No estoy yo muy seguro de que no sea Estados Unidos quien mande en España, dicho de menos burdo y simplón que el que yo expongo. Además, como se sabe, el poder económico domina al poder político en todo el mundo y consecuentemente en ‘nuestro` país. Ello levaría a que Catalunya deba olvidarse de su independencia, y a que la situación inevitable por exigida para la formación del Gobierno de España sea, será, la de una gran coalición entre el PP, – con García Margallo al frente y que sería bien visto tanto en Europa como en Estados Unidos -, Ciudadanos y el PSOE entrando de pleno y activamente en esa coalición. La soberanía nacional española reside en los Estados Unidos, que actuarán sutil pero implacablemente. Y que no quieren saber nada de Podemos, no solo por su potencial desestabilizador sino al que no perdonarán en ningún caso su colaboración con Venezuela.
Tal vez por eso, el Rey, conocedor de esta realidad, le ha dado la puntilla a Mariano Rajoy. Y no por un desliz o falta de experiencia, antes bien como venganza o devolución de pelota por la afrenta que le causó el Gobierno al impedirle que recibiera a la Presidenta del Parlament catalán, haciéndole quedar mal ante el pueblo catalán, con el que tiene interés especial en mantener buena relación.
Por tanto, y en contra de la opinión del Rey como ardid, no habrá nuevas elecciones generales. Nuestros políticos continuarán con el juego de sus negociaciones y tiras y aflojas, pero el futuro inmediato está marcado. El bipartidismo, ahora asociado, continuará con la complacencia de Estados Unidos y de Europa. Se podrán atenuar infamias, como la de la terrible desigualdad denunciada ayer por Oxfam Intermon, pero las estructuras básicas del capitalismo duro permanecerán. Ya no existe la barrera de contención que supuso el Muro de Berlín. España seguirá a flote braceando contra sus deseos de justicia social, y todos nos creeremos que somos autores de nuestro devenir. El Parlamento será una representación teatral honesta, con los diputados creyendo que son los representantes auténticos del pueblo. Y los ciudadanos creeremos que nuestros votos han servido para algo. Por favor, no confundan pesimismo con inevitabilidad. Porque, además, el capitalismo, y los Estados Unidos de América, amén de los servicios de inteligencia españoles, controlan y modulan nuestra capacidad de sufrimiento y rebelión. Si ésta aumenta hasta límites peligrosos o no deseables, ceden un poco hasta que nos volvemos a calmar. Y así es el vaivén de la democracia. ¿Será capaz Podemos y demás fuerzas emergentes de alterar esta relación de fuerzas?
Arturo González
Fuente: Público.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario