miércoles, 22 de marzo de 2017

Volquetes de putas para todos

 Prostíbulos del barrio rojo de Ámsterdam


 JUAN CARLOS ESCUDIER

Lo del volquete de putas que iban prometiendo como recompensa algunos dirigentes del PP nos ha creado muy mala fama en Europa, especialmente en Holanda, donde el acceso de camiones al barrio rojo de Amsterdam está seriamente restringido. Jeroen Dijsselbloem, holandés y todavía presidente del Eurogrupo, es de los que creen que aquí, y en general en el sur de Europa, somos muy de volquete y de gin tonic, y que con personas así, que piensan que todo el monte es orégano y hasta orgasmo, no se puede ser solidario. Dicen que Dijsselbloem es socialista, con lo que el temor a que la extrema derecha se hiciera con el poder en su país estaba plenamente justificado. Si la izquierda es tan retrógrada y machista, la ultraderecha holandesa debe ser de pesadilla.

Sin descartar algún resentimiento por los Tercios de Flandes y sus picas, la opinión del sujeto no dista mucho de la que se ha alentado en el norte de Europa, capital Berlín, donde arraigó rápidamente la idea de que el Mediterráneo está llenos de parásitos, cigarras ‘vivalavirgen’ que culpan de sus males a las abnegadas hormigas calvinistas que les abastecen de grano, en vez de arremeter contra los políticos corruptos que vaciaron sus despensas.

Se trata, en realidad, de la expresión de un mayúsculo fracaso, el del proyecto europeo, el de una Unión que, ante el vendaval de la crisis financiera, se demostró incapaz de guarecer a sus ciudadanos más débiles, y que se vanaglorió incluso de imponerles condiciones insoportables. Exportadas desde Alemania, las proclamas en contra de que los ahorros alemanes u holandeses sirvieran para financiar el desenfreno de los golfos sureños han contribuido decisivamente al resurgir de los nacionalismos y de la xenofobia.

Ese mismo desprecio fue el que acuñó el acróstico PIGS para referirse a los países más golpeados por la tormenta, aunque en la denuncia sobre los excesos cometidos se olvidaran algunos hechos relevantes. Nos excedimos en comprar Mercedes y BMW y en pagar sin rechistar el coste de la reunificación alemana que se llevó 50.000 millones de los fondos europeos sin condiciones. Nos excedimos al aceptar ese dinero barato que llegaba del BCE para relanzar la maltrecha economía de las hormigas teutonas, y que fue la principal causa de nuestra burbuja inmobiliaria, sin que nadie hasta el momento haya pedido por ello disculpas. Tras sanar de sus heridas, Alemania y la institutriz que oficia de canciller ignoraron pronto que para ser la locomotora de Europa no bastaba con estar delante sino que debían tirar de los vagones.

A otras cosas, nos resignamos. Por ejemplo, a aceptar que Holanda sea lo más parecido a un paraíso fiscal en el corazón de Europa, a que miles de millones de euros transiten por su territorio hacia sus Antillas o hacia Jersey -en lo que se ha dado en llamar, el sándwich holandés-, a que sus ventajas fiscales a no residentes sean los pilares de una de sus principales ‘industrias’ y a que numerosas multinacionales eludan sus impuestos gracias a la hospitalidad de estos anfitriones tan generosos con el maldito sur.

La economía holandesa es envidiable. En términos per capita es la tercera más prospera de la UE. Exporta fundamentalmente a Europa, y esas cigarras que son Italia y España son respectivamente su sexto y séptimo cliente. En el caso español, el saldo comercial es negativo, es decir, que compramos a los señores de los tulipanes mucho más de lo que les vendemos.

Dijsselbloem es un cretino que ha ejercido en el Eurogrupo de lacayo del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. Presumió de haber impuesto en el rescate a Chipre quitas en los depósitos bancarios y ha tenido una especial fijación con los incumplimientos de España en sus objetivos de déficit, quizás porque nuestro ministro de Lehman, Luis de Guindos, le disputó la canonjía. Tras la estrepitosa derrota de su partido en las elecciones holandesas le quedan dos telediarios al frente del Eurogrupo, cargo para el que parece que Guindos vuelve a postularse. No habrá volquetes de putas en la celebración de su partida. De eso puede estar seguro.

Fuente: Público.es

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