Pakistán: la vulnerabilidad de las minorías religiosas |
Julien Bouissou
Como cada domingo de Pascua, los cristianos en Lahore, la segunda ciudad más grande de Pakistán, se reunieron por la tarde en el gran parque de Gulshan-e-Iqba, al final de la misa, el domingo, 27 de marzo. Fue entonces cuando un atacante suicida se inmoló cerca de un terreno de juego, dejando al menos 72 muertos y 300 heridos, la mayoría mujeres y niños. Horas más tarde, un portavoz de la facción talibán Jamaat-ul-Ahrar se atribuyó la responsabilidad del ataque, afirmando que "estaba dirigido contra los cristianos".
La segunda minoría religiosa del país después de la hindú, representa sólo el 1,5% de la población de Pakistán, que tiene casi 200 millones de habitantes. Los cristianos, conversos hindúes de casta baja en el siglo XIX, durante la colonización británica, son despreciados y a menudo marginados a pequeños trabajos degradantes. Pero dada la importancia que confieren a la educación, algunos de ellos, sin embargo, han llegado al entorno empresarial, especialmente en Karachi. Los ataques dirigidos contra ellos han proliferado en los últimos años - al igual que contra otras minorías religiosas.
En 2013, ochenta personas en un barrio cristiano en Lahore murieron en los disturbios provocados por rumores de que un miembro de la comunidad cristiana había insultado a los musulmanes. Cien feligreses murieron unos meses más tarde, en agosto de 2013, en un ataque suicida llevado a cabo en Peshawar. Dos años más tarde, en marzo de 2015, catorce cristianos fueron asesinados y setenta heridos en otros ataques suicidas en dos iglesias en Lahore.
Si los cristianos son, con los musulmanes chiítas, las principales víctimas de estos ataques, otras minorías como los sijs o los hindúes sufren conversiones forzadas al Islam. Los ahmadíes, que pertenecen a una rama del Islam nacida en 1889 y que no son reconocidos como musulmanes por el Estado paquistaní, son asesinados regularmente.
Las minorías religiosas objetivo de los talibanes
"Tenemos que llevar ante la justicia a los asesinos de nuestros hermanos, hermanas y niños inocentes y nunca permitiremos que estos salvajes inhumanos opriman nuestras vidas y nuestra libertad", respondió Asim Bajwa, un portavoz del ejército paquistaní, en Twitter, un día después del ataque del domingo. También se declararon tres días de duelo nacional. Pero a pesar de las declaraciones de altos funcionarios paquistaníes, las minorías religiosas nunca han sido tan vulnerables. Son las primeras víctimas del crecimiento del movimiento de los talibanes paquistaníes (Tehrik-i-Taliban Pakistan, TTP), cuya facción rival Jamaat-ul-Ahrar, nacida de una escisión en agosto de 2014, pretende afirmarse mediante la realización de ataques terroristas como el del 27 de marzo. "Si analizamos la historia del movimiento talibán en Pakistán y su manera de llevar a cabo los ataques, el atentado del domingo es una continuación de su estrategia contra las minorías religiosas", dice Samir Patil, investigador de la Fundación "Gateway House", con sede en Bombay.
A diferencia de las instalaciones militares o policiales, las minorías religiosas son un blanco fácil, además porque los responsables y los autores raras veces acaban siendo procesados o condenados. "En los tribunales civiles, donde se juzgan la mayoría de los casos, los activistas pueden intimidar a los jueces y abogados, y los autores de los ataques a menudo son liberados bajo fianza", señala el informe de la Comisión para la libertad religiosa en todo el mundo de los EE UU (USCIRF), publicado en 2015. "A diferencia de los gobiernos anteriores, el primer ministro Sharif ha disminuido la presencia de las minorías religiosas en posiciones de influencia", añade el mismo informe.
La borrosa y ambigua ley anti-blasfemia
Desde su llegada al poder en junio de 2013, a pesar de la presión internacional, el primer ministro, Nawaz Sharif, no se ha atrevido a abolir la ley sobre la blasfemia, aprobada en 1986 bajo la dictadura de Muhammad Zia ul-Haq, por miedo a la reacción popular. Esta ley es tan vaga y ambigua que cualquier persona puede fácilmente ser acusada de blasfemia, un crimen castigado con la muerte o la cadena perpetua. Es causa de más de un centenar de acusaciones cada año.
El día del ataque suicida en Lahore, un domingo, miles de manifestantes marcharon por las calles de Islamabad para protestar contra la ejecución en la horca hacía cuarenta días, de Mumtaz Qadri, el asesino del ex gobernador de Punjab, Salman Taseer, que se había atrevido a defender a la cristiana Asia Bibi, condenada a muerte por criticar al profeta Mahoma, criticando la ley sobre la blasfemia. Shahbaz Bhatti, ministro de las Minorías, fue asesinado el mismo año por defender públicamente a las víctimas cristianos de los disturbios y haber criticado la ley.
