El hemiciclo del Congreso de los Diputados, vacío, a la derecha el escaño del presidente del Gobierno (Juanjo Martín / EFE) |
Campaña electoral permanente. Ahora es el turno de Galicia y Euskadi, dos pruebas de referencia
España en suspenso a la espera del torneo de las tres naciones´
ENRIC JULIANA
El fracaso de la investidura de Mariano Rajoy ha inundado España de confusión. Confusión política. Desorientación sobre los acontecimientos venideros. Hartazgo. Rechazo a los partidos. Desmayo de aquel renovado interés por la política que se respiraba en las grandes ciudades hace poco más de un año. La creciente sensación de que no hay nada que hacer. España en desazón.En el plano institucional la iniciativa corresponde ahora al Rey. El jefe del Estado deberá decidir si abre una nueva ronda de consultas a los líderes de los partidos, de manera inminente, o dentro de unas semanas. No es una decisión fácil puesto que España se halla en vísperas de otra cita electoral. Las terceras elecciones de las que tanto se habla están a la vuelta de la esquina. Las terceras elecciones son los comicios del próximo día 25 de septiembre en Galicia y el País Vasco.
Las elecciones vascas y gallegas serán algo más que una prueba parcial, exclusivamente condicionada por los asuntos políticos locales. Serán dos pruebas de referencia. Los comicios de Galicia se convertirán en un test sobre el liderazgo de Mariano Rajoy, puesto que el presidente en funciones quiere tener un papel muy destacado en la campaña electoral, convencido de que una rotunda victoria del Partido Popular en su tradicional feudo atlántico puede ser la llave que resuelva la investidura.
Serán también una nueva prueba de fuerza entre el PSOE y Unidos Podemos. Los socialistas corren el riesgo de verse superados por la agrupación En Marea (alianza de nacionalistas de izquierda con Izquierda Unida y Podemos) en Galicia y por Unidos Podemos en Euskadi. Vista la experiencia de junio, no hay que dar el sorpasso por seguro. Los socialistas saldrán a pelear, enarbolando como estandarte el rotundo no de Pedro Sánchez a la investidura de Rajoy.
En Euskadi también se va a decidir la futura ubicación del Partido Nacionalista Vasco en la política española. El taxativo no del PNV a Rajoy esta semana hay que leerlo en el contexto de una campaña electoral en la que los nacionalistas vascos se ven obligados a batallar por el flanco izquierdo.
Todo el debate de investidura ha estado contaminado por la proximidad de esas elecciones y por la incandescente situación catalana. El mayor grado de dureza de Rajoy en sus referencias a Catalunya, la contundente oposición de Sánchez al candidato popular, la angustia de Ciudadanos ante la posibilidad de aparecer como una fuerza excesivamente subordinada al PP, el tono altisonante de Pablo Iglesias, las proclamas de ERC... forman parte de una campaña electoral que no cesa. El PSOE necesita quitarse presión de encima y ya comienza a hablar de mayoría alternativa. Pedro Sánchez estuvo ayer en Galicia. Rajoy dará un gran mitin en Pontevedra la semana que viene. El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero lanzó un dardo a Sánchez desde Valencia: “Pactar no es traicionar”.
Elecciones en Galicia y Euskadi y un septiembre de alto voltaje político en Catalunya. España en suspenso, pendiente del torneo de las tres naciones, por decirlo con una palabra que no entra en contradicción con el artículo 2 de la Constitución.
Rajoy se lo juega todo en Galicia
Mariano Rajoy quiere un arrollador triunfo del Partido Popular en Galicia el próximo 25 de septiembre que disipe cualquier duda sobre su liderazgo. Nadie en su partido le cuestiona, pero nada mejor que una contundente victoria en Galicia para frenar la maniobra formulada por Felipe González y en parte secundada por Albert Rivera: “Que el PP proponga otro candidato”.Rajoy quiere martillear al PSOE en Galicia. Una mayoría contundente para dejar a Pedro Sánchez noqueado y a merced de los dirigentes territoriales socialistas. Una mayoría absoluta sin discusión para obtener la abstención del PSOE, o para abrir camino hacia unas victoriosas terceras elecciones generales en diciembre. Galicia como símbolo de la capacidad de recuperación electoral de la derecha. ¡Santiago y cierra España!
No es la primera vez que Rajoy recurre a su tierra en un momento de grave dificultad política. En el 2008-09, cuando estaban en curso diversas maniobras de la derecha madrileña para relevarle como jefe de la oposición, se puso al frente de la campaña electoral gallega, pueblo a pueblo, y el PP consiguió recuperar la presidencia de la Xunta de Galicia, perdida en el 2005. Aquel triunfo salvó su carrera política.
