lunes, 21 de diciembre de 2015

Portugal: Una tarde tranquila en el palacio de San Bento


 
 
Francisco Louça

La semana ha transcurrido bien para el gobierno. Incluso con la caída de las acciones de Banif, lo que siempre sería señal para tocar a rebato, António Costa se ha beneficiado del maná del cielo.
El primer regalo fue la descompresión de la derecha. Falso por completo, el griterío de la derecha terminó como tenía que acabar, con el rabo entre las piernas. El gobierno es ilegítimo, ocupa un lugar que es mío, ganamos las elecciones que perdimos y perdimos el parlamento que ganamos, toda la farsa de argumentos de  Passos Coelho y Paulo Portas era simple resentimiento y todo el teatro chocó contra un muro de indiferencia. El país se dio cuenta incluso que sólo Marco António Costa se excitaba con ese tórrido asunto que fue el golpe de Estado. La charlatanería se hizo muda tras una gran algarabía.
Por tanto, el asunto acabó de la peor forma: para hacer olvidar su griterío (como diría cierto profeta liberal) retornaron a su sano juicio como si fuera con ellos. Necesitan que se note el giro para hacer olvidar el frenesí, pero enfatizar el giro es condenar la estupidez de su propio comportamiento. Todo prejuicios.
El segundo regalo fue la previsibilidad. Paulo Portas, como siempre excelente en su fraseología vacía, parecía el presentador de circo de invierno, vestido de satén rojo y repitiendo el número del año pasado. Anunció un apocalipsis de huelgas, que llevarán al "suicidio económico" de Portugal, una conspiración sindical salvaje, un susto, pero parece que nadie le aviso que a la gente sólo le preocupa por el momento sus compras de Navidad y no ven razón alguna para esa alarma. Lo peor para un político es la indiferencia y se la tiene merecida.
El tercer regalo fue el aumento de los ingresos, comenzando por los más sacrificados. El gobierno, que cede poco en los impuestos y las pensiones, tiene sin embargo muchas cosas buenas que anunciar. De hecho, esto es lo que ha relajado la política portuguesa: un pequeño cambio en la distribución del ingreso y la orientación de las decisiones e el marco de una limitaciones peligrosas. También en este caso, Costa puede estar tranquilo. Hasta ahora las tácticas de negociación del PCP, que yo no entiendo, resultaron útiles: un pequeño pulso para una rápida concesión predecible, lo que subraya hasta que punto las conquistas sociales son importantes y aprobables por quienes exigen una política de izquierdas.
El cuarto regalo era que sólo la izquierda planteó problemas difíciles. Esto demuestra que el Parlamento va a ser complicado, que discutirá, controlará al gobierno, que harán falta negociaciones. Esta es por ahora la mejor noticia para Costa, porque refuerza la naturalización de su acuerdo con el Bloco y el PCP. Todo normal.
Los problemas, esos se han quedado todos encima (y debajo) de la mesa. Banif fue empujado al acantilado por una maniobra extraña, pero la culpa es del gobierno anterior y del gobernador del Banco de Portugal, que conocía y ocultó los problemas por lo que atravesaba Banif porque había elecciones. El Novo Banco es totalmente un asunto passista y portista. El déficit exacto es un legado de la administración anterior, que sólo perjudicó las cuentas en el apresuramiento de las últimas semanas. La venta de TAP fue un negocio Sérgio Monteiro. El PSD y el CDS siguen insistiendo en reducir al mínimo el recargo del IRPF. Todo a cuenta del pasado, con nombres y rostros a los que atribuir las desgracias.
Si todas las semanas difíciles son así, lo mejor es que Passos y Portas se den cuenta cuanto antes que no habrá elecciones en verano y que están condenados a ser espectadores y no candidatos.
Francisco Louça
catedrático de economia de la Universidad de Lisboa, ex parlamentario y miembro del Bloco de Esquerda.
Fuente:
http://blogues.publico.pt/tudomenoseconomia/2015/12/17/uma-tarde-pacata-em-s-bento/
Traducción:
G. Buster Fuente: sinpermiso

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