Con este ataque, la responsabilidad del primer ministro en la defensa de las minorías religiosas es directamente desafiada. Porque es en Lahore, capital de la provincia de Punjab, gobernada por su hermano Shahbaz Sharif, donde Nawaz Sharif cuenta con un apoyo más amplio. "Estamos enviando este mensaje al primer ministro Nawaz Sharif, para decirle que estamos en Lahore. Él puede hacer lo que quiera, pero no nos detendrá. Nuestros suicidas continuarán con este tipo de ataques", dijo el lunes Ehsanullah Ehsan, el portavoz de la facción Jamaat-ul-Ahrar.
Otro ataque de la extrema derecha islamista contra los cristianos y la democracia
Haryali ko aankhen tarsen bagiya lahoo luhan
Pyar ke geet sunaoon kis ko shehar hue weeran
Bagiya lahoo luhan
– Habib Jalib
En los últimos años, el Partido de los Trabajadores Awami ha lamentado y condenado muchos ataques. Hoy en día, con el corazón roto, condenamos otro más.
Ayer, más de 72 mujeres, niños y hombres murieron, y más de 200 personas fueron heridas, en un ataque suicida en el parque de Gulshan-e-Bagh de Lahore. En una ciudad y un país donde los ricos pueden permitirse el lujo de seguridad privada para proteger a sus familias - que no tienen que dejar la comodidad de sus hogares protegidos para hacer picnic el domingo - Gulshan-e-Bagh era un jardín para el resto de nosotros. Era el lugar donde quienes no nos no podemos permitir el lujo de seguridad privada podíamos llevar a nuestras familias obreras y de clase media – a nuestros hijos, a nuestras parejas, a nuestros padres y a nuestros abuelos – para reír y amar al aire libre. Ayer por la noche, nuestras hijas e hijos murieron, y muchos de nuestros seres queridos han quedado mutilados por vida. No hay palabras para la terrible pérdida de aquellos que ya no tienen un padre o una madre, una hermana o un hermano, una hija o un hijo. Nuestros corazones sangran por los muertos y los heridos. El PML-N (Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz, el partido en el gobierno del primer ministro Nawaz Sharif) debe darse cuenta del hecho de que este fuego también se extenderá al PML-N de Lahore.
El Partido de los Trabajadores Awami llama a la unidad de todos los que están en estado de shock y condenan este ataque. Esta unidad es tanto más importante porque más de 20.000 hombres, influidos por la política de la extrema derecha islamista, han caído sobre la capital, con reivindicaciones que amenazan con cambiar nuestras vidas y las vidas de los que amamos para siempre. Nos quieren imponer la ley islámica; aplicar con todo rigor la ley sobre la blasfemia; colgar a Asia Bibi y otros acusados de blasfemia; depurar a los musulmanes ahmadi y a los laicos de la administración del estado; y mucho, mucho más.
Hemos ignorado durante décadas como el estado y los militares han fomentado las fuerzas islamistas para servir a sus fines personales y políticos tanto interna como externamente. Hemos mirado a otro lado cuando el estado y el ejército han culpado constantemente a las "potencias extranjeras" - ya sean RAW (la Agencia de Inteligencia de la India), la CIA o el MOSSAD - y dirigido las armas contra nuestro propio pueblo, culpando de los problemas que ellos creaban a los pobres y los débiles - ya se trate de los pastunes, los baluchis, los sindhi, los punjabi, los siraiki, u otros. El Estado y el ejército van a utilizar este ataque como excusa para alimentar aún más el ciclo de la violencia, pretendiendo que no tienen nada que ver con las fuerzas islamistas que han creado y alimentado durante tantos años. Este será su error. No podemos permitir que la institución militar, sus fuerzas paramilitares y los partidos de la extrema derecha decidan y apliquen que hacer en relación a la seguridad de nuestros seres queridos, y de las masas en general. Es hora de forjar una nueva narrativa de paz e igualdad radical de las ruinas de nuestro violento pasado.
Todas las fuerzas progresistas, democráticas y laicas deben estar unidas, bajo la bandera radical de la paz, la justicia y la igualdad para todos.
Partido de los Trabajadores Awami
Julien Bouissou
Periodista, corresponsal del diario francés Le Monde en Nueva Delhi, India.
Partido de los Trabajadores Awami de Pakistán
El AWP fue fundado en 2012 tras la fusión del Partido Laborista, el Partido Awami y el Partido Obrero. Es la principal organización de la izquierda alternativa pakistaní.
Fuente original:
http://www.lemonde.fr/asie-pacifique/article/2016/03/28/au-pakistan-la-vulnerabilite-des-minorites-religieuses_4891379_3216.html
Traducción: Enrique García
Fuente: Sin Permiso
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