Àngel Ferrero
El conflicto en Siria ha entrado esta semana en una nueva fase. El jueves, el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció que Rusia y Turquía, como representantes de dos de los bandos de este complejo conflicto, habían llegado a un acuerdo para una tregua a escala nacional a partir de la medianoche (22:00 GMT). El alto el fuego, extensivo a más de 60.000 combatientes armados, excluye a Estado Islámico, Jabhat Fateh al-Sham (anteriormente Frente al-Nusra, vinculado a Al Qaeda) y a “todos los grupos afiliados a ellos”, según un comunicado del Ejército Árabe Sirio. En el conflicto sirio, Rusia e Irán apoyan al gobierno de Bashar al-Assad, mientras que Turquía apoya oficialmente al Ejército Libre de Siria (ELS).
El acuerdo se compone de tres documentos, según informó el presidente ruso. “El primero, entre el gobierno de Siria y la oposición armada para un alto el fuego en el territorio de la República Árabe Siria; el segundo, un conjunto de medidas para verificar el alto el fuego; el tercero anuncia la disposición para comenzar las negociaciones de paz”, detalló. Las negociaciones se celebrarán en la capital de Kazajistán, Astaná, tal y como decidieron Rusia, Turquía e Irán en una cumbre celebrada la semana pasada en Moscú. El presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, ya ha aceptado la propuesta y se ha ofrecido como anfitrión de las negociaciones. Los gobiernos ruso, turco e iraní se comprometen a verificar y garantizar todo el proceso.
Putin describió los acuerdos como “un suceso que no sólo hemos esperado durante mucho tiempo, sino que también hemos intentado convertir en una realidad”. Añadió empero que éstos “son muy frágiles, requieren de una atención especial, paciencia, actitud profesional y contacto permanente con nuestros socios”, y llamó al resto de potencias implicadas en el conflicto a respaldarlos. “Llamo al gobierno de la República Árabe Siria, a los grupos de la oposición armada y a todos los países de la región implicados en el conflicto y que tienen influencia sobre los bandos del mismo a apoyar los acuerdos conseguidos y a participar de manera activa en las negociaciones”, dijo.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, también avanzó que Rusia reducirá su presencia militar en Siria si avanzan las negociaciones, aunque seguirá “apoyando al gobierno legítimo de Siria en su lucha contra el terrorismo”, en palabras de Putin, y mantendrá sus contingentes militares en la base aérea de Jmeimim y la base naval de Tartus. El consenso entre la mayoría de analistas es que la operación militar aérea rusa y el apoyo terrestre de las milicias chiíes modificaron el equilibrio de fuerzas del conflicto a favor del gobierno.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, manifestó la intención de invitar a representantes de la ONU “para garantizar la continuidad del proceso político bajo los principios de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU 2254”, así como de otros países, y mencionó a Egipto, Arabia Saudí, Qatar, Irak y Jordania.
Reacciones al acuerdo
Bashar al-Assad valoró positivamente el acuerdo, según Konstantín Kosachev, presidente de la comisión de política exterior del Consejo de la Federación (cámara alta del parlamento). Kosachev, que se reunió con el presidente sirio al frente de una delegación de senadores, relató que al-Assad considera que este documento “establece los fundamentos para estabilizar la situación en el país y para una reforma constitucional”. “El presidente sirio cree que es importante que otros países de la región y de Occidente, especialmente los miembros de la Unión Europea, contribuyan a los esfuerzos”, añadió.
El portavoz del Alto Comité de Negociaciones (ACN), Mounzir Makhous, afirmó a la agencia RIA Novosti que el ACN hubiera preferido “que las negociaciones con los representantes del régimen sirio se celebrasen en Ginebra bajo la égida de la ONU, basándose en la resolución del Consejo de Seguredad y el Comunicado de Ginebra, y con el apoyo del Grupo Internacional de Apoyo a Siria”. El ACN reconoció además que “no es posible continuar” los combates debido a la falta de recursos contra las fuerzas gubernamentales y sus aliados.
Un portavoz del Ejército Libre de Siria, Osamu Abu Zaid, aseguró a la BBC que las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas quedan fuera tanto del acuerdo como de las negociaciones en Astaná. El presidente del Partido de la Unión Democrática (PYD), Salih Muslim Mohammad, confirmó posteriormente que no habían sido contactados para sumarse al acuerdo. La BBC también recogía unas declaraciones del ministro de Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, reclamando que las milicias de Hezbolá abandonen Siria. Al día sigueinte, Cavusoglu también exigió a las YPG que depusieran las armas y abandonasen sus aspiraciones de autodeterminación.
El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, valoró positivamente el acuerdo y dijo que esperaba que sirviese para salvar vidas, mejorar la entrega de ayuda humanitaria y allanar el camino a las conversaciones de paz.
El Departamento de Estado de EEUU calificó el acuerdo de “desarrollo positivo”. “Cualquier esfuerzo que ponga fin a la violencia, salve vidas y cree las condiciones para negociaciones políticas renovadas y productivas será bienvenido”, expresó su portavoz, Mark Toner. Toner fue preguntado por los periodistas si el acuerdo, del que ha sido significativamente marginado Washington e impulsado por una Turquía que parece alejarse paulatinamente de Occidente, no significa una pérdida de influencia de la diplomacia estadounidense en la región.
EEUU anuncia nuevas sanciones contra Rusia
Ese mismo día, desde Hawai’i, donde pasa las vacaciones de Navidad, y a través de un comunicado, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció la expulsión de 35 diplomáticos rusos y sus familias en respuesta a los ciberataques registrados durante la pasada campaña presidencial contra el Partido Demócrata, que Washington atribuye al Kremlin. El medio que publicó los correos, Wikileaks ,ha negado en varias ocasiones que la fuente que se los proporcionó sea Rusia, y apunta a una filtración interna del propio Partido Demócrata. Varios periodistas estadounidenses especializados en seguridad nacional y nuevas tecnologías han señalado las inconsistencias del informe de 13 páginas presentado por los servicios de inteligencia, y han alertado de precedentes donde la escasez de pruebas condujo a decisiones políticas erróneas.
Además de la expulsión de los diplomáticos –de la embajada de Washington y del consulado de San Francisco–, a los que se dio 72 horas para abandonar el país, también se clausurarán dos edificios rusos en los estados de Maryland y Nueva York. Obama advirtió además que EEUU adoptaría nuevas sanciones “en el momento que lo decida”, incluyendo “operaciones que no serán reveladas a la opinión pública”. El último incidente similar ocurrió en 2001, cuando Washington expulsó a 51 diplomáticos rusos acusados de espionaje y Moscú respondió con la expulsión de 50 diplomáticos estadounidenses.
En previsión de la imposición de sanciones, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajárova, advirtió el miércoles que medidas como éstas tendrían una respuesta por parte de Moscú. “Estamos cansados de esta mentira sobre los hackers rusos”, dijo al calificar el anuncio de sanciones de “provocación”.
Moscú cree que las últimas acciones de la Casa Blanca tienen como objetivo quemar puentes entre la nueva administración y el Kremlin. “En general se tiene la impresión de que, adoptando esta ley, la administración de Barack Obama busca minar al futuro gobierno de Donald Trump, haciendo más difícil que pueda poner en práctica su política exterior y, en combinación con una febril imposición de nuevas sanciones, dictarle una continuación de su agresiva política antirrusa”, afirmó Zajárova, que también expresó el deseo de Moscú de que la nueva administración de EEUU “demuestre más sabiduría”.
Desde el Báltico, donde se encontraba de visita como parte de una gira por la región, el senador republicano Lindsey Graham –quien con el también senador republicano John McCain encabeza la oposición a cualquier tipo de reconciliación con Moscú– se mostró favorable a la imposición de nuevas sanciones. “El Congreso investigará la interferencia rusa en nuestras elecciones y habrá un consenso entre Demócratas y Republicanos para imponer sanciones que golpearán duramente a Rusia, en particular a Putin”, declaró. Por su parte, en una entrevista con la corporación de radio y televisión pública de Estonia (ERR), John McCain evitó responder si daría su apoyo al secretario de Estado propuesto por Trump, Rex Tillerson, y aseguró que el Senado le interrogaría sobre su relación y actitud hacia el presidente ruso. Al día siguiente ambos volaron hasta Ucrania, donde fueron condecorados por el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, con la orden de la libertad. La próxima semana McCain presidirá una audiencia especial sobre el presunto ataque informático ruso, que arrancará el 5 de enero.
“Pienso que deberíamos continuar con nuestras vidas”, dijo Trump a los periodistas desde su residencia en Mar-a-Lago, en Florida, sin entrar en detalles y de nuevo en contraste con las declaraciones de algunos de los miembros de su propio partido. En una entrevista con la cadena de televisión Fox, el republicano Newt Gingrich señaló días atrás que el nuevo presidente podría “repeler un 60 ó 70% del legado de Obama simplemente vetando todas las diferentes órdenes ejecutivas que Obama ha estado utilizando por la sencilla razón de que no podía aprobarlas en el Congreso”. Las palabras de Gingrich generaron de inmediato especulación en Moscú sobre si en este “60 ó 70%” no se encontrarían también las sanciones que Washington ha aprobado. Según Gingrich, el objetivo de esta súbita actividad de la administración saliente es incrementar la cantidad de medidas que Trump repelerá para presentar al republicano como un autócrata que gobierna a golpe de decreto presidencial.
