lunes, 21 de diciembre de 2015

Hola, España

 
Vale tetrapartidismo como animal de compañía. Estoy curioso por saber cómo se van a apañar estos cuatro señores para no tener que convocar nuevas eleciones dentro de tres meses.Y esperanzado. Quizá el guirigay que va a ser el nuevo congreso de los diputados nos enseñe a dialogar a los españoles, como no se han cansado de insinuar en campaña Pablo y Albert, o sea, los chicos del coro disidente. La cosa va a estar divertida.
Este país es muy paradójico. Quizá aquí solo se pueda encontrar el consenso en este polícromo disenso en que nos hemos convertido. Situación parecida ya se vio en el último gobierno de la II República, cuando el PSOE colectó el 20,9% de los votos, la CEDA el 18,6, el IR de Azaña el 18,4 y el UR de Martínez Barrio el 7,8. He de reconocer que aquello no acabó muy bien, pero son otros tiempos.
Retomando a Azaña, personaje tan zarandeado por arrumacos de derecha e izquierda (hasta Federico Jiménez Losantos le dedicó un libro), “con la realidad española, que es materia de legislación, ocurre algo semejante a lo que pasa con el lenguaje; el idioma es antes que la gramática y la filología y los españoles nunca nos hemos quedado mudos a lo largo de nuestra historia, esperando a que vengan a decirnos cuál sea el modo correcto de hablar o cuál es nuestro genio idiomático”.
Nuestro genio idiomático es el grito de Münch, la discusión de verduleras, la sordera voluntaria y el autismo ideológico, por eso este paseo por la diversidad, confío, nos va a venir muy bien. La situación recuerda a esas películas apocalípticas en las que, tras un desastre nuclear, quedan vivos solo cuatro o cinco seres humanos dispares, aparentemente irreconciliables, que poco a poco van tomando conciencia de que se deben entender para sacar el futuro adelante. No sé si me estaré pasando de optimista, pero no es actitud demasiado insana para el día en que toca ir a votar.
Situación parecida, en miniatura, ya la vivimos cuando PSOE y PP se vieron obligados a pactar con nacionalistas vascos y catalanes. Quizá fueron los gobiernos más moderados y razonables que hemos gozado en esta democracia. Hasta el inflexible José María Aznar, con aquel grano en el antifonario, se vio impelido a decir aquello de que iniciaba conversaciones con “interlocutores del entorno del denominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco”. Fue aquel un pequeño paso para la historia de la oratoria pero un gran paso para la paz. Pues el hecho de pactar hipócritamente y a contracorazón no desvirtúa jamás el valor del pacto (después Aznar, ya con mayoría absoluta, la cagaría, por supuesto).
Lo cual que a este país, mañana, no lo va a reconocer ni la madre que lo parió, que diría Alfonso Guerra, y eso, tal y como éramos, es magnífico. Ojalá estos cuatro años entren en la historia con el apelativo de “la legislatura del diálogo”. Ya he dicho que hoy ando enfermizamente optimista. Me voy a dormir, a ver si nunca despierto de este extraño sueño.

Aníbal Malvar


Fuente: Público.es

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