lunes, 14 de noviembre de 2016

Malos tiempos para Susana Díaz

Malos tiempos para Susana DíazEl nombramiento de Juan Ignacio Zoido como ministro del Interior supuso un primer revés para la presidenta andaluza Susana Díaz (Angeles Rodenas / EFE)

Su estrategia de dejar pasar el tiempo mientras se calman las aguas y optar a liderar el PSOE empieza a parecer equivocada



ADOLFO S. RUIZ, Sevilla

La táctica de Susana Díaz de dejar correr el tiempo a la espera de lanzar su candidatura para gobernar el PSOE puede no ser tan buena como ella esperaba. De hecho, las noticias adversas para la baronesa socialista se han acumulado durante la pasada semana, y lo que en principio parecía un agradable paseo por la alfombra roja del socialismo andaluz va camino de convertirse en un campo de minas, en el que va a necesitar toda su habilidad para salir indemne.

El nombramiento de Juan Ignacio Zoido como ministro del Interior supuso un primer revés para la presidenta andaluza. Las relaciones entre Díaz y Zoido alcanzan los límites de una enemistad profunda. El papel del hoy ministro de Mariano Rajoy fue determinante para que la juez Mercedes Alaya iniciase y profundizase en el escándalo de los ERE, el tema cuya sombra siempre persigue a la presidenta andaluza a pesar de sus intentos por quitársela de encima.

Juan Ignacio Zoido y la magistrada que más sabe de los ERE, Mercedes Alaya, son uña y carne, pero aún así esto no es lo peor para Díaz. Zoido está en el Gobierno no como cuota andaluza sino como cuota de María Dolores de Cospedal. Y tener a la volcánica secretaria general del PP como enemiga no es plato de buen gusto. A Susana Díaz le inquieta, y mucho, que De Cospedal haya colocado a su alfil al mando de la Policía y la Guardia Civil. A ese mismo Zoido al que la andaluza ha llamado en más de una ocasión el pequeño Nicolás sevillano.

Tampoco las noticias que provienen de su propio partido son balsámicas para la baronesa. A cuerno quemado le supo que varios militantes socialistas presentaran contra ella, Javier Fernández, Mario Jiménez y Antonio Hernando, una querella por un presunto delito de coacciones a los diputados del PSOE en la votación de la investidura de Mariano Rajoy. Una querella admitida a trámite.

Verse envuelta en una cuestión judicial es algo que acelera la tensión arterial de la presidenta, más aún tras la amarga experiencia de sus más inmediatos predecesores en el cargo. Aunque en el entorno de la mandataria andaluza se da por seguro que la denuncia no va a prosperar, sólo el hecho de ver mezclado su nombre en un pleito judicial no es plato de buen gusto para Susana Díaz. Malas noticias porque se demuestra que, al menos de momento, los partidarios de Pedro Sánchez no van a aflojar el cerco sobre el nuevo PSOE, ni van a dar opciones al olvido.

También se acumulan los problemas en el gobierno de la comunidad andaluza. Problemas que le han estallado en los últimos días y, además, donde más le duele: en la situación de la sanidad andaluza, defendida por Susana Díaz en numerosas ocasiones como “la joya de la corona”. Los ciudadanos de Granada se han levantado en dos ocasiones para protestar contra los planes sanitarios de la Junta para la ciudad, que pasan por una fusión hospitalaria ampliamente rechazada. Dos manifestaciones que con pocos días de intervalo han reunido a más 60.000 personas en las calles, algo nunca visto en las calles granadinas, al menos en las últimas décadas.

Y lo que más duele a Díaz es que el movimiento no viene capitalizado por el PP, aunque los conservadores han intentado manipularlo en su favor, sino que nace, crece y se desarrolla en movimientos de protesta que surgen desde abajo, ya sea de los profesionales o los propios ciudadanos. Y el mismo fenómeno que en Granada está dando sus primeros pasos en Huelva o Málaga, donde se quejan de que el Servicio Andaluz de Salud les mantiene a la cola en las listas de espera y se sienten infradotadas de personal sanitario e infraestructuras hospitalarias.

Fuente: La Vanguardia

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