El sentimiento de pena no debe existir en política o al menos no debe tener importancia. Sin embargo, yo siento pena de que Izquierda Unida esté en trance de desaparición o de pérdida de relevancia e identidad, tragada por el desasistimiento social o por la ballena Podemos. Izquierda Unida es como ese cónyuge del que te divorcias, pero con el que sigues teniendo una relación cordial. Como aquel cine de sesión doble que no resistió los nuevos modos de vida. Como un par de zapatos viejos que te niegas a cambiarlos por temor a que los nuevos sean menos cómodos. Izquierda Unida ha sido la conciencia política de la España democrática. La memoria de lo ansiado y no logrado. Ahora que Rafael Nadal lleva u´n reloj de 775.000 euros en la muñeca, ahora que se ha inaugurado en Ibiza el restaurante más caro del mundo a razón de 1.500 (Mil quinientos) euros por cubierto, ahora que uno de cada diez niños españoles vive en la pobreza crónica (sí, es demagogia, pero el niño sigue y seguirá siendo pobre toda su vida), Izquierda Unida ha sido la única institución política que, sin poder, ha basado su programa en la lucha contra estas aberraciones humanas.
Es lógico que IU se oponga a su desaparición ante su integración en otra fuerza de izquierda, de la que, paradójicamente, apenas le separa nada en su proyecto político. Pero le ha faltado charme, encanto, marketing, capacidad de embaucamiento. Su decencia, no mancillada salvo contados y menores casos, la avala como merecedora de respeto y memoria. Izquierda Unida ha sido la flecha que estaba en el arco pero que nunca consiguió partir. No quisimos, tuvimos miedo, en su vientre también el Partido Comunista civilizado. Su último servicio a la democracia consistirá no solo en promover la unidad de izquierdas, sino en sacrificarse por lo que el juego político electoral exige en España. Podrá desaparecer si así lo entienden sus incondicionales, pero siempre será el soporte de nuestra memoria y de nuestra conciencia de progreso. Subsumida o no, no la olvidemos en la cuneta y no caigamos en la melancolía. Izquierda Unida ha sido una necesidad, y aún lo es, con sus siglas o con su recuerdo en influjo. Y además son humildes. IU o la decencia y la tan cacareada transparencia. No consiguió ser protagonista de nuestra historia, pero ha sido y es la antagonista que nos realza y redime. Porque, en realidad, Izquierda Unida ha sido el vigilante de la mala conducta del PSOE (ahora que la vicepresidenta del Gobierno dice que están muy preocupados por la deriva radical del PSOE), y el lazarillo de Podemos y de las demás fuerzas y plataformas de progreso.
Arturo González
Fuente: Puntadas sin hilo. Publico.es
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