Ahora quiere repetir la operación Galicia, jugando con mayor ventaja. Ya no se trata de reconquistar la Xunta. El objetivo es mantenerla, y para ello es necesario que el Partido Popular gallego revalide la mayoría absoluta, fijada en 38 escaños. El PP cuenta en estos momentos con 41 diputados en el Parlamento de Santiago. Para ser desplazado por una alianza de las izquierdas, debería perder cuatro escaños. No es fácil que ocurra, pese al evidente desgaste del partido gubernamental.
Alberto Núñez Feijóo, actual presidente de la Xunta, es un político fuerte. Sus principales rivales son el juez Luis Villares, que encabeza En Marea (alianza de nacionalistas de izquierda con Podemos), y el economista Xoaquín Fernández Leiceaga, nuevo jefe de los socialistas gallegos. El PSdG-PSOE corre el riesgo de quedar en tercera posición.
Euskadi y la ‘nueva’ izquierda
Las elecciones en Euskadi presentan una novedad. El esquema de casi siempre puede que se esté agotando. (Esquema: la izquierda nacionalista, próxima política y sentimentalmente a ETA; los dos principales partidos de ámbito general –PSOE y PP–, y en medio, el veterano y pétreo PNV, ora cerca de la izquierda abertzale, ora cerca de los socialistas, ora negociando con el PP, ejerciendo el poder de manera natural).
Hay dos novedades importantes. La primera es fundamental: ETA ha desaparecido. Aún no se ha disuelto, pero se halla neutralizada. No hay terrorismo. No hay violencia. La otra novedad es la aparición de un nuevo partido de izquierda sin antiguos vínculos con ETA. Ese partido es Podemos y ha ganado las dos últimas elecciones generales en el País Vasco. Podemos a secas. Sin confluencias. Sin otro nombre.
Es casi imposible que también ganen las elecciones del 25 de septiembre, pero han sorprendido a todos con una candidata con fuerza, la odontóloga Pilar Zabala, hermana de Ignacio Zabala, militante de ETA secuestrado, torturado y asesinado por los GAL en 1983. En el País Vasco y Navarra, Unidos Podemos –que apenas retrocedió el 26-J– atrae votos de izquierda de distinta filiación y ofrece albergue a los abertzales que quieren desentenderse totalmente de ETA. Arnaldo Otegi no puede hacer lo mismo con Bildu. No puede.
Podemos y Bildu se van a disputar la segunda plaza y podrían empujar al PSE-PSOE al cuarto puesto, dando lugar a un Parlamento más fragmentado que el actual. Estos últimos cuatro años, el PNV (27 escaños sobre 75) ha gobernado con acuerdos preferentes con los socialistas (16 escaños). Si los socialistas bajan, el PNV puede necesitar un tercer socio parlamentario. Podría ser el PP vasco. Ese es el bingo que está esperando Rajoy. Entonces sería posible negociar la investidura con los de Sabin Etxea.
El PNV está muy incómodo con estas especulaciones, porque la campaña electoral vasca se va a jugar por la banda izquierda. Su no a Rajoy ha sido rotundo. Tenía que oírse en Bilbao.
Catalunya, conflicto y alimento
En Catalunya no hay elecciones el 25 de septiembre, pero su situación política es más decisiva para el devenir político de España que los comicios de Galicia y el País Vasco. Las elecciones catalanas se celebraron hace un año, el 27 de septiembre del 2015. Ganó la coalición independentista Junts pel Sí (CDC, ERC e independientes) sin alcanzar la mitad de los votos ni la mayoría absoluta de los escaños. La mayoría independentista en el Parlament depende de los 10 escaños de la Candidatura d’Unitat Popular, agrupación que se sitúa claramente a la izquierda de Podemos. Como es sabido, la CUP forzó la retirada de Artur Mas. Un precio que CDC jamás había pagado.Agobiado por las presiones de los cuperos, el presidente Carles Puigdemont fijó para el próximo 28 de septiembre la votación de una moción de confianza a la que quiere vincular la aprobación de los presupuestos del 2017.
Una parte de la población cree que la independencia es inminente. Otra parte lo teme. Otra no se lo cree y a otra le resulta algo indiferente. El programa de Junts pel Sí está pensado para conducir el país a las puertas de la independencia. Puigdemont está dispuesto a cumplirlo y ese hombre no es un comediante. La ruta de colisión de la Generalitat con el Estado no es una ficción. Estamos hablando del principal problema político de España.
Ese es el plano más visible. Por debajo hay otro: la pugna interna. La recomposición del mapa político catalán, el reajuste de las relaciones de poder en la sociedad y un denso, intenso e insomne combate de judo entre CDC y ERC por el papel de partido guía. En estos momentos, la ex-CDC está perdiendo. Diez partidos en el Parlament, como en la Kneset israelí. Reconfiguración de la izquierda, con entrada en escena de los comunes de Ada Colau, que quiere ser aliada de Podemos en pie de igualdad.
El septiembre catalán será de alto voltaje y sus chispazos le irán de maravilla al PP. ¡Santiago y cierra España!
Fuente: La Vanguardia
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