Se acaba la Navidad y llega la
realidad. Muchos españoles descubren que lo que creían ilusión ahora se
llama recesión, aunque algunos tal vez lo confundan con depresión. No se
preocupe, tampoco los economistas han sido capaces de ponerse de
acuerdo en la diferencia entre depresión y recesión económica. Tan sólo
coinciden, la mayoría, en que una depresión económica es más grave o
severa que una recesión. Ante tanto desconcierto el economista John
Kenneth Galbraith lo explicó a un periodista: “Cuando su vecino pierde
el empleo eso es recesión, cuando lo pierde usted eso es depresión”.
Hemos pasado de la euforia de unas
elecciones que nos dejaron, fugazmente, sabor a cambio a empezar a
sentir un cierto amargor al comenzar a vislumbrar cierta, por no decir
mucha, incoherencia por parte de los líderes de las formaciones que
conforman el arco parlamentario.
En campaña prometieron no traspasar lo
que llamaron “líneas rojas” y ahora no sólo el color empieza a
desvanecerse sino que las “líneas” aparecen algo “retorcidas”.
Incoherencias que nos recuerdan a algunas ya inmersas en la historia
como la de Arnold Schwarzenegger que en la campaña electoral, para
gobernador de California, en 2003 dijo “creo que el matrimonio gay
debería ser entre un hombre y una mujer” o como el comentarista
deportivo de la BBC, John Motson, que retransmitiendo un partido dijo
“para aquellos que están viendo el partido en blanco y negro, los Spurs
van de amarillo”.
Bucear en la hemeroteca y comparar los
alegatos electorales con lo que ahora exponen es todo un ejercicio de
malavarismo dialéctico y retorcimiento ideológico. Acróbatas de
palabras, embaucadores de votantes. Como dijo George Santayana “aquellos
que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo” y es que en
2011 Rajoy también hablaba de “líneas rojas” donde jamás “metería la
tijera” como en Educación y Sanidad donde tras obtener mayoría absoluta
realizó un recorte de 10.000 millones de euros. Podríamos dar muchos más
ejemplos de esas “líneas rojas” que prometió no pasar.
La historia parece repetirse. Ha habido
una orientación mayoritaria del electorado hacia la izquierda pero dada
la fragmentación política no se ha convertido en una mayoría neta y
concluyente de escaños. Llega, por tanto, el momento del consenso y
percibimos escoramientos dignos de un contorsionista.
Antes del 13 de enero, fecha elegida para
constituir el nuevo Parlamento, deberían quedar claras y nítidas las
“líneas rojas”. SOCIALISTAS aboga y demanda la inmediata derogación de
las reformas laborales efectuadas por Zapatero en 2010 y por Rajoy en
2012, así como la derogación de las leyes conocidas por la ciudadanía
como “mordaza” y “del punto final” instauradas bajo la legislatura
dictatorial del Partido Popular; efectuar una reforma fiscal que grave
las rentas del capital más que las rentas del trabajo e instaurar los
recursos suficientes para reducir el fraude fiscal, figuras como las
SICAVs o las ETVEs no deben tener un gravamen mínimo o exención cuando
favorecen la evasión y la elusión de impuestos; restituir los servicios
públicos privatizados y externalizados, apostamos por servicios públicos
universales, gratuitos y de calidad y la nacionalización de sectores
estratégicos como el energético.
Éstos podrían ser unas primeras líneas
rojas que constituyan un nexo de unión para el consenso democrático que
devuelva la ilusión a los votantes que anhelan cambios. SOCIALISTAS
demanda a los actores políticos honestidad, compromiso social y humildad
para conseguir ilusionar a un pueblo masacrado por la pérdida de
derechos y hastiado por la “clase política”.
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