lunes, 14 de septiembre de 2015

¡Alerta roja en Turquía! La represión estatal y las bandas fascistas van de la mano

 

EL PALACIO DE ERGOGAN

 

EMRE ÖNGÜN

Esta mañana del 9 de septiembre de 2015 es difícil tener todos los detalles, todos balances, todos los testimonios, pero una cosa es segura: estos últimos días y en particular la noche del 8 al 9 de septiembre, se ha alcanzado una nueva fase en la huida hacia adelante del régimen de Erdogan. Los ataques contra los kurdos y contra el HDP (Halkların Demokratik Partisi, Partido Democrático de los Pueblos), principal fuerza de oposición política que reagrupa al movimiento de liberación kurdo, las corrientes marxistas y demócratas, han sido muy violentos y numerosos.

Esta noche, que nada indica que sea la última, ha sido el pico del movimiento in crescendo iniciado por la represión militar y policial en el Kurdistán turco, donde varias localidades están en estado de sitio y donde mueren los civiles. El PKK, cuyos campos son bombardeados por el ejército turco, ha replicado causando la muerte de decenas de policías y militares. El parlamento turco ha votado la extensión de la “autorización” para el ejército turco de actuar más allá de las fronteras, concretamente contra las tropas kurdas del PKK en Irak y del PYD en Rojava, con el voto favorable del AKP, de los ultranacionalistas del MHP… y del “centro izquierda” CHP (que ha recordado su carácter nacionalista en esta ocasión -veinte de sus diputados se han negado sin embargo a participar en la votación, en señal de protesta). Solo el HDP ha votado en contra, confirmando su estatus de única verdadera oposición.

Pero lo que está ocurriendo va bastante más allá del enfrentamiento entre el aparato represivo del Estado turco y la guerrilla. En efecto, estos últimos días se han multiplicado los pogromos criminales antikurdos, en las ciudades con mayoría turca, cometidos por grupos excitados y dirigidos por bandas fascistas 60 años después de los disturbios antigriegos de 1955 en Estambul. No se trata de casos aislados sino de una verdadera oleada que no debe nada a la casualidad en una gran parte de las ciudades turcas y bajo la mirada de la policía. Un subprefecto ha calificado el linchamiento de trabajadores temporales kurdos de “reacción emocional”. En Estambul, los fascistas desfilan al grito de “No queremos operaciones (de policía), queremos una masacre”. Esta oleada apunta por supuesto también al HDP. El periódico progubernamental Yeni Safak ha titulado “El asesino será liquidado” con una foto de Selahattin Demirtas, copresidente del HDP. Decenas de locales del HDP han sido atacados, cuando no saqueados estos últimos días.

Los ejemplos son innumerables y van más allá del ataque contra la sede nacional del HDP de la que habla la prensa. Por ejemplo, los locales del HDP han sido quemados en Kirsehir (Anatolia occidental); en Cayirova (departamento de Kocaeli, Marmara), los partidarios de Erdogan han atacado los locales del HDP con banderas del Estado Islámico y gritando “Alá es grande”. Este último ejemplo, que no es algo aislado, ilustra cómo el planteamiento estratégico del EI consistente en apoyarse en el nacionalismo turco ha encontrado un terreno fértil en el régimen de Erdogan, heredero de la tradición de la síntesis “islamo (de hecho, sunita)-nacionalista” autoritaria del Estado turco. El impulso no viene solo de lo religioso. Es también nacionalista: es lo que hace que un obrero agrícola kurdo de 76 años haya podido ser linchado cuando realizaba su oración…

¿Mutación del régimen turco hacia el fascismo?

Ertugurul Kürkc, diputado de Izmir del HDP, de la corriente de la izquierda marxista, ha evocado “la noche de cristal del AKP”. Si el paralelo puede ser discutido, lo esencial es claramente que asistimos a una mutación del régimen turco. Erdogan ha movilizado algo más que el estado: bandas de irregulares fascistas fuera de las estructuras tradicionales del AKP y de la policía pero protegidas por ambas. Se trata de una continuidad con las bandas que agredieron a los manifestantes de Gezi, cuyo alcance se ha ampliado bajo la cobertura de una pseudo solidaridad con Siria, en realidad en apoyo al EI y al combate antikurdo. Estas fuerzas que han comenzado a desencadenarse, no pueden, en ningún caso, volver tranquilamente a su cauce. El cuadro dibujado -progromos, saqueo de comercios kurdos, destrucción de los locales del HDP, desfiles de fascistas en plena calle- indica que asistimos a una mutación del régimen turco, que tiende hacia el fascismo.

Esta indicación necesita precisiones. En primer lugar, una gran parte de la izquierda radical de Turquía (y también de fuera) no ha dejado de proclamar desde siempre el carácter fascista del Estado turco, incapacitándose para ver los cambios reales y para tener una reflexión estratégica adaptada. Esta tendencia puede ser nuevamente cegadora. Lo que está emergiendo no es una reproducción exacta del pasado, sea cual sea el carácter sangriento, represivo y antikurdo de ese pasado. La dinámica en curso es distinta de una represión estatal, aunque sea a escala masiva, y se inscribe en un enfrentamiento bastante más amplio que los horrores cometidos en los progromos antigriegos de 1955. Igualmente, aunque organización enemiga, ningún análisis serio podía permitir caracterizar al AKP como “fascista” cuando llegó al poder. Así, esta mutación es iniciada por el partido ya en el poder, lo que es una situación bastante original.

En segundo lugar, esta mutación toma la forma específica de un país de la periferia capitalista donde la gran burguesía no ha logrado jamás adquirir un papel independiente, cualquiera que fuera su nivel de acumulación de capital.

En tercer lugar, esta mutación tiende hacia un fascismo islamo(sunita)-nacionalista, en el que el léxico de la religión juega un papel innegable. Esto no valida sin embargo su uso extensivo respecto a actores reaccionarios musulmanes en Europa. El fascismo es, por definición, obra de grupos dominantes como son los turcos sunitas en Turquía.

En fin, esta mutación del régimen todavía no se ha realizado completamente: no solo el HDP, las organizaciones kurdas, democráticas y revolucionarias resisten y no han capitulado, sino que las poblaciones, sobre todo las que son atacadas, kurdas y alevís (minoría religiosa chiíta heterodoxa) se oponen también. El barrio de Tuzluçayir en Ankara, donde la presión progromista es extremadamente fuerte, es emblemático de esta resistencia.

Para frenar lo que está en curso, debe movilizarse un marco de reacción y de solidaridad unitaria amplia, poniendo todos los medios para frenar este descenso a los infiernos.

9/09/2015

https://www.ensemble-fdg.org/content/alerte-rouge-en-turquie-la-repression-etatique-et-les-bandes-fascistes-main-dans-la-main

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

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