No sé cómo ha podido pasar, por mucho que lo pienso no soy capaz de comprenderlo. No llego a entender cómo pude haber visto en el pasado este tipo de debates y dar credibilidad a alguno de los contendientes, es un poco como ver esos peinados y trajes que hace veinte años todos envidiaban y hoy cualquiera borraría de su pasado si pudiera.Tal vez es el tiempo el que ha colocado en su sitio, poco a poco, a personajes terriblemente siniestros como Felipe González, José María Aznar o José Luís Rodríguez Zapatero. Y eso por hablar de políticos y no pensar en figuras como la de Juan Carlos, exrey, rey emérito o lo que sea, al que la televisión elevó a la categoría de héroe nacional y salvador de la democracia, quedando hoy en lo que ha quedado… Efectivamente, personajes a los que nadie se quiere parecer (espero).
Hoy las televisiones han intentado perpetrar otro truco de magia antidemocrático intentando salvar al bipartidismo, pero el debate se ha enmarcado en el esperpento del “y tú más”, con dos políticos nerviosos y desencajados. Dos mentirosos intentando afirmar que el mentiroso es el otro, dos dirigentes de dos partidos corruptos intentado hacer creer que ellos no son corruptos pero el otro sí. “Y tú más”.
Ha sido inevitable ver a Pedro Sánchez como un José Luís Rodríguez Zapatero, más guapo y divino pero mucho más torpe. Al ver a Mariano Rajoy ni siquiera hemos podido ver a un José María Aznar más guapo ni más divino, ni desde luego, más inteligente. Si un debate entre José María Aznar y José Luís Rodríguez Zapatero difícilmente nos habría vuelto a engañar, escuchar a dos versiones mucho más acartonadas y menos capacitadas ha terminado por convertir el debate en un fiasco absoluto.
Puede ser que no haya ayudado verles leer, recurrir a las retorcidas estadísticas que siempre les dan la razón a ambos y a todas esas frases y silencios que tantas veces hemos escuchado y que han presagiado incumplimientos electorales o engaños burdos. Tampoco esos insultos y reproches, que parecen peleas más propias de matones que intentan escapar del cubo de la basura de la corrupción en el que ambos se encuentran que de esos hombres de estado y altas miras que se supone que son (o que alguien quiso algún día que creyéramos que son).
De nuevo silencio sobre las Fuerzas Armadas en un debate electoral. Nada sobre independizar la justicia militar, ni la necesidad de externalizar los órganos de control, ni derechos y libertades para los militares, ni finalizar la precariedad laboral o terminar con las compras innecesarias como submarinos que no flotan (S80), aviones que no vuelan (A400M) y matan a nuestros militares o carros de combate (Leopard) que solo nos sirven para los desfiles. Se trata de un silencio mediático infame, un tabú que le cuesta a los ciudadanos 40.000 millones de euros en armas que no se necesitan y un presupuesto de defensa encubierto hasta el extremo de estar escondido entre un 50 y un 75% del mismo, según las diferentes fuentes. Una gran estafa con muchos cómplices, incluidos los dos que se sentaban esta noche.
Creo que en parte es eso y en parte es todo, es que ya les conocemos, conocemos su pasado y por ello también su futuro. Están atrapados por sus antecesores, son iguales que los que se sentaron en el mismo asiento, con los mismos asesores y las mismas estrategias y terminaron en las mismas grandes empresas, directa o indirectamente, y con las mismas biografías repletas de “x” e incógnitas. Son los mismos y son lo mismo, hablan en el mismo lenguaje, mienten de la misma manera, usan los mismos trajes gastados y los mismos trucos baratos de trilero.
Debate rancio, política vieja y los engaños de siempre.
Fin de la cita.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra y autor de las novelas “Código rojo” (2015) y “Un paso al frente” (2014).
Fuente: Público.es
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