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viernes, 29 de enero de 2016
Las pensiones y los mitos “liberales”
Pedro Fresco
Colaborador de econoNuestra
Nuestros autoproclamados “liberales”, que entrecomillo para dejar claro que hablo de liberales económicos y no de quienes defienden los imprescindibles principios del liberalismo político, en su empeño por extender los principios del mercado sobre todas las facetas de la vida humana, llevan años intentando vender las bondades de los sistemas de pensiones de capitalización frente a los habituales sistemas públicos de reparto. Los sistemas de reparto, aducen, están destinados al colapso a causa del envejecimiento de la población mientras que los sistemas de capitalización son seguros, dan rentabilidades elevadísimas y acaban con el problema del envejecimiento poblacional.
Como suele pasar con los “liberales”, todos sus mitos están sostenidos en estudios económicos con altas dosis de cálculo que ofrecen el resultado que predeterminadamente buscan. Esta es una estrategia típica de propaganda, el vender como científica o técnica una idea política mediante un estudio que es matemáticamente correcto sabiendo que la inmensísima mayoría de sus posibles receptores no va a saber o no va a tener tiempo de analizar y por tanto rebatir. El estudio se convierte, para los receptores, en una prueba objetiva e incontrovertible que genera dogmas de Fe para quienes estaban predispuestos a la conclusión.
Mi consejo cuando nos encontremos ante algo así es que seamos suspicaces y lo enfrentemos a un análisis lógico. Cuando nos encontramos con estudios que dicen cosas como, por ejemplo, que la cerveza no engorda o que un determinado combustible es totalmente limpio, lo primero que debemos hacer es estar alerta: Si estos estudios maravillosos benefician claramente a un producto concreto, cuidado porque con casi toda probabilidad éste está pagado por quienes tienen intereses económicos implicados. Quizá no sea ciencia sino propaganda.
Ya sabéis lo que dice la frase, “estruja los números hasta que digan lo que tú quieres”. Los números se pueden “estrujar” en base a obviar lo que no interesa o fijar las condiciones de partida que son favorables al resultado buscado. Así que desgraciadamente si leéis que la cerveza no engorda, el azúcar no provoca caries o que vuestro coche no contamina, no os lo creáis y analizad muy bien el estudio, porque probablemente tiene trampa. Y si un estudio económico os dice que, de existir un sistema de capitalización privado en vez del público de reparto, un trabajador con un sueldo medio después de 40 años de trabajo tendría una pensión de 7.500€/mes, tampoco os lo creáis. Os están tomando el pelo.
Este es uno de los múltiples ejemplos de estudios que nos intentan contar las bondades de los sistemas de capitalización frente al “robo” de los sistemas de reparto. Según nos cuentan, de no existir las cotizaciones sociales y sí un sistema de pensiones capitalizado, un trabajador con un salario medio después de 40 años cobraría, solo de rentas, 7.500€/mes a poder adquisitivo actual (está ajustado con la inflación), manteniendo inamovible su capital ahorrado, 1.280.000€.
Por favor, pasad esto por el filtro de la lógica. Cuando ese trabajador muera esos 1,28 millones de euros irán a sus herederos, que pasarán a recibir también, si lo desean, esos 7.500€/mes. Quizá prefieran recibir menos para seguir incrementando el capital y así seguir manteniendo el poder adquisitivo de sus futuras rentas, pero como según el estudio la inflación es un 3% y la revalorización un 10%, podrían seguir recibiendo más de 5.000€ al mes incrementando su capital lo suficiente para incluso aumentar su poder adquisitivo. Como la población en un país como el nuestro no aumenta vamos a suponer que todos los herederos eventualmente recibirían una pensión/capital de sus progenitores.
Por favor decidme ¿Quién trabajaría por un “sueldo medio” (¿2.000€/mes?) si ha heredado una pensión vitalicia de 5.000€/mes? A la vuelta de 50 años ¿Viviríamos todos de rentas y dedicados al hedonismo? ¿Quién nos proveería de servicios? Creo que no hace falta que incida en la idea para que nos demos cuenta que nos encontramos ante un absurdo de proporciones mayúsculas, y que cualquier solución a esta situación inverosímil nos llevaría a un despropósito todavía mayor.
