viernes, 5 de junio de 2015

El New York Times reconoce la «victoria diplomática» de Putin, de Minsk-2 al encuentro de Sochi



















12 de mayo de 2015. El secretario de Estado John Kerry viajó hasta Sochi
 para presentar excusas al presidente ruso Vladimir Putin.

  «El que mucho abarca, poco aprieta», dice la sabiduría popular. Después de haber querido negociar con Irán, destruir el «Medio Oriente ampliado» y Ucrania, arruinar a Rusia, cercar y amenazar a China y preparar nuevas guerras en Latinoamérica –todo al mismo tiempo–, Washington se ve obligado a retroceder un poco. En aras de apaciguar a sus vasallos europeos, el emperador Obama envió a su fiel John Kerry a retomar el diálogo con el jefe rebelde Vladimir Putin, a quien desde hace un año no quería ni mirar. Se decidió retomar los contactos sobre todos los problemas pendientes, anular las sanciones europeas –cuando las transnacionales estadounidenses hayan terminado de servirse–, dejar la Novorossia tranquila y formar un gobierno de transición en Siria.

por Alfredo Jalife-Rahme

 De todos los grandes medios de prensa «occidentales» bajo la férula israelo-anglosajona, sólo The New York Times (NYT) se atrevió a reconocer la «victoria diplomática» (sic) de Rusia, 4 días después de la inopinada visita del secretario de Estado John Kerry a la ciudad de Putin: Sochi, destino vacacional del Mar Negro donde el presidente ruso invirtió mas de 50 000 millones de dólares para realizar los Juegos Olímpicos de invierno [1]: ¡El peso de los símbolos! Según David Herszenhorn, la visita de Kerry ha sido «ampliamente interpretada» como «una señal de rendición de Estados Unidos». Y agrega que se trata de «una rama de olivo de Obama y su aquiescencia a que Rusia y su líder son sencillamente muy importantes para ser ignorados»". El punto de vista retardado del NYT coincide con el que yo mismo había expresado... 4 días antes [2]. Estamos lejos de la teórica apoteosis de Obama, cuando se jactaba de haber puesto de rodillas la economía rusa y a su infatuado líder (sic) mediante el desplome del precio del petróleo, la fuga de capitales, la devaluación del rublo y las sanciones europeas [3]. Vacuidad de la verborrea. Hoy Putin cesó de ser el Hitler de Hillary y, según Obama, el tercer mayor peligro de la humanidad detrás del ébola y los yihadistas. Kerry ni siquiera se atrevió a tocar el contencioso de la superestratégica península de Crimea, que ya parece cedida definitivamente a su propietario histórico. ¿Se perfila el abandono de la parte occidental de Ucrania, usurpada por el golpe de Estado de Victoria Nuland, la pugnaz israelo-estadounidense subsecretaria de Estado? El aislador global Obama quedó aislado con la magnificente parada militar en Moscú donde se escenificó la estratégica asociación, y no alianza militar, entre Rusia y China, sin perder de vista a la India y a dos potencias medianas con relevancia geoestratégica: Kazajstán y Egipto. Según David Herszenhorn, «Obama encabezó la carga de Occidente para castigar a Putin, por su intervención en Ucrania, al expulsar a Rusia del G-8». En su mero estilo de cinta negra de yudo y gran ajedrecista geoestratégico, Vladimir Putin asimiló los ataques devastadores de Estados Unidos y sus aliados europeos, cuando «ha demostrado empecinadamente su importancia en el escenario global». A mitad de diciembre Estados Unidos puso toda su maquinaria financierista en función de arrodillar a Rusia y debilitar su moneda, el rublo, lo cual pudo haber sido paliado gracias a la ayuda, por debajo de la mesa, de las colosales finanzas de China, según filtró el británico Alastair Crooke, del think tank Conflicts Forum [4]. En 2008, cuando Rusia sugirió doblegar el dólar, que atravesaba entonces su mayor crisis, China tampoco siguió aquel consejo, lo cual denota que Pekín no desea, en esta nueva fase tripolar geoestratégica, ser antiestadounidense, cuando los chinos se posicionan como emergentes triunfadores. Según David Herszenhorn, el «supremo líder» Putin «ha confundido consistentemente a sus adversarios, sean foráneos o domésticos», y «una vez más parece emerger en la cúpula, si no como el vencedor incontestado en su más reciente confrontación con Occidente, seguramente como un héroe nacional, erguido, firmemente en control y