Parlamento de Galicia |
Si agosto acaba sin acuerdo, será más difícil en septiembre, mes de lucha electoral
El País Vasco y Galicia pueden alterar, aplazar y decantar la investidura
ENRIC JULIANA
Ocho meses de interinidad. Dos elecciones generales en medio año. Un candidato a la presidencia que aún no sabe sí irá al Congreso a defender su programa. Tutela europea de las cuentas públicas. La cuestión de Catalunya. Una espesa niebla La situación política española es muy complicada y se puede enredar aún más en las próximas semanas. La convocatoria de elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia para el domingo 25 de septiembre introduce nuevas variables. Si la investidura de Mariano Rajoy no se debate este mes de agosto, difícilmente podrá hacerse en septiembre, que será un mes de intenso combate electoral. Las elecciones vascas y gallegas pueden retrasar la investidura y también pueden decantarla. En estos momentos, Rajoy debe de estar valorando la posibilidad de ponerse al frente de la campaña de su partido en Galicia para acabar de doblegar al PSOE.
En España, la agenda política no está absolutamente centralizada, aunque no son pocos los nostálgicos del estado mayor unificado. Cinco presidentes autonómicos (Catalunya, País Vasco, Galicia, Andalucía y Comunidad Valenciana) tienen el poder de disolver sus parlamentos y adelantar elecciones. Pueden modificar el cuadro político general provocando una competición electoral imprevista. El plazo natural para las elecciones en Euskadi y Galicia era octubre, pero en Bilbao y Santiago han decidido pulsar el botón del adelanto. Un mes. Un adelanto técnico. En la actual situación española, un mes es mucho tiempo.
El primero en pulsar el botón ha sido el lehendakari Iñigo Urkullu. El Partido Nacionalista Vasco temía que le cayesen encima en otoño unas terceras elecciones generales españolas. Elecciones generales y elecciones vascas el mismo día, o separadas por un corto espacio de tiempo. Un escenario que no interesa nada a los de Sabin Etxea, que han decidido cortar por lo sano: comicios el 25 de septiembre.
Al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, le han movido otros resortes: a principios de octubre comienza el primer juicio por el caso Gürtel, con el consiguiente foco mediático sobre las andanzas de Francisco Correa y Álvaro Pérez, el Bigotes, en tiempos de José María Aznar . La narrativa Gürtel no es un buen viático para intentar revalidar la mayoría absoluta en Galicia. Núñez Feijóo no ha querido correr riesgos y también ha colocado las elecciones gallegas en septiembre.
El Partido Popular se juega su principal bastión regional en el plazo de un mes. Y el Partido Socialista Obrero Español volverá a sufrir en septiembre la angustia del sorpasso : las Mareas (alianza de nacionalistas gallegos de izquierda) y Podemos pueden superar a los socialistas, y es altamente probable que el Podemos vasco quede por delante del PSE-PSOE, como ya ocurrió en las elecciones generales de diciembre y junio. Podemos sigue siendo la pesadilla que no deja dormir al grupo dirigente socialista, pese al alivio del 26-J. Un mal resultado del PSOE en Galicia y Euskadi sería depresivo para Pedro Sánchez. Podría ser la antesala de su derrota en el congreso federal del partido, si tenemos en cuenta que las federaciones vasca y gallega apoyan al actual secretario general. Sánchez está obligado a salvar el tipo en la doble convocatoria del 25 de septiembre y ello contribuye a explicar su tozudez en el voto contrario a Rajoy. Sánchez vive atrincherado y convencido de que la abstención socialista en la investidura de Rajoy, sería un auténtico regalo para Podemos, que cuenta con bazas importantes en el País Vasco y Galicia, sobre todo en Euskadi, puesto que un banco de niebla envuelve hoy a la nueva izquierda gallega.
El Podemos vasco es una de las sorpresas de los últimos meses. Ganó las elecciones en diciembre y volvió repetir victoria en junio, con menos pérdida de votos que en el resto de España. En Euskadi y Navarra, Podemos e Izquierda Unida prácticamente consiguieron sumar sus votos. Acaban de elegir como candidata a Pilar Zabala, una mujer independiente, comprometida con el final de la violencia en Euskadi y con la problemática de las víctimas. Es hermana de José Ignacio Zabala, militante de ETA secuestrado, torturado y asesinado por los GAL en 1983. El caso Lasa y Zabala. Ambos fueron torturados en el cuartel de la Guardia Civil en Intxaurrondo (San Sebastián) y al cabo de tres años sus restos aparecieron enterrados con cal viva en un pueblo de Alicante. No fueron identificados hasta diez años después. Todos los observadores de la política vasca coinciden en señalar que la candidatura de Zabala puede obtener un excelente resultado, comprometiendo las expectativas de Bildu, que aún no sabe si podrá contar con Arnaldo Otegi, sobre el que pesa una condena de inhabilitación.
El espacio de izquierdas en el País Vasco se está reconfigurando y el histórico Partido Socialista puede acabar en cuarta o quinta posición. Un mayor retroceso de los socialistas sería una mala noticia para el PNV –probable ganador de los comicios–, que podría verse obligado a buscar el apoyo parlamentario del Partido Popular. Rajoy cuenta para ello con un cualificado oficial de enlace. Alfonso Alonso, ministro de Sanidad en funciones, encabezará la candidatura del PP vasco.
En Galicia, las Mareas pueden volver a desbordar al PSG-PSOE, pero el batallón de los irmandiños hace honor a su nombre: sube y baja según la fase lunar. Les cuesta entenderse con Podemos –podrían acabar yendo por separado–, les cuesta unificarse bajo un claro liderazgo –el volcánico Xosé Manuel Beiras ya ha cumplido los 80 años–, les cuesta tomar forma. Su candidato a la presidencia de la Xunta probablemente será el juez Luis Villares, hasta ahora magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Galicia. Los socialistas presentan al economista Xoaquín Fernández Leiceaga, antiguo dirigente juvenil del Bloco Nacionalista Galego y proclive al entendimiento con las Mareas para arrebatar la presidencia a Núñez Feijóo. El PP gallego necesita la mayoría absoluta para mantenerse en el poder. Alta competición.
Los próximos diez días serán decisivos. Si Rajoy no se atreve a acudir a la investidura a finales de agosto, o a principios de septiembre, por falta de apoyos, la competición electoral se apoderará de la agenda. La situación podría quedar en un limbo a la espera de los resultados en Galicia y Euskadi. Un limbo desesperante. Un limbo espeso. Una mayoría de izquierdas en Galicia, acompañada de geometrías variables en el País Vasco, podría animar a Sánchez a intentar vertebrar una candidatura alternativa con Podemos.
Rajoy podría optar por ponerse al frente de la campaña gallega, pueblo a pueblo, en busca de la mayoría absoluta –como ya hizo en 2009, cuando su liderazgo estaba en peligro en el partido– para convertir la victoria del PP gallego en su victoria y acentuar la derrota socialista. Si además, el PNV acaba necesitando el apoyo de los populares vascos, octubre podría ser el mes de la cuadratura del círculo.
Fuente: La Vanguardia
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