No hace falta siquiera incidir en el enorme número de fallos de partida y suposiciones extravagantes que tiene este estudio, la lógica lo destruye con una simple proyección a futuro. Creedme, si una pensión media con nuestro sistema (insostenible según ellos) es de 1.000€ mensuales, una pensión con un sistema distinto no pueden ser ni 7.500€, ni 5.000€ ni 2.500€ mensuales, tan solo la evidente desproporción nos indica que nos están tomando por tontos.
Obviamente no todos los “liberales” son tan fantasiosos y atrevidos, y a veces no existen estas desproporciones y no resulta tan fácil ver que nos están engañando, de hecho muchas veces lo que nos venden es una suave transición hacia sistemas capitalizados o incluso sistemas mixtos. Básicamente hay dos modelos que nos intentan vender, uno es el de capitalización pura cuyo referente en el mundo es el sistema chileno de pensiones, y el otro es un sistema mixto, siendo Suecia el ejemplo habitual al que recurren por ser un país modelo en nuestro imaginario colectivo.
El sistema chileno de pensiones fue probablemente el primer caso de cambio hacia un sistema de capitalización puro que se hizo en el mundo. Lo implantó la dictadura de Pinochet en 1980 y nos puede dar una imagen aproximada de qué futuro nos esperaría en caso de implantar un sistema parecido. El sistema de pensiones chileno obliga al trabajador a pagar el 10% de su salario a una AfP (Administradora de fondos de pensiones) de elección por el mismo, más un pequeño seguro de invalidez de algo más del 1%. La AfP invierte el dinero y, al final de la vida laboral, otorga una pensión vitalicia en función de lo capitalizado por el trabajador, no sin antes haber cobrado suculentas comisiones durante toda la vida laboral del cliente.
El argumento que nos dan los defensores del sistema es el siguiente: La rentabilidad acumulada de la AfP más antigua es del 8,5% sobre la inflación. Este 8,5% es mayor que el 7% del fantasioso estudio anterior, que recordemos nos daba una pensión de 7.500€ sólo de renta. Las pensiones en Chile deberían ser escandalosamente altas.
¿Cuáles han sido los resultados? Pues veamos algunos datos: A 1 de enero de 2014 la pensión media de jubilación en Chile fue de unos 200€, más o menos el 75% del salario mínimo de Chile. Por comparar: En España la pensión media es de 886€, el 136% del salario mínimo español, y si hablamos de la pensión media contributiva está en torno a los 1.000€ (más del 150% del SMI). Otro dato: El 70% de los chilenos de más de 55 años acumulan en sus cuentas de jubilación dinero para que la pensión media de este grupo sea de 145 €, así que va a ser muy difícil que superen la pensión media de la generación anterior. Ojo que hablamos del 70% inferior de los que cotizan a las AFP’s, no de desempleados ni gente de la economía informal.
Y más allá de los números analicemos de nuevo con lógica: En 2008 el gobierno Bachelet tuvo que crear el “aporte provisional solidario” para complementar las pensiones más bajas a cuenta del estado porque el sistema de las AfP’s era claramente insuficiente. Por otro lado Chile tiene la edad de retiro efectiva probablemente más alta de la OCDE, con 70 años cuando la edad de jubilación legal está entre 60 y 65 años, lo que indica que la gente no se puede jubilar con lo acumulado y tiene que trabajar más años. Y hablando de la OCDE, ésta indica que la tasa de reemplazo en Chile (porcentaje del salario original que se cobra como pensión) está 11 puntos por debajo de la media de la OCDE ¿A alguien se le ocurre que este sistema pueda ser un ejemplo?
Los “liberales” responden a estas evidencias diciendo que el problema de las pensiones chilenas no es el sistema en sí, sino que los salarios chilenos en los 80 eran muy bajos (y por tanto se cotizaba poco), y que la cotización en Chile es del 10% del salario mientras que en España las cotizaciones sociales son aproximadamente el 30%.
Aquí los “liberales” vuelven a jugar con el desconocimiento de la gente. La cotización en España es mucho mayor que ese 10%, es verdad, pero es que nuestra cotización no va destinada solo a las pensiones, de esa cotización también se paga cosas como el desempleo, la bajas laborales, las de maternidad, ciertos gastos sanitarios y otras muchas cosas, que no cubre ese 10% chileno. Además, se crea el equívoco de que esa cotización empresarial es parte del salario del trabajador y que se sumaría al mismo de no existir, cuando eso es falso y contraviene cualquier lógica salarial.
