las sociedades que va a marcar el futuro.
El nuevo mundo que tarda en aparecer
¿Cuál es este nuevo mundo que tarda en aparecer? Un nuevo mundo que puede dar miedo a los privilegiados y que los movimientos sociales dudan en percibir.
La propuesta es estar atento a las revoluciones en marcha. Hay varias revoluciones en marcha, pero están inacabadas. Y sus salidas son inciertas. Nada permite afirmar que no serán aplastadas, desviadas o recuperadas. Por tanto, convulsionan al mundo; son también portadoras de esperanzas y marcan ya el porvenir y el presente. Son revoluciones de amplio período y cuyos efectos se inscriben en varias generaciones.
Para ilustrar esta idea, partamos de cinco revoluciones en marcha y que son, recordémoslo, inacabadas. Se trata de la revolución de los derechos de las mujeres; de la revolución de los derechos de los pueblos; de la revolución ecológica; de la revolución numérica; de la revolución del poblamiento del planeta.
La revolución de los derechos de las mujeres es la más impresionante. Ella cuestiona relaciones milenarias. Las luchas por los derechos de las mujeres han avanzado enormemente durante los últimos cuarenta años. Se mide progresivamente las convulsiones que suscitan. Esta revolución se encuentra inacabada y arrastra resistencias de una gran violencia. Se puede medir por la violencia de las reacciones de ciertos Estados contra toda idea de la liberación de las mujeres y por la resistencia en todas las sociedades al cuestionamiento del patriarcado. La revolución de los derechos de las mujeres ya ha suscitado un gran cambio en la estrategia de los movimientos; es la negativa a subordinar a otras luchas la lucha contra la opresión de las mujeres. Su negativa a considerar su reivindicación como una contradicción secundaria ha sido retomada por todos los movimientos y traduce el reconocimiento de la diversidad de los movimientos sociales y ciudadanos.
También es significativa la revolución de los derechos de los pueblos. Está inacabada y enfrentada a las tentativas de reconfiguración de las relaciones imperialistas. La segunda fase de la descolonización ha comenzado. La primera fase, la de la independencia de los Estados ha encontrado sus límites. La segunda fase es la de la liberación de los pueblos. Ella desemboca sobre nuevas cuestiones, con los derechos de los pueblos que adoptan diferentes nombres: indígenas, primeros, autóctonos. Renuevan la cuestión de las identidades con la irrupción de identidades múltiples como han sido calificadas por el poeta EdouardGlissand. Interpela sobre la relación entre las libertades individuales y las libertades colectivas.
La revolución ecológica está en sus inicios. Desde ya convulsiona la comprensión de las transformaciones y el sentido del cambio. Ella introduce la noción del tiempo finito y la noción de los límites en relación con el crecimiento ilimitado. Pone en cuestión todas las concepciones del desarrollo, de la producción y del consumo. Reimpone la discusión sobre la relación entre la especie humana y la naturaleza. Interpela sobre los límites del ecosistema planetario. La revolución ecológica es una revolución filosófica que trastorna las certidumbres más consolidadas.
La revolución de lo numérico es una parte de una nueva revolución científica y técnica, combinada especialmente con la de las biotecnologías. Abre nuevas contradicciones sobre las formas de producción, de trabajo y de reproducción. Impacta a la cultura, empezando a convulsionar a terrenos tan vitales como los del lenguaje y la escritura. Por el momento, la financiarización ha logrado instrumentalizar las convulsiones de lo numérico, pero las contradicciones permanecen abiertas y son profundas.
La revolución del poblamiento del planeta está en gestación. Todas las grandes convulsiones históricas han tenido consecuencias sobre el poblamiento del planeta. Entenderlo permite evitar calificar a las cuestiones de las migraciones y de los refugiados como crisis migratorias que se podrían aislar y que acabarían por reabsorberse. Los cambios en el poblamiento del planeta prolongan las rupturas precedentes. La de la urbanización y de la armadura urbana mundial con la multiplicación de los barrios precarios. El cambio climático no solo va a acentuar las migraciones medioambientales. La elevación del nivel del mar podría alcanzar hasta un metro desde ahora hasta el final de siglo. Según las Naciones Unidas, el 60% de las 400 áreas urbanas de más de un millón de habitantes en 2011 -o sea 900 millones de personas aproximadamente-, estarían expuestas a un elevado riesgo natural. La escolarización de las sociedades modifica los flujos migratorios. Los diplomados que salen permanecen en contacto con su generación a través de internet. Los otros alimentan al grupo de los parados diplomados, nueva alianza entre los hijos de las capas populares y los hijos de las capas medias. Los movimientos sociales intentan articular las luchas por el derecho a seguir viviendo y trabajando en el país. Verifican que las ganas de permanecer son indisociables del derecho a salir. La noción misma de identidades se encuentra interpelada por la evolución de los territorios y por el mestizaje de las culturas.
El necesario pensamiento estratégico
Los movimientos sociales y ciudadanos deben adoptar su estrategia a la nueva situación. Todo pensamiento estratégico se construye sobre la articulación entre la urgencia y la construcción de un proyecto alternativo. La urgencia es la resistencia a los nuevos monstruos. Pero para resistir es necesario un proyecto alternativo.