Otras fuentes estadounidenses apuntan a un conflicto mucho más profundo entre agencias de inteligencia y rumorean que el asesor de Seguridad Nacional de Trump, el general retirado Michael T. Flynn, planea reforzar la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) –de la que formó parte– en detrimento de la CIA.
Según informaciones del tabloide alemán Bild, el ex secretario de Estado Henry Kissinger ya estaría elaborando un plan para retomar las relaciones con Rusia. El británico The Independent iba más allá y presentaba un escenario según el cual EEUU, de acuerdo con el plan de Kissinger, aceptaría la soberanía rusa de Crimea. A cambio, Moscú retiraría la cobertura dilomática y el asesoramiento militar de las autoproclamadas repúblicas asesor de Seguridad Nacional de Trump de Lugansk y Donetsk, en el este de Ucrania.
La respuesta rusa a las sanciones estadounidenses
“Mañana habrá declaraciones oficiales y medidas de respuesta”, informaba lacónicamente la cuenta de Twitter de la embajada rusa en Washington. Las primeras reacciones por parte de Rusia aparecieron en canales informales. “Hoy América y el pueblo americano han sido menospreciados por su propio presidente”, escribió la portavoz del Ministerio de Exteriores en su cuenta de Facebook. Zajárova acusó a Obama “de maximizar la cantidad de problemas urgentes de la próxima administración” y utilizó un tono muy duro contra la actual administración estadounidense. “Incapaz de incluir ningún logro importante en la arena internacional en la historia de su presidencia, el ganador del Premio Nobel ha conseguido cerrar su capítulo con una mancha en lugar de un gesto elegante”, declaró.
Durante la mañana, la CNN informó de que el gobierno ruso había ordenado el cierre de la escuela angloamericana de Moscú y de una residencia de vacaciones de la embajada al noroeste de la capital como medida de respuesta, informaciones que fueron desmentidas poco después en los medios de comunicación rusos.
Finalmente, el Kremlin respondió con un comunicado publicado en su página web la tarde del viernes, donde calificaba las medidas de Obama de “provocación destinada a seguir minando las relaciones ruso-americanas”. El Kremlin, asegura el comunicado, “se reserva el derecho a tomar acciones de respuesta de acuerdo con la práctica internacional dominante”, aunque, añade, “sin caer en el nivel de la diplomacia irresponsable y ‘de cocina’, y tomando pasos hacia la restauración de las relaciones ruso-americanas” con la próxima administración. Según la oficina del presidente ruso, Moscú no creará “problemas a los diplomáticos estadounidenses”: “No expulsaremos a nadie [...] Es más, invitamos a todos los hijos de los diplomáticos acreditados en Rusia a las fiestas de Navidad y Año Nuevo organizadas en el Kremlin”.
“Es una lástima que la administración del presidente Barack Obama termine su trabajo de esta manera, a pesar de todo, le felicito a él y a su familia por el Año Nuevo”, dice el comunicado, que acaba felicitando “al presidente Trump y al pueblo estadounidense”.
Debido a las complicaciones para abandonar el país en plenas fiestas navideñas, Moscú puso a disposición un avión de la flota del gobierno ruso para trasladar a los diplomáticos y sus familias.
El primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, bajo cuya presidencia tuvo lugar el malogrado “reset” de las relaciones con EEUU, lamentó la evolución de la política de Obama hacia su país. “Es triste que la administración Obama, que comenzó con la restauración de la cooperación, termine en esta agonía antirrusa. DEP”, escribió Medvédev en su cuenta de Twitter.
“Es increíble cómo los profesionales de EEUU con más pedigrí y credenciales parecen amateurs en todo este escándalo del hackeo informático después de ocho años en la administración”, valoraba el periodista estadounidense Mark Ames, especializado en Rusia. “Uno de los objetivos de las expulsiones era dificultar las relaciones con Rusia”, explicaba Ames, pero “Putin no mordió el anzuelo”. Según este periodista, este caso demuestra cómo en Washington la ideología se ha solapado con la política exterior. “Están combatiendo al Putin de dibujos animados de sus campañas de comunicación, no al Putin despiadadamente práctico de la realidad”, sentenciaba.
Una versión anterior de este artículo se publicó en el diario El Punt Avui.
Àngel Ferrero Periodista residente en Moscú. Miembro del comité de redacción de Sin Permiso.
Fuente: www.sinpermiso.info, 28 de diciembre 2016
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