jueves, 7 de abril de 2016

Arde París



Aparte de los miles de refugiados varados en barro de nadie, la noticia más importante que sacude estos días Europa es la protesta ciudadana que ha llenado de insomnio la noche parisina durante siete días seguidos, esas asambleas que prometen alargarse durante varias noches más y que ya se han extendido a Lille, a Lyon, a Tolouse y a Bruselas. Precisamente por eso, los medios nacionales e internacionales se empeñan en ocultar la Nuit Débout con la serenidad de esos mayordomos que recortaban pacientemente las páginas molestas del periódico, no fuese a darle un ictus al señorito. Que para algo se inventaron el fútbol y Venezuela.

Hay que priorizar los miedos. No es lo mismo hablar de un atentado que se lleva treinta o cuarenta muertos por delante que de una ley que va a borrar de un plumazo tres décadas de progresos sociales. Cualquier manual de ética periodística sabe muy bien que la sangre resulta terriblemente fotogénica mientras que el hambre da muy mal en portada (excepto en la Pasarela Cibeles). Sin embargo, sucede que el periodismo ha alcanzado tal nivel de sofisticación que últimamente los titulares hay que leerlos entre líneas. Una manifestación de un millón de personas contra la Ley del Trabajo propuesta por Hollande ha obtenido mucha menos cobertura que el estreno de la séptima entrega de Star Wars. Un fantasma recorre Europa, sí, pero es Darth Vader.

De París nos vienen los niños en cigüeña, los cigarrillos sin filtro, la muerte de Rocamadour, el mecano de la Torre Eiffel, Viktor Laszlo cantando a voz en grito La Marsellesa. De acuerdo, Viktor dio el mitin en el café de Rick, en Casablanca, pero en ese momento Casablanca era París, porque no hay lugar en el mundo que, más temprano o más tarde, no desemboque en un bulevar parisino. “¿Arde París?” preguntó Adolf Hitler mientras las tropas aliadas entraban en la capital y colgó el teléfono bramando de la rabia que le daba no haber podido incendiar el mundo. En París hubo un mayo que floreció en primavera y se agostó en invierno, pero no importa porque sabemos que un día u otro la Gioconda terminará por sonreír.

Mientras tanto, llegará el fin del mundo y no nos enteraremos de nada porque estaremos distraídos leyendo sobre el último gol de Messi y el próximo desfalco millonario en las islas Caimán -y puede que ambas noticias concurran en el mismo párrafo. No nos enteraremos porque los medios estarán muy ocupados intentando que al sistema no le pegue un soponcio. Recordando el combate entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey que oyó de niño en un rudimentario aparato de galena, Cortázar decía que, de todos los grandes momentos del siglo XX, a él le había tocado asistir al nacimiento de la radio y a la muerte del boxeo. Tal vez a nosotros ahora nos toque asistir a la muerte del periodismo y a la resurrección de la calle. Parece que va siendo hora de montar otro 15-M, disculpen mi francés.



David Torres
Fuente: Público.es

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