sin haber cedido nada, sobre todo a Crimea, su más preciada presea». ¡Leer para creer! Cita al rusófobo Matthew Rojansky, director del Instituto Kennan –que, a mi juicio, no entiende nada de la legendaria sapiencia de George Kennan–, con sede en Washington, quien insiste en que la «aparente posición fortalecida de Putin puede ser ilusoria» (sic), ya que la economía de Rusia «se encuentra en recesión y permanece peligrosamente ligada a las fuentes de energía» cuando la «mayor parte de los analistas dice que la perspectiva a largo plazo para los precios del petróleo y el gas es desoladora». ¡Wishful thinking de vulgar reduccionismo economicista/financierista! A mi juicio, los novatos geoestrategas de Estados Unidos apostaron demasiado a la guerra financiera/económica, que hubiera podido pulverizar a un país bananero, pero no a Rusia, una superpotencia nuclear. ¿De qué sirve que ahora el New York Times admita que las «sanciones económicas de Occidente parecen haber fracasado»? ¿Se adelantó Kerry a la fronda de la granja rebelde de la Unión Europea que anhela poner fin a sus contraproducentes sanciones? Cronos y el antigravitatorio cretense Ícaro se coaligaron en la parte occidental de Ucrania y han puesto al borde de la debacle al régimen golpista neonazi de Kiev de la dupla del presidente Poroshenko, vendedor de chocolates (no es broma) instalado por Alemania, y el pueril premier Yatseniuk, marioneta de la amazona Vicky Nuland, a quien le fallaron sus cálculos cuando la guerra financiera contra Rusia aniquiló en primer lugar a Ucrania. ¡Sucedió todo lo contrario de lo que esperaba Nuland! A juicio de David Herszenhorn, «el giro sutil de Obama refleja el reconocimiento pragmático de que la política de aislar a Rusia, económica y diplomáticamente, está fracasando». Y cita a Viktor A. Kremenyuk, vicedirector del relevante think tank Instituto de EEUU/Canadá, vinculado a la prestigiosa Academia de Ciencias de Rusia, quien comenta que el Kremlin «resistió las sanciones e introdujo contrasanciones». Cuando nunca cesó Vladimir Putin de colaborar con Estados Unidos en los contenciosos acuciantes de Irán, Siria, Corea del Norte y Yemen –con la salvedad de algunos amagos de retirarse de las negociaciones sobre armamento convencional y nuclear–, al extremo que Kerry los utiliza ahora como hoja de parra para justificar su visita a Sochi. Asistente de la Secretaría del Tesoro en tiempos del presidente Ronald Reagan, Paul Craig Roberts enuncia que «Estados Unidos envió a John Kerry a Rusia como un suplicante» [5]. ¿A cambio de qué habrá soltado Obama a Ucrania? ¿Dónde quedan Alemania y Francia, relegados por Estados Unidos de Minsk-2 a Sochi? David Herszenhorn no lee ni su propio rotativo: no está enterado de la advertencia geoestratégica de Vladimir Putin en su histórica conferencia en Munich, hace 8 años [6]. Ya había yo advertido aquí el desastre de toda la política de amateurs del gabinete Obama cuando el máximo geoestratega estadounidense de todos los tiempos, George Kennan, había avisado sobre el grave error que es tratar de asfixiar a Rusia, una superpotencia nuclear [7]. A mi juicio, el grave problema en Estados Unidos es que su política exterior se encuentra en manos de neófitos proclives a bravatas de taberna mientras que sus anteriores geoestrategas se encuentran en vías de extinción y en su cuarta edad: Kissinger (91 años), Brent Scowcroft (90), Brzezinski (87) y el texano James Baker III (86 años). El más imprudente de todos es el rusófobo Brzezinski. Hoy la política exterior de Estados Unidos está secuestrada por los medios de prensa israelo-anglosajones y sus locuaces payasos nocturnos, en los talk shows, que ni conocen siquiera el significado de una multiojiva nuclear colocada en un misil intercontinental ruso Topol-M, capaz de acabar con la sonrisa de la humanidad. En Moscú no deben estar tranquilos con la retirada táctica de Obama en Ucrania cuando los aliados de Victoria Nuland en los Balcanes, encabezados por el megaespeculador George Soros –presunto títere de los banqueros esclavistas Rothschild–, incitan a la revuelta islámica en Macedonia: nuevo frente israelo-anglosajón contra Rusia.

 Alfredo Jalife-Rahme

 Fuente La Jornada (México),Red Voltaire

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