El proyecto alternativo empieza a perfilarse. Desde 2009, en el Foro Social Mundial de Belém al que se ha hecho anteriormente mención, la propuesta que se presenta es la de una transición ecológica, social, democrática y geopolítica. Esta propuesta combina la toma de conciencia de las grandes contradicciones y la intuición de las grandes revoluciones inacabadas en marcha.
Hay que insistir sobre la idea de transición que es frecuentemente –mal- presentada como una propuesta de temporización. La propuesta de transición no se opone a la idea de revolución, está en ruptura con una de las concepciones de la revolución, la de la gran tarde; inscribe la revolución en el tiempo largo y discontinuo. Subraya que en el mundo actual emergen nuevas relaciones sociales, como han emergido las relaciones sociales capitalistas, de forma contradictoria e inacabada, en el mundo feudal. Esta concepción da un nuevo sentido a las prácticas alternativas que se buscan y que permiten, también en este caso de forma inacabada, precisar y preparar un proyecto alternativo.
Una de las dificultades de este período concierne a esta articulación entre la resistencia y el proyecto alternativo. La lucha de clases es, sin duda, el elemento determinante de la resistencia y de la transformación. Pero es necesario redefinir la naturaleza de las clases sociales, de su relación y de las luchas de clases. En la concepción dominante de los movimientos sociales, la revolución social debía preceder y caracterizar a las otras revoluciones y liberaciones. La importancia de las otras cinco revoluciones en marcha interpela a la revolución social y el atraso de la revolución social interpela a su vez a las otras revoluciones.
No es necesario volver a la urgencia de la resistencia contra los monstruos. A la vez que señalar la importancia y la necesidad de un proyecto alternativo. No es secundario comprender como el miedo all nuevo mundo actúa sobre la aparición de los monstruos. Cojamos el ejemplo de un elector de Trump, de clase media, blanco, en el Estados Unidos profundo; cuando mira alrededor suyo ve que los indios siguen ahí, que los negros ya no soportan el racismo, que los latinos son cada vez más numerosos y a veces mayoritarios y que las mujeres no se dejan manejar. ¡Acaba por ver que su América profunda va a dejar de existir y está dispuesto a coger sus fusiles para tirar!
De hecho, las sociedades resisten más de lo que se piensa a la derechización de las elites y de los medios de comunicación. Se puede verificar. En Hungría, el referéndum contra los extranjeros no ha podido ser validado, ya que, a pesar de las presiones, solo el 37% de los-as húngaros-as han ido a votar en esa consulta. En Polonia, las manifestaciones masivas han hecho retroceder a los que querían prohibir cualquier aborto. En Francia, dos tercios de los-as franceses-as se han opuesto a la abrogación de las leyes de matrimonio para todos. Un sondeo en cinco países europeos muestra que, según los países, del 77% al 87% de los encuestados son favorables a la regularización de los sin papeles que dispongan de un contrato de trabajo. Un sondeo de Amnistía Internacional en 27 países ha mostrado que, a pesar de los discursos anti-refugiados, en 20 de los 27 países, más del 75% de los encuestados está a favor de la acogida de los refugiados.
Cuando pueden expresarse, las sociedades son más abiertas y más tolerantes de lo que quieren hacer creer las corrientes de extrema derecha y los medios de comunicación que les sirven de correa de transmisión. Pero esta resistencia no se muestra, no se traduce en la adhesión a un proyecto progresista, manifestando así la ausencia de un proyecto alternativo creíble. Es menos “la derecha” que triunfa que “la izquierda” se desmorona.
Así pues es necesario que resistamos, en lo inmediato, paso a paso y aceptar comprometerse en el tiempo largo. Esta resistencia pasa por la alianza con todas las y todos los -y ellos-ellas son numerosos/as-, que la igualdad es mejor que las desigualdades, que las libertades individuales y colectivas deben ser ensanchadas al máximo, que las discriminaciones conducen al desastre, que la dominación conduce a la guerra, que es necesario salvaguardar el planeta. Esa batalla sobre los valores pasa por el cuestionamiento de la hegemonía cultural del neoliberalismo, del capitalismo y del autoritarismo. Podemos demostrar que resistir es crear. Por cada una de las revoluciones inacabadas, a través de las movilizaciones y las prácticas alternativas, podemos luchar para evitar que sean instrumentalizadas y sirvan para reforzar el poder de una élite, antigua o nueva.
Los años que vienen serán sin duda muy difíciles y las condiciones serán muy duras. Pero, a escala de una generación, nada está jugado, todo es posible.
15/10/2016
Gustave Massiah es una personalidad de referencia internacional en el espacio altermundista
Fuente: Viento Sur
Notas:
1/ Cuadernos de la Cárcel, Tomo 3, ERA, 1984, (pdf) disponible en http://www.mediafire.com/view/cukxs78er9y3neb/Cuadernos_de_la_cárcel_(Tomo_III)
https://blogs.mediapart.fr/jean-pierre-anselme/blog/071116/le-nouveau-monde-qui-tarde-apparaitre
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