Respecto a lo de los bajos sueldos en los 80 más que una excusa me parece una muestra clara de la debilidad de este sistema. Y hay algo que no dicen: Ahora los sueldos son más altos, es verdad, pero las rentabilidades de los últimos años de las AFP’s son muy inferiores a las de los 15 primeros años del sistema.
El otro modelo que los capitalizadores más cautos suelen usar es el de Suecia. Según su relato, Suecia tuvo una gran crisis a mediados de los 90 de la que salió haciendo reformas y entre ellas las de las pensiones, pasando de un sistema de reparto a un sistema mixto con un importante ascendente de la capitalización. Las pensiones en Suecia son muy altas y, por tanto, la reforma es el camino a seguir. ¿Es este relato certero? Pues, como imaginaréis, no.
La reforma sueca es relativamente reciente (2001) por lo que su efecto en las pensiones no lo vamos a ver claramente hasta de aquí a unos años, pero lo que sí podemos hacer es negar que ese sistema mixto sea tan mixto como dicen. El sistema de pensiones sueco tiene tres pilares, dos contributivos y una no contributivo. De la parte contributiva basada en las cotizaciones sociales (pagadas a medias por empleado y empleador) un 85% va a un sistema de reparto parecido al de España pero con cuentas “nocionales” (cuentas personales ficticias, estimativas), en que los trabajadores tienen un porcentaje de participación de la “cuenta” estatal en función de lo cotizado, recibiendo pensión proporcionalmente a la participación. La diferencia con España está en que no hay una pensión máxima y que el sistema es autoajustable por parámetros como la esperanza de vida, etc.
El otro 15% de la cotización va a un fondo de pensiones privado, teniendo el estado uno público que se asigna por defecto y que es el que escoge la mayoría de ciudadanos. Finalmente hay un pilar no contributivo, por el que cualquier persona que no llegue a la pensión mínima del sistema (900€) recibirá la diferencia a cuenta del estado con el único requisito de haber residido en el país durante al menos 40 años. Pero hay más: Durante las largas bajas por cuidados de niños pequeños, desempleo, etc. el estado aporta al sistema de reparto, y además hay complementos a las pensiones por ayudas a vivienda, transporte, etc.
Vamos, que el sistema sueco más que un sistema mixto es un sistema donde la pensión no contributiva básica casi triplica la española, donde el 85% de las cotizaciones van a un sistema de reparto y donde solo un 15% de la cotización va a un sistema de pensiones privado que, además, suele estar gestionado por el estado. Es un sistema mixto muy poco mixto, la verdad.
¿Por qué defienden los “liberales” este sistema? Porque en realidad no lo defienden. Lo que defienden es una apertura a la capitalización, que parte de las cotizaciones vayan a un plan de pensiones privado. Venden la moto del sistema sueco como si fuese un sistema semi-privatizado cuando su parte de capitalización es ínfima y, en cambio, su sistema de protección no contributivo es muy potente. El gasto público en Suecia es del 52%, frente al 44% de España que les parece elevadísimo. No os dejéis liar.
La privatización de las pensiones no es una buena idea ni supone una mejora en ningún aspecto relevante, lo que supone es un gran negocio y la introducción del dinero de los impuestos en el ciclo de la bolsa y de la economía financiarizada. Que no os manipulen con grandes cifras, los sistemas de capitalización son grosso modo como los sistemas de pensiones privados y, según estudio del IESE Business School sobre la rentabilidad de los planes de pensiones en España entre 1999 y 2014, solo el 1,5% de los fondos de pensiones superaron la rentabilidad de los bonos del estado a 15 años y casi el 16% han dado una rentabilidad ¡Negativa! Y esto es gracias a la subida de la bolsa estos últimos tres años, porque el estudio en 2011 concluía que el 36% de los fondos tenía rentabilidad negativa.
Los “liberales” dirán que la culpa es de las comisiones, o si no de los malos gestores, o si no de cualquier otra cosa menos de su sistema, pero no, la culpa es del sistema que ellos proponen, que es inestable, inseguro, desigual y basado en la propaganda. Que no os engañen.
Fuente: Público.es
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